El Ayuntamiento de Arrasate, la Diputación y la Sociedad de Ciencias Aranzadi se unen para pedir que se proteja la cueva.
"¿Desde cuándo? La primera vez que lo pedí fue en 1991. La Ley de Patrimonio Cultural Vasco que está en vigor se aprobó en julio de 1990 y yo en enero de 1991 ya envié un escrito solicitando que se considerara un bien cultural calificado", recuerda el arqueólogo Álvaro Arrizabalaga, director de las excavaciones del yacimiento de Lezetxiki.
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El arqueólogo Álvaro de Arrizabalaga en una de las campañas de excavación en la cueva de Lezetxiki. Foto: Notcias de Gipuzkoa. |
Desde entonces, hace más de veinte años, el Ayuntamiento de Arrasate, al que pertenece la cueva, la Diputación de Gipuzkoa y la Sociedad de Ciencias Aranzadi, de la que Arrizabalaga es socio desde hace tres décadas, ha tramitado distintas solicitudes (al menos ocho distintas) para que el Gobierno Vasco protegiera la cueva. Por primera vez, las tres entidades lo han hecho al unísono, para sumar fuerzas, pero la respuesta de las sucesivas administraciones siempre ha sido la misma: el silencio. "Nunca he conseguido una respuesta. Nunca he tenido en mis manos un escrito en el que se me explique que se me deniega la solicitud por ese motivo o por otro. No sé qué tipo de argumentación se puede dar para no considerar que Lezetxiki tiene ese valor patrimonial", señala Arrizabalaga. Si razonaran una negativa, Arrizabalaga "podría contraargumentar". La ley vasca de patrimonio así lo especifica: "En caso de que se deniegue, tendrá que exponerse los motivos por escrito".
Según indicaron fuentes del departamento de Cultura, la situación podría cambiar, dos décadas después, porque la dirección de Patrimonio del Gobierno Vasco estudia "la posibilidad de iniciar la tramitación del correspondiente expediente de protección".
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Un técnico de Aranzadi abandona el yacimiento. |
Lezetxiki constituye uno de los orgullos de Arrasate, que se ha movilizado -en su última iniciativa a través de las redes sociales- para reclamar su protección. Pero no se trata solo de amor por proximidad. La historiadora Arantza Otaduy, integrante de Arrasate Zientzia Elkartea, recuerda que el yacimiento guipuzcoano es uno de los centros prehistóricos más importantes del norte peninsular. Es especial porque en él se localizó, en las campañas de Aita Barandiaran entre los años 50 y 60, el primer resto humano en la CAV (un húmero de mujer). Es privilegiado porque reúne fósiles humanos de tres especies distintas (homo heidelbergensis, neandertal y homo sapiens). Es peculiar porque cobijó uno de los últimos monos que habitó en Europa antes de su extinción. Es sentimental, porque está ligada a las leyendas de Mondragón, recogidas también por Barandiaran, como las que relacionan una lamia con un joven de un caserío de Garagarza; leyendas que, más allá de su poder simbólico, explican cambios sociales como el proceso de cristianización de los vascos.
SIGNIFICADO "No entiendo los trámites burocráticos ni los motivos por los que el Gobierno Vasco no le da el valor que le damos otros", lamenta Otaduy. El concejal de Cultura de Arrasate, Kepa Urteaga, confirma que tanto el Ayuntamiento como la Diputación y Aranzadi "están unidos en la idea de salvaguardar este espacio para la posteridad". Pero, ¿qué entraña que el Gobierno Vasco dé luz verde a la protección?
Si Lezetxiki hubiera estado protegido desde el primer momento en que se solicitó, arqueólogos y amantes del yacimiento se habrían ahorrado los tres sustos que pudieron abocarlo a la desaparición; habría existido un régimen de ayudas oficiales para la compra y adquisición por parte del Ayuntamiento del terreno privado, y el Consistorio no habría tenido que comprarlo a precio de mercado al propietario con sus propios recursos; y habría sido un yacimiento prioritario en las ayudas de catalogación de los bienes, algo que no ha sucedido en 18 años de excavación. "Habría supuesto muchas cosas, muchas facilidades, comodidades, seguridades y tranquilidades", resume Arrizabalaga.
Por ejemplo, a nadie se le habría ocurrido en el primer proyecto del Tren de Alta Velocidad (TAV) destruir el yacimiento. "Las alegaciones para que no se destrozara las tuve que interponer yo como arqueólogo particular", recuerda. "Si se hubiese protegido, habría un punto rojo destelleando en el ordenador, y cuando lo hubieran visto, habrían dicho 'mejor nos metemos en otro valle'. Al final es verdad que se ha conseguido desviar, ha sido uno de los pocos puntos en los que se ha atendido las alegaciones, pero porque el 3 de agosto de 1997 un particular, a instancias del Ayuntamiento de Mondragón, interpuso un recurso. Ninguna institución lo hizo. Todo eso nos lo habríamos evitado si este lugar hubiera estado protegido. Queremos que lo esté de una santa vez y no tengamos que estar continuamente sometidos a estos sustos", reclama el arqueólogo de Aranzadi.
Desde el Gobierno Vasco se recuerda que, aunque ninguna de las solicitudes "dio como resultado el inicio de un expediente de protección de Lezetxiki", ello no ha "impedido en ningún momento una actitud vigilante del Departamento de Cultura, manifestada en el requerimiento de Patrimonio de variar el trazado de la línea del TAV para impedir que afectara a la cueva, como así se hizo finalmente". "Obviamente, el Departamento de Cultura informó favorablemente. ¡Solo faltaba!", apostilla Arrizabalaga. "Cuando presentamos alegaciones, no solo caía Lezetxiki, sino siete yacimientos arqueológicos y alguno más que ha sido descubierto con posteridad", sostiene.
SIN PINTURAS Además por el trazado del TAV, Lezetxiki ha estado a punto de desaparecer en otras dos ocasiones. A mediados de los 90, los furtivos se acercaban a la cueva con una azada, picaban y se llevaban unos huesos "en plan tesorillo". "Uno individualmente no hace estropicio, pero el conjunto suponía un grave problema", precisa Arrizabalaga.
El segundo sobresalto se produjo cuando el propietario del terreno, que incluía un pinar, taló los árboles , que cayeron en terreno arqueológico. Tan o más problemático fue retirarlos. Todo esto, insiste el director de la excavación, se habría evitado con un expediente de protección.
"Lo único que desenfoca un poco la importancia de Lezetxiki es que está al lado de un lugar de rango mundial, como es Atapuerca. Si no estuviera tan cerca, tendría un puesto de honor en la Prehistoria de la Península Ibérica", asegura. Además, todavía puede albergar más tesoros. "Tenemos una secuencia de nueve metros y aún no hemos dado con la base, seguimos excavando. Sigue saliendo material y nada transmite la sensación de que eso se vaya a acabar en breve. Casi con toda seguridad, no queda menos de un metro", pronostica Arrizabalaga.
Preguntado por si podría pesar en su contra, como se ha mencionado en alguna ocasión, la ausencia de pinturas rupestres, es tajante. "Se me ocurren dos decenas de cuevas que no tienen pinturas rupestres y son Patrimonio de la Humanidad por la Unesco; la más cercana, Atapuerca". "No es un argumento: los yacimientos arqueológicos, tengan o no pinturas, sean o no cuevas, tienen valor en sí mismos como contenedores, como el escenario en el que se ha desarrollado la vida de los grupos humanos prehistóricos. Si es un escenario importante, como es el caso de Lezetxiki, porque tenemos un registro casi continuado de presencia humana de más de 150.000 años y los restos fósiles más antiguos del Cantábrico, creo que no hacen falta muchas argumentaciones más", señala.
Lezetxiki tiene "plusmarcas" más que suficientes, pero, insiste Arrizabalaga, en este caso, "simplemente" habría que atender a que "existe un régimen de protección de yacimientos y bienes culturales que está en vigor desde hace 20 años y solo se pide que se cumpla la normativa. Aunque el yacimiento fuera mucho menos importante, merecería también un régimen de protección. Se está solicitando algo de derecho y no sé muy bien por qué motivo no se cumple", concluye.