El enterramiento datado entre los siglos VI y VII d.C. es prácticamente único en Asturias, el cuerpo lleva una espada colocada en su vaina (scramasax) que colgaría de una suspensión de la que se conservan dos pequeñas hebillas, una de ellas de bronce. Además lleva un cuchillo largo y otros objetos de metal.
Enterramiento con la espada hallado en Vigaña. Foto: EL COMERCIO. |
Esas singularidades encontradas en el yacimiento asturiano de Vigaña de las que habla Margarita Fernández Mier, profesora de Historia de la Universidad de León y directora de la excavación, apuntan a elementos en común con otros enterramientos de necrópolis del País Vasco y Navarra y Cantabria, «pero en Asturias es el primero que aparece en contexto arqueológico y sería el más occidental de la Cornisa Cantábrica». La historiadora lamenta que el estado de conservación «no sea bueno, pero esperemos que en el proceso de restauración podamos recuperar la forma original de los objetos, especialmente del scramasax».
Este yacimiento del concejo de Belmonte de Miranda nació con el ánimo de cambiar la estrategia de la investigación arqueológica: «La idea es comprender una aldea de origen medieval en toda su complejidad, desde el lugar de hábitat a todos los espacios de uso agrícola y ganadero y buscar un método de trabajo que nos permita documentar períodos sobre los que tenemos escasa información, caso de la Alta Edad Media», apunta la arqueóloga, quien subraya que esta forma de hacer ha aportado «abundante información sobre períodos poco conocidos, como los restos neolíticos y también de época altomedieval y muchos datos sobre las prácticas agrícolas y ganaderas».
INVESTIGAR EN TIEMPOS DE RECORTES
No es pesimista Margarita Fernández Mier sobre las futuras investigaciones del yacimiento pese a los tiempos de recortes. «Desde luego el proyecto de Vigaña hay que rematarlo; tenemos el yacimiento de Asturias con la secuencia cronológica más amplia documentada, desde el neolítico hasta nuestros días; la información que ha aportado sobre el origen de nuestro paisaje es muy relevante; pero existen algunas lagunas que debemos completar», señala. Detalla después que es preciso profundizar en el estudio de los espacios de uso ganadero y en los datos obtenidos sobre la Alta Edad Media.
Margarira Fernández en el transcurso de una visita al yacimiento de Vigaña. |
« La crisis de los últimos años prácticamente ha desarticulado la red de investigación que habíamos creado, así que debemos volver a ponerla en marcha. Dedicaremos parte del invierno a presentar proyectos a distintas convocatorias, locales, nacionales e internacionales, para poder continuar con la investigación», subraya.
Es interesante seguir investigando porque en realidad se sabe muy poco sobre los procesos sociales en el territorio astur en la Alta Edad Media por varias razones. Por una parte, que «el desconocimiento de la cultura material de ese período dificulta la identificación de los yacimientos arqueológicos», y por otra que «durante décadas se ha focalizado el estudio en dos fuentes básicas para el período: las Crónicas asturianas y el prerrománico asturiano, ambos ligados a la historia de la Monarquía asturiana; éstas han eclipsado el interés por otros grupos que formaban parte de la sociedad altomedieval». Dicho de otra forma, todo el esfuerzo se ha centrado en los reyes asturianos y no en el resto de la sociedad. «En los últimos años, sin embargo, se han producido importantes cambios en la práctica de la arqueología medieval y ya no sólo se centra en el estudio de los grandes monumentos, sino que esta práctica se ha extendido a elementos muy variados que comienzan a aportar valiosa información sobre todos los grupos sociales que conforman la sociedad: desde el campesinado a la monarquía».
(Fuente. El Comercio / M.F. Antuña)