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30 de septiembre de 2024

Finalizan los sondeos arqueológicos en el yacimiento de Filleras

La intervención en el enclave, ubicado entre Sos del Rey Católico y Sangüesa, ha desentrañado un espacio de posible uso vitivinícola

Después de tres semanas, ha concluido la campaña de sondeos en el yacimiento de Campo Real-Fillera, un enclave de época romana ubicado entre Sos del Rey Católico y Sangüesa. Los trabajos, llevados a cabo por un equipo de arqueólogos en el que participan estudiantes de la Universidad de Navarra, sugieren el uso de este espacio como recinto de producción de vino.

El proyecto, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, comenzó en 2023 bajo la dirección de Javier Andreu, catedrático de Historia Antigua de la Universidad e investigador principal del proyecto, y en él han participado alumnos del Diploma en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras. Los trabajos también han contado con la colaboración de la arqueóloga Luka García de la Barrera, graduada en Historia y Arqueología por la Universidad y becaria predoctoral del Gobierno de Navarra.

Durante las excavaciones, el equipo ha centrado sus esfuerzos en la investigación de una estructura perforada por una serie de orificios cuadrangulares, cuyo uso concreto aún se desconoce, aunque, como ha señalado el profesor Andreu, “podría apuntar a un gran recinto de instalación de vides, un marco de plantación”. Asimismo, se han hallado fragmentos de cerámica romana en los huecos cuadrados excavados en la grava del terreno, lo que podría arrojar luz sobre el uso agrícola del área. "Los descubrimientos sugieren que la estructura no es un simple almacén de alimentos, como se había supuesto en un principio a partir de los datos de la fotografía aérea, sino algo completamente diferente", explica el profesor Andreu.

A pesar de que todavía no ha podido determinarse con exactitud la función de este espacio, su posible uso como recinto de producción de vino abre nuevas líneas de investigación para futuras campañas. “Es muy satisfactorio haber realizado esta primera campaña en Fillera con nuestros estudiantes, cerrando así el ciclo que iniciaron Alejandro Marcos y Amparo Castiella en los años setenta”.

Yacimiento descubierto en 1974
Los profesores Marcos y Castiella, entonces docentes de la Universidad de Navarra, descubrieron este yacimiento en 1974 gracias a unas fotografías aéreas; un hallazgo que posteriormente documentaron en su obra “Prospecciones arqueológicas en Navarra”. En 2011, unas prospecciones geomagnéticas encargadas a la Universidad de Hamburgo identificaron esta estructura, que podría formar parte de un edificio de carácter productivo, vinculado a la economía de las pequeñas ciudades romanas del territorio vascón, como ha explicado el profesor Andreu.

El yacimiento de Fillera, que abarca unas 13 hectáreas, se encuentra en un punto estratégico de la red viaria romana que existía entre Caesar Augusta (actual Zaragoza) y Pompelo (actual Pamplona) y a escasos 20 kilómetros de importantes ciudades romanas del ámbito vascón, como Iluberis (Lumbier), Santa Criz de Eslava o El Forau de la Tuta, en Artieda de Aragón. “Aunque su estado de conservación es limitado, el lugar ofrece información valiosa sobre la planificación urbana y la vida económica en las ciudades romanas del norte de Hispania”.

Esta intervención arqueológica es la primera de carácter científico en el yacimiento y marca un hito importante en el estudio del patrimonio romano en la Comarca de las Cinco Villas. En 2024, el equipo pretende continuar con las investigaciones, con el objetivo de desentrañar más detalles sobre el modo de vida en esta ciudad romana.

6 de diciembre de 2011

Despoblado de Peña: el pueblo de nadie


Este antiguo pueblo fortificado (próximo a Sangüesa, Navarra), escondido detrás de un gran peñasco a cerca de mil metros de altura, desde la Edad Media sirvió de puesto de vigilancia en la frontera entre los reinos de Aragón y de Navarra. 
Vista de la iglesia y de una casa del pueblo. (Foto: Antxon Aguirre)
El recinto amurallado abrigaba un castillo, levantado en el siglo XI por Sancho de Navarra, del que sobreviven restos de su torre desmochada. Las piedras de las viviendas, hoy en su mayor parte arruinadas, provienen de las antiguas murallas que fueron reutilizadas una vez que se hizo la paz entre navarros y aragoneses y el cerco dejó de cumplir su cometido defensivo. En cambio, la iglesia de San Martín de Tours y la casa abacial aneja han sido recientemente restauradas dando así la impresión de que el lugar está aún poblado. Pero no el caso, ya que los últimos habitantes de Peña la abandonaron el año 1955 para trasladarse a Torre. Luego, se refugió allí un dominico belga para vivir en soledad a la manera de los antiguos ermitaños, y solo bajaba al pueblo una vez al año, el día de Gloria: entonces no se privaba de nada (baño, comida, bebida, revistas...).
José Antonio Landa, nacido aquí en 1939, me cuenta que en su infancia incluso había escuela. Las familias vivían del cultivo de las huertas al pie del pueblo y de la labranza de los campos. Obtenían caza y leña del bosque de encinas del entorno, donde también criaban ganado menor. En el pueblo había un horno comunal en el que cada semana una familia distinta elaboraba pan para todos.
Se conserva el aljibe, hoy ya seco, que antaño surtía de agua, y el antiguo cementerio con maravillosas vistas sobre el valle del río Aragón. Allí reposan los restos de un aviador inglés de la II Guerra Mundial, el capitán Walker, que se estrelló a la vista de todo el pueblo justamente el día que Peña celebraba la fiesta de San Martín, el 11 de noviembre de 1943, luego de que su avión fuera alcanzado por las baterías alemanas al otro lado de los Pirineos.
Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto, el despoblado de Peña es un insólito paraje en una escarpa rocosa cuya ascensión y visita, especialmente si el día es despejado, resulta memorable.
(Fuente: Diario Vasco / Antxon Aguirre)