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11 de noviembre de 2024

Intervienen en el aeropuerto de Palma gran cantidad de piezas arqueológicas expoliadas de «valor incalculable»

La investigación del SEPRONA de la Guardia Civil se saldó con la recuperación de más 1.000 piezas históricas, entre las que se encuentran numerosas monedas, ánforas, ungüentarios, lámparas, vasijas, joyas, figuras y espadas, entre otras.
Las piezas son de alto valor arqueológico.

La Guardia Civil ha intervenido en el aeropuerto de Palma una gran cantidad de piezas arqueológicas pertenecientes al Patrimonio Histórico Español cuando iban a ser sacados del país de manera ilícita y que podrían haber sido expoliadas en aguas de Mallorca.

Según ha informado la Benemérita en una nota de prensa, a raíz de este hallazgo, el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) dentro de las competencias que se le atribuyen en este tipo de delitos, inició una investigación que se saldó con la recuperación de más 1.000 piezas históricas, entre las que se encuentran numerosas monedas, ánforas, ungüentarios, lámparas, vasijas, joyas, figuras y espadas, entre otras.

Todo este patrimonio, a falta de un informe definitivo más detallado, se estima que tendría un valor incalculable.

Todo el material arqueológico, será entregado por la Guardia Civil al servicio de Patrimonio Histórico, para su estudio y catalogación, pero su destino final es la devolución a los ciudadanos de Baleares y para que queden expuestas en el Museo de Mallorca.

8 de noviembre de 2024

Nueva campaña de excavaciones en el yacimiento de Los Millares (Almería)

Se ha iniciado la excavación de un sector de la cisterna, que en caso de confirmar su funcionalidad, se convierte en la cisterna más  de Andalucía. La actuación financiada por el Gobierno andaluz con 60.000 euros anuales está a cargo del Grupo de Prehistoria Reciente de la Andalucía (GEPRAN) de la Universidad de Granada.

La Junta de Andalucía ha comenzado la segunda campaña de excavación en el yacimiento arqueológico de Los Millares, en Santa Fe de Mondújar (Almería), una actuación financiada por el Gobierno andaluz con 60.000 euros anuales y a cargo del Grupo de Prehistoria Reciente de la Andalucía (GEPRAN) de la Universidad de Granada.

Según una nota del Gobierno andaluz, el objetivo principal de estas investigaciones bajo la dirección de los doctores Juan Antonio Cámara y Alberto Dorado es presentar al público “una imagen más completa de la vida de las poblaciones que vivieron en Los Millares durante el III milenio a.C., centrándose en el conocimiento de las zonas de residencia y los lugares de enterramiento”.

Durante esta campaña, que finalizó el 31 de octubre, se ha continuado con las investigaciones centradas en la ciudadela del poblado de Los Millares, definiendo otro de los tramos de la muralla que rodea a dicha acrópolis y se ha iniciado la excavación de un sector de la cisterna, que en caso de confirmar su funcionalidad, se convierte en la cisterna más grande localizada hasta el momento en Andalucía, con una capacidad de 270 metros cúbicos.

Asimismo, se ha seguido con la intervención arqueológica en el Gran Edificio de Los Millares, cuya funcionalidad y estructura está siendo investigada por el equipo de la Universidad de Almería. Su estructura y dimensiones contrastan con el resto de la arquitectura prehistórica del resto del poblado, no ya que no existe referente alguno en ningún otro lugar de España para este momento de la Edad del Cobre.

Ya se conocen algunas fechas de radiocarbono que lo sitúan en una fecha tan temprana como es la del 2.600 antes de Cristo.

Además, tras el descubrimiento mediante la técnicas geofísicas de georradar de la Tumba de la Chilena, que había pasado desapercibida durante mucho tiempo dentro de la necrópolis de Los Millares, se ha iniciado su investigación, siendo una de las más significativas por los materiales expuestos en el Museo de Almería, aunque su tipología y cronología continúan desconocidas.

En Los Millares se desarrolló una cultura agrícola, pionera en la introducción de la metalurgia del cobre en el Mediterráneo occidental y su poblado, protegido por cuatro líneas de murallas y una decena de fortines avanzados, presenta una necrópolis con más de cien tumbas colectivas, algo sin parangón en la Europa de la época.

En cada tumba se enterraban los miembros de un mismo clan con sus ajuares personales: armas, herramientas, adornos, cerámica simbólica e ídolos.

El poblado contó con un sistema defensivo, difícil de entender sin la existencia de unos pueblos megalíticos dedicados al pastoreo, con cuatro líneas de murallas, de las que la más exterior y moderna mide 310 metros desde los escarpes del río Andarax a la rambla de Huéchar, y presenta torres semicirculares o bastiones a intervalos regulares y dos puertas.

7 de noviembre de 2024

400.000 euros para el yacimiento de Vega Baja de Toledo

El Boletín Oficial del Estado, BOE, ha publicado este miércoles el Real Decreto que concede subvenciones destinadas a entidades e instituciones culturales singulares con un montante total para Castilla-La Mancha de 530.000 euros, buena parte de ellos, 400.000 euros, destinados al yacimiento arqueológico de la Vega Baja en Toledo.

Yacimiento de Vega Baja, en Toledo

El Boletín Oficial del Estado, BOE, ha publicado este miércoles el Real Decreto que concede subvenciones destinadas a entidades e instituciones culturales singulares con un montante total para Castilla-La Mancha de 530.000 euros, buena parte de ellos, 400.000 euros, destinados al yacimiento arqueológico de la Vega Baja en Toledo.

La delegada del Gobierno, Milagros Tolón, ha destacado la sensibilidad del Ejecutivo central “que cumple con sus compromisos, apoya de manera constante la labor cultural que se realiza en nuestra región y potencia la recuperación de nuestro patrimonio histórico como seña de identidad de Castilla-La Mancha”.

En el caso de Vega Baja, se conceden 400.000 euros al Ayuntamiento de Toledo “para la recuperación y musealización del yacimiento arqueológico”, dando cumplimiento al convenio firmado en 2021 entre el ministro de Cultura, Miquel Iceta; el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page; y la propia Milagros Tolón, entonces, alcaldesa de Toledo. En virtud de ese acuerdo, las administraciones se comprometen a realizar las actuaciones para la protección y puesta en valor de este espacio.

La resolución dictada por el Gobierno de España recoge que, “se trata de un espacio de singular relevancia para la historia y patrimonio cultural de la ciudad de Toledo que debe ser estudiado y preservado con el fin de seguir dando a conocer su importancia histórica, por lo que se considera necesaria la concesión de esta subvención para poder continuar con el estudio y conocimiento del yacimiento; y lo más importante, con su preservación y puesta en valor a toda la sociedad”.

Los otros beneficiarios

El resto de entidades de Castilla-La Mancha beneficiarias de esta medida son:

- Real Fundación de Toledo, 50.000 euros para gastos de funcionamiento del Museo Victorio Macho.

- Fundación Torner, 50.000 euros para gastos de funcionamiento del Espacio Torner, en Cuenca.

- Asociación Urbs Regia, con sede en Toledo, 15.000 euros para actividades culturales y

- Fundación Antonio Pérez, de Cuenca, 15.000 euros para gastos corrientes

El Real Decreto que regula estas subvenciones se enmarca en la estrategia del Ministerio de Cultura de promover la realización de determinadas actuaciones culturales ejecutadas por administraciones públicas e instituciones.

5 de noviembre de 2024

El castillo de la localidad cacereña de Monroy es declarado Bien de Interés Cultural

La declaración formal del Castillo como Bien de Interés Cultural ha sido el resultado de un proceso que se inició en 1987 con la primera resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura. 

La Junta de Extremadura ha hecho oficial, a través del Decreto 131/2024, la declaración del ‘Castillo’ de la localidad de Monroy, en la provincia de Cáceres, como Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.

La historia del ‘Castillo’ de Monroy se remonta al siglo XIV, con la edificación inicial probablemente en 1329, tal como se inscribe en la puerta principal del castillo. Este edificio, que ha sufrido diversas transformaciones a lo largo de los siglos, representa no solo una fortaleza militar, sino también un símbolo de la historia y la cultura de la región. En su momento, fue un refugio importante durante disputas entre familias nobles y conflictos por la jurisdicción local, lo que ha contribuido a su rica historia.

La declaración formal del ‘Castillo’ como Bien de Interés Cultural ha sido el resultado de un proceso que se inició en 1987 con la primera resolución de la Dirección General de Patrimonio Cultural de la Junta de Extremadura. A pesar de que el expediente no tuvo continuidad, se ha estimado necesario reiniciar el procedimiento por el interés cultural, histórico y arquitectónico que representa este bien para la región. En este contexto, se realizó un nuevo estudio técnico por parte de los servicios de la Dirección General de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, en agosto de 2022, que ha ayudado a redefinir y ajustar la descripción y delimitación del bien.

El ‘Castillo’ de Monroy se caracteriza por su estructura de tres recintos concéntricos, construidos con mampostería, piedra y ladrillo, que se han adaptado a los estilos arquitectónicos de cada época. La fortaleza alberga numerosos elementos de interés arqueológico y arquitectónico, entre los que se encuentran garitas, torres y un impresionante patio de armas. La capilla del castillo conserva pinturas murales que reflejan la rica historia religiosa de la localidad.

Su construcción se remonta a un periodo caracterizado por la inestabilidad política en la Península Ibérica, cuando las disputas entre reinos y nobleza llevaron a la necesidad de fortificaciones que asegurasen la protección de territorios.

Se cree que el castillo fue construido por la familia de los Monroy, una familia noble que poseía tierras y que usó la fortaleza como punto estratégico en el control de la zona y la defensa contra incursiones y rivalidades de otras casas nobles.

El castillo está construido principalmente con piedra, lo que refleja la arquitectura militar típica de la época medieval. Los muros son gruesos y están diseñados para ofrecer resistencia tanto a ataques físicos como a la artillería.

La fortaleza está rodeada por murallas altas, que en su parte más conservada alcanzan una considerable altura. Estas murallas presentan aspilleras (aperturas en las murallas para disparar armas) que permiten a los defensores protegerse mientras atacan a los invasores.

Se pueden observar varias torres, que fueron esenciales para el sistema de defensa. Algunas de estas torres son circulares y tienen un carácter defensivo, mientras que otras pueden haber servido de residencia o almacenamiento. Las torres ofrecen vistas panorámicas del paisaje circundante, lo que era crucial para la vigilancia.

El acceso al castillo se realiza a través de una puerta monumental, que presenta elementos decorativos y defensivos. Esta entrada estaba protegida por un puente levadizo y un foso, características comunes en las fortificaciones medievales.

En el interior del castillo se pueden observar diversos espacios que habrían sido utilizados para vivienda, almacenamiento y defensa. Estos incluyen áreas que podrían haber sido utilizadas como estancias para la nobleza y sus seguidores, así como espacios de servicios.

En su día, el castillo habría estado rodeado por un foso, que servía como una barrera adicional contra posibles asedios.

A lo largo de los siglos XV y XVI, el castillo fue objeto de varias remodelaciones. Con la consolidación del poder de los Reyes Católicos adquirió un papel importante en la defensa de los territorios de la corona y experimentó mejoras en sus instalaciones, como la construcción de torres de vigilancia y la ampliación de sus murallas.

Durante el siglo XVII, con la llegada de cambios en la tecnología militar, el castillo se adaptó a nuevas necesidades, incorporando elementos de fortificación más sofisticados en respuesta a la artillería, lo que lo convirtió en un bastión importante en la región.

Con el paso del tiempo, y especialmente durante los siglos XVIII y XIX, el ‘Castillo’ de Monroy sufrió un proceso de declive. La disminución de las rivalidades territoriales y el avance de la paz social llevaron a un menor uso militar de la fortaleza. Durante este periodo, partes del castillo comenzaron a deteriorarse y su uso se limitó a actividades secundarias.

A pesar de este declive, los restos arquitectónicos del castillo fueron preservados en cierta medida, lo que permitió que se conservaran elementos significativos de su historia.

El decreto establece que la protección de este bien incumbe a la Junta de Extremadura, conforme a la Ley 2/1999, que rige el Patrimonio Histórico y Cultural de la comunidad autónoma. El artículo 8 de dicha ley enfatiza que las intervenciones en el ‘Castillo’ estarán sujetas a normativas que buscan preservar sus valores arquitectónicos y patrimoniales.

El decreto no solo reconoce el ‘Castillo’ de Monroy, sino que también establece un entorno de protección a su alrededor, con el objetivo de prevenir cualquier alteración en las estructuras asociadas y garantizar su óptima contemplación. Así, la delimitación incluye varios inmuebles localizados en las cercanías del castillo, lo que propicia la integridad visual y contextual del conjunto patrimonial.

La declaración del ‘Castillo’ de Monroy como Bien de Interés Cultural es un hito significativo en la promoción del patrimonio histórico y cultural en Extremadura. Este tipo de protecciones no solo busca preservar la historia, sino que también puede activar el interés turístico, generando potenciales beneficios económicos a la comunidad local. Además, este reconocimiento refuerza la identidad cultural de Monroy y sus habitantes, al mismo tiempo que asegura la transmisión de su historia a futuras generaciones.

El ‘Castillo’ de Monroy no solo refleja una parte crucial de la historia local, sino que también sirve como un recordatorio tangible de las luchas que han moldeado la identidad de la región a lo largo de los siglos. Monroy se posiciona como un nuevo referente en la ruta del patrimonio histórico de Extremadura, invitando tanto a vecinos como a visitantes a explorar y apreciar su rica herencia cultural.

Nueva campaña de excavaciones en el taller de púrpura romano de la Isla de Lobos (Tenerife)

En esta IX campaña los investigadores se centrarán en intervenir en las zonas donde el pasado año se prospectó con Georadar y se observaron anomalías en el subsuelo, con el fin de definir su naturaleza y determinar la extensión del espacio arqueológico.
Vista aérea del yacimiento de Lobos 1, en el margen derecho de la Playa de La Calera. (Foto de C. Medina)

Desde ayer lunes y hasta el 23 de noviembre tendrá lugar una nueva campaña de excavaciones arqueológicas sistemáticas en el yacimiento romano de La Playa de La Calera (islote de Lobos). Se pone en marcha un año más la investigación de campo que se lleva efectuando desde 2012 en el marco de un proyecto de investigación interinstitucional, ‘Hacia la definición de las Islas Purpurarias. Desde el taller de púrpura de Lobos 1 (Islote de Lobos, La Oliva, Fuerteventura). Trabajos arqueológicos en el islote de Lobos y su contexto territorial próximo’, bajo la dirección de Isidoro Hernández Sánchez, director del Museo Arqueológico de Fuerteventura; Mercedes del Arco Aguilar, conservadora de Arqueología del Museo Arqueológico de Tenerife; y Carmen del Arco Aguilar, catedrática de Prehistoria y profesora honoraria de la Universidad de La Laguna.

El objetivo de esta campaña se centra en intervenir en las zonas donde el pasado año se prospectó con GeoRadar y se observaron anomalías en el subsuelo, con el fin de definir su naturaleza y determinar la extensión del espacio arqueológico. Actualmente se ha trabajado en un área sobre los 500 m2, identificando un taller de púrpura romano de época tardo-republicana y alto-imperial, compuesto por seis grandes concheros especializados en la explotación de murícidos (gasterópodos marinos de los que se extrae el tinte púrpura), estructuras arquitectónicas y espacios relacionados con la vida cotidiana de los murileguli (trabajadores de la púrpura), entre ellos un gran basurero.

El registro de materiales arqueológicos comprende ánforas de almacenamiento, cerámica de cocina, mesa y otros usos, las herramientas especializadas, líticas y metálicas, para la producción de la púrpura y la explotación de otros recursos del mar, así como ajuares de diferente naturaleza.

Los trabajos de campos se financiarán en el marco de un convenio de colaboración, renovado recientemente, entre el Cabildo de Fuerteventura y el Organismo Autónomo de Museos y Centros del Cabildo de Tenerife, contando también con el apoyo de Binter-Canarias para el traslado interinsular del equipo.

El equipo investigador, con un perfil interdisciplinar, integra en esta ocasión a arqueólogos de las tres instituciones, paleontólogos de la Universidad de La Laguna y el OAMC, así como investigadores de las áreas de Petrología y Geoquímica y Edafología y Química Agrícola de la Universidad de La Laguna. 

La revista Spal ha publicado en estos días la última contribución de este equipo sobre el estudio de los Mortaria de Lobos.

4 de noviembre de 2024

Un puñal de Pintia para iluminar el tiempo de los celtas

El investigador Roberto Matesanz descifra la iconografía de un pomo vacceo hallado en Padilla de Duero, en 1986, descubriendo un calendario con el que releer otros objetos de la céltica europea
Dibujo e imagen de una parte del pomo hallado en PintiaCEVFW

Hay pasajes de la historia que tardan siglos en sacudirse el polvo del tiempo, y ni siquiera revelan sus secretos al ser recuperados para la memoria colectiva. Exhumados sus restos, depositados quizá en algún museo arqueológico, son contemplados cada día por cualquiera sin que nadie sea consciente de los arcanos que encierra. Eso podría decirse de uno de los hallazgos realizados en 1986 en la tumba número 32 de la necrópolis de Las Ruedas, en Padilla de Duero (Valladolid), en el conjunto arqueológico de Pintia. Allí se conservaba una urna cineraria junto a varios objetos que parecían pertenecer al ajuar de un guerrero vacceo: entre ellos, junto al broche de un tahalí, el pomo de un puñal de tipo Monte Bernorio del siglo III antes de Cristo, en plena Edad del Hierro.

A lo largo de estos años, diferentes especialistas interpretaron de forma variada las escenas, tanto la que incluye trece animales desfilando en el borde superior del pomo como la que adorna el reverso, simétrica en su composición, en la que se despliegan tres misteriosas figuras zoomórficas, cuatro animales identificados como suidos –jabalíes o verracos domésticos, como la docena que ocupa el canto– y sendas escenas de combate en los márgenes. Interpretaciones que dotaban a la pieza de una significación económica o productiva, o le asignaban una lectura que apelaba al coraje y la ferocidad propios de la sociedad vaccea. Hasta ahora.

Porque el investigador de la Universidad de Valladolid Roberto Matesanz Gascón ha conectado la rica y misteriosa ornamentación del reverso y el canto del pomo –los motivos geométricos se extienden por el anverso– con el calendario lunisolar celta de finales de la Edad de Hierro, que dividía el año en dos semestres, cuatro estaciones y doce meses –cada uno con dos quincenas separadas por el plenilunio– a los que había que sumar, de forma periódica, uno intercalar para sincronizar las fases –12 lunaciones suman 354 días, de ahí la necesidad de añadir días para sincronizar con el año solar–. Tanto días como meses y años se dividían, a su vez, en dos mitades, una nocturna u oscura y otra diurna o luminosa. Sus eras eran de 30 años.

Una organización del tiempo que se ha podido reconstruir, recuerda el experto, en base a antiguas referencias literarias como Julio César (Guerra de las Galias) y Plinio (Historia Natural), hallazgos como el calendario galorromano de Coligny (siglo II d.C.) y tardías tradiciones gaélicas que apuntan al 1 de noviembre como el inicio del calendario (Samain), comenzando la parte oscura del año, con festividades el 1 de febrero (Imbolc), 1 de mayo (Beltaine) y 1 de agosto (Lugnasad), las cuatro estaciones ya contempladas en los primeros siglos de nuestra era por los pueblos celtas de Irlanda.

«El pomo no solo es el documento iconográfico más importante que existe para comprender cómo concebían los pueblos célticos de toda Europa su ciclo anual durante la protohistoria, sino que, por eso mismo y porque es un objeto cuyo riquísimo programa figurativo se conserva prácticamente completo, es la piedra angular que nos permitirá analizar muchos otros objetos arqueológicos con una composición mucho más sencilla en su ornamentación. Sin las claves interpretativas que proporciona el equipo metálico de la tumba 32 jamás vislumbraríamos su posible significación calendárica», expone Matesanz Gascón, que traza conexiones con otros hallazgos como el llamado ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda (Roa, Burgos) o el pectoral lusitano en forma de lúnula de Chao de Lamas.

El historiador, que ya ha defendido su trabajo en foros como la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, de la mano de académicos como Germán Delibes y Eloísa Wattenberg, así como en publicaciones como el Anuario del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg o la prestigiosa Paleohispánica –dependiente de la Institución Fernando El Católico, adscrita al CSIC–, asegura que la investigación iniciada hace ya más de dos años «apenas acaba de comenzar», habida cuenta de «toda la luz que la iconografía del pomo pintiano vierte sobre otros hallazgos arqueológicos o sobre textos antiguos».

Cuál pudo ser la motivación de quien hizo labrar el hierro naviforme: en una sociedad eminentemente ágrafa como era la vaccea, plasmar los ciclos temporales de una forma visual era un «mecanismo de conservación y transmisión de dicho conocimiento». Quien controlaba el tiempo en aquellas sociedades controlaba aspectos fundamentales como las actividades productivas, desde la siembra a la recolección; también las festividades o la vida pública, desde la duración de las sanciones al tiempo en el que un individuo podía ostentar un cargo. Si en la antigua Roma esa misión recaía en los sacerdotes del Collegium Pontificum, era la clase sacerdotal druídica la que se ocupaba de ello entre los celtas, explica el historiador.

«La necesidad de medir el tiempo es un anhelo universal», apunta el arqueólogo Carlos Sanz Mínguez, profesor de la Universidad de Valladolid y fundador y director del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg. «La interpretación calendárica es una hipótesis muy coherente y plausible. Existían calendarios vinculados a las élites y esta pieza contiene un conjunto interpretativo completo, con todos los segmentos temporales incluidos, cuando en otros casos es mucho más fragmentario», matiza el que es desde 1985 máximo responsable de las excavaciones en Pintia.

¿Cómo interpretar la iconografía del pomo? 
Según Matesanz Gascón, los suidos, animales de hábitos nocturnos, funcionarían como marcadores de las distintas subdivisiones temporales. Una figura simbólica asociada a la luna, referencia «básica de cómputo en los calendarios lunares y lunisolares».

Al fijar la mirada a uno y otro lado del reverso del pomo se aprecian sendos círculos reticulados junto a dos grandes jabalíes que representarían cada semestre del año: las figuras del lado derecho tienen un contorno doble y las del lado izquierdo, un contorno simple. «Las primeras denotan la parte inicial del año y las segundas, su parte final. Esta dicotomía que opone un mismo motivo trazado con un contorno simple o doble, asociada a conjuntos duodecimales en composiciones iconográficas más sencillas, también aparece sobre objetos prehistóricos de Europa central y de las islas británicas», subraya el historiador vallisoletano. Los combates, apunta, podrían representar tanto duelos celebrados en distintas festividades del calendario como episodios mitológicos en los que se enfrentasen las fuerzas de la luz y de la oscuridad.

En la embocadura del pomo, encarnando las estaciones celtas, otros cuatro suidos desfilan de derecha a izquierda, haciéndose sus cuerpos más abultados a medida que avanza la escena. Una evolución que invita a pensar en que es en el lado diestro donde está representado el comienzo del año.

Y en el canto, a cada lado de la escotadura central, avanzan ordenadas seis bestias, rematando la composición en el extremo izquierdo un decimotercer animal que Matesanz Gascón identifica como un mustélido que encara al resto de suidos, y que él interpreta como el citado mes intercalar. Asimismo, en la parte diestra, la que representa el lado oscuro del año, una figura muy diferente a la del resto de jabalíes o verracos ocupa el cuarto lugar, el correspondiente a la segunda estación del año céltico (Imbolc). Parece un tejón, señala el investigador, que recuerda la costumbre en regiones de Europa central ocupadas en la antigüedad por pueblos celtas de celebrar el 2 de febrero el Día del Tejón como despedida del invierno.

El investigador ilumina las sombras y establece conexiones para armar un relato en el que afloran nombres como el de Estrabón, que en su Geografía aludía a un ‘dios innominado’ celtíbero que era venerado de noche en los plenilunios. «En el ámbito celta, las dos quincenas del mes, que comenzaría con la luna nueva, parecen haber estado separadas por el plenilunio», advierte el estudioso, que dirige la atención al reverso del pomo, a su centro, a los dos conjuntos de 15 molduras que flanquean una figura zoomórfica. «Es la divinidad mencionada por el geógrafo e historiador griego, un icono que desde un punto de vista arqueológico aparece documentado entre esos pueblos peninsulares que él llamaba ‘los celtíberos y sus vecinos del norte’, entre turmogos, cántabros, astures o vacceos», asevera Matesanz Gascón.

Hoy, el «soberbio» pomo descansa como un tesoro más en una vitrina del Museo de Valladolid, sin reclamar gran atención para sí. «Es la mejor pieza de la época prerromana», sentencia un Sanz Mínguez preocupado por el posible deterioro de la reliquia pintiana: desde la restauración que hiciera Cristina Escudero a finales de los ochenta, el óxido ha hecho saltar del hierro la pequeña figura de un pájaro. «Sería conveniente exhibir una réplica y conservar el original en una atmósfera neutra, sin oxígeno, para evitar la corrosión», sugiere el director del Centro de Estudios Vacceos.

‘Un producto conservador del espíritu humano’
En la cabeza de Matesanz Gascón resuenan las palabras del arqueólogo Paul-Marie Duval (1912-1997), a quien cita para explicar el horizonte que se abre al descifrar la iconografía del pomo pintiano, por las conexiones que permite con otros tesoros del pasado: ‘Entre los productos del espíritu humano, no hay nada más conservador que el calendario’. Conexiones cercanas, como con el ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda –a unos 20 kilómetros en línea recta de Padilla–, o más lejanas, con broches de tipo Miraveche, monedas britanas o estandartes galos cuya iconografía incluye la presencia de jabalíes o de series duodecimales.

Completan la excavación del pretorio en el campamento romano de Bande (Ourense)

Los arqueólogos terminan de perfilar la planta del “pretorium”, una edificación de mil metros cuadrados y planta rectangular, articulada como una ‘domus’ romana con un patio central rodeado de un pasillo por el que se accede a las distintas habitaciones.
Vista aérea del “pretorium”, último edificio excavado en ‘Aquis’. | Foto: Santiago Ferrer

La campaña de este año en Aquis Querquennis la cerraba, esta misma semana, el arqueólogo Santiago Ferrer perfilando la planta del “pretorium”, la casa del mando superior de la unidad. Una edificación de mil metros cuadrados y planta rectangular, articulada como una ‘domus’ romana con un patio central a la que iban a dar las aguas, rodeado de un pasillo por el que se accede a las distintas habitaciones. “Después de varios años de trabajo, este año por fin hemos completado toda la planta y, el año que viene si conseguimos la financiación, llevaremos a cabo la reconstrucción, tal y como se ha venido haciendo todos estos años en el resto del campamento”, explicaba Ferrer, arqueólogo y miembro de la Fundación Aquae Querquennae-Via Nova que lidera las excavaciones, este año costeadas únicamente con la aportación económica de la Diputación de Ourense.

Función de las habitaciones
En los trabajos, que siempre coinciden la bajada del nivel de las aguas de As Conchas, abarcaban en esta edición una cuadrícula más para dirimir la función de unas habitaciones que salían anexas al edificio del pretorio. “Pensábamos que podrían tratarse de las estancias de la servidumbre, pero no. Se trata de habitaciones de los soldados”, aclaraba Ferrer, en una nueva área por excavar dentro del recinto amurallado de 2,5 hectáreas.

300.000 euros para musealizar la villa romana de El Romeral, en Albesa (Lleida)

Las intervenciones más inminentes incluyen la recuperarán los mosaicos que han sido restaurados, la consolidación de la zona de las termas, la instalación de la nueva señalización y paneles informativos, así como la creación de un espacio audiovisual, donde se proyectarán contenidos sobre la historia de la villa romana. 
Imagen de archivo de la villa romana de El Romeral de Albesa.

Albesa invertirá en un año 300.000 euros en el proyecto para musealizar el yacimiento de la villa romana de El Romeral, que implicará la recuperación de mosaicos, renovar la señalización e iluminar los espacios para facilitar las visitas nocturnas, especialmente en verano, para llevar a cabo actividades temáticas o recreaciones históricas. 

El alcalde, Antoni Balasch, explicó que las intervenciones más inminentes incluyen la consolidación de la zona de las termas, la instalación de la nueva señalización y paneles informativas, así como la creación de un espacio audiovisual, donde se proyectarán contenidos sobre la historia de la villa romana. Balasch apuntó que también se recuperarán los mosaicos que han sido restaurados y que están en el Museu de Lleida, para que se puedan “ver en su espacio original y que queden expuestos de manera permanente”. Le seguirá la adecuación del peristil (jardín interior) para recrear lo que era un antiguo claustro romano. 

El consistorio ha recibido una ayuda de Cultura de 95.000 euros, que se suma a otras subvenciones del IEI y de la Diputación de 144.000 euros, además de aportaciones propias del consistorio. Las primeras actuaciones ya están adjudicadas y se iniciarán en las próximas semanas, según confirmó el primer edil.