google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Edad del Hierro
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22 de mayo de 2014

Una nueva campaña desvelará más secretos de la antigua Dulantzi (Álava)

Hace cinco años, las primeras excavaciones arqueológicas realizadas junto al convento de las Clarisas de Dulantzi (Alegría de Álava) dejaron al descubierto una necrópolis. Ahora, los arqueólogos reanudan los trabajos en los alrededores a la caza de más secretos.
Durante los últimos días se han reanudado las excavaciones arqueológicas en Dulantzi, por el mismo equipo formado por los arqueólogos Javier Niso Lorenzo y Miguel Loza Uriarte. Foto: NOTICIAS DE ÁLAVA
Entre noviembre de 2009 y mayo de 2010, los arqueólogos Javier Niso Lorenzo y Miguel Loza Uriarte llevaron a cabo una excavación en las calles Nuestra Señora de Ayala y San Martín, junto al convento de las clarisas, donde unas obras para la reurbanización de la zona, realizadas a finales del año 2009, habían dejado al descubierto una necrópolis. Se sabía que en aquel lugar había estado la ermita de San Martín, desaparecida a finales del siglo XIX, considerada como la parroquia de la antigua aldea de Dulantzi.

Esta misma semana se han reanudado las excavaciones a continuación de las realizadas hace cuatro años por el mismo equipo de arqueólogos, en un espacio situado debajo de un almacén. El hecho de que esta zona haya estado cubierta por una capa de cemento ha hecho que los restos se encuentren particularmente bien conservados.

El Ayuntamiento de Alegría-Dulantzi patrocina estas excavaciones en colaboración con la Diputación Foral de Álava, con la intención de sacar a la luz el pasado histórico del municipio, pero también con la idea de que la puesta en valor de este importante yacimiento arqueológico constituya un punto de atracción más para los visitantes. Por el momento, el Ayuntamiento de esta localidad alavesa negocia con los propietarios de las fincas colindantes la posibilidad de ampliar el área de excavación.

En aquella primera campaña, que abarcó una superficie de unos 800 metros cuadrados, se encontraron restos pertenecientes a un amplio periodo de tiempo, que empieza en el segundo milenio a.C., una época a la que pertenecerían unos posibles fondos de cabaña presumiblemente de la Edad de Bronce, por lo tanto anteriores al poblamiento del cercano Castro de Henaio, datado en la Edad del Hierro. En Dulantzi, este poblamiento salta directamente de la Edad del Bronce a la época romana, durante los cuatro primeros siglos de nuestra era. Ya Lorenzo Prestamero había descubierto en Dulantzi, en 1799, un ara dedicada a Tullonio.

ÉPOCA ROMANA

De este periodo, que comprende los siglos I al IV d.C., se han descubierto restos de estructuras que formarían calles, con orientación noroeste-sureste y noreste-suroeste, es decir, un esquema urbanizado típico de la época romana. Se han encontrado también un pozo, datado en los siglos II-III, y fragmentos de estelas funerarias reutilizadas en la construcción de edificios posteriores, lo que supondría la existencia en las proximidades de una necrópolis altoimperial.

En cuanto a la relación entre estos vestigios y los del cercano yacimiento de Angostina, que hasta ahora era considerado como una villa romana, Javier Niso y Miguel Loza plantean la atrayente posibilidad de que no fuera una edificación aislada, sino que podría pertenecer al mismo núcleo de población. Sobre los restos romanos se halló una necrópolis, datada mediante el método del Carbono 14 entre los años 410 y 550. Este hecho parece implicar que esta zona, tras la época romana, dejó de ser urbana para pasar a ser marginal.

IGLESIA BASILICAL 
A partir del siglo VI se constata la existencia de un gran edificio de carácter religioso, con una necrópolis asociada, que parece dar una nueva importancia a la zona. Esta iglesia tendría planta basilical, de orientación este-oeste, con varias estancias. Al este una sala recta al exterior y con ábside al interior de 16 metros cuadrados, en la que apareció una estela romana reutilizada como altar. Junto a esta sala apareció el enterramiento de un personaje importante, una mujer, junto a la que se encontró un fragmento de cráneo de corzo con el arranque de las astas. Su datación estaría, de acuerdo con el Carbono 14, entre los años 340 y 540, por lo que dado que el edificio es posterior parece indicar que se trataría de un traslado desde la antigua necrópolis hasta esta nueva ubicación.

Al oeste de esta sala hay un gran espacio rectangular en el que se localizan diez enterramientos. Aquí los cuerpos se inhumarían en ataúdes de madera, ya que se han encontrado los clavos. En el ángulo sureste del edificio habría una puerta, cuyo umbral se realizó a partir de una estela funeraria romana, que daría paso a una pequeña habitación, destruida por la necrópolis posterior y por la moderna urbanización de la zona. Aquí se hallaron tres enterramientos, uno de ellos con dos niños. En el extremo suroeste habría otra pequeña sala con una pila excavada en su centro, a la que se accedería mediante unos escalones, que probablemente tendría la función de baptisterio, en la que el bautizo se realizaría por inmersión. Los enterramientos hallados indican que esta iglesia ya estaba construida a finales del siglo VI. En su exterior se encontraron otros cinco enterramientos.

Algunos de estos cuerpos llevan asociados ajuares, compuestos por cuencos de vidrio, cobre o cubos de madera, de los que se hallaron los aros metálicos de su estructura, cucharillas de plata y bronce, un hacha de combate, anillos, uno de ellos de oro, hebillas de cinturón y puntas de lanza. Estos objetos podrían estar relacionados con los hallados en las necrópolis de Aldaieta, en Nanclares de Ganboa, y la de San Pelayo, cercana a Dulantzi, relacionados con el área aquitana y el ducado de Vasconia.

ALTA EDAD MEDIA 
De lo anterior se deduce que los individuos inhumados en esta iglesia serían personajes de cierta relevancia social, incluso se ha constatado que en su alimentación tenía gran importancia la carne. Su datación mediante el Carbono 14 los sitúa del año 530 al 700. A partir de esa fecha, los enterramientos se trasladan a zonas más alejadas de la iglesia, constituyendo una necrópolis de la que se han localizado unas cincuenta tumbas, sin ataúd ni ajuar, con orientación este-oeste, que podrían ir hasta finales del siglo IX.

A partir del siglo X, las salas anexas a la iglesia desaparecen, pero la nave de la iglesia permanece en pie. En un principio se pensó que habría cambiado de función, ya que se han encontrado silos excavados en su interior, pero dado que estos silos respetan las zonas dedicadas a la liturgia, podrían estar relacionados, en opinión de los arqueólogos "con el proceso de captación de renta y su almacenamiento en suelo sagrado". En el siglo XII desaparecería el edificio para dar paso a la nueva iglesia, cuyos restos se han encontrado ahora, y a una nueva necrópolis. La desaparición del baptisterio coincide con el cambio del rito del bautismo, que pasa de la inmersión a la aspersión, tal como lo conocemos hoy en día.

Los enterramientos continuaron hasta el año 1150. En ese periodo coinciden con estructuras de habitación o relacionadas con el trabajo agrícola. A partir de esa fecha toda la zona se convertirá en cementerio, anejo a la nueva iglesia de San Martín. De esta época se han encontrado diferentes monedas, tanto de los reyes de Navarra Sancho V y Sancho VI, como del castellano Alfonso VI. Al parecer, tras la fundación de la villa de Alegría de Dulantzi en 1337, se abandonó esta necrópolis. Posteriormente en la zona se edificó, en el siglo XVI, el convento de Santa Clara, que aún subsiste.

Por el momento han salido a la luz el ábside de la iglesia de San Martín y algunas tumbas del cementerio, datados en principio entre los siglos XII y XIII, así como restos de un muro, pero los arqueólogos estiman que bajo él encontrarán otra necrópolis más antigua.

(Fuente: Noticias de Álava / Fernando Sánchez Aranaz)

19 de mayo de 2014

Los investigadores aportan en Zamora nuevos datos sobre los pueblos prerromanos de España

El Congreso de Fortificaciones del Hierro se ha clausurado "con éxito" pese al "olvido" de las instituciones públicas. Ha reunido en Zamora a más de 170 investigadores de diferentes puntos de España que coinciden en desmontar algunos mitos sobre la Edad de Hierro.
Ponentes en la jornada de clausura del Congreso "Fortificaciones en la Edad del Hierro: Control de los recursos y el territorio". Foto: LA OPINIÓN DE ZAMORA.
El Congreso Internacional ‘Fortificaciones en la Edad del Hierro: Control de los recursos y el territorio’, organizado por la Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica ha concluido con la presentación de varias investigaciones sobre yacimientos prerromanos de diversos puntos de España. En general, los investigadores coinciden en que los estudios hacen caer algunos mitos sobre la Edad del Hierro al mostrar, por ejemplo, que los pueblos peninsulares tenían bastante movilidad y contactos entre sí.

“El concepto de frontera es más laxo que el que tenemos en la actualidad, probablemente entre un poblado íbero de montaña y un celtíbero no había demasiadas diferencias”, afirma Tomás Pedraz, investigador de la Universidad de Alicante.

Este especialista ha hablado de los sistemas defensivos de la Edad del Hierro en las zonas más orientales de la Meseta Sur, un amplio territorio que abarcaría parte de las actuales provincias de Cuenca, Valencia y Albacete. Sitios arqueológicos como El Molón o Castellar de Meca destacan sobre el resto por sus grandes fortificaciones, lo que revela “un papel económico y un prestigio” importantes. Además, los estudios muestran que estos pueblos prerromanos “se movían más de lo que aparentaban” y tenían muchos contactos con los pobladores de lugares relativamente distantes para la época, como Andalucía o Aragón.


“Probablemente, sus formas de vida basadas en la agricultura y la ganadería no era muy diferentes a las que tenían los modernos habitantes de estas zonas hace tan sólo 100 años”, comenta el experto. En su opinión, existen rasgos etnográficos presentes en manifestaciones como el folclore que provienen de esa época, que aún conservan “un sustrato indígena”, a pesar de que la historia se habría de escribir con el paso de otros pueblos, empezando por la conquista romana.

LA CONQUISTA ROMANA
Precisamente, otra de las ponencias del día ha mostrado un claro ejemplo de romanización, el caso de Segeda, una ciudad celtíbera ubicada en Belmonte de Gracián (Zaragoza) que presenta en la actualidad dos yacimientos diferentes: Segeda I, correspondiente a la original, y Segeda II, que apenas a 100 metros se identifica con la ciudad fundada por los conquistadores. “Los romanos la destruyen y fundan una ciudad nueva aunque mantienen la nomenclatura indígena”, explica el arqueólogo Diego Franganillo. En este caso, los elementos defensivos son muy característicos, con sillares de yeso que forman muros que aún hoy en día conservan entre tres y cuatro metros de altura.

En esta zona de la península la invasión romana parece seguir este patrón: la destrucción de las ciudades ubicadas en cerros para fundar otras en llano de acuerdo con la organización latina. Tras analizar en los últimos años los sistemas defensivos, el objetivo de los investigadores es realizar excavaciones en el interior de la ciudad para obtener más datos.

Esta última jornada del congreso ha contado también con ponencias sobre otros enclaves de Aragón, Castilla-La Mancha, Cataluña y País Vasco para concluir una cita que ha congregado en Zamora a lo largo de los tres últimos días a más de 150 especialistas en la Edad del Hierro gracias a la organización de Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica.

PUBLICACIÓN
Por otra parte, en el marco del congreso, ha tenido lugar la presentación de las actas de las “II Jornadas de Jóvenes Investigadores del valle del Duero. Del Neolítico a la Antigüedad Tardía”, que recogen las comunicaciones que se presentaron en este evento, organizado por la Asociación Científico-Cultural Zamora Protohistórica y Tras las Huellas del Tiempo y celebrado en el Museo de León, que contó con la colaboración del Instituto Leonés de Cultura, la Universidad de León, la Diputación de León y la Junta de Castilla y León. Este evento reunió a 120 especialistas sobre el valle del Duero y tuvo lugar los días 25, 26 y 27 de octubre de 2012, con la presentación de 49 comunicaciones.

Equipo de Zamora Protohistórica.
Asimismo, la experiencia ha servido para presentar una nueva publicación editada por la casa especializada Glyphos, que contiene los 35 trabajos presentados en la segunda edición de esas mismas jornadas que tuvieron lugar en León con aportaciones sobre la arqueología y las nuevas tecnologías. Tanto este volumen (Del Neolítico a la Antigüedad Tardía) como el resto de trabajos editoriales se pueden adquirir en la página web del colectivo como en la librería Semuret.

CAMPAÑA EN EL CASTILLÓN
El éxito y la repercusión de las diferentes jornadas llevadas a cabo "ayudan" a la asociación a cumplir "nuevos objetivos". El más inminente se centra en una nueva campaña de excavaciones en el yacimiento de El Castillón (Santa Eulalia de Tábara), para el que intentan recabar distintos recursos que hagan posible el trabajo.

Precisamente, aquí radica una de las asignaturas pendientes de estas iniciativas, el apoyo institucional. "En estas jornadas, el apoyo de las instituciones públicas ha sido inexistente, por lo que resulta especialmente satisfactorio que la iniciativa haya salido adelante", explica José Carlos Sastre. El responsable de Zamora Protohistórica llama a las administraciones a "reflexionar" sobre encuentros como el de esta semana, "en el que han participado hasta 170 personas de diferentes países". Pese a ese "olvido", estas iniciativas colocan a Zamora en el mapa de la arqueología.

2 de abril de 2014

Documentan un recinto fortificado de la Edad del Hierro en el monte Larte (Guipúzcoa)

La cima del monte Larte, situado en la localidad guipuzcoana de Gaztelu, albergó un recinto fortificado en la Edad de Hierro, hace unos 2.500 años, según las investigaciones realizadas en el lugar por la Fundación Arkeolan y miembros del Museo romano Oiasso.
Los voluntarios sacaron a la superficie un muro circular. Foto: YARZA / DIARIO VASCO
Esta fortificación, denominada, Erroizpe-Larte se une así al conjunto de recintos fortificados de la Edad del Hierro de Gipuzkoa, que cuenta con emplazamientos de este tipo en Intxur (Tolosa), Basagain (Anoeta), Buruntza (Andoain), Murumendi (Beasain), Moru (Elgoibar), Murugain (Aretxabaleta), Muñoanundi (Orexa) y Akutu (Begoian-Errezil).

Este centro de investigaciones arqueológicas Arkeolan llevaba tiempo trabajando en el término de Gaztelu con la ayuda de la Diputación de Gipuzkoa con el objetivo de localizar los restos de la fortificación que da nombre al municipio (Castillo).

De esta forma, en 2011, gracias a la utilización de cartografía tipo "Lidar" y ortofotos de la institución foral, los arqueólogos localizaron un emplazamiento "muy peculiar" en la cima del monte Erroizpe y en sus aledaños del Larte.

Al año siguiente realizaron varias catas arqueológicas que descubrieron cimentaciones de muros identificados como obras de fortificación.


Concretamente, en la cima del Larte reconocieron tres anillos circulares de unos diez metros de diámetro y muros de un metro de anchura, en uno de los cuales practicaron una pequeña excavación.

Ya en el otoño de 2013, los expertos analizaron uno de los anillos y descubrieron gran parte de su planta con la colaboración de vecinos de Gaztelu, a los que se sumaron otros de Berastegi y de Tolosa.

También abrieron una cata arqueológica de la que recuperaron sedimentos, cerámica, huesos y restos de carbón que fueron enviados a datar a la Universidad de Uppsala (Suecia) que ahora han puesto de manifiesto una fecha de ocupación del recinto circular de Larte de hace unos 2.500 años.


30 AÑOS BUSCANDO CASTELLAS ROMANAS
Mertxe Urteaga directora de la fundación Arkeolan y del museo romano Oiasso, dirigió los trabajos junto a la arqueóloga Elena Zangitu y un grupo de vecinos voluntarios. Urteaga lleva 30 años buscando restos de las castellas romanas en Gipuzkoa. 

Pablo Gorosabel en el 'Diccionario Histórico Geográfico de Guipúzcoa' de 1862 menciona los restos de un fuerte, aunque hoy en día está tapado todo por la vegetación. Con la evolución de la tecnología, la Diputación Foral de Gipuzkoa realizó fotografías aéreas por satélite de todo el territorio, además de cartografías con tecnología 3D, que permitieron ver que existían construcciones circulares en la cima de Larte y Erroizpe.
(Fuente: Diario Vasco)

2 de agosto de 2013

Hallados cuatro hornos en un espacio comunitario del yacimiento íbero de los Vilars de Arbeca (Lleida)

El Grupo de Investigación Prehistórica (GIP) de la Universitat de Lleida (UdL) ha descubierto un espacio al aire libre, de unos 18 metros cuadrados, dedicado a la producción de alimentos. Restos de cuatro hornos de panadería, de tamaños superiores a los localizados en el interior de las casas, y un quinto más antiguo destinado a obtener temperaturas mucho más elevadas. Los arqueólogos, además, han obtenido del pozo mucho material para analizar
Trabajos de recuperación en el pozo central del yacimiento de Vilars de Arbeca. Foto: Universidad de Lleida.
El director del GIP y catedrático de arqueología de la UdL, Emili Junyent, ha asegurado que "los hallazgos superan espectacularmente las recuperadas en casi tres décadas de intervenciones en el yacimiento" y los resultados de su análisis pueden ser clave para entender el abandono de la fortaleza.

Una plaza de actividades comunitarias
En el barrio oeste, los arqueólogos han identificado un espacio al aire libre, de unos 18 metros cuadrados, dedicado a la producción de alimentos. Restos de cuatro hornos de panadería, de tamaños superiores a los localizados en el interior de las casas, y un quinto más antiguo destinado a obtener temperaturas mucho más elevadas hacen pensar en una plazoleta de actividades comunitarias. Junyent ha explicado que también se trabaja con la hipótesis de una antigua balsa de agua anterior al pozo central después de sacar a la luz una pequeña alcantarilla cubierta con pequeñas losas que atraviesa el anillo de espacios productivos.

La 29ª edición de la campaña de excavaciones en los Vilars, en la que también ha participado el alumnado del curso de la universidad de verano de la UdL, se ha centrado sobre todo en el pozo cisterna, fechado a finales del siglo V aC. En esta construcción, insólita en el mundo ibérico, que terminó siendo un vertedero, el GIP ha encontrado numeroso material cerámico, piezas de bronce, madera de unos 2.300 años de antigüedad y huesos de animales.

Analizando la conductividad eléctrica de las aguas
Los participantes en la campaña arqueológica también han hecho sondeos en pequeñas áreas perimetrales del pozo para intentar descubrir alguna estructura del área central de la fortaleza anterior a la cisterna. 
Trabajo en la plaza de actividades comunitarias donde
han aparecido los cuatro hornos culinarios.

Profesores del departamento de Medi Ambient i Ciènces del Sòl de la UdL colaboran analizando la conductividad eléctrica de las aguas, una medida indirecta de las sales disueltas. Su distribución espacial ayudará a entender la conexión entre el pozo, el foso y el torrente del Aixaragall, según Junyent.

Importancia de la molienda de cereal
Asimismo, Emili Junyent explica que elementos más pequeños también aportan datos importantes. La abundancia de polen de cereal, trigo y cebada en el interior coincide con la importancia de la molienda y los molinos rotatorios que se fabricaban desde muy antiguo en la propia fortaleza. Mientras, en el exterior se dibuja un entorno estepario, dominado por la artemisia, género de plantas herbáceas y arbustivas típica de ambientes semi-áridos de climas templados. Por otra parte, la ausencia de coprófilos indica que no había animales estabulados en el interior del recinto y el estudio de los crustáceos de medidas microscópicas aporta información sobre la alternancia entre sequía / salinidad y entradas de agua dulce, según el director del GIP.

Un nuevo enterramiento infantil
Los trabajos en el barrio este han sacado a la luz un nuevo enterramiento infantil que podría datar entre los años 700 y 650 antes de Cristo. El esqueleto, al que le falta el cráneo, estaba en una esquina del interior de una de las casas de la fase fundacional. 
El equipo lo ha encontrado en postura de decúbito lateral izquierdo con brazos y piernas flexionadas en posición fetal. Se trata de una tradición ancestral entre los íberos con un posible significado simbólico y ritual.

El catedrático de la UdL explica que el alto grado de articulación y la poca afectación tafonómica-proceso de fosilización-hacen pensar en un entierro en una pequeña fundición, cubierta totalmente de la misma tierra, sellando de esta manera el difunto. Los arqueólogos han guardado la totalidad del sedimento que acompañaba el entierro, para su posterior tratamiento y triaje en el laboratorio. 

El poblado íbero de Vilars de Arbeca  datado entre 
los siglos VIII y IV a.C. era una fortaleza inexpugnable.
Foto: Amics de Vilars
Un enorme hogar de forma oval
En esta zona, también han encontrado un nivel de cremación con cenizas que pasa por debajo de uno de los muros de la casa y un pavimento con preparación de adobe, muy bien conservado y con una enorme hogar central de forma oval.

La campaña de excavaciones en los Vilars de Arbeca, que continuará hasta el 15 de septiembre, con un breve paréntesis de vacaciones, está financiada por el Servei de Arqueologia i Paleontologia de la Generalitat y con el apoyo del Ministerio de Economía y Competitividad. Enlazará con los trabajos de restauración de la muralla noreste, previstos para el otoño, a cargo del convenio suscrito entre la dirección general de Patrimoni Cultural, la Diputació de Lleida y el Ajuntament de Arbeca.
(Fuente: La Vanguardia)

28 de febrero de 2013

Cancho Roano, el yacimiento más polémico

30 años después de su descubrimiento, presentan el primer recopilatorio de toda la bibliografía científica sobre este templo tartesio de Zalamea de la Serena (Badajoz).
El interior del yacimiento se estructura en diferentes estancias. Foto: A. MURILLO
El yacimiento extremeño de Cancho Roano alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX. Desde su descubrimiento en 1978 el templo tartesio próximo a Zalamea de la Serena y Quintana de la Serena ha sido uno de los hitos arqueológicos que más interés y polémica ha suscitado entre los investigadores especializados en la Protohistoria de la península Ibérica y uno de los que más abundante literatura ha generado.

La Diputación de Badajoz ha editado una obra que recopila la bibliografía científica publicada en 30 años de investigación. El libro, titulado 'Cancho Roano: más que palabras. Bibliografía crítica sobre el yacimiento post-orientalizante de Zalamea de la Serena', es obra del arqueólogo Jiménez Ávila (Mérida, 1965), vinculado al yacimiento desde 1988. El autor ha compartido su actividad entre la investigación y la gestión del patrimonio ha trabajado en la obra casi en secreto.

De sus estudios se extrae que el yacimiento que data del siglo V A.C. fue descubierto para la ciencia hace ahora 30 años. Su excavación y estudio crítico a lo largo de todo este tiempo han permitido sentar las bases iniciales para el conocimiento de las postrimerías de la Primera Edad del Hierro en el tramo extremeño del Guadiana, y de las transformaciones económicas y sociales que experimentaron las poblaciones de estos territorios en aquella época.

Cancho Roano está formado por un conjunto de edificaciones estructuradas en torno a un edificio central, elevado sobre una terraza de piedra, que aparece rodeado por una serie de largas y estrechas naves articuladas en pequeñas habitaciones. Todo ello, a su vez, es circundado por un ancho foso excavado en la roca que delimita un espacio de unos 2.000 metros cuadrados que, sin duda, alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX.

Más de un centenar de títulos
En este libro se hace una recopilación crítica de la bibliografía científica que suma ya más de un centenar de títulos. La ordenación cronológica y la introducción historiográfica que antecede a los comentarios, permiten obtener una clara visión acerca de la multitud de enfoques e interpretaciones de que ha sido objeto este ya célebre yacimiento extremeño, dentro del ámbito de la arqueologia científica. Como toda obra crítica, el trabajo recoge el punto de vista personal del autor, vinculado directamente a la investigación de Cancho Roano desde 1988.

Tal como subraya Javier Jiménez, “la estructura del libro es sencilla, una introducción de la historia de la investigación, fichas de obras sobre Cancho Roano, en torno al centenar, con bibliografía crítica que abarca de 1980 a 2010 y referencias bibliográficas, y un índice de revistas y otro onomástico”.

Al autor del trabajo le han acompañado en su presentación el diputado-delegado y el director del Área de Cultura de la Diputación pacense, Miguel Ruíz y Francisco Muñoz respectivamente, y la jefa del Departamento de Publicaciones, Antonieta Benítez.

Miguel Ruíz ha destacado que "como alcalde de Higuera la Real concozco bien la importancia de los yacimientos arqueológicos para el desarrollo de los municipios y zonas donde se ubican. En mi caso por el poblado celta de Capote, lo que ha posibilitado un incremento turístico importante. Cancho Roano se encuentra en el corazón de La Serena, claro ejemplo de ese desarrollo turístico mencionado y que fue posible gracias a la financiación de la Junta de Extremadura y de la Mancomunidad de Municipios de La Serena”.

Sobre las referencias míticas de Cancho Roano con la Atlántida, Jiménez Ávila ha precisado que se trata tan sólo de consideraciones esotéricas sin ninguna solidez científica.

(Fuente: Hoy)

17 de septiembre de 2012

Los arqueólogos regresan al oppidum de Monte Bernorio (Palencia)

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.
Un año más el equipo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac) ha vuelto al castro de la Edad de Hierro de Monte Bernorio, en el municipio palentino de Pomar de Valdivia,  para intentar sacar a la luz un poco más de su glorioso pasado.
Imagen del Área 3 del castro de Monte Bernorio, donde también
se excavó el año pasado. Foto: IMBEAC.

Un grupo formado por nueve arqueólogos, entre los que hay estudiantes de las universidades Complutense de Madrid y Oviedo, que comenzó con los trabajos hace una semana. Una nueva campaña que ha sido financiada por el propio Imbeac ya que no han contando con fondos ni de la Junta ni de la Diputación aunque sí esperan que les apoyen económicamente desde los ayuntamientos de Pomar y Barruelo.

Pese a la crisis y la falta de ayudas públicas la campaña se ha podido llevar a cabo gracias también al trabajo de apoyo de ocho personas voluntarias que se desplazan algunos días para ayudar a los arqueólogos. Con la ayuda que no han podido contar finalmente debido a la escasez de fondos ha sido con la de los expertos de la Universidad de Burdeos.

Excavación de veinte días de duración en la que además de Monte Bernorio tienen previsto prospectar en otros yacimientos que están analizando en la Montaña Palentina. En el castro de Villarén este año los trabajos se centran en el área 3. Allí se estudiarán dos edificaciones con el fin de ver cómo eran las cabañas donde residían los habitantes del castro. «Queremos analizar cómo eran las viviendas, cómo se cerraban, su planta, si encontramos indicios de que existieron puertas, etc.», concreta Jesús Francisco Torres Martínez, director del proyecto junto al catedrático Martín Almagro.

El proyecto del castro de Monte Bernorio se presentó en el año 2004 ante la Junta de Castilla y León como una iniciativa de investigación integral que contemplaba tanto la investigación científica como la proyección patrimonial de los yacimientos arqueológicos en su área de interés y su difusión.
Vista aérea del castro de Monte Bernorio, próximo a Aguilar de Campoo.
Foto: Proyecto Monte Bernorio (Facebook)

Actualmente se encarga de la gestión del proyecto el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac). El estudio científico de los materiales se realiza en el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid.

Han colaborado en el proyecto la Real Academia de la Historia a través de su Gabinete de Antigüedades y el Instituto de Estudios Prerromanos y de la Antigüedad (IEPA). También han participado equipos del Institut für Archäologische Wissenschaften de la Universidad de Frankfurt (Alemania) y arqueólogos de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

El punto central de la intervención es la ciudad fortificada de la Edad del Hierro (oppidum) de Monte Bernorio. Pero además trabajan en la localización e investigación de otros yacimientos arqueológicos por toda el área nororiental de la provincia de Palencia y sur de la Comunidad Autónoma de Cantabria, con especial atención a aquellos yacimientos relacionados con la Edad del Hierro.

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.

3 de agosto de 2012

Terminan las excavaciones arqueológicas en el yacimiento Astur- Romano de Lancia (León)

En esta campaña han participado 25 estudiantes de arqueología de diferentes universidades españolas.
Trabajos de excavación 2012 en la ciudad astur-romana de Lancia (León).
Foto: Diputación de León
La Diputación de León ha dado por finalizadas las excavaciones arqueológicas que se han realizado durante el pasado mes de julio en la ciudad astur romana de Lancia y a las que la institución provincial ha destinado durante esta campaña, la decimosexta, 22.000 euros.

En estas excavaciones, dirigidas por Liz Guiral y Jesús Celis, han participado un total de 25 estudiantes de arqueología de varias universidades españolas y varios profesionales. La excavación pretendía estudiar uno de los edificios de Lancia, que se encuentra ubicado cerca del foro, frente del mercado y dentro del recinto propiedad de la Diputación de León. Esta construcción, que los arqueólogos consideran excepcional, cuenta con grandes sillares caídos sobre la calle y una decumanus también cercana al foro.

Este edificio, que contó además con cierres de opus latericium y seguramente con revestimientos de mármoles y rocas nobles, fue construido en varias fases. La última de ellas presentaba en su interior dos hornos de forma oval y cuadrada, cuya utilidad no está demostrada pero, según los expertos, podría tener que ver con una producción de alimentos para su venta, aunque no se descarta un uso doméstico. Los responsables de la excavación apuntan a que el edificio fue utilizado en un principio para otras funciones.

Por otro lado, las excavaciones también se han concentrado en otra de las fincas de la institución provincial, concretamente en el pago conocido como de Valdealbura. En este lugar se ha excavado parcialmente una escombrera o cenizal que procede de los depósitos acumulados por los astures y por los romanos en el Alto Imperio y que podrían datarse entre los siglos III a, C. y I d.C.

La excavación en esta campaña se ha centrado en los niveles de la II Edad del Hierro, que han aportado numerosos vestigios con importantes lotes de los huesos de los animales consumidos durante la vida del oppidum, -ahora en proceso de estudio por la Universidad de León- restos de cerámicas conocidas como de tipo celtibérico, bolitas celtibéricas, cerámicas a mano, fragmentos de objetos de hierro y fíbulas de bronce típicas de esta fase del yacimiento.

La peculiaridad de estos hallazgos muestra por un lado lo extensa e importante que debió ser la ocupación del lugar en época prerromana y, por otro, las relaciones de la cultura material hallada con el área centromeseteña, territorio de los vacceos.

El cenizal podría a tener cerca de cuatro metros de profundidad y tan solo se ha sondeado en 1,5 metros, por lo que será necesaria una intervención especialmente dedicada a completar dicha secuencia, que se considera fundamental para conocer la dieta y las costumbres de los astures lancienses.

(Fuente: ileon.com)

7 de junio de 2012

Hallan 11 castros fortificados de la Edad del Hierro en Burgos

La comarca burgalesa de Las Loras, al norte de Burgos es un territorio histórico que perteneció a la Cantabria antigua. En opinión de los codirectores del proyecto, estos hallazgos podrían conducir a reinterpretar la historia de las guerras cántabras desde un punto de vista "estrictamente operacional".
Emplazamiento de uno de los castros de la Edad de Hierro
descubiertos al norte de Burgos.
Once nuevos castros cántabros y numerosos vestigios medievales han sido descubiertos en la comarca burgalesa de Las Loras, al norte de Burgos, un territorio histórico que perteneció a la Cantabria antigua y donde un grupo arqueólogos ha trabajado durante varios años en más de medio centenar de yacimientos.

Los codirectores del proyecto Alfonso Bourgon, Ignacio Ruiz Vélez y Ramón Bohigas han presentado este jueves en rueda de prensa estas novedades arqueológicas, que se presentarán públicamente en una conferencia, a las 20 horas, en el Ateneo de Santander, y que, en su opinión, podrían conducir a reinterpretar la historia de las guerras cántabras desde un punto de vista "estrictamente operacional".

El principal hallazgo son 11 nuevos castros fortificados de la Edad del Hierro pertenecientes al mundo cultural del pueblo protohistórico que llamamos cántabro, en la zona que fue frontera de las llamadas Guerras Cántabras (años 29 al 19 AC).


Los yacimientos han sido descubiertos mediante prospección ocular por Alfonso Bourgon a lo largo de varios años de "exhaustivas" salidas de campo y certificados en visitas posteriores por los doctores Ruiz Vélez y Bohigas, con la colaboración puntual del profesor y arqueólogo Manuel García Alonso y el doctor y catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cantabria César González Saiz.


Las campañas realizadas tenían por objeto el rastreo sistemático del terreno, mediante prospección visual y recogida de materiales en superficie para la identificación de posibles nuevos yacimientos arqueológicos en la franja de territorio comprendida.

La zona está delimitada por Alar del Rey-Villela por el oeste; Montorio-Huérmeces por el este; el valle de Valdelucio por el norte y Sasamón-Villadiego por el sur, según han indicado los codirectores, que han indicado que el objetivo era "completar el inventario arqueológico regional en una zona insuficientemente explorada".

Con los resultados de la campaña se publicará un trabajo revisando el conocimiento científico existente sobre el poblamiento de la edad del hierro en una zona que se identifica "claramente" como límite o frontera entre los antiguos cántabros, que ocupaban las primeras elevaciones y loras de la cordillera, y los turmogos o turmódigos, habitantes de las llanuras cerealistas del entorno de Villadiego y a los que, según las crónicas de los historiadores clásicos, las bandas de guerreros cántabros rapiñaban el fruto de sus cosechas por la fuerza de las armas.

A la vista de los resultados, se pretende también reinterpretar el episodio militar de las guerras cántabras (años 29 al 19 AC), desde un punto de vista estrictamente operacional, en lo que todas las fuentes clásicas y contemporáneas sitúan como la zona donde se inició la campaña de conquista y las primeras operaciones militares de la fuerza de invasión romana.

HALLAZGOS "DIVERSOS"
Los codirectores del proyecto han señalado que "los hallazgos han sido muy diversos, de distinto período y entidad e importancia", y que la "mayor parte" de ellos son asentamientos castreños y yacimientos medievales.

Entre estos hallazgos, "la pieza más antigua" es un 'chopper', una primitiva herramienta de piedra tallada. "Es un núcleo de canto rodado, de cuarcita, tallado con unos golpes básicos para darle un filo cortante, pero que también se ha utilizado como percutor a juzgar por las huellas de uso que presenta", han explicado.

Según los expertos que lo han analizado, su cronología es "muy amplia y poco concreta", oscilaría entre 400.000 y 1.100.000 años de antigüedad; es decir, entre el homo heidelbergensis y el homo antecessor de Atapuerca. Probablemente, según han indicado, es el primer hallazgo de estas características en esa zona del norte burgalés.

Por el contrario, la pieza más moderna es un cobre castellano o vellón resellado del siglo XVII, concretamente de 1636; es decir, una pieza a la que, durante el caos monetario del reinado de Felipe IV, se reacuñó un nuevo valor, en este caso de ocho maravedís.

En medio de estos dos hallazgos casuales hay 11 castros o poblados fortificados del hierro "totalmente inéditos", varias necrópolis tumulares del mismo período asociadas a algunos de esos castros; varios asentamientos no fortificados del mismo período; y antiguas minas de donde obtenían el mineral de hierro para la fabricación de herramientas y armas.

También se ha localizado un asentamiento fortificado tardorromano, es decir, visogodo; tres santuarios altomedievales con necrópolis asociada; restos de dos castillos altomedievales; o tres estelas medievales, una de ellas todavía en pie, entre otros.

REINTERPRETAR LAS GUERRAS CÁNTABRAS
Como apunte general, los codirectores han augurado que "igual no todos los castros se ubicaban atendiendo a cuestiones exclusivamente de defensa" del territorio, "sino a la presencia de la materia prima estratégica por excelencia en aquel momento: el hierro".

Si esto fuese así, han indicado que puede que "haya que reinterpretar un período muy concreto de la historia y muy de moda de unos años a esta parte, como es el de las llamadas guerras cántabras, que tuvieron lugar entre los años 29 y 19 AC.

"Aceptando que no todos los castros localizados sean contemporáneos de ese episodio bélico -algunos serán sin duda mucho más antiguos- en cualquier caso, entre los que se han localizado nuevos en estas campañas y los que ya eran conocidos, el panorama que se nos presenta, en lo que era el límite meridional del territorio histórico de los cántabros es el de una franja fronteriza literalmente plagada de recintos amurallados o fortificados y perfectamente comunicados visualmente entre sí", han explicado.

Y es que, según han elucubrado, "esto quiere decir que las crónicas de los historiadores romanos sobre las operaciones militares contra los cántabros no pueden tener una explicación tan simple como la que nos ha llegado".

21 de agosto de 2011

Restos de la Edad de Hierro en Murumendi (Beasain)

La sociedad arqueológica Suhar viene realizando en ese yacimiento guipuzcoano descubrimientos inéditos. Destacan un molinillo manual, pegado a lo que pudo ser una torre de defensa, los muros defensivos o restos de cerámica y de escoria... 
Murumendi, el mitológico y tan nombrado monte beasaindarra vuelve a ser noticia a lo largo del mes de agosto. No lo es por la recuperación de sus afamadas romerías de agosto de antaño sino por las prospecciones arqueológicas que desde la sociedad arqueológica Suhar vienen realizando, al igual que lo hicieron a finales de los ochenta del siglo pasado arqueólogos de Aranzadi. El objetivo de ir profundizando en la búsqueda de vestigios y restos arqueológicos datados en la Edad de hierro.
Los arqueólogos en plena prospección en Murumendi.
Quienes suben y son habituales de la cima de Murumendi a buen seguro que además del alfombrado verde en infinidad de ocasiones han pisado más de un resto de la muralla de defensa de los poblados que antaño allí existieron en el edad de hierro es decir el S. I antes de Cristo.
En la campaña realizada en los ochenta, la sociedad de ciencias Aranzadi realizó «un trabajo de prospección inédito en una zona con todo el aspecto de ser un recinto fortificado con dos aterrazamientos en forma de escalón», según señalaba Carlos Olaetxea en el informe realizado en su día.
Ahora los miembros de Suhar, con el beasaindarra Ander Arrese al frente, han ido mucho más lejos; fruto de un trabajo muy paciente se han topado con muchos más vestigios de una Edad de Hierro bien avanzada. En el centro de la primera zona defensiva se toparon con una abertura y allí pudo ubicarse una torre y adosado a la pared donde encontraron un molino manual.
Cerámica con torno
En otras prospecciones cercanas encontraron gran cantidad de restos de cerámica, un colgante de bronce...Y es que trabajan al detalle, ya que entre la cerámica aparecida distinguen la realizada artesanalmente, es decir, manualmente y aquellos otros restos que fueron trabajados con un torno. Es impresionante que estos vestigios permanezcan 22 siglos en un sitio tan cercano.
Doble muralla concéntrica
Los miembros de Suhar ubicaron las zonas de los muros de defensa en forma de semicírculo concéntrico hasta llegar a la zona del barranco; y en un plano más elevado hay otros muros cuyo espacio interno era utilizado a beneficio del hábitat humano.
El molinillo manual encontrado en las catas de 2009.
«Ahora queremos dar con vestigios de sus viviendas, el problema es que se realizaban con madera y adobe, elementos que por su propia naturaleza desaparecen y no suele quedar ningún vestigio. A pesar de ello, es nuestro reto», señalaba Ander Arrese. Es el empeño y objetivo de esta campaña que se alargará toda la próxima semana, hasta el día 26.
La pendiente sobre la que se encuentra el yacimiento a los mismos moradores de aquellas zonas hace 22 siglos les condicionó su forma de vida.
En otra de las zonas hallaron gran cantidad de escoria de hierro lo que les llevó a considerar que aquella zona era propia de una fundición al estilo de aquella época, pero no han podido dar con los restos del horno.
  Prueba
Prueba  
El próximo viernes cierran la campaña de este verano desde estas líneas uno de los agradecimientos los trasladan al Lizeo Alkartasuna por la ayuda prestada.
(Fuente: Diario Vasco/JuanTxo Unanua)

3 de febrero de 2011

La extraña semejanza entre mangos de hueso gallegos de la Edad de Hierro


Para ampliar la información sobre el mango de hueso aparecido en una cueva de O Courel (Lugo) y que publicamos en LA BITÁCORA DE JENRI el pasado domingo acompaño este post publicado en CULTURA GALEGA, y que amablemente nos envía Nino, que recoge las semejanzas entre este mango de hueso y otro aparecido hace seis meses en otra cueva de Lanzada (Pontevedra). La traducción la he realizado yo mismo, así que ruego sepáis disculparme los posibles errores. Para ver la información original podéis acceder aquí.
¿Que pueden tener en común una cueva de Courel y otra de la península de Lanzada, en la puertas de la Ría de Arosa? Pues dos curiosos mangos de hueso que han aparecido en estos lugares durante los ultimos seis meses. Estos mangos comparten algo más que una sospechosa apariencia común: en sí mismos son toda una lección de conservación de restos arqueológicos en Galicia. El mango de Courel, fue encontrado por los miembros de un club de espeleología de La Coruña en una cueva cuya ubicación no se ha hecho pública ya que también a aparecieron estos de cerámica en la misma.
El mango de Courel (arriba) y uno de los encontrados en Lanzada.
Según Rafael Rodríguez, arqueólogo y director de las excavaciones de Lanzada "estos dos mangos de hueso pueden corresponder a una larga secuencia temporal que abarca desde la Edad de Bronce hasta la Edad Media". "Ambos mangos de se han conservado hasta hoy porque en Lanzada hay arena y en Courel la cueva es caliza. Estos dos factores, sumados al clima gallego han ayudado a la preservación de los restos".


Para Rafael Rodríguez, los dos mangos, el de Lanzada y el de Courel, se corresponden a la misma época: La Edad de Hierro. En Lanzada aparecieron también otros cuatro mangos, tres de los cuales son muy semejantes entre sí y muy parecidos al hallado en Courel". "Toda una lección de extensión de las modas estéticas a lo largo de Galicia en una época muy distante".


23 de julio de 2010

Tras las pistas de los íberos en El Puig (Alicante)

Reinterpretar la vida de hace 2.500 años a través de las ruinas. Este es el objetivo del equipo de arqueólogos que trabaja desde hace seis años en el yacimiento íbero de El Puig, sobre el Barranco de la Batalla en Alcoy, y la campaña de este año arroja nuevos datos sobre cómo vivían y se relacionaban las familias que habitaron la zona en la Edad del Hierro. La excavación actual se centra sobre una barriada de 400 metros cuadrados en la que residieron unas seis familias, que se vieron obligadas a abandonar el poblado de forma repentina, según las primeras hipótesis, por una rivalidad vecinal. Las cerámicas halladas constatan que a partir del año 325 a.C., El Puig quedó desierto.

El proyecto de investigación en El Puig se inició en el año 2004, y está dirigido por el profesor titular de Arqueología en la Universidad de Alicante, Ignasi Grau, y el director del Museu Arqueològic Municipal de Alcoy, Josep María Segura. El pasado 28 de junio se inició una nueva campaña de trabajos, en la que colaboran catorce alumnos de forma altruista, que se prolongará hasta el próximo domingo. Para este día, según anuncia Segura, «se celebrará una jornada de puertas abiertas para dar a conocer la tarea llevada a cabo, desde las 10.30 hasta las 12 horas, y se pondrá a disposición de los interesados un servicio de autobús gratuito que partirá desde la Tourist Info».
El Puig, que se localiza en un extremo de la urbanización del Estepar, sobre el Barranco de la Batalla, se convirtió en un asentamiento humano durante gran parte del primer milenio antes de la Era. Los restos más visibles son los de su último momento de ocupación en época ibérica clásica, en el siglo IV a.C. Una comunidad de alrededor de trescientas personas escogió este monte, que satisfacía las necesidades estratégicas y defensivas, para construir un poblado de casas cuadrangulares de piedra, articuladas en torno a calles rectas, así como sólidas fortificaciones en el único camino de acceso. El Ayuntamiento de Alcoy concluyó hace dos años la restauración de un torreón de forma cuadrangular.
Según informa Ignasi Grau, «este año estamos trabajando sobre una barriada que ocuparía unos 400 metros cuadrados, en la que vivirían unas seis familias, de las cerca de 90 que llegaron a habitar en todo El Puig, y hemos encontrado documentación de primer orden para poder interpretarla y saber cómo era la actividad diaria del siglo IV antes de Cristo».
A diferencia de campañas anteriores, en las que los arqueólogos detectaron en pequeños cuadros toda la historia del yacimiento desde sus orígenes, en el siglo VIII hasta finales del IV, ahora están obteniendo una imagen del último momento del asentamiento.
«Estamos dando color a una imagen que antes teníamos en blanco y negro, y es que ahora empezamos a conocer con detalle las formas de economía, de la vida doméstica, familiar, de agregación social y de estrategias para relacionarse entre ellos». En este sentido, Grau detalla que el hallazgo de una serie de vestigios han permitido recomponer dietas, pautas de consumo y saber los productos que cultivaban las familias de la Edad del Hierro. «Comían ovejas y cabras principalmente, después cerdos y alguna vaca en tiempos de fiesta. También consumían de forma habitual bellotas y cerveza, y vino en las fiestas. En una habitación también hemos encontrado copas áticas, lo que demuestra que bebían de forma extraordinaria y no ordinaria».
Por otra parte, el grupo de arqueólogos ha detectado niveles de abandono repentino en la zona, que quedó deshabitada partir del año 325 a.C. Grau explica que «las familias dejaron aquí todo lo que tenían, y hay evidencias de que en algunas casas se produjeron incendios, por lo que todo apunta a que les obligaron a marcharse». Asimismo, indica que «hay varias hipótesis a investigar, pero más que una invasión de gente venida de fuera, como cartagineses u otros grupos, puede que hubiese una rivalidad vecinal, y el candidato es La Serreta, que sí mantuvo su vida y vio incrementada su población, posiblemente porque las familias de El Puig fueron obligadas a trasladarse allí». (Fuente: lasprovincias.es)