Vista aérea del castro de Foz (Lugo). |
Manuel Miranda, portavoz Mariña Patrimonio, el colectivo que lo descubrió y solicitó a los técnicos de Patrimonio que estudiasen el yacimiento, cree que “hay indicios suficientes para considerarlo un castro costero”. Hasta ahora, nadie había alertado de la presencia de este asentamiento, sometido a un maltrato urbanístico de décadas. La línea de costa entre A Rapadoira y Llas puede caminarse gracias a un paseo marítimo construido en 1994 encima del propio yacimiento e incluso se han levantado cuatro viviendas unifamiliares sobre sus restos. Pese a la magnitud de las agresiones, Miranda asegura que buena parte de las seis hectáreas que ocupa este antiguo enclave a los pies del Cantábrico se conservan “presumiblemente intactas”. En A Mariña solo lo supera, con 6,5 hectáreas, el vecino castro da Atalaia (Cervo), desmantelado por una constructora en 2008 ante los ojos de Patrimonio, que paralizó la obra ya consumado el estropicio.
La comunicación de la Dirección Xeral do Patrimonio, remitida a Mariña Patrimonio el pasado 24 de febrero, no especifica a qué tipo concreto de construcción responde el yacimiento, ni tampoco su datación, pero los restos encontrados son muy parecidos a los del resto de castros marítimos de la costa lucense, no solo por la similitud de sus construcciones defensivas sino también por la presencia de indicios de una importante actividad de fundiciones, que ha dejado partes de tierra roja causadas por una combustión constante. Pero a diferencia de yacimientos como el castro de Fazouro (también en Foz) o el de As Grobas (en Ribadeo), que apenas superan las 1 y 2 hectáreas, el recién descubierto destaca, según Miranda, “por su tamaño y complejidad”. En la comarca, solo los castros de Cangas de Foz y de San Tirso de Xove se extienden por más de una península. El primero está inventariado como de una, pero era más grande, y el segundo tiene dos.
(Fuente: El País / Diana Mandía)
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