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22 de marzo de 2023

El yacimiento de Medina Elvira arroja nuevos hallazgos arqueológicos

Las excavaciones en el yacimiento de Medina Elvira, en Atarfe (Granada), han dejado al descubierto restos de varios ámbitos domésticos, con pavimentos de cal y lajas de piedra, y avanzan, a modo de hipótesis, que uno de los complejos fue una mezquita por la orientación de sus muros.


Las excavaciones en el yacimiento de Medina Elvira, en Atarfe (Granada), han dejado al descubierto restos de varios ámbitos domésticos, con pavimentos de cal y lajas de piedra, y avanzan, a modo de hipótesis, que uno de los complejos fue una mezquita por la orientación de sus muros.

En la trama exhumada de este amplio sondeo abierto se advierte un ámbito público, o de calle, entre los muros de las viviendas, con derrumbes por colapso de las cubiertas, según el profesor de la Universidad de Granada Guillermo García-Contreras, director de la cátedra Gómez Moreno, creada para la investigación de este espacio arqueológico que al término de las excavaciones será cubierto para su protección.

La importancia de los resultados de esta excavación radica en que marca el momento final de ocupación del yacimiento, mucho más tardío de lo que se esperaba, pues se trata de los restos de una alquería con unas fechas de ocupación tardo-almohade (siglo XIII).

La investigación apunta a que una vez pasado el momento de esplendor de la ciudad de Medina Elvira, quedó población residual habitando en pequeñas alquerías independientes con mezquitas propias.

Los trabajos desarrollados a cargo de la cátedra Gómez Moreno son fruto de un convenio de patrocinio entre las empresas Verbund, Ibox Energy y Magnon Green Energy y la Universidad de Granada.

Fue firmado en marzo de 2022 y ha permitido reanudar la investigación en el yacimiento, que inaugura así una nueva etapa que culminará, por primera vez, con la apertura al público de las estructuras excavadas y la colocación de una cubierta para su protección, ha explicado el delegado de Cultura de la Junta, Fernando Egea, durante una visita llevada a cabo este martes.
(Fuente: EFE)

Restauración de la zona sur de La Motilla del Azuer

Desde hace un par de semanas, el Ayuntamiento de Daimiel está realizando una actuación con la que se va a mejorar el estado de este punto del yacimiento arqueológico, donde existía el riesgo de colapso en algunos frentes, como apuntaba Miguel Torres, arqueólogo municipal. Estos trabajos no afectarán al recorrido de las visitas guiadas.
Trabajos de restauración en La Motilla del Azuer.

Desde hace un par de semanas, el Ayuntamiento de Daimiel está realizando trabajos de restauración y conservación en la zona sur del yacimiento arqueológico de La Motilla del Azuer, bajo la dirección técnica de la restauradora, María Isabel Ángulo.

Se trata de un punto donde “apenas se había intervenido en los últimos años” y en el que se había producido “la caída de algunas de piedras y también se observaba el riesgo de colapso en algunos frentes”, como ha explicado en Radio Daimiel, el arqueólogo municipal, Miguel Torres.

Para frenar ese deterioro se ha puesto en marcha una actuación que se estima sea prolongada durante buena parte de abril, pero que no afecta al recorrido de las visitas guiadas. “No es una zona de tránsito, lo único es que los visitantes verán cómo se trabaja en ese punto”, apuntaba.

Torres señalaba que estos trabajos de restauración y conservación son claves para garantizar el buen estado del yacimiento y, por tanto, para su atractivo turístico. En este punto, el arqueólogo indicaba que, aunque el invierno no ha dejado muchas lluvias, el agente meteorológico que más incide en La Motilla, “sí ha existido con hielos, que también afectan”. A esos factores también hay que sumarle la afluencia de visitantes que, como recordaba Torres, batieron récords en 2022. “Ha sido el año con más visitas y eso también se nota”, añadía.

Exposición 'Atempora'
Por otro lado, el yacimiento daimieleño será uno de los protagonistas de la exposición ‘Atempora Ciudad Real’, que se podrá visitar desde este martes 21 de marzo y hasta el 2 de julio en el Museo Provincial de la capital y en la Convento de la Merced.

Entre las más de 250 piezas arqueológicas que se mostrarán, habrá “varias piezas de cerámica localizadas en las excavaciones de La Motilla, el puñal que se encontró en la campaña de 2021 y una reconstrucción de un enterramiento tipo”, avanzaba Torres.

Un ejemplo más de la “importancia del yacimiento” en nuestra provincia, y que se espera que contribuya a llegar a un público interesado y potencial visitante de este enclave de la Edad del Bronce.

Para ello tendrán que mirar fechas libres a partir de mayo porque las reservas de las próximas semanas “están casi completas”. La llegada del buen tiempo y de la Semana Santa aceleran el nivel de ocupación y complican la búsqueda de fechas libres.

No obstante, Torres invitaba a entrar en la web del yacimiento para comprobarlo, adelantando que La Motilla abrirá el 1 y el 2 de mayo, el lunes 15 (festividad de San Isidro) o el miércoles 31 de mayo (día de Castilla-La Mancha).

Investigarán el ADN de los cuerpos del yacimiento visigodo de El Rebollar

Los responsables del yacimiento madrileño de El Boalo explican que la ayuda de la Fundación Palarq servirá para hacer estudios de ADN que permitan conocer relaciones de parentesco entre los individuos encontrados enterrados en el lugar.
La concesión de la ayuda confirma el trabajo desarrollado en el yacimiento.

La Fundación Palarq ha otorgado una ayuda económica para seguir investigando en el yacimiento arqueológico de El Rebollar en El Boalo. Así lo ha señalado el ayuntamiento de El Boalo, Cerceda y Mataelpìno en un comunicado. En la misma también señala que la noticia ha sido destacada por la revista National Geographic.

La Fundación Palarq es una entidad privada y sin ánimo de lucro creada con la finalidad de apoyar las misiones arqueológicas españolas, según el consistorio.

De cualquier manera, el consistorio serrano de El Boalo, Cerceda y Mataelpino destaca que la concesión de la ayuda confirma todo el trabajo desarrollado en dicho yacimiento. En dicho lugar comenzó a investigarse en el año 2018 por parte del Equipo A de Arqueología

Para qué se utilizará la ayuda de la Fundación Palarq

El profesor del Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la UAM, Javier Salido Domínguez, ha explicado qué investigación en el yacimiento de El Boalo se hará con la ayuda otorgada. Permitirá realizar estudios de tipo genético para conocer las relaciones de parentesco de cinco individuos encontrados enterrados en el yacimiento.

“Se trata de tres individuos de la época visigoda que fueron enterrados en dos sarcófagos y también de otros dos perinatales de otro periodo histórico, la época bajomedieval”, explica Salido.

El profesor universitario añade que “la relación de parentesco entre individuos del mismo periodo y enterrados de forma distinguida nos permitirá llegar a conclusiones de tipo histórico sobre quiénes tenían derecho a enterrarse en las zonas más privilegiadas de la iglesia”.

Al descubrir el modo de enterramiento, los arqueólogos ya comenzaron a preguntarse: “¿son familiares? ¿mantienen algún otro tipo de relación de parentesco los enterrados en una iglesia tan destacada?, ¿los perinatales son mellizos o gemelos?”

Salido ha resaltado que “la ciencia arqueológica avanza y ahora podemos plantearnos dudas que hasta hace poco no podíamos resolver”.

Estudiar el ADN antiguo de los cuerpos encontrados en el yacimiento

Por su parte, la profesora en el departamento de Medicina legal y psiquiatría y patología de la Facultad de Medicina de la Complutense, Sara Palomo, explica otros aspectos de la investigación en el yacimiento de El Boalo. Su trabajo se centra en el estudio del ADN antiguo y de cuestiones relacionadas con la genética forense.

“Nos vamos a centrar, sobre todo en esta primera parte, al menos en cinco individuos, dos de ellos son dos individuos infantiles perinatales que se encontraban enterrados juntos y que se sospecha que al estar enterrados juntos pudieran estar vinculados por algún tipo de relación familiar”, dice la investigadora.

Palomo añade que “con respecto de los dos individuos infantiles que están inhumados de forma conjunta, vamos a hacer estudio de marcadores STRs autosómicos, para saber si existe algún tipo de parentesco cercano entre ellos. Especialmente si existe una relación de hermandad concretamente. Y también vamos a llevar a cabo el estudio de marcadores genéticos del linaje, como son el ADN mitocondrial y el cromosoma Y.

Palomo señala que “con el estudio de origen biogeográfico, la genética no solamente nos sirve para identificar o para establecer relaciones de parentesco. También existen marcadores, especialmente en los de linaje como el mitocondrial o el Y. Aunque también en algunos casos se puede utilizar otro tipo de marcadores nucleares, que son indicativos de que una persona tenga ciertas características en su ADN, puede asociarle, vincularle a un origen biogeográfico concreto en este caso. También nos puede aportar esta información sobre los individuos, a ver si procedían de alguna región geográfica concreta y a su vez, pues poner esto en contexto con otros con otros datos que se conozcan de otros yacimientos de otros individuos de otras zonas.”

(Fuente: Madridnorte 24 Horas)

21 de marzo de 2023

Arqueólogos estudiarán con georradar el yacimiento de Croa do Castro

Tres años después de una reveladora exploración con gradiómetro, en este caso se sondeará la totalidad del castro de la localidad coruñesa de Malpica (A Coruña).
El proyecto, comandado por el arqueólogo Antón Malde, fue presentado ayer en el Centro de Artesanía y Tradición de Buño.

Algo más de dos años después de un sondeo que arrojó prometedores resultados, la Croa do Castro de Cerqueda volverá a ser estudiada por profesionales para conocer más en detalle el alcance de este yacimiento y valorar posibles intervenciones. El proyecto, comandado por el arqueólogo Antón Malde, fue presentado ayer en el Centro de Artesanía y Tradición de Buño, en un acto en el que también intervino el alcalde de Malpica, Eduardo Parga.

Según explicó Malde, gerente de Malde Arqueoloxía y director científico de la colección del Castro das Travesas, en esta ocasión se realizará una prospección por georradar, una técnica más precisa que el gradiómetro, el instrumento que se usó en 2020. «Tamén ampliaremos o radio de estudo, pois anteriormente por dificultades coa vexetación e co tendido eléctrico só se pasou o gradiómetro por uns cinco ou seis mil metros cadrados. Neste caso, en canto amaine a chuvia e practiquemos unha limpeza vexetal profunda, traballaremos na totalidade do castro: máis de dez mil metros», comentó.

Ya en 2020 se vieron indicios «moi suxestivos», apuntó el arqueólogo, que aunque no fue él el encargado del sondeo, sí conoce el castro desde 2015. Hace tres años, por parte del Concello, se anunció la detección de una «gran fortificación amurallada» y de una decena de viviendas circulares de entre 4 y 6 metros de diámetro. Malde se muestra cauto, porque la técnica del gradiómetro no ofrece resultados muy precisos, pero aun así le ve una pinta «extraordinaria» a este yacimiento. «É bastante máis grande do que pensabamos inicialmente, e ten unha posición central dentro do territorio de Malpica, co cal os resultados poden ser moi interesantes. Os datos son alentadores», apuntó el arqueólogo.

El georradar, la técnica que emplearán próximamente, es rápida, barata y no invasiva, y permitirá, en función de los resultados, «delimitar que zonas son as máis interesantes para escavar», aventuró el director del proyecto.

Carlos Otero fue el técnico que comandó el sondeo de 2020, en el que se concluyó que la muralla detectada tendría entre cinco y seis metros de grosor y estaría hecha por un doble lienzo de piedra rellenado de tierra. Ya entonces el arqueólogo sugirió pasar el georradar para corroborar las conclusiones obtenidas con el gradiómetro y planear posibles excavaciones en un futuro.

Desvelado el significado del mosaico romano hallado en Adamuz (Córdoba)

Fechado en torno al siglo IV, los arqueólogos destacan su contenido único por representar los meses no por medio de figuras mitológicas o fantásticas, sino a través de escenas de la vida cotidiana
Fragmento del mosaico romano hallado en un olivar de Adamuz. / EL DÍA

La tierra se abrió por efecto de las lluvias y de entre los olivos de Sierra Morena emergieron los restos de un mosaico romano de grandes dimensiones. Ocurrió en febrero del año pasado y provocó una sorpresa mayúscula en el municipio cordobés de Adamuz, donde se desconocía la existencia de este yacimiento, y ha transcurrido un año hasta que los arqueólogos han desvelado su singular significado: un calendario anual, en el que se representan las estaciones y los meses, que, por sus características, supone un ejemplo rarísimo en todo el Imperio Romano y un caso único en la península ibérica.

Los primeros estudios, a falta de pruebas más concretas, permiten datar el mosiaco en torno a los siglos IV y V después de Cristo, como aventura el doctor Sebastián Vargas, perteneciente al Departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Sevilla y que ha tenido la oportunidad de estudiarlo sobre el terreno. En la investigación participaron Ángel Ventura, del departamento de Historia del Arte, Arqueología y Música de la Universidad de Córdoba, y Alberto Villarejo, doctorando de la Universidad de Sevilla. Las conclusiones, que se han presentado este sábado en Adamuz con motivo de las I Jornadas del Patrimonio, serán publicadas próximamente en una revista científica especializada.

Como han explicado los autores, actualmente son visibles dos sectores del pavimento, lo que sugiere unas dimensiones totales que superan 18 metros cuadrados y que se integrarían en una villa rural, tan frecuentes en la Bética. Para su construcción se utilizaron teselas de piedra, principalmente mármol y calizas de varios colores, así como fragmentos de cerámica. Desde el punto de vista formal, consiste en un gran círculo inscrito en un cuadrado, un esquema "poco frecuente" en la zona, como apuntan los autores.

El marco exterior lo componen varias cenefas, una de ellas de esvásticas, aunque lo más interesante es la decoración figurativa que ha sobrevivido al paso del tiempo y que permanece sobre el terreno -su ubicación concreta nunca se ha desvelado- a pesar de los socavones causados por las escorrentías.

Uno de los dibujos recrea, en un ambiente campestre, a un personaje masculino que sujeta una jabalina en la mano derecha con la que parece alancear un animal, posiblemente una liebre, oculta entre los matorrales. La actitud de movimiento impetuoso del brazo se acentúa con la postura de la pierna derecha, que indicaría que se trata de un jinete aunque el caballo no se ha conservado. El epígrafe que lo acompaña, Autumnus, no deja lugar a dudas en cuanto a la utilización de esta escena como representación del otoño, concluyen los autores.

Un sirviente con zorzales

Sirviente con zorzales y un delfín. / EL DÍA

El otro personaje representado es un hombre, esta vez a pie, con túnica de color rojizo que porta en su mano derecha una percha con pájaros ensartados por el pico y que por sus características podrían tratarse de zorzales; en la mano izquierda parece portar una flor. "Lo más novedoso de esta escena es sin duda la presencia de los cuatro pájaros ensartados", subrayan los historiadores. Delante del personaje se contempla un arbusto y un delfín vertical cabeza abajo. A los arqueólogos, su interpretación le plantea por el momento ciertas dudas, y cuestionan si forma parte de una alegoría o si se configura como un elemento de transición que separa los distintos meses; incluso, sugieren que pueda tratarse de una restauración antigua.

El cazador a caballo, vestido con pantalón largo y camisa de manga larga, sugeriría que se trata de un individuo "de cierto rango social", porque además la caza era una actividad reservada a las élites. Por el contrario, no tienen duda de que el personaje a pie que porta los pajaritos se trata de un criado, pues siempre visten túnicas cortas y, además, los rasgos del rostro e incluso el color de su piel aventuran que podría tratarse de un siervo traído de algún país exótico.

La escena está acompañada del epígrafe Mensis Deceber, es decir, el mes de diciembre, y su actitud corporal, caminando hacia la izquierda del espectador, permite plantear que el personaje que se encuentra al otro lado del delfín, visible solo en parte, pudiera representar enero. Por lo tanto, todo el conjunto -que presumiblemente se encuentra bajo tierra bien conservado- sería un calendario organizado de manera circular en sentido contrario a las agujas del reloj.

En el centro del círculo, que se ha perdido por completo, es posible que, como reflejan otros ejemplos conservados en otros puntos, se encontrara representado el sol, el sol y la luna o lo que los romanos llamaban el Genio del Año, al que se encomendaban como propiciador de las labores del campo, aventuran los historiadores, que destacan que el mosaico de Adamuz "constituye de momento un caso único dentro de la musivaria hispano-romana".

Y es que, destacan, representa los meses y las estaciones no por medio de figuras mitológicas o fantásticas, como era frecuente, sino a través de escenas realistas relacionadas con actividades de la vida cotidiana, en este caso la caza. Y esto también constituye una peculiaridad, ya que lo habitual habría sido ilustrarlo con tareas agrícolas. Son escenas -explican- que se repiten con otro contenido sobre todo por el Norte de África.

Erratas del latín vulgar
Capítulo aparte merecen las inscripciones de los meses del año y de las estaciones, realizadas con teselas de color gris o negro sobre fondo blanco. Las dos que permanecen visibles, Autummnus (otoño) y Mensis deceber (mes de diciembre), incluyen lo que los historiadores han considerado "erratas" del musivario, que aplicó a su trabajo las formas de las palabras propias del latín vulgar.

Nace el proyecto del Centro de Tecnología Celtíbera de Tragacete (Cuenca)

Este futuro centro estará realizado siguiendo los principios de la arqueología experimental con las mismas técnicas y materiales disponibles hace veinticinco siglos, lo que será una oportunidad única para mantener técnicas ancestrales como el trabajo de la piedra seca.
El futuro Centro de Tecnología Celtíbera estará ubicado en una parcela de aproximadamente tres hectáreas.

Cerca de un centenar de personas acudieron a la casa de Don Casildo en Tragacete (Cuenca) para asistir a la presentación del futuro Centro de Tecnología Celtíbera de Tragacete, a cargo del investigador Jesús Patón, una actividad que está incluida en la primera jornada de Arqueología Experimental que se está celebrando en la localidad conquense durante este fin de semana.

Este proyecto creado por Nerthus Procesos Tecnológicos se desarrollará bajo la premisa de la Arqueología Experimental, que tiene como objetivo dar a conocer de una forma inmersiva la vida cotidiana de los pueblos y permitiendo comprobar de forma práctica si las diferentes teorías sobre sistemas de producción y procesos tecnológicos son válidas.

El futuro Centro de Tecnología Celtíbera estará ubicado en una parcela de aproximadamente tres hectáreas próxima a la fuente de Royo Frío. En estos momentos se encuentra finalizando el proyecto arquitectónico y tiene previsto un periodo de ejecución de su primera fase de un máximo de dos años.

Contará con una reconstrucción de casas celtíberas que albergará en la primera de ellas un espacio dedicado a la vida social de la época y otro dedicado a los elementos tecnológicos que se usaban en ese momento. Además, este centro contará con hornos de reducción de hierro, pues no disponían de la tecnología necesaria para la fundición de este metal. El proceso de reducción era complejo y requería fuego, aire y el uso de una mezcla de diferentes minerales para lograr un hierro de cierta calidad. Además de los hornos de hierro, los celtíberos también usaban hornos de fundición para la obtención de oro y plata, así como hornos de cerámica que también estarán recreados en este museo al aire libre.

El proyecto presentado por su creador, Jesús Patón, incluirá todos aquellos elementos necesarios para la supervivencia de un poblado celtíbero, incluyendo una empalizada de cinco metros y medio que contará con un foso de cuatro metros, “algo prácticamente inexpugnable, salvo que seas un romano”, bromeó durante la presentación el propio Patón. “Todo ello servirá para proporcionar a los visitantes una experiencia inmersiva en el mundo celtíbero”.

Este futuro centro estará realizado siguiendo los principios de la arqueología experimental con las mismas técnicas y materiales disponibles hace veinticinco siglos, lo que será una oportunidad única para mantener técnicas ancestrales como el trabajo de la piedra seca.

Dentro de este poblado también habrá una tienda donde se podrán obtener productos locales y habrá un huerto donde se cultivarán únicamente especies que se hayan documentado en esta época, lo que sin duda crearán sinergias interesantes con los restauradores de la comarca. Este proyecto de recreación de poblado celtíbero además del turismo familiar y escolar, también podrá albergar eventos como bodas temáticas o convertirse en un set de rodaje, lo que permitirá al proyecto ser sostenible en el tiempo.

Este proyecto se desarrollará en Tragacete, una localidad que se destaca por su historia y arqueología, así como por su proximidad a grandes atractivos turísticos, como el Nacimiento del Río Cuervo. Con el apoyo del Ayuntamiento de Tragacete, que en esta localidad se encuentre la Fundación Los Maestros o que recientemente la Cátedra de Oportunidades frente al Reto Demográfico también haya instalado uno de sus Living Lab, se genera el contexto ideal para el desarrollo de nuevos proyectos e iniciativas empresariales. Tres instituciones que forman parte de las patrocinadoras de estas jornadas que programado un intenso fin de semana de conferencias, talleres y conciertos.

20 de marzo de 2023

Hallan en Villanueva de Huerva un yacimiento de grabados rupestres

Se han contabilizado hasta 79 figuras talladas en la roca, con diversas formas y pertenecientes, según un estudio arqueológico, a diferentes épocas históricas, desde la protohistoria hasta el periodo contemporáneo
Algunas de las figuras talladas en roca que se han estudiado.H. A.

El entorno de Villanueva de Huerva (Zaragoza) no es que esconda sorpresas hasta debajo de las piedras, es que las guarda a plena vista. Es el caso del yacimiento de grabados rupestres encontrado en el llamado barranco del Pinar, a unos cuatro kilómetros del casco urbano de la localidad.

En este paraje se ha descubierto una auténtica joya. Se han contabilizado hasta 79 figuras talladas en la roca, con diversas formas y pertenecientes, según un estudio arqueológico, a diferentes épocas históricas, desde la protohistoria hasta el periodo contemporáneo.

Para estudiar estas muestras, el arqueólogo Héctor Arcusa, por petición del Ayuntamiento y con la supervisión del entonces coordinador del inventario de Arte Rupestre de Aragón y parte de la Dirección General de Patrimonio de la DGA, José Ignacio Royo, realizó un trabajo exhaustivo de documentación sobre las muestras que en la zona eran conocidas popularmente como 'las herraduras del caballo de Santiago'.

Además de esas formas características y predominantes -de las que se han registrado un total de 36 ejemplos-, también se ha constatado la existencia de tres tipos de círculos: siete simples, cuatro concéntricos y uno con cazoletas (oquedades) en el interior. A esos se añaden diez muestras cruciformes y hasta siete motivos que representan letras, incluido un nombre completo.

Según Arcusa, a estas particulares inscripciones les han atribuido "una posible relación cronológica a modo de hipótesis inicial, a falta de una investigación más rigurosa". Así, creen que el origen de las más antiguas arrancaría en la protohistoria (periodo de transición entre la Prehistoria y el comienzo de la Historia) hasta la época contemporánea, cuando se pudieron llevar a cabo los últimos grabados, pasando por la Edad Media y Moderna.

"Un panel interesante"
"Sin lugar a dudas estamos ante un panel interesante, tanto por las figuras como por su número, así como por su ubicación: convirtiéndose en una de las pocas manifestaciones de este tipo en el entorno inmediato de Zaragoza hasta la fecha", defiende el experto. Una de las pocas pistas que han podido recoger es que uno de los grabados en forma de cruz se superpone sobre un círculo, por lo que el primero sería posterior al segundo.

Inventario aragonés
Todo este proceso se inició gracias a los hermanos Borja y Cristina Gómez y a Izarbe Cebrián, que comunicaron a Jesús Martín, dinamizador y responsable del Centro de Interpretación Dinosaurios de Zaragoza, quien observó la mano del hombre detrás de las particulares marcas.

En este punto el Ayuntamiento de Villanueva de Huerva encargó el informe para respaldar su inclusión en el inventario aragonés, a lo que se añade la inversión para la musealización de la zona, con la instalación de cartelería y una plataforma.

De esta forma se protegerían estos grabados rupestres y se facilitaría que pudieran ser visitados. Villanueva de Huerva acoge el primer museo dedicado exclusivamente a los dinosaurios en la provincia de Zaragoza, que abrió sus puertas en abril del año pasado.

Descubren la posible ubicación de Madinat Al Zahira, la ciudad perdida de Almanzor

Anomalías del terreno en detalle
 detectadas con tecnología Lidar
y donde se propone la ubicación de Al Zahira.
El profesor de la Universidad de Córdoba Antonio Monterroso Checa halla grandes estructuras en un paraje de piedemonte entre Alcolea y Villafranca de Córdoba con rasgos muy similares a los de Madinat Al Zahara

El profesor de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Antonio Monterroso Checa, ha comunicado a título personal en fechas recientes a la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía el que puede ser uno de los grandes hallazgos arqueológicos de la Península Ibérica de los últimos años: la más que probable ubicación de Madinat Al Zahira, la ciudad perdida de Almanzor.

La búsqueda de esta antigua ciudad es uno de los grandes retos arqueológicos en Córdoba desde el siglo XVIII. Se sabe que existió pero hasta ahora no ha sido encontrado resto alguno de un lugar que se construyó para intentar competir con otra de las grandes joyas de la Córdoba omeya: la ciudad palatina de Madinat Al Zahara, que sí que está localizada, excavada y que hasta que se puede visitar.

Hasta ahora, si en algo coincidían todas las fuentes escritas de la época era que Madinat Al Zahira estaba en la zona este de la antigua Qurtuba, justo en el extremo opuesto a Madinat Al Zahara. Su construcción y su función fue la misma: una ciudad fortaleza y palacio para custodiar y ensalzar la figura de Almanzor. Por eso, su más que probable hallazgo guarda, en cuanto a su ubicación, bastantes similitudes con la Madinat Al Zahara ya conocida.

El arqueólogo cordobés Antonio Monterroso Checa es uno de los pioneros en España en el uso de las últimas tecnologías para buscar, encontrar e investigar importantes yacimientos arqueológicos sin la necesidad de excavar el terreno. Gracias al georradar, al uso de la tecnología Lidar-Pnoa y a la generación de modelos digitales del terreno, ha sido capaz de localizar un anfiteatro en Torreparedones o buena parte de la extensión de la antigua ciudad romana de Mellaria. Ahora, ha logrado identificar los restos de varias estructuras de gran tamaño que, según su conclusión, no puede ser otra cosa de Madinat Al Zahira.
Nuevas tecnologías

Monterroso, como responsable de los investigadores de la Unidad Patricia de la UCO, depositó igualmente en 2020 en la Delegación de Cultura de la Junta de Andalucía un atlas con más de 200 yacimientos situados en el norte de Córdoba, que este equipo de la UCO en su conjunto ha localizado gracias a estas tecnologías no invasivas en los últimos siete años. Ahora, “y en cumplimiento de la legislación vigente”, ha comunicado otro que se localiza en una zona de piedemonte de Sierra Morena entre los términos municipales de Córdoba (en las inmediaciones de Alcolea) y Villafranca de Córdoba. Por prudencia, este periódico va a obviar el lugar exacto.

El lugar, de difícil acceso, es una zona de sierra y dehesa donde “a simple vista” no se observan restos arqueológicos. Monterroso ha repasado toda la colección de ortofotografías y fotogrametrías disponibles tanto en el Instituto Geológico Nacional (IGN) como en el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) de los últimos 75 años. En ninguna se aprecia “nada a simple vista”.

Sin embargo, todo es distinto cuando la zona “se analiza desde las nubes de puntos LiDAR-PNOA”. En tres cerros conformados como cabezos sí que se aprecian “anomalías que muy difícilmente pueden dejar de tener un origen arqueológico”. La zona no ha sido urbanizada ni se ha usado para otra cosa en los últimos años que no tenga que ver con una actividad ganadera o cinegética.

El hallazgo al detalle permite observar “perfectamente” la disposición de estructuras de planta cuadrangular o rectangular. Es decir, edificaciones.

Según la interpretación del profesor Monterroso, “un yacimiento dividido en tres cabezos con 640 metros de longitud mínima y 932 metros de máxima, y con una anchura aproximada de 420 metros, solo puede identificarse como una ciudad”. De hecho, en las imágenes se llegan a identificar tramos como lienzos de murallas. Para apoyar su interpretación, Monterroso sostiene que “la disposición de las estructuras” que se ven a través del Lidar “se asemeja, claramente, a algunas zonas laterales en pendiente de Madinat Al Zahara” y de otro yacimiento más, situado cerca de Villarrubia, del que también se dio parte a Cultura hace dos años y que fue publicado por su descubridor, Christian Pérez, alumno de la UCO entonces, en la revista Antiquitas.

“En Madinat Al Zahara, el sensor Lidar del IGN permite conocer zonas que se asemejan urbanística y estructuralmente a la aquí propuesta con estructuras rectangulares salvando la ladera”, describe. Aunque su extensión es algo más pequeña que la zona descrita por Monterroso, el profesor afirma que “Al Zahira, la gran ciudad de Almanzor, debe ser una de las dos, o la de Villarrubia o la de Alcolea, preferentemente esta por ser mayor y estar donde tiene que estar”. Ambos, señala, imitan a Madinat Al Zahara “utilizando igualmente el río, su vega, su urbanística y la preeminencia visual de las estribaciones de la sierra”.

El consenso de los investigadores sitúa Al Zahira al este de Córdoba en función de las fuentes literarias. Antonio Arjona en su búsqueda, aludía a varias claves: estaba al este, se llegaba tras varios puentes y estaba en relación con el Guadalmellato y el camino a Toledo. Y allí precisamente está.

En el primer lugar descrito, Monterroso se inclina por ubicar Al Zahira, ya que en sus inmediaciones se ha documentado el hallazgo de un yamur de bronce. Para el segundo espacio se inclina por “pensar en almunias o palacios de otros personajes”, como “la otra ciudad mandada construir por Abd al Malik al-Muzaffar, llamada al-Hayibiyya, relacionada con al-Amiriyya por el poeta Ibn Suhayd”. “La identificación de esta segunda con la almunia de Al Rummanylla hace pensar que esta ciudad sea precisamente la del hijo de Almanzor”, concluye.

El mito de Al Zahira
Madinat Al Zahira significa “la ciudad resplandeciente” y fue construida en apenas ocho años, a finales del siglo X, por orden de Almanzor. Este dirigente, uno de los más poderosos de la historia de Al Andalus, abandonó Madinat Al Zahara para construirse su propia ciudad palatina, a imagen y semejanza de la primera. Todas las fuentes literarias han coincidido en que lo hizo al este de Qurtuba, en el otro extremo de la ciudad.

El esplendor de la “ciudad resplandeciente” apenas duró una generación más. Almanzor fue sucedido por sus hijos, bajo cuyo gobierno se desató una guerra civil que provocó la decadencia del Califato de Córdoba. Sobre el año 1009 la ciudad fue asaltada y saqueada por el pueblo de Córdoba. La destrucción fue de tal nivel que apenas quedó piedra sobre piedra. Tanto, que no ha sido hasta ahora cuando se han encontrado importantes evidencias estructurales en esta zona de la ciudad sobre lo que pudo ser y donde debió estar Al Zahira.