Jornada de trabajo con los participantes en la excavación del taller de alabastro de Rodén. FOTO: S.E. |
«Desde la Asociación Torre Rodén nos avisaron de que habían encontrado una escombrera con piezas de alabastro. En la zona no hay ningún taller documentado de ninguna época, lo que ya era importante pues suponía que en algún momento se había trabajado allí este material. La intención era saber qué tiempo tenían esos restos tan bien conservados, pensando que sería un taller relativamente moderno, de entre 100 ó 200 años», cuenta el ceramista y arqueólogo Javier Fanlo, que ha dirigido el proyecto de la excavación, en la que también ha colaborado el arqueólogo Jesús Picazo.
TODA LA CADENA DE PRODUCCIÓN
Lo que tras un complicado y metódico trabajo salió a la luz fue una colección de restos de alabastro --más de mil--, todos ellos desechos de la producción, cuyo abanico es tan amplio «que puede reproducirse toda la cadena de fabricación de principio a fin», cuenta Fanlo. Así, en los restos se encuentran desde los bolos o buñuelos, que es la piedra básica sin trabajar, a preformas --los bolos acondicionados ya mediante una primera talla--, piezas a mitad de hacer, y otras ya terminadas pero que se rompieron y fueron desechadas «que son las que parecen ser el producto fundamental del taller, cuencos hemiesféricos con bordes estriados y vasos lisos de paredes delgadas», aunque también aparecen, en menor medida, formas de alguna pieza especial «y todo de una gran calidad», recalca el arqueólogo.
Dentro de las piezas halladas cabe destacar unos restos en forma cónica, con un agujero central, y otros en forma de discos planos, que hablan del procedimiento de fabricación: «Son desechos del torneado, y conforman las piezas mayoritarias del yacimiento. Los conos son la parte central por la que se sujetaba la piedra al torno hasta que está terminada y luego ese cono que queda en el centro se quita con un golpe, mientras que para separar el cuenco se corta por la base y quedan los discos planos que hemos encontrado».
Un procedimiento de fabricación que emplea un torno con un eje horizontal y movido a pedal (como los que se utilizan aún para hacer cuencos de madera) en el que aprovechando el giro de la pieza, esta se va desgastando, vaciando por dentro y dándole forma por fuera con un cincel o una herramienta similar. «Una técnica innovadora para la época», apunta Fanlo, quien explica que tras comprobar la cronología de los restos mediante la técnica del Carbono 14 –que las sitúa en la primera mitad del siglo XI– surgió otro «problema», como era el no tener referencias con las que comparar las piezas. «Nos pusimos en contacto con numerosos museos europeos y profesionales de la arqueología y no fue fácil; al final encontramos formas similares en el Brithis Museum procedentes de Siraf, un importante puerto situado en Irán, en el Golfo Pérsico, cuyo auge tuvo lugar entre 850 y 1050 d.C.»
En este destacado centro comercial por el que pasaban los productos orientales hacia la Europa de entonces se ha documentado la manufactura de vasos de anhidrita, roca de yeso similar al alabastro, con una técnica idéntica a la del taller de Rodén, basada en la utilización de un torno. «Los restos de los productos fabricados allí son similares, por lo que, hasta la fecha, las manufacturas de Siraf son el único referente que hemos encontrado para la produccion de Roden», cuentan Fanlo y Picazo en su informe. «Se conoce la fabricación de vasos de piedra en Egipto y las islas mediterráneas, pero no torneadas, una técnica que solo encontramos en Rodén y en Siraf».
Los arqueólogos se encontraron así con que en el Valle del Ebro se dieron las condiciones precisas para una producción de vasos de piedra de clara referencia oriental –el comercio con oriente está documentado en la Taifa de Zaragoza con piezas incluso llegadas de China en la Aljafería--, piezas sofisticadas «que eran objetos de lujo, para quienes podían pagarlos; no era una producción popular para las casas –matiza Fanlo–, eran piezas destinadas a los palacios, a las élites de las taifas, y que posiblemente, con el flujo comercial que había con oriente, serían fabricadas por artesanos llegados de esas latitudes aprovechando la riqueza de alabastro de la zona»
De hecho, las únicas piezas similares a las ahora encontradas fueron halladas en el castillo de Albarracín. Más allá de eso y algún resto que salió en las excavaciones de la plaza de La Seo de Zaragoza –«una pieza discoidal que se clasificó como tapadera y que ahora se ve que es idéntica a los discos hallados en Rodén»–, apenas se encuentran objetos de alabastro del siglo XI tallados con torno, «ni en el Louvre ni en ningún sitio de Europa, solo las piezas de Siraf en el British Museum y las de Rodén», concluye Fanlo.
(Fuente: El Periódico de Aragón / Garza Aguerri)
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