En el subsuelo de las calles Sebastián Souvirón y Olozaga yacen cerca de 200 cadáveres de entre los siglos VIII y IX hallados en apenas 300 metros de solar y en buen estado de conservación.
Cuando se trata de documentar el pasado musulmán de Málaga, el centro histórico se erige en fuente inagotable de información. A estas alturas no es de extrañar que tras cada nueva construcción que se emprende, el subsuelo eleve la voz para reivindicar su lugar en la historia.
El pasado año las catas en los almacenes de la plaza Félix Sáez revelaron un cementerio islámico fechado en el siglo X con 90 cadáveres. A pocos metros los arqueólogos han ubicado su continuación, la primera y mayor necrópolis islámica hallada en la ciudad de época emiral, de entre los siglos VIII y IX, con 200 inhumaciones documentadas en apenas 300 metros cuadrados de solar. Entre las calles Sebastián Souvirón y Olozaga, el equipo de CIS Arqueología, comandado por Carmen Íñiguez trabaja ya en la tercera y última fase de esta operación, iniciada en 2007.
"Después de la conquista cuando se establecen los musulmanes en la ciudad, las inhumaciones son aún muy precarias. Son fosas excavadas en línea de costa aprovechando la arena blanda", detalla Íñiguez. La primera vez que se constató la presencia de una necrópolis de esta características en la zona de costa fue en la excavación de Plaza de la Marina en 1988, " en niveles inferiores se documentaron unos cuantos enterramientos, lo que no sabíamos era el alcance y la extensión de la necrópolis. De la plaza de la Marina hasta aquí, en la calle Olozabal", añade la arqueóloga.
A tres metros de profundidad respecto a la cota actual de calle, se encuentra este cementerio que se está excavando en su totalidad, junto a estudios de antropología física que permitirán determinar el sexo, la edad de los cuerpos en el momento de la muerte, además de las enfermedades. Aún así, por la patología que presentan los huesos se sabe que "algunos de los cuerpos adultos están afectados de brucelosis, conocida popularmente como fiebre del Malta", apunta la directora.
Uno de los hallazgos que más ha sorprendido al equipo es la aparición de restos de las extremidades inferiores de un feto de seis meses de gestación. Significativo resulta también el hallazgo de inhumaciones mixtas: dos casos de madres enterradas con un niño y un bebé "y dos jóvenes masculinos abrazados y enterrados juntos a un tercer individuo asociado a esa tumba", añade Íñiguez .
Algunos cuerpos presentan síntomas de daños por las posteriores construcciones de pozos sépticos y de agua potable. "Una vez que se abandona la necrópolis se colmata y se construye encima. En el siglo X toda esta zona se urbaniza, forma parte ya de la ciudad. Constituyendo un importante barrio de tipo artesanal" relata. Durante el proceso de excavación, en el que se han documentado cuatro niveles salió a la luz, en el primer nivel, un enterramiento mixto de humanos y fauna con fragmentos de huesos y cráneos , en el que, en principio se han documentado restos pertenecientes a bóvidos y équidos".
Una vez realizado la mayor parte del trabajo de campo, los expertos han podido constatar datos cómo el tipo de enterramiento en consonancia con los usos de la época y religión. "Todos están enterrados siguiendo el ritual islámico: posición fetal con la colocación del cuerpo de cúbito lateral derecho y con el cráneo mirando a la Meca, "sur o sureste, en este caso, mirando al mar", sostiene Íñiguez. Se trata de tumbas simples, excavadas en fosas, no en cajas, y con sudario. "Tenemos muchos ejemplos de cuerpos que en el momento del enterramiento se sujetan con fragmentos de ladrillo o cantos rodados recogidos del Guadalmedina delimitando la cabeza, extremidades, cadera y mandíbula para que la boca no se abra", explica Íñiguez.
Una zona de la necrópolis está totalmente sellada con materiales del siglo IX, preludio de lo que acontecería en periodos posteriores. "Entre finales del IX y comienzos del siglo X es cuando se ubica la necrópolis en la famosa Yabal Faruh Entre", recuerda la arqueóloga para referirse a la mayor fosa islámica de Málaga, que abarca desde el monte de Gribralfaro hasta El Ejido, y del siglo X al XV.
En 2007, cuando se iniciaron las primeras catas salieron a relucir los restos de una fondac, una especie de alhóndiga de casi unos 300 metros de extensión, además de los vestigios de un barrio artesanal. "De Especerías hasta Atarazanas se llevó a cabo una de las ampliaciones urbanísticas más importantes en época islámica, constatada desde el siglo X al XV", relata. La documentación aportada por los Repartimientos relata cómo la alhóndiga se dona a una familia cristiana "y continúa siendo un mesón después de la conquista castellana", sostiene Íñiguez.