El arqueólogos Juan Sanguino junto a su hallazgo en el yacimiento. Foto: CARLOS ROSILLO / EL PAÍS |
El arqueólogo ha detallado que la tumba está realizada con materiales nobles con ajuar de época romana y granito y que fue encontrada bajo el altar de la ermita, que data del siglo XI, a una profundidad de 60 centímetros respecto a la base de esta iglesia. La tumba ha aparecido fracturada en dos y en su interior "se han hallado interesantes piezas romanas", han añadido fuentes municipales.
AJUAR VISIGODO
La tumba presentaba un único individuo depositado en decúbito supino que tenía como único ajuar una pequeña botella de cerámica de cuello esbelto y cuerpo globular que puede ser fechada en el siglo VI ó VII. De este dato, el equipo arqueológico deduce que la estela, de época romana, ha sido reutilizada en época visigoda, momento al que corresponden el ajuar y la sepultura.
"Tanto la ubicación de la tumba, en el centro de la Iglesia y alineada con las dos necrópolis, como la calidad de sus materiales y el hecho de que se haya reutilizado una estela romana en un enterramiento visigodo son indicadores de la relevancia del personaje ahí enterrado", han subrayado estas fuentes.
GALERÍAS Y ESTRUCTURAS SUBTERRÁNEAS
Bajo la estructura del templo, la utilización de un georradar "ha confirmado" la existencia de galerías y estructuras subterráneas. "El hallazgo previo de una escalera en un lateral de la ermita llevó a los arqueólogos a sospechar de su existencia", han asegurado estas desde el Consistorio.
Los trabajos para encontrar los restos del patrón local comenzaron en febrero, en una zona conocida como Cerro de San Babilés, ubicada al sur del municipio. "En esta zona se estimaba que podría hallarse el cuerpo de San Babilés, patrón del municipio que, según la tradición, fue martirizado alrededor del año 717 junto con 80 niños", han indicado desde el Consistorio.
OTROS HALLAZGOS INTERESANTES
Por el momento, además de la tumba visigoda con restos romanos, se han identificado un horno de cal, monedas de los Reyes Católicos, y de Fernando VI e Isabel II, dos necrópolis con 40 tumbas de la época visigoda y los restos de una ermita de única planta con ábside y atrio, que dataría de los siglos XII y XIII, tras la Reconquista, y con posteriores fases de ampliación en los siglos XV, XVI y XVII que se corresponderían con visitas y peregrinaciones para posibles curaciones por intermediación del santo a personajes relevantes como el Infante Baltasar Carlos.
"Estas curaciones supusieron un aumento extraordinario de recursos que se destinaron a la ampliación del templo y posiblemente a la construcción de edificaciones a su alrededor. De esta época parece proceder la escalera y el almacén al que se accede desde ella. Este descubrimiento se produjo tras una prospección del terreno con georradar que confirmó la existencia de galerías y estructuras subterráneas bajo la Iglesia", han explicado.
NECRÓPOLIS ANTERIOR AL USO DEL TEMPLO
La superficie que ocupa la excavación es de media hectárea y según Sanguino se trata en su origen de una necrópolis visigoda de cristianos del siglo VI o VII. "Esta zona se abandonó hasta el siglo XI, hasta que se construyó la ermita en el mismo sitio", ha puntualizado.
Así, en lo relativo a enterramientos, cabe también destacar una necrópolis anterior al propio uso del templo y que se remonta a época visigoda, tal como revela la tipología de algunos de los mismos y el ajuar obtenido ( botellitas de cerámica adscritas temporalmente a los siglos VI - VII). La necrópolis se extiende bajo las cimentaciones del templo visibles actualmente y es posible que se construyera en torno a las grandes sepulturas de granito como la que contiene la estela romana reutilizada ahora descubierta.
"Nos encontramos ante la sacralización de un territorio tras la reconquista de los reinos cristianos, donde se tendría constancia de la existencia de un cementerio al que se asocia la tradición cristiana del martirio de San Babilés, y que en el siglo XII o XIII lleva a erigir una ermita o templo en el lugar donde podría estar enterrado el Santo", han explicado desde el Ayuntamiento.
SAQUEOS Y PROFANACIONES
Las mismas fuentes han indicado que a lo largo de los siguientes siglos se produjeron en este templo distintos saqueos y profanaciones; incluso la ermita fue arrasada durante la ocupación francesa del siglo XIX. La tradición en Boadilla, no obstante, se siguió manteniendo hasta bien entrado el siglo XX como lugar de peregrinación en la zona y hasta la actualidad, con la conciencia colectiva de la existencia de las ruinas que ahora se han descubierto.
(Fuente: La Vanguardia / Europa Press)