Un grupo multidisciplinar de especialistas en Arquitectura, Química, Topografía, Restauración y Arqueología han concluido la fase inicial del ambicioso proyecto de excavación, estudio, documentación y musealización del primer poblado fortificado de la cultura fenicia descubierto en las comarcas del Alto y Medio Vinalopó.
El yacimiento de El Castellar se encuentra en Villena, dentro de la finca de Bodegas Francisco Gómez, en un saliente rocoso de la Sierra de Enmedio situado a 706 metros de altura y data de los siglos VII y VI antes de Cristo.
El director de la actuación, el arqueólogo Marco Aurelio Esquembre, de la empresa Arpa Patrimonio, considera que los restos hallados son el paradigma de un asentamiento fenicio fortificado en altura que, en torno al año 600 a.C., pudo ejercer un pleno dominio sobre las rutas comerciales estables al situarse en el cruce de caminos del norte y sur de la provincia con el interior de la península.
Los trabajos de rehabilitación y puesta en valor del yacimiento para que pueda ser visitable, trabajos que han sido financiados íntegramente por el empresario Francisco Gómez y serán presentados públicamente mañana, han permitido recuperar un entorno único y conocer nuevos aspectos de la vida y costumbres de los colonos fenicios, retrocediendo en el tiempo más de 2.500 años.
Se han localizado, además, vestigios que confieren al hallazgo una extraordinaria importancia. Han aparecido ánforas con los primeros restos de la cultura del vino y el aceite de oliva del Vinalopó, lo que contribuye a incrementar el patrimonio cultural villenense, además de propiciar nuevas teorías sobre los circuitos económicos y sociales en la Prehistoria, que inciden en la relevancia de esta zona.
La única referencia arqueológica que se tenía del Castellar se remonta a la década de los años 60 cuando el reputado arqueólogo villenense José María Soler catalogó el yacimiento como un asentamiento fortificado medieval islámico en altura. Sin embargo, las excavaciones llevadas a cabo en diferentes fases durante los seis últimos años han permitido extraer nuevas conclusiones sobre un hallazgo que los expertos califican de "excepcional".
Lo más llamativo del poblado, que ocupa algo más de una hectárea y está muy erosionado, es su muralla de piedra con cuatro torres. Tiene un desarrollo ligeramente curvo de 125 metros de longitud por 2 metros de ancho y 1,5 metros de altura conservada. Para Esquembre la muralla era mucho más que un elemento defensivo. Confería prestigio y autoridad y su existencia es una demostración de poder, un centro aglutinador donde los fenicios hacían intercambios religiosos y comerciales con los indígenas.
Vestigios de un templo, talleres y lagares para elaborar el preciado vino
Todas las edificaciones del poblado fenicio del Castellar, tanto privadas como públicas, de carácter industrial o artesanal, se organizaban en torno a un edificio principal que marca toda la trama urbana. En la zona central y más elevada del cerro los arqueólogos de Arpa Patrimonio han localizado un edificio rectangular. Está construido con muros de mampostería irregular y suelo de losas con tres divisiones. Mantiene una orientación ritual al Este que sugiere que su eje longitudinal buscaba la oposición astronómica del sol naciente en el solsticio de verano. Para los directores de la excavación, Marco Aurelio Esquembre, Daniel Tejerina y José Ramón Ortega, se puede tratar de un centro religioso, junto al cual existe otro de menores dimensiones orientado hacia el Oeste y consagrado a una divinidad.
Se trata del primer poblado fenicio fortificado encontrado en el Vinalopó. |
El yacimiento de El Castellar se encuentra en Villena, dentro de la finca de Bodegas Francisco Gómez, en un saliente rocoso de la Sierra de Enmedio situado a 706 metros de altura y data de los siglos VII y VI antes de Cristo.
El director de la actuación, el arqueólogo Marco Aurelio Esquembre, de la empresa Arpa Patrimonio, considera que los restos hallados son el paradigma de un asentamiento fenicio fortificado en altura que, en torno al año 600 a.C., pudo ejercer un pleno dominio sobre las rutas comerciales estables al situarse en el cruce de caminos del norte y sur de la provincia con el interior de la península.
Los trabajos de rehabilitación y puesta en valor del yacimiento para que pueda ser visitable, trabajos que han sido financiados íntegramente por el empresario Francisco Gómez y serán presentados públicamente mañana, han permitido recuperar un entorno único y conocer nuevos aspectos de la vida y costumbres de los colonos fenicios, retrocediendo en el tiempo más de 2.500 años.
Se han localizado, además, vestigios que confieren al hallazgo una extraordinaria importancia. Han aparecido ánforas con los primeros restos de la cultura del vino y el aceite de oliva del Vinalopó, lo que contribuye a incrementar el patrimonio cultural villenense, además de propiciar nuevas teorías sobre los circuitos económicos y sociales en la Prehistoria, que inciden en la relevancia de esta zona.
La única referencia arqueológica que se tenía del Castellar se remonta a la década de los años 60 cuando el reputado arqueólogo villenense José María Soler catalogó el yacimiento como un asentamiento fortificado medieval islámico en altura. Sin embargo, las excavaciones llevadas a cabo en diferentes fases durante los seis últimos años han permitido extraer nuevas conclusiones sobre un hallazgo que los expertos califican de "excepcional".
Lo más llamativo del poblado, que ocupa algo más de una hectárea y está muy erosionado, es su muralla de piedra con cuatro torres. Tiene un desarrollo ligeramente curvo de 125 metros de longitud por 2 metros de ancho y 1,5 metros de altura conservada. Para Esquembre la muralla era mucho más que un elemento defensivo. Confería prestigio y autoridad y su existencia es una demostración de poder, un centro aglutinador donde los fenicios hacían intercambios religiosos y comerciales con los indígenas.
Vestigios de un templo, talleres y lagares para elaborar el preciado vino
Todas las edificaciones del poblado fenicio del Castellar, tanto privadas como públicas, de carácter industrial o artesanal, se organizaban en torno a un edificio principal que marca toda la trama urbana. En la zona central y más elevada del cerro los arqueólogos de Arpa Patrimonio han localizado un edificio rectangular. Está construido con muros de mampostería irregular y suelo de losas con tres divisiones. Mantiene una orientación ritual al Este que sugiere que su eje longitudinal buscaba la oposición astronómica del sol naciente en el solsticio de verano. Para los directores de la excavación, Marco Aurelio Esquembre, Daniel Tejerina y José Ramón Ortega, se puede tratar de un centro religioso, junto al cual existe otro de menores dimensiones orientado hacia el Oeste y consagrado a una divinidad.
Los arqueólogos creen que podría estar dedicado a Melkart, que era una deidad marina, protectora de la navegación, la colonización y el comercio. Pero también de la fertilidad asociada a la agricultura, por lo que en su interior, que contaría con altar y capilla, se realizaban ceremonias rituales de muerte y resurrección buscando su favor. Asimismo, han aparecido en el yacimiento -del que quedaba mucho por excavar- las estructuras de lo que podría ser un almacén, talleres de alfarería y metal así como los lagares para producir el preciado vino que se consumía en las fiestas religiosas y comerciales.
(Fuente: Diario Información / Pérez Gil)