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4 de noviembre de 2024

Un puñal de Pintia para iluminar el tiempo de los celtas

El investigador Roberto Matesanz descifra la iconografía de un pomo vacceo hallado en Padilla de Duero, en 1986, descubriendo un calendario con el que releer otros objetos de la céltica europea
Dibujo e imagen de una parte del pomo hallado en PintiaCEVFW

Hay pasajes de la historia que tardan siglos en sacudirse el polvo del tiempo, y ni siquiera revelan sus secretos al ser recuperados para la memoria colectiva. Exhumados sus restos, depositados quizá en algún museo arqueológico, son contemplados cada día por cualquiera sin que nadie sea consciente de los arcanos que encierra. Eso podría decirse de uno de los hallazgos realizados en 1986 en la tumba número 32 de la necrópolis de Las Ruedas, en Padilla de Duero (Valladolid), en el conjunto arqueológico de Pintia. Allí se conservaba una urna cineraria junto a varios objetos que parecían pertenecer al ajuar de un guerrero vacceo: entre ellos, junto al broche de un tahalí, el pomo de un puñal de tipo Monte Bernorio del siglo III antes de Cristo, en plena Edad del Hierro.

A lo largo de estos años, diferentes especialistas interpretaron de forma variada las escenas, tanto la que incluye trece animales desfilando en el borde superior del pomo como la que adorna el reverso, simétrica en su composición, en la que se despliegan tres misteriosas figuras zoomórficas, cuatro animales identificados como suidos –jabalíes o verracos domésticos, como la docena que ocupa el canto– y sendas escenas de combate en los márgenes. Interpretaciones que dotaban a la pieza de una significación económica o productiva, o le asignaban una lectura que apelaba al coraje y la ferocidad propios de la sociedad vaccea. Hasta ahora.

Porque el investigador de la Universidad de Valladolid Roberto Matesanz Gascón ha conectado la rica y misteriosa ornamentación del reverso y el canto del pomo –los motivos geométricos se extienden por el anverso– con el calendario lunisolar celta de finales de la Edad de Hierro, que dividía el año en dos semestres, cuatro estaciones y doce meses –cada uno con dos quincenas separadas por el plenilunio– a los que había que sumar, de forma periódica, uno intercalar para sincronizar las fases –12 lunaciones suman 354 días, de ahí la necesidad de añadir días para sincronizar con el año solar–. Tanto días como meses y años se dividían, a su vez, en dos mitades, una nocturna u oscura y otra diurna o luminosa. Sus eras eran de 30 años.

Una organización del tiempo que se ha podido reconstruir, recuerda el experto, en base a antiguas referencias literarias como Julio César (Guerra de las Galias) y Plinio (Historia Natural), hallazgos como el calendario galorromano de Coligny (siglo II d.C.) y tardías tradiciones gaélicas que apuntan al 1 de noviembre como el inicio del calendario (Samain), comenzando la parte oscura del año, con festividades el 1 de febrero (Imbolc), 1 de mayo (Beltaine) y 1 de agosto (Lugnasad), las cuatro estaciones ya contempladas en los primeros siglos de nuestra era por los pueblos celtas de Irlanda.

«El pomo no solo es el documento iconográfico más importante que existe para comprender cómo concebían los pueblos célticos de toda Europa su ciclo anual durante la protohistoria, sino que, por eso mismo y porque es un objeto cuyo riquísimo programa figurativo se conserva prácticamente completo, es la piedra angular que nos permitirá analizar muchos otros objetos arqueológicos con una composición mucho más sencilla en su ornamentación. Sin las claves interpretativas que proporciona el equipo metálico de la tumba 32 jamás vislumbraríamos su posible significación calendárica», expone Matesanz Gascón, que traza conexiones con otros hallazgos como el llamado ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda (Roa, Burgos) o el pectoral lusitano en forma de lúnula de Chao de Lamas.

El historiador, que ya ha defendido su trabajo en foros como la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, de la mano de académicos como Germán Delibes y Eloísa Wattenberg, así como en publicaciones como el Anuario del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg o la prestigiosa Paleohispánica –dependiente de la Institución Fernando El Católico, adscrita al CSIC–, asegura que la investigación iniciada hace ya más de dos años «apenas acaba de comenzar», habida cuenta de «toda la luz que la iconografía del pomo pintiano vierte sobre otros hallazgos arqueológicos o sobre textos antiguos».

Cuál pudo ser la motivación de quien hizo labrar el hierro naviforme: en una sociedad eminentemente ágrafa como era la vaccea, plasmar los ciclos temporales de una forma visual era un «mecanismo de conservación y transmisión de dicho conocimiento». Quien controlaba el tiempo en aquellas sociedades controlaba aspectos fundamentales como las actividades productivas, desde la siembra a la recolección; también las festividades o la vida pública, desde la duración de las sanciones al tiempo en el que un individuo podía ostentar un cargo. Si en la antigua Roma esa misión recaía en los sacerdotes del Collegium Pontificum, era la clase sacerdotal druídica la que se ocupaba de ello entre los celtas, explica el historiador.

«La necesidad de medir el tiempo es un anhelo universal», apunta el arqueólogo Carlos Sanz Mínguez, profesor de la Universidad de Valladolid y fundador y director del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg. «La interpretación calendárica es una hipótesis muy coherente y plausible. Existían calendarios vinculados a las élites y esta pieza contiene un conjunto interpretativo completo, con todos los segmentos temporales incluidos, cuando en otros casos es mucho más fragmentario», matiza el que es desde 1985 máximo responsable de las excavaciones en Pintia.

¿Cómo interpretar la iconografía del pomo? 
Según Matesanz Gascón, los suidos, animales de hábitos nocturnos, funcionarían como marcadores de las distintas subdivisiones temporales. Una figura simbólica asociada a la luna, referencia «básica de cómputo en los calendarios lunares y lunisolares».

Al fijar la mirada a uno y otro lado del reverso del pomo se aprecian sendos círculos reticulados junto a dos grandes jabalíes que representarían cada semestre del año: las figuras del lado derecho tienen un contorno doble y las del lado izquierdo, un contorno simple. «Las primeras denotan la parte inicial del año y las segundas, su parte final. Esta dicotomía que opone un mismo motivo trazado con un contorno simple o doble, asociada a conjuntos duodecimales en composiciones iconográficas más sencillas, también aparece sobre objetos prehistóricos de Europa central y de las islas británicas», subraya el historiador vallisoletano. Los combates, apunta, podrían representar tanto duelos celebrados en distintas festividades del calendario como episodios mitológicos en los que se enfrentasen las fuerzas de la luz y de la oscuridad.

En la embocadura del pomo, encarnando las estaciones celtas, otros cuatro suidos desfilan de derecha a izquierda, haciéndose sus cuerpos más abultados a medida que avanza la escena. Una evolución que invita a pensar en que es en el lado diestro donde está representado el comienzo del año.

Y en el canto, a cada lado de la escotadura central, avanzan ordenadas seis bestias, rematando la composición en el extremo izquierdo un decimotercer animal que Matesanz Gascón identifica como un mustélido que encara al resto de suidos, y que él interpreta como el citado mes intercalar. Asimismo, en la parte diestra, la que representa el lado oscuro del año, una figura muy diferente a la del resto de jabalíes o verracos ocupa el cuarto lugar, el correspondiente a la segunda estación del año céltico (Imbolc). Parece un tejón, señala el investigador, que recuerda la costumbre en regiones de Europa central ocupadas en la antigüedad por pueblos celtas de celebrar el 2 de febrero el Día del Tejón como despedida del invierno.

El investigador ilumina las sombras y establece conexiones para armar un relato en el que afloran nombres como el de Estrabón, que en su Geografía aludía a un ‘dios innominado’ celtíbero que era venerado de noche en los plenilunios. «En el ámbito celta, las dos quincenas del mes, que comenzaría con la luna nueva, parecen haber estado separadas por el plenilunio», advierte el estudioso, que dirige la atención al reverso del pomo, a su centro, a los dos conjuntos de 15 molduras que flanquean una figura zoomórfica. «Es la divinidad mencionada por el geógrafo e historiador griego, un icono que desde un punto de vista arqueológico aparece documentado entre esos pueblos peninsulares que él llamaba ‘los celtíberos y sus vecinos del norte’, entre turmogos, cántabros, astures o vacceos», asevera Matesanz Gascón.

Hoy, el «soberbio» pomo descansa como un tesoro más en una vitrina del Museo de Valladolid, sin reclamar gran atención para sí. «Es la mejor pieza de la época prerromana», sentencia un Sanz Mínguez preocupado por el posible deterioro de la reliquia pintiana: desde la restauración que hiciera Cristina Escudero a finales de los ochenta, el óxido ha hecho saltar del hierro la pequeña figura de un pájaro. «Sería conveniente exhibir una réplica y conservar el original en una atmósfera neutra, sin oxígeno, para evitar la corrosión», sugiere el director del Centro de Estudios Vacceos.

‘Un producto conservador del espíritu humano’
En la cabeza de Matesanz Gascón resuenan las palabras del arqueólogo Paul-Marie Duval (1912-1997), a quien cita para explicar el horizonte que se abre al descifrar la iconografía del pomo pintiano, por las conexiones que permite con otros tesoros del pasado: ‘Entre los productos del espíritu humano, no hay nada más conservador que el calendario’. Conexiones cercanas, como con el ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda –a unos 20 kilómetros en línea recta de Padilla–, o más lejanas, con broches de tipo Miraveche, monedas britanas o estandartes galos cuya iconografía incluye la presencia de jabalíes o de series duodecimales.

Completan la excavación del pretorio en el campamento romano de Bande (Ourense)

Los arqueólogos terminan de perfilar la planta del “pretorium”, una edificación de mil metros cuadrados y planta rectangular, articulada como una ‘domus’ romana con un patio central rodeado de un pasillo por el que se accede a las distintas habitaciones.
Vista aérea del “pretorium”, último edificio excavado en ‘Aquis’. | Foto: Santiago Ferrer

La campaña de este año en Aquis Querquennis la cerraba, esta misma semana, el arqueólogo Santiago Ferrer perfilando la planta del “pretorium”, la casa del mando superior de la unidad. Una edificación de mil metros cuadrados y planta rectangular, articulada como una ‘domus’ romana con un patio central a la que iban a dar las aguas, rodeado de un pasillo por el que se accede a las distintas habitaciones. “Después de varios años de trabajo, este año por fin hemos completado toda la planta y, el año que viene si conseguimos la financiación, llevaremos a cabo la reconstrucción, tal y como se ha venido haciendo todos estos años en el resto del campamento”, explicaba Ferrer, arqueólogo y miembro de la Fundación Aquae Querquennae-Via Nova que lidera las excavaciones, este año costeadas únicamente con la aportación económica de la Diputación de Ourense.

Función de las habitaciones
En los trabajos, que siempre coinciden la bajada del nivel de las aguas de As Conchas, abarcaban en esta edición una cuadrícula más para dirimir la función de unas habitaciones que salían anexas al edificio del pretorio. “Pensábamos que podrían tratarse de las estancias de la servidumbre, pero no. Se trata de habitaciones de los soldados”, aclaraba Ferrer, en una nueva área por excavar dentro del recinto amurallado de 2,5 hectáreas.

300.000 euros para musealizar la villa romana de El Romeral, en Albesa (Lleida)

Las intervenciones más inminentes incluyen la recuperarán los mosaicos que han sido restaurados, la consolidación de la zona de las termas, la instalación de la nueva señalización y paneles informativos, así como la creación de un espacio audiovisual, donde se proyectarán contenidos sobre la historia de la villa romana. 
Imagen de archivo de la villa romana de El Romeral de Albesa.

Albesa invertirá en un año 300.000 euros en el proyecto para musealizar el yacimiento de la villa romana de El Romeral, que implicará la recuperación de mosaicos, renovar la señalización e iluminar los espacios para facilitar las visitas nocturnas, especialmente en verano, para llevar a cabo actividades temáticas o recreaciones históricas. 

El alcalde, Antoni Balasch, explicó que las intervenciones más inminentes incluyen la consolidación de la zona de las termas, la instalación de la nueva señalización y paneles informativas, así como la creación de un espacio audiovisual, donde se proyectarán contenidos sobre la historia de la villa romana. Balasch apuntó que también se recuperarán los mosaicos que han sido restaurados y que están en el Museu de Lleida, para que se puedan “ver en su espacio original y que queden expuestos de manera permanente”. Le seguirá la adecuación del peristil (jardín interior) para recrear lo que era un antiguo claustro romano. 

El consistorio ha recibido una ayuda de Cultura de 95.000 euros, que se suma a otras subvenciones del IEI y de la Diputación de 144.000 euros, además de aportaciones propias del consistorio. Las primeras actuaciones ya están adjudicadas y se iniciarán en las próximas semanas, según confirmó el primer edil.

1 de noviembre de 2024

70.000 euros para la campaña de excavaciones en Atapuerca

Esta aportación de la Junta de Castilla y León se ha se ha completado con otra subvención a la Universidad de Burgos por un importe de 90.000 euros.
Excavaciones en el yacimiento de Atapuerca. RICARDO ORDÓÑEZ / ICAL

El Consejo de Gobierno ha autorizado a la Consejería de Cultura, Turismo y Deporte conceder una subvención de 70.000 euros a la Fundación Atapuerca para la financiación de los gastos de seguridad y logística y actividades de comunicación de la campaña de excavaciones del año 2024 en los yacimientos arqueológicos de la Sierra de Atapuerca, así como para los trabajos de adecuación, reparación y mantenimiento de los caminos de acceso desde la localidad de Ibeas de Juarros.

El plazo de ejecución de las actividades subvencionadas será del 1 de enero al 25 de noviembre de 2024 y la aportación de la Junta de Castilla y León para la campaña de excavaciones que tuvo lugar entre el 17 de junio y el 27 de julio de este año en la Sierra de Atapuerca se ha completado recientemente con otra subvención a la Universidad de Burgos por un importe de 90.000 euros.

La Fundación Atapuerca, según ha señalado la Junta, tiene entre sus objetivos la investigación, divulgación, defensa y mejora del patrimonio histórico, cultural y natural que conforman los hallazgos y descubrimientos presentes y futuros de los yacimientos arqueológicos y paleontológicos de la Sierra de Atapuerca, así como la difusión de dichos hallazgos y su divulgación, tanto en foros científicos como entre el público en general..

Las actuaciones que lleva a cabo la Fundación Atapuerca en el año 2024 se centran, como en años anteriores, en distintos aspectos relacionados con sus fines, tales como el fomento de la investigación científica en torno a los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, la promoción de la formación de investigadores y la contribución a la difusión de los hallazgos científicos entre la sociedad en general en foros especializados en el ámbito nacional e internacional,.

La Junta de Castilla y León financia, con esta subvención, gastos relativos a la seguridad, en cumplimiento de la normativa de prevención y seguros necesarios para la protección de los excavadores.

En lo relativo a la logística de la campaña de excavación, se financian las actuaciones necesarias, tanto para la preparación de la campaña como para el adecuado desarrollo y conclusión de la misma en los yacimientos.

Además, las actividades de comunicación y prensa tienen como objeto informar sobre el Proyecto Atapuerca y las actividades vinculadas en los medios de comunicación locales, nacionales e internacionales y en las propias herramientas de difusión de la Fundación, todo ello, a través de la creación de contenidos digitales para su difusión en redes sociales y en la página web, entre otras acciones.

Piden protección para un importante hallazgo arqueológico en un solar de Ibiza

Por el momento, los arqueólogos han hallado un mausoleo, varios enterramientos, restos cerámicos, un pozo de época islámica y una cisterna que podría ser de época romana. Los restos han aparecido en las obras de un solar del centro urbano.
Vista general del solar desde la calle de Abad y Lasierra, con los restos al descubierto. | VICENT MARÍ

El Institut d’Estudis Eivissencs (IEE) informó ayer de que ha dado entrada en el Consell ibicenco a un escrito en el que «solicita la documentación, protección y conservación de los restos arqueológicos aparecidos en un solar» del final de la calle Abad y Lasierra, en el Eixample de Ibiza, junto al aparcamiento situado frente al colegio Juan XXIII, por «su importancia histórica».

Desde el IEE destacan en una nota de prensa la «importancia de los hallazgos arqueológicos» que han aparecido en unas obras ubicadas en este solar, «resultado de las catas que se están haciendo».

De hecho, detallan que los arqueólogos han hallado «un mausoleo, varios enterramientos, restos cerámicos, un pozo de época islámica y una cisterna que podría ser de época romana», y sólo «de momento».

Además, desde esta institución que vela por la cultura y la historia de las islas, recuerdan la «importancia de la conservación del yacimiento» al tiempo que «recuerda que otros hallazgos de valor arqueológico en la misma zona no han sido objeto de conservación, lo que no puede volver a ocurrir en un área de especial interés por la concentración de restos del entorno rural de la antigua ciudad de Ibiza».

Durante la celebración del último pleno del Consell, el pasado miércoles, y ante una pregunta del grupo Vox, la consellera de Cultura, Educación y Patrimonio, Sara Ramon, explicó que la institución todavía no cuenta con información detallada de las características de este yacimiento arqueológico en plena ciudad. Sí dijo que existe un plan aquerológico que están siguiendo actualmente los arqueológos contratados por los promotores de la obra.

En estos momentos se está excavando en el solar y una vez que este equipo de expertos finalice su trabajo, los responsables de las obras deberán elaborar una memoria y darle registro de entrada en el Consell, donde los técnicos de Patrimonio «decidirán la manera de proceder» con respecto a estos restos arqueológicos, apuntó la consellera.

Hasta el momento se ha descubierto un único mausoleo romano en la ciudad, durante las obras de reforma de la avenida de Isidor Macabich, de ahí parte de la importancia de este hallazgo.

31 de octubre de 2024

Los rostros del Turuñuelo se expondrán en el Museo Arqueológico Nacional de Madrid

Los rostros hallados en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz), estarán expuestos del 11 de noviembre próximo al 2 de febrero de 2025 en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid, lo que supondrá la inauguración de la sala de novedades arqueológicas del centro.

Los rostros hallados en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz), estarán expuestos del 11 de noviembre próximo al 2 de febrero de 2025 en el Museo Arqueológico Nacional (MAN) de Madrid, lo que supondrá la inauguración de la sala de novedades arqueológicas del centro.

La Junta de Extremadura, a través de la Consejería de Cultura, Turismo, Jóvenes y Deportes, ha impulsado la exhibición en el MAN de piezas arqueológicas procedentes de Extremadura, entre las que destacan dichos icónicos rostros.

Según ha destacado el Ejecutivo regional en nota de prensa, con esta exposición, el MAN inaugura su sala de novedades arqueológicas, que tendrá a Extremadura y sus hallazgos como protagonistas durante los primeros meses de 2025, en los que además se desplegará un programa de actividades divulgativas.

Entre ellas estarán mesas redondas, encuentros y seminarios de alta calidad científica y técnica, con un enfoque divulgativo, así como talleres específicos dirigidos a un público juvenil, con los que se busca acercar el conocimiento y la apreciación de la arqueología entre las nuevas generaciones.

La muestra se enmarca en la conmemoración del décimo aniversario de la reforma y reapertura del Museo (2014-2024), y sitúa, a juicio de la Junta, el legado arqueológico de Extremadura en un espacio de referencia en España.

Con esta exposición se pretende dar a conocer el patrimonio arqueológico extremeño y posicionar a la región como un referente en el ámbito de la investigación nacional e internacional, así como un destino turístico cultural de primer orden.

Un 'cofre del tesoro' en una excavación en L`Hospitalet del Llobregat (Barcelona)

Descubren una caja de caudales que contenía 620 monedas, con fechas que oscilan entre 1777 y 1934. El hallazgo se produjo durante la intervención arqueológica en el recinto de Fira de Barcelona en esta localidad. El "tesoro" ya se ha incorporado a los fondos del Museo de L’Hospitalet
Caja de caudales parcialmente colapsada que contenía 620 monedas, con fechas que oscilan entre 1777 y 1934.

El Museu de L’Hospitalet ha ampliado su colección con un gran descubrimiento numismático, una caja con 620 monedas que datan de los siglos XVIII y XX (entre 1777 y 1934). Este cofre lleno de historia se ha descubierto durante la excavación del recinto de la Fira Gran Via de L’Hospitalet para la construcción del nuevo Pabellón Zero.

El área excavada se encuentra en el yacimiento ‘La Marina de L’Hospitalet’, una zona de alta expectativa arqueológica. La construcción del nuevo pabellón en la zona iba a provocar un movimiento de las tierras, por lo que se consideró necesario complementar las obras con un seguimiento arqueológico. De ahí que entrara en la ecuación el equipo OdC Arqueologia i Patrimoni, responsable de esta intervención arqueológica y este hallazgo numismático, con la intención de proteger los posibles restos de la zona excavada. La excavación se ha realizado bajo la normativa del Plan Especial de Protección del Patrimonio Arquitectónico (PEPPA) y la legislación del Patrimonio Cultural Catalán.

La intervención, dirigida por el arqueólogo Òscar de Castro, se ha llevado a cabo entre los meses de agosto y septiembre de 2023, dividida en diferentes sectores según las parcelas. Tras una primera retirada de las capas de tierra más superficiales, los arqueólogos han encontrado los restos de una antigua masia del siglo XIX, llamada indistintamente Can Pi o Can Pixa, en un estado de conservación bastante pobre, erosionados por el paso del tiempo. Ha sido, de hecho, entre los restos de la masia donde ha aparecido esta caja de caudales, parcialmente colapsada, con 620 monedas en su interior.

Análisis y restauración de las monedas
Estas monedas estaban cubiertas por una capa de óxido de cobre, que ha permitido protegerlas durante todos estos años. Recogidas las monedas, el equipo ha llevado a cabo un meticuloso proceso de conservación. A través de una limpieza con ultrasonidos, han podido extraer esta capa de óxido, revelando las inscripciones y detalles detrás de cada pieza.

Así, el equipo ha estudiado cada una de ellas, para intentar identificar su lugar y fecha de origen. El conjunto incluye algunas monedas españolas, pero también francesas e italianas (del reinado de Victor Emmanuel II), que abarcan varios periodos históricos y reinados (la Segunda República, el mandato de Isabel II, Alfonos XII y Alfonso XIII). Según el estudio de los arqueólogos, una de las monedas más antiguas de este pequeño cofre del tesoro data del año 1777, procedente del reinado de Luis XVI de Francia.

Un valioso ejemplo del patrimonio histórico de L’Hospitalet
Este descubrimiento, que ahora podrá admirarse en el Museu de L’Hospitalet, ha contribuido a enriquecer el conocimiento de la historia local, con un testimonio muy valioso sobre la vida comercial en el municipio durante los siglos XIX y XX.

Descubren una cantera bajo la villa romana de Barberes (Alicante)

Esta cantera suministraba las gravas para construir la calzada que conectó la ciudad romana de Allon con el resto de poblaciones de la comarca de la Marina Baixa.
Las canteras y la pavimentación de la calzada coinciden en fecha, entre el siglo I a. C. y principios del siglo I d. C.

La villa romana de Barberes Sud en la localidad alicantina de Villajoyosa, escondía debajo otro curioso yacimiento arqueológico que ha traído de cabeza a los arqueólogos durante años. En las excavaciones realizadas entre 2009 y 2012 aparecieron grandes fosas de tendencia ovalada y de formas muy irregulares, conectadas unas con otras, que serpenteaban bajo los cimientos de la lujosa villa romana del Alto Imperio. Su función no tenía una explicación aparentemente lógica. Lo más extraño era que contenían altos muros en su interior, que debían formar parte del sistema de cimientos de la propia villa; pero, se desconocía la función de estas fosas.

En el mes de junio se retomaron estas excavaciones por parte de la concejalía de Patrimonio Histórico y coordinadas por el Servicio Municipal de Arqueología que han permitido tener una visión global de la confusa serie de fosas y muros y comprobar que aquellas siguen las vetas de cantos de terreno geológico de la zona. Es decir, son lenguas de gravas de aluvión del período Cuaternario, alternadas con arenas y arcillas, que se formaron por la erosión y arrastre de la piedra de las montañas del interior en dirección al mar.

A la vez, el reciente hallazgo de un tramo bien conservado de una calzada de la ciudad romana de Allon en el solar de la calle Requena, 17, ha aportado una pista fundamental para entender el sentido de estas extrañas fosas. El equipo investigador ha podido comprobar que los cantos de la calzada son de la misma piedra caliza y calibre que los que aparecen en las fosas, por lo que estas, que se acercan hasta solo 5 metros del firme de la calzada, debieron ser una cantera de áridos destinados a pavimentarla. Es más, las canteras y la pavimentación de la calzada coinciden en fecha, entre el siglo I a. C. y principios del siglo I d. C., a falta del estudio detallado de los materiales.

Esta obra pública nos habla de la importancia urbana de Allon mucho antes de recibir la categoría de municipium de manos del emperador Vespasiano entre los años 73 y 74 d. C. Debió tener ya la categoría de oppidum latinum, con instituciones capaces de promover la pavimentación de esta calzada, una especie de carretera comarcal romana que unía Allon con su territorio, la actual comarca de la Marina Baixa, por la costa. Es decir, conectaba la ciudad con otros yacimientos conocidos, como las importantes villas romanas de El Albir en Alfàs del Pi o La Pila, en Altea, entre muchos otros.

Con 3,5 metros de ancho, esta calzada romana era apta para la circulación de carros en ambos sentidos y fue la precursora de la actual N-332 a su paso por la Marina Baixa. Esta calzada romana acababa en Altea, ya que los puentes y túneles del Mascarat no se construyeron hasta finales del siglo XIX.

La cantera se abandonó tras la realización de la calzada y, un siglo después, a finales del siglo I d. C. o principios del siglo II d. C., se construyeron los grandes muros de cimentación en el fondo de las fosas de la cantera y luego se rellenaron las fosas con tierra, con el fin de que el terreno aguantara y para que los cimientos de la nueva villa no se movieran por la existencia, debajo, de esas grandes fosas rellenas. Sobre las fosas, se levantaron entonces los pavimentos y los ricos muros, pintados con imitación de arquitecturas y paisajes de árboles y animales, que ahora se están recuperando.