google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Guerra Púnica
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2 de marzo de 2015

Los arqueólogos encuentran la muralla principal del campamento romano de Ampurias (Girona)

Se trataba de una fortificación extraordinariamente fuerte y desarrollada, preparada para aguantar la carga de la maquinaria de guerra más pesada de la época. El perímetro de la muralla alcanzaba los dos kilómetros y abrazaba una extensión de veinte hectáreas, con tres metros de altura y tres y medio de ancho.
Algunas zonas de este muro podrían haber alcanzado los tres metros de altura y tres y medio de espesor. FOTO: DIARI DE GIRONA
Cuando en el año 2012, los arqueólogos que trabajaban en Ampurias se encontraban acondicionando una zona del yacimiento para construir después un nuevo edificio de recepción de visitantes, se toparon con una nueva sorpresa: un tramo de una muralla de gran tamaño. 

En las campañas sucesivas, los trabajadores pudieron sacar a la luz partes mejor conservadas de este muro, observando que en algunas zonas éste podría haber alcanzado los tres metros de altura y los casi tres metros y medio de espesor, lo que nos habla de una fortificación extraordinariamente fuerte y desarrollada, preparada para aguantar la carga de la maquinaria de guerra más pesada de la época. 

EMPLEO DEL GEORADAR
Ante la imposibilidad de excavar por el momento todo el perímetro que alcanzaría la muralla, los arqueólogos optaron por encargar una investigación con técnicas de radar a una empresa especializada. Los resultados fueron en la línea de lo ya desenterrado, pues se descubrió que el perímetro de la muralla alcanzaba los dos kilómetros y abrazaba una extensión de veinte hectáreas. 

Las conclusiones de los arqueólogos, dirigidos por Joaquim Tremoleda, fue que se encontraban ante la muralla defensiva del campamento romano establecido junto a la ciudad griega en el siglo III a.C., uno de los puntos desde los que partieron las legiones para dar los primeros pasos en la conquista de Hispania. 

MATERIALES PERECEDEROS EN EL CAMPAMENTO
El interior del recinto amurallado no ha ofrecido, sin embargo, grandes restos, pues los campamentos de los legionarios no solían desarrollar estructuras estables con cimientos de piedra, sino que estaban construidos con materiales perecederos. Este campamento, además, fue abandonado con el paso del tiempo, cuando la presencia romana acabó por engullir la colonia griega y se decidió construir una nueva muralla que protegiera no sólo el recinto militar, sino la totalidad del conjunto urbano.

Tal y como han señalado los arqueólogos responsables del proyecto de excavación de la muralla, este hallazgo es sin duda el más significativo de cuantos se han realizado en Ampurias en las últimas décadas, pues permitirá recabar información de una etapa poco conocida por nosotros, como es la llegada de las tropas romanas a Hispania y los primeros pasos de su conquista y, ante todo, de la romanización de los pueblos indígenas. 


Los restos de la muralla por el momento no son visitables, pues aguardan a un proyecto de protección y musealización correcta antes de permitir que el público pueda disfrutar de esta nueva zona del yacimiento arqueológico. 

CABEZA DE PUENTE EN LA SEGUNDA GUERRA PÚNICA
La colonia griega de Emporion fue la cabeza de puente que los romanos utilizaron en sus primeras penetraciones en la Península Ibérica durante los tiempos de la Segunda Guerra Púnica. Como ciudad dependiente de Massalia, aliada de los romanos en el sur de la Galia, Ampurias ofrecía a las legiones un entorno seguro desde el que preparar sus expediciones hacia el sur y el interior, motivo por el cual este enclave siguió siendo utilizado tiempo después de la derrota de Aníbal como cuartel fortificado para las tropas romanas, hasta que la consolidación de Tarraco les dio un lugar más estable y cómodo en el marco de una gran ciudad. Este es el contexto histórico que explica que el yacimiento de Ampurias sea tan rico en restos, no sólo de época griega, sino también de época romana.
(Fuente: Portal Clásico / Diari de Girona)

27 de enero de 2015

El hallazgo de unos huesos pone rostro a la incendiaria toma de Alicante por los romanos

El inesperado hallazgo en el Tossal de Manises de una treintena de fragmentos de huesos humanos quemados ayuda a poner rostro a los antiguos habitantes de la Alicante cartaginesa que, a finales del siglo III antes de Cristo, murieron a manos de las tropas romanas en la toma de la ciudad, violentamente arrasada e incendiada.
Una investigadora observa una de las piezas encontradas. FOTO: EFE.
Aquel episodio bélico enmarcado dentro de la Segunda Guerra Púnica, que los arqueólogos e historiadores datan en el año 209 antes de nuestra Era, puso fin a la civilización cartaginesa en el sureste de la península ibérica.

Al mismo tiempo que fue destruida la ciudad alicantina (yacimiento del Tossal de Manises), cayó la capital de esa civilización a este lado del Mediterráneo, Cartagena y el resto de poblaciones que formaban parte de la retaguardia, con habitantes íberos y llegados del norte de África.

Los restos óseos descubiertos a dos metros de profundidad bajo el posterior Foro romano fueron extraídos en verano por un grupo de arqueólogos dirigido por Antonio Guilabert, Eva Tendero y Manuel Olcina, director técnico del Museo Arqueológico Provincial (MARQ), dependiente de la Diputación de Alicante.

PUBLICACIÓN CIENTÍFICA
El trabajo posterior de la antropóloga de este museo, Consuelo Roca, ha permitido verificar que son huesos humanos de uno o varios individuos de edad adulta que proceden del cráneo, costillas, fémur y otro tipo de huesos largos, un hallazgo que por lo "insólito" será objeto de publicación científica.

En declaraciones a Efe, la antropóloga ha relatado que cada hueso presenta un grado distinto de exposición al fuego, lo que se refleja en una gama de colores marrón-negro-gris-blanco (de menos a más temperatura).


Por su parte, Olcina ha explicado que en esa batalla los romanos debieron valerse de torres de asalto y rampas para lanzar ingenios incendiarios al interior de la ciudad con el fin de "sembrar el terror más absoluto", y las llamas afectaron a las zonas más cercanas a la muralla y menos al centro de la urbe.

ATRAPADOS EN EL DERRUMBE DE SU VIVIENDA
Los restos han sido datados a partir del estrato que ocupaban y se ha constatado que el individuo o individuos murieron posiblemente atrapados al derrumbarse su vivienda durante el asalto de la ciudad y quemados por las llamas.

Esto es así por el patrón de fractura de los restos óseos puesto que, en palabras de la antropóloga, el hueso "fresco" se rompe con el fuego mediante roturas transversales y una deformación de la pieza, lo que en algunos de los fragmentos "se ve clarísimo".

Esta víctima de las legiones romanas de Escipión vivía en la ciudad construida por los cartagineses a 400 metros del antiguo poblado íbero y a 3,5 kilómetros de la Alicante actual.

Para Olcina, la constatación del nivel de incendio y destrucción es "una auténtica novedad" desde el punto de vista científico y sirve para "iluminar" ese episodio que puso punto y final a una civilización.

Tras la destrucción en el 209 a.C., el enclave estuvo deshabitado más de un siglo hasta que, en un periodo de revueltas internas, los romanos decidieron aprovechar la situación elevada para erigir un acuartelamiento militar, y no fue hasta el año 26 antes de Cristo cuando el emperador Augusto, desplazado a Tarragona, otorgó el título de ciudad con el nombre de Lucentum.

(Fuente: ABC / EFE / A. Marín)