El cubo, de tres centímetros de lado, presenta distintos signos en cada una de sus seis caras. Está fechado a principios del siglo I antes de Cristo y realizado con tierra cocida. Los arqueólogos de la excavación sostienen que puede ser relevante para conocer la equivalencia gráfica del 1 al 6.
Los trabajos arqueológicos que, desde hace una década, se llevan a cabo en los centros alfareros de época íbero-romana de Foz-Calanda (Teruel) han descubierto en esta campaña una piedra cúbica de cerámica, que podría corresponder a un dado de juego y desvelar signos numéricos realizados en el siglo I antes de Cristo. Esta hipótesis arrojaría luz al conocimiento de una escritura con más de 2.000 años de antigüedad y contribuiría, al mismo tiempo, a ayudar a descifrar una lengua con muchas incógnitas.
La investigación en el yacimiento de Mas de Moreno, dirigida por los arqueólogos Alexis Gorgues, profesor de la Universidad de Burdeos Montaigne (Francia), y José Antonio Benavente, director del Taller de Arqueología de Alcañiz, se ha centrado, entre otras actuaciones, en una pequeña extensión donde, entre los siglos III y II antes de Cristo, se tiraban los fragmentos de cerámicas rotas o defectuosas. En esta escombrera, tal y como explicó el especialista francés Gorgues, han hallado «bastantes objetos, entre los que hay unas figuritas que podrían ser juguetes de la época así como una pieza muy extraña, que podría corresponder a un dado».
PRIMERA SERIE NUMÉRICA EN EL MUNDO IBÉRICO
El cubo, de tres centímetros de lado, con distintos signos en cada una de sus seis caras, está fechado a principios del siglo I antes de Cristo y realizado con tierra cocida. «Se trata de un objeto que nunca ha salido del yacimiento aunque no sabemos por qué, porque no presenta ningún desperfecto visible». Para el director de los trabajos, «si el dado es lo que parece, una pieza de un juego, tendríamos la primera serie numérica que se conoce en el mundo ibérico». En este sentido, adelantó que el hallazgo arrojaría la inscripción de cifras del 1al 6, pero «no podemos tener la certeza de a qué signo correspondería cada uno».
Alexis Gorgues añadió, desde Burdeos, que «las cifras en íbero son bastante difíciles de identificar, y más aún de ent
ender. Este dado nos podría dar una llave en relación con este asunto». El arqueólogo José Antonio Benavente subrayó la importancia de los «signos del alfabeto ibérico que aparecen en cada una de las caras, y que podrían representar números». «Es un elemento muy interesante –coincidió– para el conocimiento de la escritura ibérica».
UNA ESCRITURA MUY COMPLEJA
Por su parte, Francisco Beltrán, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Zaragoza, puso de manifiesto ayer que la escritura ibérica es «compleja» y, además, la lengua está «sin descifrar». «Conocemos –dijo– los valores fonéticos de la mayor parte de los signos, aunque no de los numéricos. La escritura ibérica sabemos cómo suena, pero no lo que significa». En este sentido, aclaró que hay inscripciones en las que, con seguridad, aparecen secuencias numéricas que son letras ibéricas, aunque también otros signos que parecen tomados de otros sistemas alfabéticos. «Nos movemos en un terreno de bastante incertidumbre».
FIRMA DE LA CASA
El taller de Foz-Calanda, coincidieron los especialistas, «es más antiguo de lo que pensábamos, y llega incluso hasta el siglo IV-III antes de Cristo». «Es uno de los pocos ibéricos con el que podemos reconstruir cómo evolucionó la alfarería tradicional a lo largo de cuatro siglos», explicó Alexis Gorgues.
Esta campaña, además de la aparición de nuevas estructuras, como balsas de decantación de arcillas, se han descubierto sellos e inscripciones en cerámicas que podrían contener el nombre de los dueños del negocio. El hallazgo sería interesante para «estudiar la dispersión de la producción, si se ha localizado en otros lugares, y definir así su área de distribución.
El programa de excavaciones de este alfar forma parte del plan anual del Consorcio Patrimonio Ibérico de Aragón. En estos últimos años se han descubierto, y excavado parcialmente, siete hornos cerámicos. «Es –indicó Benavente– el yacimiento más importante de Aragón para el conocimiento y estudio de las técnicas de elaboración y producción de la cerámica de época íbero-romana».
(Fuente: Universidad de Zaragoza)