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9 de septiembre de 2022

Los siete renaceres del Ave Fénix en Pintia

La última campaña en la ciudad vaccea permitirá afinar la datación de las consecutivas ocupaciones del yacimiento de Padilla de Duero
Recipientes hallados en las casas de Las Quintanas. Foto: Universidad de Valladolid.

Ave Fénix o gato. El hábitat urbano de Pintia, Las Quintanas, al que se bautizó con el nombre del pago que ocupa en Padilla de Duero, es un híbrido entre el ave mitológica y de la no menos mitológica longevidad del felino. Hasta siete veces renació de sus cenizas.

«Ave Fénix o gato», le gusta denominar a Carlos Sanz, con ironía, al yacimiento. El director de las excavaciones de Pintia y del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg, la denomina así porque la ciudad vaccea «se va reconstruyendo una y otra vez, hasta siete veces». Hacia atrás en el tiempo, «aquí teníamos una necrópolis visigoda; antes había hasta cuatro niveles romanos y luego ya empezaban los siete niveles vacceos. Niveles de destrucción por incendios y colmatación sucesiva sobre los escombros».

Ave Fénix cuyos vestigios bien definidos por cenicientos estratos están siendo de mucha utilidad para identificar algunos de los ocasos y renaceres de la ciudad de Pintia. Ahora se va a afinar más la datación de cada uno de ellos por medio del paleomagnetismo. De realizar estas mediciones, cuyos resultados pueden estar listos este otoño, se encargarán expertos del área de Geológicas de la Complutense.

Paleomagnetismo
El paleomagnetismo es una disciplina basada «en el principio de la variación del norte magnético terrestre en el tiempo, variaciones reflejadas en la orientación de los segmentos férricos en arcillas rubefactadas (pigmentadas de rojo)». Asimismo, la zona excavada conserva «estructuras termoalteradas» por los sucesivos incendios. «Aquí tenemos algo muy bueno. Aparte de los hogares de las casas, tenemos el incendio de toda la vivienda, con lo cual se mantiene la orientación de los suelos. Esas arcillas mantienen la orientación del polo magnético terrestre».

Este año la campaña se ha centrado en Las Quintanas, recuperando la actividad en este espacio después de 15 años centrados en la necrópolis de Las Ruedas. El objetivo es claro: a través del paleomagnetismo se trata de «datar y anclar la cronología del yacimiento» afinando la precisión cronológica en no más de 20 o 25 años. «Hace unos años teníamos márgenes de 150 años». Ahora, mejorados los parámetros que utiliza el paleomagnetismo «podemos datar, algunas zonas, de generación en generación, o sea, cada 20 años». Esto supone concretar mucha información del día a día de Pintia. Tecnología, arquitectura y materiales, fabricación y uso de útiles y de objetos y otras tantas cuestiones relacionadas con la evolución del pueblo vacceo en este enclave.

Entre el 2000 y el 2007 se excavó «una trinchera con la que conseguimos la primera secuencia completa que obtuvimos del asentamiento de Las Quintanas. Era un proyecto que pretendía dejar de forma escalonada los 1.200 años de historia que estuvieron aquí. Tenemos una secuencia espectacular», destaca Sanz.

Aquellos primeros trabajos en Las Quintanas destaparon un pozo artesiano de época romana. «Un pozo de agua fallido –utilizado como basurero por los romanos– que es como una ventana abierta a toda la estratigrafía». Es decir, en sus paredes el tiempo se muestra retratado en sucesiva capas de terreno bien definidas que ahora tratarán de poner fecha de forma precisa.

¿Qué puede aportar la medición paleomagnética de ese terreno delimitado en estratos?: «Sabemos que hay siete niveles de incendio y se ha reconstruido la ciudad siete veces, pero no sabemos qué distancia hay de un incendio a otro, no sabemos si ha pasado una generación, cinco años, un año... Conocer esto va a ser muy importante. Pero no nos podemos quedar solo en datar los niveles, necesitamos tener lugares asociados. Es decir, que también hay que excavar. En un futuro lo que esto significa es una vuelta a recabar información de cada uno de los niveles, pero con un poco de fortuna, sabiendo en qué cronología estamos».

Este año, de los siete niveles, se datarán dos, aquellos que comprende las guerras sertorianas (75 años a.C.) y el previo (151 años a.C.), que es el que hemos excavado. Para alcanzar «los niveles fundacionales, si seguimos a este ritmo, igual el año que viene es posible que podamos también datarlos». El 151 antes de Cristo «es una fecha crítica. Solamente saber que tenemos 75 años de distancia entre Sertorio y otro militar romano que es Lúculo, el que asola Intercatia y Pallantia, sería extraordinario, porque podríamos determinar qué pasó en Pintia», explica Sanz.

Datos de las cubiertas
En cuanto a los objetos hallados, estos no son diferentes a las tumbas en la necrópolis de Las Ruedas, pero en esta ocasión enmarcados en un ámbito doméstico. «Nos hemos encontrado algunas copas, algún recipiente de almacenaje grande encastrado en el suelo», y algo que va a ser de gran utilidad a la hora de interpretar las viviendas. «Hemos visto unos hoyos de poste descomunales que sustentan construcciones sólidas, e incluso hemos dado con algunos revoques de fachada que resultan un poco extraños por su espesor, y, que ahora –por el tamaño de los citados postes de sujeción–, ponerlos en horizontal tiene más sentido».

Volviendo a los objetos hallados, «el plus del poblado frente a todo lo que veníamos haciendo estos años de atrás, que es el mundo simbólico de la muerte con las excavaciones en la necrópolis de Las Ruedas y su representación, pues aquí lo que tenemos es el mundo cotidiano, el día a día sin el filtro ideológico tan marcado del mundo de la necrópolis. Este es el mundo real, por eso tiene ese atractivo. Y eso que no ha salido mucho material esta vez».

Pero el objetivo central, recuperar esta zona de Pintia, el poblado, escalonar la excavación para observar su evolución de un golpe de vista, y, sobre todo, dejarla preparada para la medición paleomagnética, se ha cumplido, por lo que Pintia irá resurgiendo de sus cenizas cual Ave Fénix.

21 de diciembre de 2016

Documentan otra importante vivienda en el yacimiento celtibérico de Ciadueña (Soria)

Tiene 60 metros cuadrados de planta rectangular distribuidos en cinco estancias. Incluye un hogar en forma de ‘U’ con trasfuego y un horno de pan de 1,6 metros de diámetro. También se han encontrado importantes restos cerámicos y piezas de vajilla completas. Esta vivienda se suma a otra encontrada en campañas anteriores
Los arqueólogos atienden al delegado territorial que visitó el yacimiento.  
Su emplazamiento se sitúa en un pequeño altozano, que se eleva 30 metros sobre el cauce del río, desnivel que se salva con una abrupta pendiente en las laderas norte y este, cayendo más suavemente hacia poniente, donde para dificultar el acceso se excavó un foso de grandes dimensiones.

Todo el perímetro debió estar rodeado, según los técnicos responsables de la investigación, por una muralla construida en tapial, cuyo derrumbe ha quedado marcado por un pequeño terraplén que se asoma sobre el foso en el sector no cultivado.

Las labores técnicas en este conjunto arqueológico se remontan al año 2008, cuando la prospección para la redacción del catálogo arqueológico incluido en las Normas Urbanísticas del Municipio de Barca, realizado por la empresa soriana Areco Arqueología S.L., documentó la existencia del yacimiento.

En su visita, el delegado territorial de la Junta en Soria, Manuel López, ha manifestado que, dado el interés de este espacio arqueológico, la Junta de Castilla y León está desarrollando, a través de la Dirección General de Patrimonio Cultural y bajo la coordinación del Servicio Territorial de Cultura de Soria, el proyecto de investigación en Ciadueña, dirigido por los arqueólogos Juan Pedro Benito Batanero, Alberto Sanz Aragonés y Carlos Tabernero Galán, de Areco Arqueología S.L., cuya financiación hasta el momento asciende a 89.708 euros (a través de Fondos Feder), de los que 17.900 euros corresponden al actual programa de excavaciones.

Junto al delegado y los directores técnicos de las excavaciones, han asistido a la visita el jefe del Servicio Territorial de Cultura, Carlos de la Casa, y la arqueóloga territorial, Elena Heras.

VIVIENDA
Las actuaciones de esta última campaña se han centrado en concluir la excavación de la denominada ‘Vivienda 2’, iniciada el pasado año, así como en los trabajos de documentación de esta y sus elementos arquitectónicos.

Los resultados obtenidos han permitido identificar una vivienda de 60 metros cuadrados con una distribución compleja.


Esta vivienda de planta rectangular consta de cinco estancias: al fondo se encuentra una despensa, en la que se han hallado apoyos para grandes vasijas de cerámica; a continuación una gran sala central en la que se sitúa un hogar en forma de ‘U’ con trasfuego y un horno de pan de 1,6 metros de diámetro; seguidamente dos habitaciones de menor tamaño y, en paralelo a estas, un espacio alargado que se ha interpretado como una cuadra.

La vivienda tendría accesos independientes desde la calle a la cuadra y a la zona doméstica.

Todas las estancias estaban comunicadas a través de puertas con umbrales y marcos de madera, de los que se han conservado las improntas.

La excavación ha proporcionado numerosos restos cerámicos y piezas de vajilla completas, como platos, copas, cuencos y ollas de cocina, así como elementos de las techumbres que confirman que las casas disponían de cubiertas planas, construidas con vigas de madera y barro.

BUEN ESTADO DE CONSERVACIÓN
La importancia de estos hallazgos para la investigación radica en el buen estado de conservación de todos los elementos descubiertos, tanto estructurales (muros de adobe, silo u horno) como materiales (cerámicas, cestos de mimbre, estructuras de madera, etc.), debido a su repentino abandono a causa de un gran incendio. Gran parte del ajuar cerámico encontrado ha sido depositado en el Museo Numantino de Soria para su restauración.

Esta nueva vivienda se adosa a otra excavada en campañas anteriores, de mayor tamaño (100 metros cuadrados) y una estructura más compleja.

Los responsables del proyecto de investigación arqueológica están utilizando modernas herramientas en los trabajos de documentación, desde programas de registro tridimensional, mediante fotogrametría y escáner 3D, hasta sistemas de información geográfica.

Se han realizado análisis de paleomagnetismo y carbono 14 para la datación del yacimiento, así como cromatografía de gases para analizar el contenido de las cerámicas encontradas.

Los primeros resultados de estos análisis han proporcionado una fecha de ocupación de la ciudad en el siglo II antes de Cristo, produciéndose la destrucción y abandono de la misma durante el siglo I antes de Cristo.

(Fuente: El Mirador de Soria)

24 de junio de 2012

El paleomagnetismo, tecnología para resolver los interrogantes de la Arqueología

Hasta la fecha, el dato más antiguo obtenido por el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) se remonta a hace 1.200.000 años.


Con la llegada de los meses de verano, la actividad en los distintos yacimientos arqueológicos diseminados por la región se multiplica. Los equipos de investigación aprovechan el buen tiempo para obtener mejores resultados, y el fruto de su esfuerzo debe ser catalogado y estudiado para determinar su antigüedad y su utilidad arqueológica. Y estas operaciones realizan en el CENIEH, que está ubicado en Burgos.

A este centro -- uno de los más avanzados en la materia a nivel mundial -- llegan muestras de los yacimientos de Atapuerca, Orce o, incluso, del Norte de África.

Para saber la edad de un fósil, el primer paso es averiguar la edad del suelo donde es hallado. Bastan diez centímetros cúbicos de sedimento para que los magnetómetros detecten la orientación de las partículas de óxido de hierro. A 269 grados bajo cero, este sofisticado instrumento ofrece una fecha aproximada.

"Si encontramos sedimentos cuyos óxidos de hierro apunten hacia el sur sabemos automáticamente que tienen una antigüedad superior a los 780.000 años", explica Joseph María Parés, coordinador de los programas de geocronología del CENIEH.

Mathieu Duval, uno de los científicos integrados en el centro, añade que "desde aquí podemos datar hasta el Pleistoceno Inferior. Es decir, las primeras ocupaciones humanas en el continente europeo".

Hasta la fecha, el dato más antiguo obtenido por el CENIEH se remonta a hace 1.200.000 años.

(Fuente: Radio Televisión de Castilla y León)

6 de junio de 2024

Un nuevo método para medir el tiempo entre hogares neandertales

La revista Nature publicó ayer 5 de junio una investigación basada en técnicas que permiten concretar, como nunca hasta ahora, el tiempo transcurrido entre varios fuegos prehistóricos. Investigadores de las universidades de Burgos, Complutense de Madrid, La Laguna, Valencia y Alicante y del Instituto de Geociencias ha analizado una secuencia de fuegos neandertales, estimando que pasaron al menos 200-240 años entre el primero y el último.

Un equipo interdisciplinar conformado por investigadores de la Universidad de Burgos, la Universidad de La Laguna, la Universidad de Valencia, la Universidad de Alicante, la Universidad Complutense de Madrid, y el Instituto de Geociencias, ha logrado determinar con enorme precisión el tiempo mínimo transcurrido entre varios fuegos neandertales, vinculados a asentamientos temporales de mayor o menor duración, en el yacimiento de El Salt (Alcoy, Alicante). 

La investigación, encabezada por la investigadora de la UBU Ángela Herrejón-Lagunilla y publicada en la revista Nature, aborda uno de los grandes desafíos de la arqueología prehistórica: la escala temporal en la que se llevaron a cabo actividades humanas en el Paleolítico. Los profesores del Grupo de Investigación en Paleomagnetismo de la Universidad de Burgos Juan José Villalaín Santamaría y Ángel Carrancho Alonso firman, junto a Ángela Herrejón, este artículo, además de Francisco Javier Pavón-Carrasco, Mario Serrano Sánchez-Bravo, Santiago Sossa-Ríos, Alejandro Mayor, Bertila Galván, Cristo M. Hernández y Carolina Mallol.

La propuesta abre la puerta a conocer mejor el comportamiento de grupos neandertales concretando, por primera vez con gran precisión, el tiempo mínimo implicado en la acumulación de restos arqueológicos resultantes de sus actividades. Este avance ha sido posible gracias al estudio de los fuegos u “hogares”, y sus restos arqueológicos asociados, mediante una metodología muy novedosa que combina análisis arqueomagnéticos y arqueoestratigráficos.

El estudio, desarrollado durante casi 10 años, analiza una secuencia de 6 hogares procedentes de una misma unidad arqueológica (unidad X, de unos 52.000 años de antigüedad) en el abrigo de El Salt, un conocido yacimiento neandertal, y determina que, con altísima probabilidad, transcurrieron como mínimo unos 200-240 años entre la realización del primer hogar y el último, con diferencias que van de 2-3 décadas entre algunos de ellos a 100 años en otros.

“Se trata de una resolución sin precedentes en la arqueología paleolítica y que cambia de manera significativa las concepciones previas sobre la frecuencia de las ocupaciones humanas en las sociedades cazadoras-recolectoras prehistóricas”, destaca Ángela Herrejón, investigadora del Departamento de Física de la Universidad de Burgos y primera autora del trabajo.

Este estudio pone en tela de juicio la práctica arqueológica habitual de estudiar los materiales como si pertenecieran a un único grupo cultural o a un único periodo y lleva a los investigadores a “replantear la importancia de la forma en la que se excava para no ofrecer interpretaciones sesgadas del comportamiento de los grupos humanos prehistóricos”, asegura Ángela Herrejón.

Hasta ahora, las técnicas de datación disponibles para contextos tan antiguos como la unidad X de El Salt suelen tener incertidumbres temporales muy altas. No es posible aplicar la datación por carbono 14 a materiales más antiguos de 50.000 años y otras técnicas, como la luminiscencia, suelen tener errores de varios miles de años. En el trabajo publicado por Nature, mediante estudios de arqueoestratigrafía se infirió la posición estratigráfica relativa en la que se encuentran los hogares y sus restos asociados. Es decir, qué es anterior y qué posterior, seriando la secuencia de fuegos.

La enorme cantidad de restos arqueológicos de estos contextos, la topografía irregular del sustrato y los complejos procesos de formación y alteración implicados dificultan mucho aislar las ocupaciones neandertales. Ello requiere de un proceso de excavación y registro del material arqueológico muy minucioso, donde cada resto arqueológico y cada facies sedimentaria o porción de sedimento de diferente textura o color que las adyacentes, es coordenada tridimensionalmente y relacionada entre sí.

Una vez inferido el orden estratigráfico de los fuegos, se procedió a cuantificar el tiempo mínimo transcurrido entre sus quemas y este es el principal aporte metodológico del estudio. Para ello se recurre al arqueomagnetismo, disciplina geofísica que estudia el registro de la dirección y/o intensidad del campo magnético terrestre (CMT) en materiales arqueológicos quemados.

“Generalmente, el arqueomagnetismo se utiliza como técnica de datación para un rango temporal de aplicación que no supera los últimos 4.000 años. Aquí estamos hablando de cronologías mucho más antiguas, por lo que el enfoque es diferente” señala Francisco Javier Pavón, investigador del Departamento de Física de la Tierra y Astrofísica de la Universidad Complutense de Madrid y del Instituto de Geociencias (CSIC-UCM).

El método usado por este equipo multidisciplinar no puede brindar un máximo de años, pero sí un mínimo. En el caso de la unidad X de El Salt, los resultados obtenidos tienen implicaciones muy importantes e inesperadas. Los restos de fuegos que calentaron estos asentamientos, que se distribuyen en unos pocos centímetros de espesor de sedimento y algunos de ellos aparentemente en la misma superficie, representan al menos dos siglos.

Que el tiempo mínimo de formación de la secuencia de fuegos sea de unos 200-240 años implica que los grupos humanos que los hicieron estuvieron separados por varias generaciones de individuos que, incluso, nunca llegaron a conocerse. No hay que olvidar que son grupos cazadores-recolectores, que se mueven constantemente en busca de recursos.

Las implicaciones arqueológicas son enormes. Lo que se excava en un yacimiento como este no es más que una imagen aislada y concreta de todo un conjunto de actividades realizadas en un territorio mucho más amplio. Lo que aquí se ha obtenido son pequeños fotogramas de escenas de comportamientos humanos separadas por una secuencial temporal que, por primera vez, se plasma con una precisión hasta ahora desconocida, lo que permitirá entender mucho mejor el comportamiento humano en el pasado a través de la Arqueología.

29 de julio de 2016

Arqueólogos identifican asentamientos altomedievales en La Genestosa (Salamanca)

La campaña que la Universidad de Salamanca realiza en el yacimiento de ‘El Pueblito’, en la comarca salmantina de La Genestosa, ha descubierto estructuras en superficie de una comunidad campesina del S. VIII que podrían ser las primeras encontradas en la Meseta del Duero
Rubén Rubio Díez e Iñaki Martín Viso, investigadores principales del proyecto. FOTO: USAL.
“La historia escribe en las piedras, la piedra escribe la historia”, bien podría ser un lema de alguna de las casas de la exitosa serie televisiva ‘Juego de Tronos’. Pero no, se trata de lo que uno percibe en medio de la quietud de la dehesa de La Genestosa, localizada en la comarca de El Rebollar, al suroeste de la provincia de Salamanca y próxima a la localidad de Casillas de Flores. En este singular paraje de rebollos y suelo granítico Iñaki Martín Viso, investigador de Historia Medieval de la Universidad de Salamanca, trabaja desde 2012 identificando las huellas dejadas por núcleos poblacionales desde el inicio de nuestra Era Común, en el siglo I.

La novedad de esta cuarta campaña, desarrollada en el yacimiento de ‘El Pueblito’, es que las características de las estructuras halladas en las nuevas prospecciones sugieren que tal vez pudiéramos estar frente a los primeros vestigios encontrados en la Meseta del Duero de una comunidad campesina altomedieval del s. VIII, “período del que nunca hasta ahora se habían documentado ni encontrado restos en esta zona de la Península Ibérica”, explica Martín Viso a Comunicación Universidad de Salamanca. De ser así estaríamos ante todo un hito ya que se trata de un “fragmento profundamente desconocido y oscuro de la historia”, tanto que incluso “de esa falta de datos historiográficos y arqueológicos surgió una corriente que aboga por pensar en un despoblamiento generalizado de esta área tras el fin del período romano que se prolongaría hasta el momento de la repoblación en el s. XII”, subraya el profesor.


Con la prudencia que caracteriza a los hombres de Ciencia, Iñaki Martín muestra todas sus reservas y recuerda que hay que esperar hasta dentro de unos meses cuando los resultados de los análisis de radiocarbono de los sedimentos y cerámicas encontrados, junto con los paleomagnéticos (que ofrecen la historia geológica de un lugar determinado) y los palinológicos (que aportarán información sobre la vegetación y polen de la época) permitan una acotación cronológica exacta de los restos. “Es cierto que lo que hemos encontrado en esta campaña es diferente a las anteriores, pero hasta entonces no estaremos en disposición de poder afirmar nada”, ataja.

ESTRUCTURAS DE HÁBITAT ASOCIADAS A TUMBAS EXCAVADAS EN ROCA
Las prospecciones de años anteriores en el amplia área de la dehesa permitieron a los investigadores documentar restos de épocas romana (finales del s. I y s. II) y altomedieval (de finales del s. V a mediados del s. VII). Rubén Rubio Díez, arqueólogo de la USAL y codirector de la investigación, detalla que en los dos últimos sondeos abiertos en ‘El Pueblito’ se descubren estructuras de hábitat altomedieval claramente perceptibles en superficie y asociadas a “dos tumbas excavadas en roca localizadas a escasos metros de distancia que habíamos catalogado anteriormente y que hicieron que fijáramos nuestra atención en este lugar concreto. Queríamos saber más acerca de la relación entre los dos puntos”, explica.

Debemos viajar en nuestra mente, entonces, a un poblado rural campesino, articulado en torno al cauce del arroyo del Mazo de Prado Álvaro muy próximo a la frontera con Portugal. Para las gentes de esta zona marginal y aislada de las rutas de comercio las condiciones de vida se suponen en extremo duras. Con una actividad dedicada fundamentalmente a la agricultura y la ganadería y con altísimos porcentajes de mortalidad de mujeres en edad fértil e infantil.

Para esta comunidad, en la que un individuo de 30 o 40 años se encontraba ya en el ocaso de su vida, los espacios funerarios tendrían un valor añadido ayudándoles, tal vez, en la creación de la identidad del grupo residente, sirviendo de memoria de ancestros sobresalientes del grupo o, como una especie de marcador de derechos sobre el uso de espacios y los recursos de una zona determinada. Es significativo que las tumbas se sitúen próximas a los asentamientos y estén perfectamente señalizadas, “están diseñadas para que se vean”, aseveran los investigadores.

El reto ahora consiste en averiguar “si estos nuevos restos y estructuras halladas corresponden a los mismos momentos de ocupación datados en los yacimientos colindantes. Es decir, si son coetáneos o, por el contrario, pertenecen a diferente cronología” y, en ese caso, tratar de determinar “el tipo y función de los espacios y su modo de ocupación, así como su distinta cultura material que nos informará sobre el modo de vida de los que allí vivían”, añade Rubio Díez.

CERÁMICAS, TESTIGOS DEL TIEMPO
El contexto del suelo granítico en el que se cimientan los yacimientos constituye el principal obstáculo al que se enfrentan para recabar datos cronológicos que sitúen el asentamiento en una franja precisa de espacio y tiempo. La acidez propia de esta roca ha eliminado cualquier tipo de resto óseo, tanto humano como animal, que pudiera servir de patrón para la datación temporal.

Por ello, Martín Viso y Rubio Díez, junto con su equipo de investigación compuesto principalmente por doctorandos del grado de Historia de la USAL, así como por estudiantes procedentes de universidades mexicanas y portuguesas, se afanan en identificar los materiales y modos de construcción de las edificaciones, así como en recuperar fragmentos de metales y cerámicas domésticas. Serán precisamente estas cerámicas los ‘testigos del tiempo’, los elementos principales que situarán al equipo sobre la pista de la edad del asentamiento desenterrado.

En este sentido, Inés Centeno Cea, arqueóloga especializada en estudios cerámicos de la Universidad de Valladolid colabora desde el año pasado en las prospecciones de la USAL ayudando en la identificación de las cerámicas encontradas. La especialista señala que el modo de producción pseudoindustrializado, un poco ‘en serie’ por así describirlo, que se realizaba en época romana se verá interrumpido a partir del s. V con el colapso del Imperio. A partir de entonces, comienzan a facturarse piezas cerámicas mucho más manuales, en tornos más rudimentarios y con sistemas de producción más reducidos que presentan menor grado de belleza y perfeccionamiento técnico. Se tratará de producciones locales que tendrán escasos km. de recorrido e identificar fragmentos de este tipo en el sondeo permitiría acotar el tiempo.

“Los modos de facturación y de producción empleados en las cerámicas dejan evidencias en las piezas. Son perceptibles en sus paredes una serie de huellas de los instrumentos usados que nos ayuda a ajustar la cronología de las producciones, cotejando datos de acuerdo a la historia de la evolución de la cerámica”, argumenta la experta. A simple vista las piezas del yacimiento parecen indicar que son posteriores al s. V. ¿Podría tratarse del s. VIII? Nuevamente una llamada a la calma, “nos movemos en un espacio de tiempo muy impreciso y en una zona en la que no disponemos de guías fósiles que puedan situarnos. Tenemos que esperar a los análisis”, concluye Centeno.

‘EL REBOLLAR’ COMO MODELO SOCIAL POSTROMANO
En su conjunto, el trabajo de los investigadores de la Universidad de Salamanca en toda el área de la dehesa de la Genestosa, aportará información contrastada de un amplio período que permitirá ver los cambios y las transformaciones sufridas en varios siglos por aquellos “sectores sociales que no aparecen en los grandes relatos históricos, de los que nadie habla. De ese 99% de la población que no forma parte de la nobleza ni de las élites del poder de los comienzos de la época medieval”, matiza Iñaki Martín, responsable principal del proyecto.

Todas estas evidencias arqueológicas permitirán ver cómo se organizaban este tipo de comunidades en esos primeros siglos medievales en los que no había un Estado, un poder cercano, analizando un caso concreto a escala local. De momento, las actividades del ‘Grupo de Investigación Antigüedad Tardía y Alta Edad Media en Hispania de la Universidad de Salamanca’ ya han demostrado que la despoblación en esta zona de la Meseta del Duero no era tal. Que sí ha habido asentamientos continuados en el tiempo y en diferentes épocas. Comunidades rurales de las que tratan de esclarecer el tipo de aprovechamiento que hacían de su entorno natural y sus modos de vida.

Gentes a las que se les presuponen creencias profundas con la construcción de esas tumbas excavadas en piedra, una ardua labor que necesitaba de una planificación previa en el tiempo, una dedicación. Tumbas de las que todavía quedan interrogantes por resolver: ¿Estuvieron tapadas en algún momento? ¿Se compartían entre diferentes individuos de un mismo grupo? ¿Tendrían una finalidad temporal hasta que el cuerpo era trasladado a una necrópolis? No hay ni un sólo resto óseo encontrado que pueda confirmar o desmentir las teorías.

La dehesa de La Genestosa es en sí es todo un tesoro arqueológico que pone en valor el patrimonio histórico y cultural de la provincia de Salamanca. Un tesoro del que el granito se encarga de salvaguardar todo su misterio.

PARTICIPANTES DEL PROYECTO
La campaña de excavación se enmarca en el desarrollo del proyecto titulado “Colapso y regeneración en la Antigüedad Tardía y la Alta Edad Media: el caso del Noroeste peninsular”, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Iñaki Martín Viso y Rubén Rubio Díez son los directores del estudio en el que colaboran el CSIC y la Universidad Complutense de Madrid en los análisis palinológico y los estudios de paleomagnetismo, respectivamente, así como las investigadoras Inés Centeno Cea (Universidad de Valladolid) y Marina Vieira (Centro de Estudos Arqueologicos das Univesidades de Coimbra e Porto –CEAUCP-).

(Fuente: Noticias CyL)

10 de agosto de 2015

Recuperan una vivienda y numerosos restos cerámicos en el poblado celtibérico de Ciadueña (Soria)

Los arqueólogos han documentado una vivienda de planta rectangular de la que se han excavado dos estancias, una despensa en la que se han hallado apoyos para grandes vasijas de cerámica y una gran sala central en la que se sitúa un hogar en forma de ‘U’ con trasfuego. La intervención ha proporcionado numerosos restos cerámicos y piezas de vajilla completas, como platos, copas, cuencos y ollas de cocina. Todo ello en excelente estado de conservación.
Esta nueva vivienda se adosa a otra de mayor tamaño, de unos 100 m2.
Los trabajos de esta última campaña arqueológica en el yacimiento celtíbero de Ciadueña, en el término municipal de Barca, han permitido desenterrar una vivienda del siglo II antes de Cristo con un importante ajuar doméstico.  Esta nueva vivienda se adosa a otra excavada en campañas anteriores, de mayor tamaño (100 metros cuadrados) y una estructura más compleja.

La importancia de estos hallazgos para la investigación radica en el buen estado de conservación de todos los elementos descubiertos, tanto estructurales (muros de adobe, silo u horno) como materiales (cerámicas, cestos de mimbre, estructuras de madera, etc.), debido a su repentino abandono a causa de un gran incendio.


URBANISMO DE LA CIUDAD CELTIBÉRICA
La inusual conservación de elementos de madera, muy difícil de documentar en yacimientos de este tipo y época, ha permitido, según los directores del proyecto, «conocer elementos desconocidos hasta el momento, como umbrales de puertas, cestos de mimbre, estructuras de telar, etc. Por otra parte, la superficie excavada (255 metros cuadrados a día de hoy) está aportando información sobre el urbanismo de la ciudad y ha permitido documentar, de forma fehaciente, que las casas disponían de cubiertas planas, construidas con vigas de madera y barro», según la información facilitada ayer por la Delegación de la Junta.

ABANDONADA EN EL SIGLO I a.C.
Para los trabajos de documentación los responsables arqueológicos están utilizando desde sistemas de registro tridimensional, mediante fotogrametría y escáner 3D, hasta sistemas de información geográfica. Se han realizado análisis de paleomagnetismo y carbono-14 para la datación del yacimiento, así como cromatografía de gases para analizar el contenido de las cerámicas encontradas. 


Los primeros resultados de estos análisis han proporcionado una fecha de ocupación de la ciudad en el siglo II antes de Cristo, produciéndose la destrucción y abandono de la misma durante el siglo I antes de Cristo.

UNA VASIJA EXCEPCIONAL
Gran parte del ajuar cerámico encontrado ha sido depositado en el Museo Numantino de Soria para su restauración. Destaca una gran vasija decorada con un friso de caballos pintados al estilo numantino, que se encuentra actualmente en proceso de restauración.


Parte de los restos excavados han sido cubiertos para evitar su deterioro, a la espera de realizar sucesivas campañas de investigación que permitan un conocimiento más amplio de la ciudad y la arquitectura doméstica urbana en época celtibérica. 


El yacimiento arqueológico ‘Las Eras’, en Ciadueña (Barca) es un poblado celtibérico en excepcional estado de conservación, cuyos trabajos arqueológicos financia la Consejería de Cultura y Turismo con 18.000 euros en la última campaña y 23.900 euros en los años anteriores.

Estas labores técnicas comenzaron en el año 2008, cuando la prospección para la redacción del catálogo arqueológico incluido en las Normas Urbanísticas del Municipio de Barca, realizado por la empresa soriana Areco Arqueología S.L., documentó la existencia de un yacimiento de época celtibérica, correspondiente a una ciudad de tamaño medio, junto al río Duero, con una extensión cercana a seis hectáreas.

(Fuente: Diario de Soria)