Los últimos hallazgos apuntan a que esta fortaleza tenía una sola coracha y no dos, como se creía hasta ahora, y arrojan nuevos datos de la época bajomedieval
Que la seña de identidad de la Alcazaba de Badajoz es almohade no es ningún secreto. Que esta fortaleza ha sobrevivido distintas épocas y ha pasado por diferentes manos tampoco es un gran descubrimiento. Sí es novedosa toda la información que ahora está sacando a la luz acerca de la vida que latía en el interior de las murallas durante el periodo bajomedieval.
La Baja Edad Media sale a relucir en la Alczaba de Badajoz. |
Aunque existe documentación sobre esta época en Badajoz, hasta el momento apenas se sabía nada del hábitat, la vida y las gentes que ocupaban este territorio. En la Alcazaba nunca se habían encontrado restos arquitectónicos bajomedievales y, por lo tanto, se disponía de poca información de este periodo histórico. Pero esto ha ido cambiando desde que comenzó la primera fase las obras de rehabilitación y consolidación de este espacio, que abarcan de la Puerta de Carros a la Puerta del Alpéndiz.
Cuando comenzaron las labores de excavación en las zonas a las que ha afectado la zanca que se hizo para drenar el agua de ese muro, empezaron a aparecer diversas construcciones de los siglos XIV y XV. Son en su mayoría talleres y áreas de servicios técnicos que atendían las necesidades de la guarnición que vigilaba la Alcazaba, aunque no se descarta que algunas se utilizasen como viviendas. La clave en esta afirmación está en que en uno de estos habitáculos había diversas herramientas de hierro.
Estos espacios, que discurren de forma paralela al recinto perimetral y están separados unos tres metros del muro, han surgido al excavar entre tres metros y medio y cuatro metros y medio bajo el suelo. De esto se deduce, según explica Fernando Valdés, arqueólogo de la empresa Alamut que junto con la empresa Tera dirige estas actuaciones, que la muralla en esta época seguía muy viva. «La legislación militar en estas épocas prohibía que las construcciones estuviesen pegadas a la muralla para evitar que si aquellas se incendiban el fuego perjudicase a la fortaleza. Al mismo tiempo, se conseguía que la guarnición pudiera moverse al pie del muro», explica Valdés. Junto a estas edificaciones también se está desenterrando el sistema de alcantarillado que usaban estos espacios.
Se ha descubierto que la Alcazaba tenía una sola coracha. |
Pero éste no ha sido el único hallazgo. Las tareas que está desarrollando el equipo de arqueología han permitido saber que este recinto amurallado tenía una sola coracha y no dos como se pensaba en un principio. De hecho, en la parte norte del enclave han aparecido las escaleras por las que se accedía a ella. Se trata de un muro que salía de la propia Alcazaba y se prolongaba hasta el río. Desde este lugar vigilaba y se movía la guarnición para que nadie pudiese atacar mientras los ciudadanos recogían agua. De esta manera se aislaba el área inmediata garantizando el suministro de agua y la defensa de la zona.
«La coracha se cortó cuando se hizo la carretera de circunvalación, en el siglo XIX. No quedaba nada más que el arranque, pero al hacer los trabajos de excavación ha salido la escalera que conectaba con el muro. De eso no sabíamos nada. Se decía que la Alcazaba de Badajoz tenía dos corachas y ahora estamos convencidos de que solo tenía una», asevera el arqueólogo.
Estos nuevos elementos, así como los que se encontraron en su día -la puerta y la escalera almohade o las numerosas inscripciones árabes y grafitos, (algunos datan del año 1627), que han aparecido inscritos en la muralla-, tienen que ser excavados del todo para posteriormente realizar el estudio arqueológico correspondiente. El problema aparece cuando se habla de números. El presupuesto destinado a este fin es muy limitado y cuando se hizo el proyecto de rehabilitación de este enclave histórico nadie valoró que podía salir a la luz tal cantidad de restos arqueológicos y un yacimiento de esta magnitud. Ha superado las previsiones iniciales y ahora no hay apenas recursos para afrontar los gastos que supone una excavación sistemática, el seguimiento de los hallazgos así como un análisis profundo de los mismos.
Por este motivo, de momento, ya se ha dado la orden de no excavar en ningún área que no afecte directamente al proyecto. Mientras tanto, los arqueólogos seguirán presentes en la obra, realizando el seguimiento arqueológico pertinente, estudiando e investigando. «La arqueología no es un accidente, hay que tomársela en serio. No hay que olvidar que Badajoz es uno de los yacimientos medievales e incluso prehistóricos más importantes de Extremadura. Nadie había considerado que el yacimiento de la Alcazaba es una cosa diferente al propio recinto y que es más grande que éste. Nuestra obligación no solo es excavar, sino documentar y controlar que el resto de la obra no dañe la información histórica contenida en el monumento», apunta Valdés.
Así, manifiesta el arqueólogo, habrá que esperar a ver qué plantean el Ayuntamiento de Badajoz y la Junta de Extremadura, las otras dos instituciones que, junto al antiguo Ministerio de la Vivienda, ahora Secretaría de Estado de la Vivienda dentro del Ministerio de Fomento, firmaron un convenio para llevar a cabo esta intervención. Esta primera fase de la obra está financiada íntegramente con fondos estatales.
No hay que olvidar que gracias a los trabajos de excavación que se están realizando en esta fortificación, hoy los vecinos de este espacio tan emblemático pueden conocer un poco mejor la historia de este recinto y, en consecuencia, de su ciudad. Las labores arqueológicas arrojan más datos de la Alcazaba, e incluso en algunos casos, están permitiendo que ella misma redefina y escriba de nuevo su historia. Hoy mejor que nunca se sabe que la Alcazaba tiene un gran pasado, pero también mucho futuro.
(Fuente: Diario Hoy)