Los arqueólogos han averiguado que sobre los niveles de destrucción del palacio del siglo XII de Ibn Mardanis, más conocido como el Rey Lobo, de los que ya se tenía constancia, hay vestigios de un palacio que levantó un rey posterior, Ibn Hud, en ese mismo lugar.
Ha sido durante la etapa de estudio que comenzó este verano cuando los arqueólogos han averiguado que sobre los niveles de destrucción del palacio del siglo XII de Ibn Mardanis, más conocido como el Rey Lobo, de los que ya se tenía constancia, hay vestigios de un palacio que levantó un rey posterior, Ibn Hud, en ese mismo lugar.
Así lo constata el investigador científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y director de las excavaciones, Julio Navarro Palazón, quien explica que de momento se ha desenterrado e identificado la puerta de acceso al palacio, así como algunos muros del área que lo rodeaba.
Las excavaciones de este yacimiento se van a llevar a cabo en dos fincas privadas situadas junto a los restos que se sacaron a la luz en 2018 y 2019. Los trabajos comenzarán en 2024, «previsiblemente en épocas en las que el calor no sea tan sofocante, como Semana Santa o finales de septiembre», explica Navarro. El proyecto, para el que ya se ha conseguido financiación y que estará liderado nuevamente por la Escuela de Estudios Árabes del CSIC, todavía debe elaborarse y recibir la autorización de la Comunidad Autónoma y del Ayuntamiento. También hay excavaciones planeadas y financiadas para 2025 y 2026.
En los trabajos participarán, como hasta ahora, la Universidad de Murcia (UMU), la UCAM, instituciones extranjeras, como el Instituto Arqueológico Alemán y otras universidades españolas e italianas. En todo caso, estas excavaciones no serán suficientes para desenterrar la extensa área palatina que se encuentra junto al Castillejo. «De momento se ha excavado tan solo un 20% del terreno. Es por ello que, en un futuro, seguiremos solicitando ayudas económicas para poder continuar», subraya el investigador. «Esta es una labor que durará varias generaciones», apunta al respecto.
Una gran finca de recreo
Las excavaciones en la falda occidental del Castillejo comenzaron en los años 2018 y 2019, pero no fue hasta finales de julio cuando pudieron retomar las labores, gracias a la subvención de 121.000 euros obtenida a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología dentro del Plan Nacional 2022 para un proyecto liderado por el CSIC bajo el título ‘Arquitecturas de prestigio en las almunias medievales: transmisión de modelos desde la antigüedad al renacimiento (Arqmunia)’. Una decena de arqueólogos, arquitectos y otros profesionales llevan estudiando y preservando la zona desde entonces, unos trabajos que están a punto de concluir.
La almunia del Castillejo de Monteagudo que se está desenterrando fue una gran finca de recreo propiedad del estado musulmán, con algo más de 1.000 tahúllas (111 hectáreas) excluyendo las tierras yermas. En su interior hubo huertas y áreas de secano junto a zonas de bosque y almarjal e incluso viñas, según informa la documentación del siglo XIII. Contaba con un palacio fortificado situado en un altozano, a cuyos pies se encuentra una gran alberca (161 x 136 m), que debió de ser utilizada para el riego y para actividades lúdicas, rodeada de acequias (que a día de hoy se encuentra a plena vista), acueductos, torres, edificios residenciales y pabellones. Como era habitual, esta almunia tuvo una triple función: económica, como explotación agropecuaria; residencial, por ser palacio de recreo en determinadas épocas o días del año y, finalmente, protocolaria, como lugar donde se celebraban audiencias y encuentros con embajadores y dignatarios.
La finca fue devastada dos veces por los almohades, según relata la crónica de lbn Sabib al-Sala. La arqueología ha demostrado que sobre los niveles de destrucción de los edificios del siglo XII se alzaron otros de nueva planta que se pueden fechar a finales de ese mismo siglo o principios del XIII.
Las excavaciones en la falda occidental del Castillejo comenzaron en los años 2018 y 2019, pero no fue hasta finales de julio cuando pudieron retomar las labores, gracias a la subvención de 121.000 euros obtenida a través del Ministerio de Ciencia y Tecnología dentro del Plan Nacional 2022 para un proyecto liderado por el CSIC bajo el título ‘Arquitecturas de prestigio en las almunias medievales: transmisión de modelos desde la antigüedad al renacimiento (Arqmunia)’. Una decena de arqueólogos, arquitectos y otros profesionales llevan estudiando y preservando la zona desde entonces, unos trabajos que están a punto de concluir.
La almunia del Castillejo de Monteagudo que se está desenterrando fue una gran finca de recreo propiedad del estado musulmán, con algo más de 1.000 tahúllas (111 hectáreas) excluyendo las tierras yermas. En su interior hubo huertas y áreas de secano junto a zonas de bosque y almarjal e incluso viñas, según informa la documentación del siglo XIII. Contaba con un palacio fortificado situado en un altozano, a cuyos pies se encuentra una gran alberca (161 x 136 m), que debió de ser utilizada para el riego y para actividades lúdicas, rodeada de acequias (que a día de hoy se encuentra a plena vista), acueductos, torres, edificios residenciales y pabellones. Como era habitual, esta almunia tuvo una triple función: económica, como explotación agropecuaria; residencial, por ser palacio de recreo en determinadas épocas o días del año y, finalmente, protocolaria, como lugar donde se celebraban audiencias y encuentros con embajadores y dignatarios.
La finca fue devastada dos veces por los almohades, según relata la crónica de lbn Sabib al-Sala. La arqueología ha demostrado que sobre los niveles de destrucción de los edificios del siglo XII se alzaron otros de nueva planta que se pueden fechar a finales de ese mismo siglo o principios del XIII.
Las labores de preservación, esenciales para que los hallazgos no se degraden
Junto al estudio de los restos arqueológicos hallados en la falda occidental del Castillejo de Monteagudo, pertenecientes a dos palacios, uno levantado en el siglo XII y otro en el siglo XIII, se han llevado a cabo importantes labores de preservación para evitar su degradación.
El encargado de supervisar al equipo encargado de estas labores es el profesor de Arquitectura en la UCAM Francisco Javier López Martínez, quien imparte asignaturas centradas en los materiales y su restauración y que también participa como investigador.
Para proteger los restos, explica López, se hace uso del geotextil para cubrirlos, se echa tierra sobre algunos elementos y se colocan estructuras similares a las que había antaño (algunas de tierra estabilizada), que los investigadores pueden pisar mientras trabajan sobre la zona, de modo que no dañen los hallazgos, y que en un futuro «se podrán retirar sin problema alguno», asegura.
«Cuando hay, por ejemplo, estructuras de ladrillo que están un poco descolgadas y medio deshechas, a veces la solución que adoptamos, señalando siempre el elemento añadido, es la colocación de nuevos ladrillos que sujeten los otros, de manera que no haya ningún engaño de interpretación, pero que haya una verdadera sujeción», explica el profesor de la UCAM.
Además, el equipo trata de mantener a raya la vegetación, ya que esta «puede causar graves destrozos», argumenta, pues «pueden levantar y quebrar las estructuras con sus raíces».
Junto al estudio de los restos arqueológicos hallados en la falda occidental del Castillejo de Monteagudo, pertenecientes a dos palacios, uno levantado en el siglo XII y otro en el siglo XIII, se han llevado a cabo importantes labores de preservación para evitar su degradación.
El encargado de supervisar al equipo encargado de estas labores es el profesor de Arquitectura en la UCAM Francisco Javier López Martínez, quien imparte asignaturas centradas en los materiales y su restauración y que también participa como investigador.
Para proteger los restos, explica López, se hace uso del geotextil para cubrirlos, se echa tierra sobre algunos elementos y se colocan estructuras similares a las que había antaño (algunas de tierra estabilizada), que los investigadores pueden pisar mientras trabajan sobre la zona, de modo que no dañen los hallazgos, y que en un futuro «se podrán retirar sin problema alguno», asegura.
«Cuando hay, por ejemplo, estructuras de ladrillo que están un poco descolgadas y medio deshechas, a veces la solución que adoptamos, señalando siempre el elemento añadido, es la colocación de nuevos ladrillos que sujeten los otros, de manera que no haya ningún engaño de interpretación, pero que haya una verdadera sujeción», explica el profesor de la UCAM.
Además, el equipo trata de mantener a raya la vegetación, ya que esta «puede causar graves destrozos», argumenta, pues «pueden levantar y quebrar las estructuras con sus raíces».
(Fuente: News Europa)
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