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24 de marzo de 2023

Finalizan los trabajos de conservación y restauración en el yacimiento arqueológico de La Caridad (Teruel)

Se ha conseguido sacar a la luz más de 29 casas, 6 calles con sus correspondientes instalaciones, como canales de agua, y un conjunto de objetos que nos aproximan al estilo de vida de los siglos II y I a. C en esta zona del territorio.

El Museo de Teruel, entidad dependiente de la Diputación de Teruel (DPT), ha finalizado los trabajos de conservación y restauración en el yacimiento arqueológico de La Caridad, situada en el municipio de Caminreal.

Se ha actuado sobre el yacimiento propiedad de la DPT, en el que el Museo ha conseguido sacar a la luz más de 29 casas, 6 calles con sus correspondientes instalaciones, como canales de agua, y un conjunto de objetos que nos aproximan al estilo de vida de los siglos II y I a. C en esta zona del territorio.

La Caridad es un yacimiento que se funda por iniciativa de la ciudad de Roma aunque, por los datos extraídos de la excavación, se deduce que los habitantes que la ocupaban eran fundamentalmente celtíberos, puesto que todas las inscripciones que han aparecido están escritas en esta lengua.

También se han encontrado objetos en los que se ha encontrado materiales que utilizaban las poblaciones itálicas junto a otros que utilizaban las poblaciones celtibéricas. Por lo tanto, este yacimiento muestra el proceso de hibridación y de integración de dos poblaciones muy diferentes, que se estaba produciendo en Hispania entre el siglo II y I a.C

Para apoyar el trabajo realizado por el Museo en esta excavación desde 1984 y evitar el deterioro del yacimiento con el paso del tiempo, la institución provincial aprobó, el pasado mes de abril, un proyecto de conservación y restauración dotado con más de 400.000 euros. Dicho proyecto, financiado por el Fite del Gobierno de España y el Gobierno de Aragón, se licitó y adjudicó a la empresa Ártyco, especializada en restauración y conservación de estructuras, que ha realizado labores de limpieza, tratamiento de hongos y líquenes, así como de consolidación de las estructuras originales, durante los últimos seis meses.


(Fuente: Eco de Teruel)

8 de marzo de 2023

El tesoro ibérico y de la Edad del Bronce del Matarraña ya reposa en el Museo de Teruel

Se trata de 399 piezas cerámicas y metálicas en su mayor parte, que fueron excavadas entre finales de los años 70 y principios de los 80 por Josep María Ubiergo Monclús, antes de que fueran depositadas en el Museo de Amposta en 2011 y que ahora ceden por cinco años para su restauración y catalogación
Diego Piñeiro, Manuel Rando, Pilar Punter y Jaime Vicente (de izda. a dcha.) muestran algunas de las 399 piezas que el Museo de las Terres de l’Ebre ha decido al Museo de Teruel.

El equipo de restauradores del Museo Provincial de Teruel ya ha comenzado a trabajar sobre las 399 piezas arqueológicas procedentes del Matarraña que han sido cedidas por el Museo de les Terres de l’Ebre, en Amposta, y que tras un trabajo previo de inventariado, restauración e investigación, serán expuestas al menos en las dos localidades de cuyos yacimientos proceden, Ráfales y Fuentespalda.

Se trata de 399 piezas cerámicas y metálicas en su mayor parte, que fueron excavadas entre finales de los años 70 y principios de los 80 por Josep María Ubiergo Monclús, antes de que fueran depositadas en el Museo de Amposta en 2011. Casi un centenar de piezas proceden del yacimiento Cova de la Ribera del Tastavins, en Fuentespalda, un yacimiento de la Edad del Bronce con piezas cuya edad se eleva en algunos casos hasta los 3.500 años. Las otras 301 piezas están datadas en época íbera, las del yacimiento del Tossal de les Vinyes de Ráfales, y sus piezas podrían datarse en torno al siglo IV o V antes de nuestra era.

Manuel Rando, presidente de la Diputación Provincial de quien depende el Museo de Teruel, visitó ayer lunes las instalaciones del Polígono la Paz donde se clasifican y almacenan cuidadosamente las piezas y donde los restauradores tienen su taller. Acompañado por Diego Piñeiro, diputado de Cultura y Patrimonio, del director del Museo de Teruel, Jaime Vicente, y de la restauradora Pilar Punter, Rando celebró que dichas piezas, que cubren un importante vacío arqueológico que existía en el discurso del Museo, referido al Matarraña, y agradeció al Museo de Amposta su colaboración “porque así es como se hacen las cosas bien”.

Rando explicó que ahora la intención de los técnicos del museo es restaurar, catalogar e investigar las piezas a fondo, con el objetivo final de que sean expuestas en sus dos municipios de procedencia, Ráfales y Fuentespalda, tal y como ya se ha acordado con sendos ayuntamientos. Para ello en cada uno de los dos pueblos se habilitará un espacio expositivo acondicionado para el mantenimiento de los objetos, en el que se mostrará una selección de las piezas más significativas.

Para Jaime Vicente Redón, director del Museo, tiene todo el sentido que estas piezas se cataloguen y expongan en la provincia de Teruel, “por su vinculación con el territorio y sobre todo porque significa ponerlas al servicio de los investigadores y de los habitantes del territorio”.

Importancia arqueológica
Las 399 piezas procedentes del Matarraña se encontraban en un almacén visitable que tiene el Museo de las Terres de l’Ebre. Según Jaime Vicente, la importancia de estas piezas es doble para el patrimonio turolense. “Primero en sentido territorial, ya que en el Museo tenemos algo de material procedente de la cuenca del Matarraña, de yacimientos antiguos de principios de siglo, pero nos faltaba una visión más precisa de las características de los poblamientos de esta comarca”, visión que aportan en buena medida estas casi 400 nuevas piezas.

Y en segundo lugar, Vicente recordó que, sobre todo en el caso de Ráfales, se trata de un yacimiento ibérico muy especial. “Está fortificado y es muy pequeño, con materiales de la época de transición entre la edad del hierro y el ibérico. Su antigüedad y el contacto con la zona de la costa hace que sus materiales sean muy especiales. Ese proceso de la influencia mediterránea lo tenemos constatado ya en otros yacimientos, pero no con la intensidad con la que se produce en Ráfales. Así que cuando tengamos la información científica ligada a las piezas, puede ser un material muy importante para conocer mejor cómo se forma la cultura ibérica en el Bajo Aragón y en resto del territorio aragonés”.

La Diputación Provincial ya ha elaborado un plan de intervención en ese yacimiento con la idea de profundizar en su conocimiento, ya que se cree que todavía guarda muchas sorpresas para los investigadores.

Comienza un trabajo laborioso para restaurar y contextualizar todo el material
Las 399 piezas que están ya en manos del personal del Museo de Teruel y que una vez termine el trabajo previo podrán verse expuestas en Ráfales y Fuentespalda fueron excavadas entre finales de los 70 y principios de los 80 por Josep María Ubiergo Monclús, aficionado a la arqueología y las antigüedades. Cuando este falleció, en 2007, Jesús Bru, su heredero universal, donó parte del legado arqueológico que se encontraba en diferentes propiedades de Peñarroya de Tastavins Sentmenat (Barcelona), y Vilalba dels Arcs (Tarragona), donde tenía intención de crear una fundación. Entre las piezas donadas en 2011 al Museo de les Terres de l’Ebre se encontraban las procedentes de Ráfales y Fuentespalda, y el consorcio de esa institución documentó el fondo e informó en 2012 a las direcciones generales de Patrimonio Cultural de los gobiernos catalán y aragonés. En 2020 el Museo de Teruel solicitó el préstamo de los objetos y finalmente el acuerdo se rubricó en diciembre de 2022. Desde entonces las 399 piezas han sido cuidadosamente embaladas y transportadas en cajas hasta el Museo de Teruel, donde se va a proceder a desembalar, catalogar y restaurar.

En su día las piezas fueron excavadas por aficionados y eso complica el trabajo que tiene que realizar el equipo del museo. “Es un material que nos llega descontextualizado”, explicó Jaime Vicente. “Nos faltan las referencias topográficas que se toman en las excavaciones, con sus referencias, los estratos en los que aparecen las piezas... y los propios aficionados que extrajeron las piezas las restauraron y recompusieron ellos mismos”. Aunque la legislación sobre expolio que prohibe la excavación de piezas arqueológicas existe desde principios del siglo XX, Jaime Vicente explicó que al menos en la extracción original de estos materiales no hubo un afán de venta o enriquecimiento, y que para estar restaurados sin aplicar los procesos científicos habituales en la época “no se han causado demasiados daños en el material”.

Pilar Punter, conservadora del Museo y coordinadora de los trabajos de transporte de las piezas desde Amposta a Teruel, explicó que “el hecho de que las piezas aparezcan ya restauradas generalmente es más un inconveniente que una ventaja, porque algunos materiales utilizados han envejecido y han perdido su eficacia, y en esos casos es más complejo retirarlos o rectificarlos que abordar una pieza desde cero. Pero tampoco es la primera vez que nos enfrentamos a este tipo de contingencias, por lo que no ofrece más dificultad que en otras ocasiones”.

5 de agosto de 2016

Nuevos datos sobre el pasado andalusí de Al-Qannis entre los siglos IX y XII

Las excavaciones arqueológicas en Alcañiz el Viejo hablan de un asentamiento de 80 casas y medio millar de personas Los pobladores musulmanes permanecieron cuatro siglos viviendo de la agricultura y de la alfarería. Las catas han destapado partes de la muralla íbero-romana amortizada sobre estructuras protohistóricas anteriores y otras de periodo andalusí.
Arqueólogos y estudiantes realizaron las catas en Alcañiz el Viejo. FOTO: DIARIO DE TERUEL.
La segunda campaña de excavaciones arqueológicas del Museo de Teruel en Alcañiz el Viejo se ha saldado con la confirmación de que el yacimiento estuvo ocupado, en su época musulmana, entre los siglos IX y XII, siendo ya por aquel entonces la capital del Bajo Aragón. Allí podrían vivir medio millar de personas repartidas entre 80 casas dedicadas principalmente a una agricultura enfocada al mercado y a la fabricación y venta de cerámica. También han aflorado restos espectaculares de una muralla de dos metros de altura.

Los resultados de esta segunda fase de exploración son "muy alentadores", según resaltó Julián Ortega, director científico del proyecto de investigación plurianual del Museo de Teruel "Bases para el estudio del poblamiento andalusí en el sur de Aragón", que pretende analizar la organización del territorio durante época musulmana en el sur de Aragón.

Los trabajos de arqueología se desarrollaron durante una semana y concluyeron el pasado 22 de julio. "Con muy pocos recursos vamos a tener muy buenos resultados", auguró Ortega, quien se mostró eufórico: "Con mes y medio de trabajo al mismo ritmo, convertiríamos lo que ahora es un monte en un atractivo turístico", aseveró.

El objetivo del proyecto no es tanto presentar la monumentalidad de los restos fortificados que se han encontrado como ahondar en el aspecto más humano del asentamiento, como son las formas de vida de la población andalusí que habitó en Alcañiz el Viejo durante 400 años, hasta que el rey de Aragón Ramón de Berenguer conquistó este burgo fortificado y desplazó a sus habitantes al cerro de Pui Pinos, donde han permanecido hasta nuestros días.

ASENTAMIENTO DESCUBIERTO EN 1921
La principal conclusión que los arqueólogos extraen de sus investigaciones "todavía preliminares" es que Alcañiz el Viejo "no es un yacimiento cualquiera, no sólo de Alcañiz sino del Bajo Aragón", explicó Ortega, quien indicó que se conoce el asentamiento desde 1921, cuando lo descubrió el mítico Vicente Bardavíu. Sin embargo, desde entonces "no se había hecho una intervención en condiciones" hasta el año pasado, cuando empezó el "valiente" proyecto del Museo de Teruel.

Alcañiz el Viejo, según citan las crónicas árabes del año 904, "es un yacimiento grande, por encima de la media de lo que es habitual en el sur de la Comunidad", señaló el experto, quien con todas las reservas se atrevió a censarlo en medio millar de pobladores distribuidos en unas 80 viviendas. No era una ciudad porque no contaba con la estructura necesaria, pero sí un burgo, ya que superaba ampliamente la condición de simple aldea.

ORIGEN EN LA EDAD DEL BRONCE

Este yacimiento, cuyo origen se ubica en la Edad del Bronce final (entre el siglo X y el VIII a.C.), probablemente fue el sucesor del Palao, que fue abandonado hacia el año 70 d. C., justo cuando Alcañiz el Viejo comenzó a tomar auge.

De hecho, en la última campaña de prospecciones arqueológicas se han encontrado objetos domésticos de todas las épocas, si bien los restos de casas "son de ocupación musulmana", indicó Ortega, quien destacó que, aunque el objeto del proyecto es estudiar las comunidades andalusíes, "hemos tenido la suerte de encontrar un buen conjunto de materiales en torno al siglo V d.C., una época oscura y difícil de identificar". Estos hallazgos incluyen vajillas manufacturadas en el sur de Francia y ánforas importadas desde el norte de África.

La explicación de que Alcañiz El Viejo sea el poblamiento del valle del Guadalope durante más tiempo ocupado está en el regadío y en la acequia vieja, una obra hidráulica de más de 20 kilómetros de longitud que ya estaba en uso en los siglos VI y VII, en época hispano visigoda.

SOCIEDAD AGRÍCOLA
Los trabajos han consistido en la realización de cuatro sondeos de diversa entidad, dos en la ladera meridional del cerro y dos más en su cima. Los primeros han estado encaminados al estudio de aspectos relativos al urbanismo y la vivienda, en particular el diseño, construcción y formas de uso de los ámbitos domésticos.

De su estudio embrionario se deduce que los pobladores de la época andalusí se dedicaban fundamentalmente a la agricultura, puede que especializada en el olivar. Lo que está fuera de duda es que buena parte de la producción estaba enfocada al mercado. También tenían trigo y ganado ovicáprido.

Sobresale también la existencia "casi segura de alfares locales", apuntó Ortega, si bien "no sabemos si en Alcañiz el Viejo o en el entorno". Se han encontrado en el yacimiento "ollas con una pasta muy blanquecina que no se da en otras zonas de Teruel". También han aparecido importaciones de Lérida o de Zaragoza en base a cerámica "un poquito más de lujo", sobretodo "la dedicada al servicio de mesa: fuentes para servir alimentos y jarras y tazas vidriadas para los líquidos".

El asentamiento también debió de tener mezquita, baños y un espacio para lo que podría ser un mercado comarcal semanal.

MURALLA
Las catas abiertas en el sector superior del yacimiento han destapado algo que, si bien no es lo más significativo del poblado desde el punto de vista cultural, sí lo es por su espectacularidad. Se trata de parte de la muralla que cierra el conjunto por su lado occidental, que ha permitido evidenciar la existencia de al menos dos fases: una primera, de época ibérica o ibero-romana, que amortiza estructuras protohistóricas anteriores; y una segunda, ya andalusí, que rehabilitó la obra antigua empleando técnicas constructivas diferentes. En la zona excavada se han conservado hasta seis hiladas de esta muralla de empaque ciertamente monumental, lo que, dejando a un lado su evidente interés científico, confiere a la construcción un evidente atractivo desde el punto de vista del turismo arqueológico y patrimonial.

EN 2017 EL POBLADO SERÁ VISITABLE
La intención del Museo de Teruel es continuar con las excavaciones en Alcañiz el Viejo en 2017 "con una actuación de mayor envergadura" que permita, además de continuar con las investigaciones de carácter científico, comenzar con actuaciones que supongan la incorporación del yacimiento a los recursos visitables para sacar un valor añadido al patrimonio.

Por ello, los futuros trabajos pasarán por la limpieza y excavación de la zona de la muralla para dejar más tramos visibles y visitables, además de recuperar las estructuras que se localizaron en las excavaciones realizadas a principios del siglo XX que ahondaron en la mayor parte de las estancias de época islámica. "La idea es limpiar esas estancias que están cubiertas por tierra caída y vegetación para que el visitante perciba de una manera más rápida y eficaz las características de este notable asentamiento islámico", explicó el director del Museo de Teruel, Jaime Vicente.

PROYECTO DE INVESTIGACIÓN
La actuación en Alcañiz el Viejo se enmarca dentro de un proyecto de investigación plurianual del Museo de Teruel que, con el título Husun y qura. Bases para el estudio del poblamiento andalusí en el sur de Aragón, pretende analizar la organización del territorio durante época musulmana en la provincia.

Forma parte de este mismo proyecto la próxima campaña de excavaciones que, a partir de inicios del mes de septiembre, se llevará a cabo en otro destacado yacimiento andalusí, como es el Cabezo de la Cisterna, en Alba del Campo, objeto exploraciones también el año anterior.

Tal y como destacó Vicente, se trata del segundo año de desarrollo de este proyecto, "que pretende conocer mejor el poblamiento islámico de época andalusí en la provincia y más concretamente el de Alcañiz el Viejo, que fue un asentamiento urbano que perdura hasta el momento de la conquista aragonesa de este territorio". "Se trata -añadió- de una etapa muy interesante y de larga duración ya que son cuatrocientos años de desarrollo de esta cultura, de la que sin embargo tenemos muy poca información".

Según añadió el director del Museo de Teruel, el equipo de investigadores que han trabajado en Alcañiz el Viejo ha estado dirigido por Carolina Villagordo y ha contado con la participación de estudiantes procedentes de Aragón, Castilla-La Mancha, Madrid y Valencia. "Ha intervenido un grupo bastante numeroso y los resultados han sido satisfactorios desde el punto de vista científico y patrimonial porque una de las catas que se han hecho en la muralla ha dejado al descubierto un tramo de ella que en los próximos años pretendemos ampliar y también incorporar a los repertorios monumentales", explicó Vicente.

La intención del Museo de Teruel es seguir trabajando en estas excavaciones como parte del proyecto que está desarrollando en los núcleos andalusíes más importantes del territorio para ahondar en el conocimiento de yacimientos de distinto carácter (urbanos, aldeas, alquerías o fortificaciones), cronología y situados en diferentes ámbitos geográficos.

4 de mayo de 2016

Documentan en Teruel una cerámica medieval con dos judíos representados

La vasija que data del siglo XIII es una de las piezas más singulares de la Europa medieval por el motivo de su decoración que representa a dos varones judíos.
La escudilla con la probable representación de judíos hallada en la judería turolense. FOTO: MUSEO DE TERUEL
Una vasija de cerámica, que data de finales del siglo XIII o inicios del XIV y hallada en Teruel, se ha revelado como una de las más singulares piezas de la Europa medieval, al estar decorada con representaciones humanas de dos varones judíos,lo que la hace casi única.

Este hallazgo es fruto de la investigación desarrollada por el arqueólogo Antonio Hernández Pardos, que ha sido publicada recientemente en la revista de estudios hebraicos y sefardíes "Sefarad", editada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIS).

Mediante un exhaustivo análisis de la iconografía judía y cristiana de aquella época, Hernández Pardos ha logrado identificar dos figuras humanas de varones judíos pintadas en este fragmento de cerámica.

El investigador ha destacado la singularidad de la pieza dentro del conjunto iconográfico judaico y del repertorio cerámico medieval en el Mediterráneo occidental.

UN MOTIVO DECORATIVO POCO USUAL

El motivo es que la representación de judíos es escasa en este tipo de utensilios domésticos, que están decorados más habitualmente con escudos, motivos florales, vegetales o geométricos.

Los judíos de la época, en su mayoría los varones, suelen aparecer sólo en miniaturas en manuscritos que utilizaban para rezar o, por parte de los cristianos, en pinturas que decoraban retablos e iglesias, como es el caso del artesonado mudéjar de la Catedral de Teruel.

Según el estudio arqueológico, se cree que esta obra fue realizada por las primeras generaciones de alfareros de Teruel y que pudo ser encargo de un vecino judío de la ciudad, algo interesante "en el contexto de represión de los judíos".

Antonio Hernández Pardos ha destacado que el descubrimiento de estas pinturas ha sido "fruto del azar" ya que no imaginaban en un principio que los fragmentos que encontraron en la excavación fueran a componer figuras de varones judíos.

El hallazgo de la pieza se remonta al 2004, cuando se realizó una excavación arqueológica en el subsuelo de la plaza de la Judería de Teruel con motivo del proyecto de la mejora de la plaza y la consolidación y protección de las estructuras que aparecieron, que se conservan bajo el actual pavimento.

Sin embargo, la vasija medieval no comenzó a ser restaurada hasta 2011 por la inquietud personal del arqueólogo, quien se interesó en juntar los fragmentos y estudiar su iconografía con la ayuda de algunas becas para la investigación arqueológica.

PODRÍA HABER MÁS SORPRESAS
Y es que, según ha apuntado Hernández Pardos, todavía hay una gran cantidad de material que pertenece a excavaciones que llevan realizándose en la capital turolense desde el año 2000 y que está, en su mayoría, sin estudiar por lo que no descarta que haya "más sorpresas almacenadas en cajas en el Museo de Teruel".

El arqueólogo ha apuntado a la falta de medios como la causa por la que solo se ha podido estudiar una mínima parte del material encontrado en estas excavaciones ya que "no hay gente, ni presupuesto, ni equipos para estudiar todas estas ruinas".

Esta excepcional escudilla ha sido incorporada a la exposición permanente del Museo de Teruel junto a otra importante pieza cerámica que consiste en una lámpara ritual descubierta en la capital en 1978.