Entre los restos destacan tres mosaicos con motivos florales, un hpocausto y una cocina con todos sus enseres y monedas. El abandono de esta villa lo datan los expertos en el siglo III-IV d.C. y pudo ser a consecuencia de un incendio.
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Los restos localizados confirman pasillos, corredores y varias estancias. Foto: Miguel Ángel Valdivielso. |
Las obras del desvío del ferrocarril han sacado a la luz vestigios de un poblado romano en Buniel , lo que viene a confirmar que en la localidad hubo un interesante asentamiento de aquella época que se completaría con la necrópolis que se descubrió el pasado año en un montículo a unos 500 metros de la villa ‘destapada’ ahora por la UTE Ave Variante de Burgos, contratada por el Adif para ejecutar el proyecto ferroviario.
La aparición de esta villa romana no afecta a los trabajos del cercano trazado del AVE, sino a un camino de servidumbre previsto para poder acceder a las fincas del entorno. De hecho ha sido al realizar las prospecciones para iniciar los trabajos de ese camino rural sobre una finca de cereal que previamente se había expropiado, cuando la constructora se topó, hace unas semanas, con unos muros que prácticamente lindaban con el viejo trazado actual del ferrocarril Valladolid-Burgos; la empresa, como debe proceder en estos casos, comunicó el hallazgo a la Junta de Castilla y León, que tiene las competencias en materia de patrimonio y que ya ha encargado un informe para determinar la importancia del descubrimiento.
Un equipo de cuatro arqueólogos de la empresa Antequem Arqueología y Medio Ambiente, y 15 peones han venido trabajando minuciosamente desde entonces en desenterrar la zona dejando al descubierto muros, columnas, habitáculos o zonas de estancia, corredores, canalizaciones de aguas ... que se han ido limpiando. A partir de hoy se comenzará a proteger la zona, sobre todos los mosaicos, para evitar expolios y posibles destrozos y para preservar su conservación. Igualmente, estos días se está fotografiando la zona a través del sistema cenital para establecer coordinadas geométricas de cara a la realización de posibles reproducciones virtuales.
Los restos localizados entre la actual vía ferroviaria y las obras del nuevo trazado están conformados por muros (algunos de ellos conservan una altura bastante considerable), estancias como cocinas, corredores, salas, zona de entrada... y en los suelos, aunque bastante deteriorados, destacan tres mosaicos en los que predominan los tonos rojos, azules y amarillos que representan escenas florales.
Una de las curiosidades descubiertas es una sala denominada hipocausto, es decir que se calentaba como las populares glorias castellanas, pero que en vez de un solo tiro, todo el subsuelo está hueco con varios arcos, y se calentaba a través de una boca de horno; el derrumbe circunstancia en una esquina ha dejado al descubierto este sistema calefactor, que está en perfecto estado.
En otro de los habitáculos, un sótano, se han descubierto bastantes piezas que han dado mucha información sobre la villa romana, como varios útiles de cocina, vasijas, tiradores de bronce con cabeza de felinos, horquillas y también se han hallado algunas monedas.... Se cree que ese habitáculo era una cocina que pudo hundirse por un incendio y quedar tapada con otra capa de tierra, por lo que se han podido conservar las piezas en buen estado.
Estas piezas se han trasladado ya al Museo de Burgos para su estudio y conservación, mientras en el resto del poblado romano se trabaja en la limpieza de estructuras y desde mañana, en su consolidación y recubrimiento.
Aunque de momento, los arqueólogos solo han excavado en la parte expropiada para ejecutar el camino de servidumbre, todo parece indicar que la extensión de los restos es muchos más amplia que el espacio ahora al descubierto y que se puede extender debajo de las actuales vías del ferrocarril Valladolid-Burgos e, incluso, bajo el puente que hay que prolongar para que pase por encima del nuevo trazado ferroviario.
Se han realizado, por otra parte, catas en dos fincas de cereal colindantes y los expertos tienen la certeza de que continúa la villa. Respecto a estas fincas, el Ayuntamiento de Buniel, según explica su alcalde, Roberto Roque, intentará alcanzar acuerdos con los propietarios para hacerse con su titularidad a través de permutas u otras fórmulas para poder excavar y sacar a la luz los restos romanos, «quién sabe si en un futuro, se podrían poner en valor», dice Roque.
El abandono de esta villa lo datan los expertos en el siglo III-IV y pudo ser a consecuencia de un incendio. El expolio de muros y columnas -solo ha aparecido restos de una- es algo posterior, a lo que se suman los propios desperfectos ocasionados con la maquinaria agrícola, sobre todo en los muros de las construcciones, patios circulares y mosaicos.
Hay que tener en cuenta que se trata de tierras de cultivo que han sido aradas y cultivadas durante siglos, con lo que la maquinaria agrícola ha ido dañando los elementos estructurales de la ciudad romana dada la escasa profundidad a la que se encontraba. Lo mismo sucedería en las fincas de cereal colindantes que siguen cultivándose.