Iván Muñiz y Alejandro García, tercero y cuarto por la derecha, muestran el aljibe. / FOTO: MARIETA |
El hallazgo del aljibe es el más importante conocido hasta ahora de los realizados a lo largo de la novena temporada de excavaciones, ya en su recta final. Con apariencia de pozo casi circular, algo más de dos metros de profundidad y uno de anchura, sus paredes están perfectamente forradas de piedra y mortero de cal y en su parte inferior se conservan retazos de lo que, según explican García y Muñiz, «fue un tipo de revestimiento de mortero que garantizaba su impermeabilidad».
SELLADO CON LOSETAS CERÁMICAS
En el fondo de este aljibe «sus constructores se enfrentaron al problema que suscitaba el tipo de arcillas del Peñón de Raíces, rojizas y muy plásticas, que podían provocar el enfangado del agua. Por ello, en un alarde de técnica constructiva, sellaron estas arcillas mediante una capa de losetas cerámicas recubiertas de mortero muy resistente que se ha conservado a la perfección», añaden los directores del equipo de arqueólogos.
Los primeros datos revelan que su objeto era acopiar agua de lluvia y la que la propia guarnición transportase desde manantiales cercanos o desde el propio río Raíces, situado a los pies de la fortaleza. La presencia de espacios de almacenamiento de agua «es habitual en las fortificaciones de la época, pues la guarnición debía disponer de los recursos necesarios no sólo para el suministro diario, sino para contingencias como los asedios, que podían cortar toda posibilidad de comunicación con el exterior». En el caso de Gauzón, la existencia de un solo punto de acceso a la plataforma superior en la que se concentran las grandes estructuras militares del castillo «facilitaba el aislamiento de los soldados en caso de ataque».
GESTIÓN PLANIFICADA DEL AGUA
Muñiz y García destacan que a diferencia de otros aljibes de la época, «que se limitan a aprovechar oquedades practicadas en la roca o en la arcilla natural si resultan suficientemente impermeable», el del castillo de Gauzón «evidencia una obra más cuidada y refinada, en consonancia con el nivel de las construcciones militares y residenciales que han ido apareciendo». En esta dirección aluden «al baño de las habitaciones reales y a diversos materiales cerámicos en estudio que hablan de la importancia que la gestión planificada del agua tuvo en esta gran fortaleza real».
El hallazgo del aljibe «supone un paso más hacia el conocimiento de una Edad Media que encuentra en este sorprendente yacimiento una imagen perfecta y un recurso patrimonial de enorme proyección», concluyen Iván Muñiz y Alejandro García.
(Fuente: El Comercio / J.F. Galán)
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