Tras ser sometida a un riguroso proceso de recuperación, la ermita de San Ambrosio fue dejada a su suerte en 2004
Enclavado en pleno pinar de la Breña, un paraje de singular belleza a medio camino entre la carretera que lleva de los Caños de Meca a Barbate, se levanta una de las joyas del visigodo del sur peninsular: la ermita de San Ambrosio.
Una minuciosa obra de rehabilitación llevada a cabo en dos fases -del 98 al 2000 y de 2002 a 2004- logró sacarle todo el brillo arqueológico y constructivo, de cara a su inmediata puesta en valor. Pero, incomprensiblemente, hoy día está abandonada a su suerte y al designio de las vacas que, literalmente, pastan allí a sus anchas. Y es que en la actualidad esta propiedad del Obispado de Cádiz y Ceuta está arrendada y es objeto de pastoreo.
Así lo lamenta la arqueóloga que dirigió la excavación, Paloma Bueno, quien asegura que se le parte el alma cuando regresa por el que fue el centro neurálgico de su trabajo durante estos cuatro años que duró la intervención, junto a las dos escuelas taller que se pusieron en marcha para su recuperación.
"Lo dejamos perfecto, hicimos la obra de consolidación a través de una gran estructura enorme de metal, se limpió, se hizo el vallado, un camino de acceso y se excavó. Solo faltó techarlo". Incluso se arreglaron las naves anexas de cara a la construcción del futuro centro de visitantes. Pero la falta de entendimiento entre administraciones o la propia desidia y falta de interés que este tipo de iniciativas culturales despiertan en este país, y en esta provincia, hicieron el resto. Y eso que fue en época de bonanza económica.
¿El resultado? Puede verse en las fotos. Un bien patrimonial -fue declarado BIC en 2004- dejado a su suerte, inmerso en la vegetación que salvajemente aflora sobre el terreno y cuyo máximo fin es servir de alimento a los bóvidos. Animales que, por cierto, pisotean los restos romanos que encuentran a su paso, ya que bajo a la ermita yace una villa romana y detrás, la necrópolis.
Y no queda aquí la cosa. Según asevera la arqueóloga, una enamorada de este bello rincón al que regresa cada vez que puede, "hay restos que dejamos en el terreno porque no pudieron ser depositados en el Museo de Cádiz que han desaparecido. Aquello quedó vallado y cerrado". Pero los candados están rotos, entregando este bien a la total desprotección.
Haciendo recuento, la coqueta ermita fue sometida a dos intervenciones de rehabilitación y de consolidación con la puesta en marcha de la Escuela Taller de San Ambrosio I y II, en una actuación que promovió la Mancomunidad de la Janda con la colaboración del Obispado de Cádiz como propietario, el Ayuntamiento de Barbate y el INEM, que subvencionó el proyecto. Este trabajo fue concebido como un proyecto multidisciplinar integrado por diferentes grupos de albañilería, carpintería, recursos forestales, turismo rural y el módulo de auxiliar de arqueología que lideró la propia Paloma Bueno.
El fin era rehabilitar la ermita y su entorno, para lo que se realizó el Proyecto de Intervención Arqueológica de Urgencia que fue aprobado por la Delegación de Cultura en abril del 99 con el fin de realizar las investigaciones arqueológicas previas a los trabajos de restauración. "Fue un trabajo muy gratificante y en el que colaboró mucha gente", rememora.
Concretamente, durante los dos primeros años se llevó a cabo la eliminación de construcciones anexas derruidas, se excavó parte de la necrópolis y la villa romana -tanto en el atrio de la ermita como en la trasera- y se localizaron importantes restos constructivos como columnas, mosaicos, pintura mural, cerámica, vidrio y numismática. La segunda escuela taller trabajó en el apuntalamiento de los arcos, el estudio paramental, ejecución del cerramiento, recuperación del acceso, mejora del entorno e instalación de paneles.
Fue tal el fervor que despertó en su momento, que el Ayuntamiento de Barbate le otorgó el nivel de protección integral, propio de los yacimientos que deben ser conservados para su estudio y disfrute cultural público. Pero de nada sirvió, ya que ni Obispado, ni Junta, ni Ayuntamiento de Barbate ni Mancomunidad de Municipios de la Janda velan hoy por su salvaguarda. La de una joya visigoda abandonada.
Una minuciosa obra de rehabilitación llevada a cabo en dos fases -del 98 al 2000 y de 2002 a 2004- logró sacarle todo el brillo arqueológico y constructivo, de cara a su inmediata puesta en valor. Pero, incomprensiblemente, hoy día está abandonada a su suerte y al designio de las vacas que, literalmente, pastan allí a sus anchas. Y es que en la actualidad esta propiedad del Obispado de Cádiz y Ceuta está arrendada y es objeto de pastoreo.
Así lo lamenta la arqueóloga que dirigió la excavación, Paloma Bueno, quien asegura que se le parte el alma cuando regresa por el que fue el centro neurálgico de su trabajo durante estos cuatro años que duró la intervención, junto a las dos escuelas taller que se pusieron en marcha para su recuperación.
"Lo dejamos perfecto, hicimos la obra de consolidación a través de una gran estructura enorme de metal, se limpió, se hizo el vallado, un camino de acceso y se excavó. Solo faltó techarlo". Incluso se arreglaron las naves anexas de cara a la construcción del futuro centro de visitantes. Pero la falta de entendimiento entre administraciones o la propia desidia y falta de interés que este tipo de iniciativas culturales despiertan en este país, y en esta provincia, hicieron el resto. Y eso que fue en época de bonanza económica.
¿El resultado? Puede verse en las fotos. Un bien patrimonial -fue declarado BIC en 2004- dejado a su suerte, inmerso en la vegetación que salvajemente aflora sobre el terreno y cuyo máximo fin es servir de alimento a los bóvidos. Animales que, por cierto, pisotean los restos romanos que encuentran a su paso, ya que bajo a la ermita yace una villa romana y detrás, la necrópolis.
Y no queda aquí la cosa. Según asevera la arqueóloga, una enamorada de este bello rincón al que regresa cada vez que puede, "hay restos que dejamos en el terreno porque no pudieron ser depositados en el Museo de Cádiz que han desaparecido. Aquello quedó vallado y cerrado". Pero los candados están rotos, entregando este bien a la total desprotección.
Haciendo recuento, la coqueta ermita fue sometida a dos intervenciones de rehabilitación y de consolidación con la puesta en marcha de la Escuela Taller de San Ambrosio I y II, en una actuación que promovió la Mancomunidad de la Janda con la colaboración del Obispado de Cádiz como propietario, el Ayuntamiento de Barbate y el INEM, que subvencionó el proyecto. Este trabajo fue concebido como un proyecto multidisciplinar integrado por diferentes grupos de albañilería, carpintería, recursos forestales, turismo rural y el módulo de auxiliar de arqueología que lideró la propia Paloma Bueno.
El fin era rehabilitar la ermita y su entorno, para lo que se realizó el Proyecto de Intervención Arqueológica de Urgencia que fue aprobado por la Delegación de Cultura en abril del 99 con el fin de realizar las investigaciones arqueológicas previas a los trabajos de restauración. "Fue un trabajo muy gratificante y en el que colaboró mucha gente", rememora.
Concretamente, durante los dos primeros años se llevó a cabo la eliminación de construcciones anexas derruidas, se excavó parte de la necrópolis y la villa romana -tanto en el atrio de la ermita como en la trasera- y se localizaron importantes restos constructivos como columnas, mosaicos, pintura mural, cerámica, vidrio y numismática. La segunda escuela taller trabajó en el apuntalamiento de los arcos, el estudio paramental, ejecución del cerramiento, recuperación del acceso, mejora del entorno e instalación de paneles.
Fue tal el fervor que despertó en su momento, que el Ayuntamiento de Barbate le otorgó el nivel de protección integral, propio de los yacimientos que deben ser conservados para su estudio y disfrute cultural público. Pero de nada sirvió, ya que ni Obispado, ni Junta, ni Ayuntamiento de Barbate ni Mancomunidad de Municipios de la Janda velan hoy por su salvaguarda. La de una joya visigoda abandonada.
(Fuente: Diario de Jerez)