google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Ángel Villa Valdés
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24 de julio de 2023

La sequía deja al descubierto 1.700 yacimientos arqueológicos en las marismas españolas

Según el Ministerio de Cultura y Deportes, en este trienio han surgido casi 1.700 sitios arqueológicos a causa de la prolongada sequía. Muchos de estos eran desconocidos. Sus ubicaciones no públicas ya están almacenadas en una base de datos abierta para este propósito.

Desde hace tres años, los pantanos españoles están al mínimo. A mediados de diciembre de 2019 se descubrieron en el embalse de Valdecañas (Bohonal de Ibor, Cáceres) los restos de la ciudad romana de Augustóbriga por primera vez desde la década de 1990. En 2022, el llamado Stonehenge español, el dolmen de Guadalperal, un monumento megalítico de hace 5.000 años, también fue engullido por el embalse de Valdecañas. Por su parte, Pintia, la gran ciudad Vaccea de Valladolid, ha mostrado el entramado de sus calles y un posible templo romano porque el suelo se ha secado como nunca. Según el Ministerio de Cultura y Deportes, en este trienio han surgido casi 1.700 sitios arqueológicos a causa de la prolongada sequía. Muchos de estos eran desconocidos. Sus ubicaciones no públicas ya están almacenadas en una base de datos abierta para este propósito. “El miedo es saquear”, dice Ángel Villa, coordinador del Plan Nacional de Arqueología. “Cuando llegamos al embalse de Iznájar [entre Córdoba, Málaga y Granada]El detectoristas ya lo habían saqueado. Y que nadie sabía de su existencia. Por ello, las autoridades trabajan a fondo en la elaboración de un protocolo de actuación, que deberá estar finalizado el próximo mes de diciembre, “con el fin de sistematizar las medidas contra los yacimientos emergentes”.

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La falta de lluvia no sólo provoca un descenso del nivel de los embalses y la lógica aparición de sitios inundados, sino que aumenta el efecto de lo que los arqueólogos llaman crecimiento diferencial. Este es un contraste de color muy pronunciado en la misma área de cultivo. Cuando la capa de suelo fértil es muy profunda y, por lo tanto, se retiene mejor la humedad, las plantas tienen un color verde o verdoso, mientras que en suelos poco profundos, debido a las estructuras de piedra cerca de la superficie, el tono es más marrón. Este efecto siempre ha permitido a los arqueólogos ver muy fácilmente dónde se ocultan estructuras de edificios desconocidas en primavera y verano. Sin embargo, desde hace varios años el fenómeno se viene produciendo con mayor frecuencia y contraste en el norte peninsular.

Esperanza Martín, directora de varios yacimientos del norte de España, reconoce que debido a la falta de lluvias, recientemente pudo documentar un «edificio monumental» en Dessóbriga (ciudad de vacaciones entre Palencia y Burgos) gracias a un crecimiento diferencial. “La sequía, que obviamente no es un fenómeno nuevo, en realidad se ha vuelto muy rara en los últimos años. Llueve menos o en el momento equivocado, lo que resulta en un crecimiento de plantas poco frecuente. Esto me ha pasado en cinco o seis lugares este año, incluido un campamento romano muy visible”.

Por ejemplo, el arqueólogo –que se niega a indicar la ubicación de los hallazgos más recientes por motivos de saqueo– menciona que el descenso del nivel del agua en el embalse de Luna (León) permite ver un nuevo tramo de la calzada romana. “Conozco la zona desde que era niño y nunca la había visto así. Llámelo sequía o cambio climático, no importa. Pero no puedo recordar nada de eso.

Mimí Bueno Ramírez, catedrática de prehistoria de la Universidad de Alcalá de Henares, recuerda que inició un intenso trabajo de prospección del hallazgo junto a Enrique Cerrillo, de la Universidad Complutense, cuando las previsiones de la Unión Hidrográfica del Tajo, la Junta de Extremadura y el Ministerio de Cultura alertaban de un importante descenso del nivel de las aguas del embalse de Valdecañas. Así se encontró el llamado dolmen de Guadalperal (finales del V y III milenio aC). “Durante muchos siglos, esta parte de Extremadura fue zona de paso y asentamiento de muchas culturas. El pantano apenas ha reaparecido, lo que ha permitido localizar en él 200 yacimientos de todas las épocas posibles, entre monumentos megalíticos, asentamientos neolíticos y calcolíticos, menhires y elementos del paleolítico, la prehistoria y la edad del hierro.

El arqueólogo explica que cuando se construyó el embalse en la década de 1960, no se realizó ningún reconocimiento arqueológico previo para determinar si algún sitio estaba afectado. “Afortunadamente eso ya no sucede.” Y recordar que una vez encontrado el dolmen se hizo un inventario de las ubicaciones del embalse utilizando el mapa arqueológico (documento oficial que indica los yacimientos arqueológicos), referencias históricas, fotografías aéreas antes de la construcción del embalse y, lo más importante, datos de imágenes LIDAR (fotografía láser), que se pudieron comprobar dada la continuidad de la sequía en 2020 y 2021. La obra en el Guadalperal finalizó con una lógica excavación del arco que ha permitido establecer los criterios de conservación y relleno para que se conserve la estructura.

Por su parte, Ángel Villa explica que los embalses son responsabilidad de las asociaciones hidrográficas, lo que permite al Ministerio de Cultura y Deporte coordinar los trabajos en los mismos. “Casi todos los embalses son zonas muy antropizadas, ya que coinciden con históricos vados, collados o zonas muy fértiles como los embalses de Iznájar, Serena o Valdecañas. Cada vez que los visito me sorprendo porque tienen un nivel de sucesión arqueológica muy alto”, afirma el coordinador del plan nacional.

Villa espera que el protocolo de actuación esté finalizado a finales de este año. «Cuando se trata de inmuebles, se consolidan de forma que el agua no los dañe, como ocurrió en Guadalperal hace dos años, o se controla la subida y bajada del agua. En el caso de los restos móviles, se llevan al Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) para su restauración y luego se depositan en museos, como ocurrió en el embalse de Valdecañas».

«Pero lo que realmente daña los depósitos no es tanto la subida y bajada de los niveles del agua como la recolección». detectoristas están delante de nosotros. El agua que fluye hacia abajo limpia la capa superior. Desafortunadamente, lo que es maravilloso para los arqueólogos también es maravilloso para los saqueadores porque les facilita la destrucción de los sitios. Cuando llegamos a Iznájar ya lo habían saqueado, aunque ni siquiera se sabía el paradero. Es terrible.»

5 de enero de 2023

Los cascos de la Edad del Hierro encontrados en Ribadesella son de origen mediterráneo

Haberlos hallado en el Picu Las Torres es una rareza que podría vincularse a «las ancestrales vías de trashumancia ganadera»
Cascos encontrados en una cueva del Picu Las Torres, en las inmediaciones de Cueves del Agua. / E. C.

Los dos cascos de la Edad del Hierro encontrados en una cueva del Picu Las Torres, en las inmediaciones de la localidad riosellana de Cueves del Agua que fueron presentados el pasado mes de mayo, apuntan a un origen mediterráneo. Así lo creen los arqueólogos que los están analizando, Ángel Villa Valdés, del Museo Arqueológico de Asturias, y Miguel Ángel de Blas Cortina, de la Universidad de Oviedo.

Según Ángel Villa, coordinador del equipo de investigación, los cascos de Ribadesella, rematados con cuernos, son similares a otros localizados en el noroeste de Francia, en Bélgica o en el oeste de Alemania. Sin embargo, al no poder confirmarse su genealogía, cree que su origen es mediterráneo y que haberlos encontrado en el Picu Las Torres de Ribadesella es una rareza, le confiere la condición de «rara avis», que podría vincularse a «las ancestrales vías de trashumancia ganadera enlazando a Extremadura con los pastos de la cordillera cantábrica».

En definitiva, un largo recorrido entre el sur y el norte que, de confirmarse, materializaría «la inesperada resonancia del sincretismo ideológico mediterráneo en su propagación a latitudes septentrionales». Además, sus atributos complementarios, como las cimeras y los apéndices laterales simétricos, «no sólo los enriquecen formalmente», sino que también les aportan «un contenido simbólico apuntado por su mostrada potencialidad especulativa».

Además, teniendo en cuenta que el lugar donde fueron localizados siempre estuvo considerado, incluso por los lugareños, como una antigua fortaleza, los arqueólogos no descartan que en sus inmediaciones pueda localizarse un poblado de la época, del siglo VIII a.C., que es la nueva datación que los arqueólogos han ampliado para los dos cascos con cuernos de Ribadesella.

Por otro lado, según Ángel Villa, la resolución técnica de ambas piezas apunta a «una doble autoría en la que la maestría del artesano responsable del primero de los cascos es replicada en el segundo con menor destreza, mayor inversión de metal y peor calidad estructural». Para destacar las singularidades de cada uno de ellos, este primer estudio publicado por el Real Instituto de Estudios Asturianos (Ridea) viene acompañado de unas interesantes ilustraciones realizadas por Iván Cuervo.