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4 de noviembre de 2024

Un puñal de Pintia para iluminar el tiempo de los celtas

El investigador Roberto Matesanz descifra la iconografía de un pomo vacceo hallado en Padilla de Duero, en 1986, descubriendo un calendario con el que releer otros objetos de la céltica europea
Dibujo e imagen de una parte del pomo hallado en PintiaCEVFW

Hay pasajes de la historia que tardan siglos en sacudirse el polvo del tiempo, y ni siquiera revelan sus secretos al ser recuperados para la memoria colectiva. Exhumados sus restos, depositados quizá en algún museo arqueológico, son contemplados cada día por cualquiera sin que nadie sea consciente de los arcanos que encierra. Eso podría decirse de uno de los hallazgos realizados en 1986 en la tumba número 32 de la necrópolis de Las Ruedas, en Padilla de Duero (Valladolid), en el conjunto arqueológico de Pintia. Allí se conservaba una urna cineraria junto a varios objetos que parecían pertenecer al ajuar de un guerrero vacceo: entre ellos, junto al broche de un tahalí, el pomo de un puñal de tipo Monte Bernorio del siglo III antes de Cristo, en plena Edad del Hierro.

A lo largo de estos años, diferentes especialistas interpretaron de forma variada las escenas, tanto la que incluye trece animales desfilando en el borde superior del pomo como la que adorna el reverso, simétrica en su composición, en la que se despliegan tres misteriosas figuras zoomórficas, cuatro animales identificados como suidos –jabalíes o verracos domésticos, como la docena que ocupa el canto– y sendas escenas de combate en los márgenes. Interpretaciones que dotaban a la pieza de una significación económica o productiva, o le asignaban una lectura que apelaba al coraje y la ferocidad propios de la sociedad vaccea. Hasta ahora.

Porque el investigador de la Universidad de Valladolid Roberto Matesanz Gascón ha conectado la rica y misteriosa ornamentación del reverso y el canto del pomo –los motivos geométricos se extienden por el anverso– con el calendario lunisolar celta de finales de la Edad de Hierro, que dividía el año en dos semestres, cuatro estaciones y doce meses –cada uno con dos quincenas separadas por el plenilunio– a los que había que sumar, de forma periódica, uno intercalar para sincronizar las fases –12 lunaciones suman 354 días, de ahí la necesidad de añadir días para sincronizar con el año solar–. Tanto días como meses y años se dividían, a su vez, en dos mitades, una nocturna u oscura y otra diurna o luminosa. Sus eras eran de 30 años.

Una organización del tiempo que se ha podido reconstruir, recuerda el experto, en base a antiguas referencias literarias como Julio César (Guerra de las Galias) y Plinio (Historia Natural), hallazgos como el calendario galorromano de Coligny (siglo II d.C.) y tardías tradiciones gaélicas que apuntan al 1 de noviembre como el inicio del calendario (Samain), comenzando la parte oscura del año, con festividades el 1 de febrero (Imbolc), 1 de mayo (Beltaine) y 1 de agosto (Lugnasad), las cuatro estaciones ya contempladas en los primeros siglos de nuestra era por los pueblos celtas de Irlanda.

«El pomo no solo es el documento iconográfico más importante que existe para comprender cómo concebían los pueblos célticos de toda Europa su ciclo anual durante la protohistoria, sino que, por eso mismo y porque es un objeto cuyo riquísimo programa figurativo se conserva prácticamente completo, es la piedra angular que nos permitirá analizar muchos otros objetos arqueológicos con una composición mucho más sencilla en su ornamentación. Sin las claves interpretativas que proporciona el equipo metálico de la tumba 32 jamás vislumbraríamos su posible significación calendárica», expone Matesanz Gascón, que traza conexiones con otros hallazgos como el llamado ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda (Roa, Burgos) o el pectoral lusitano en forma de lúnula de Chao de Lamas.

El historiador, que ya ha defendido su trabajo en foros como la Real Academia de Bellas Artes de Valladolid, de la mano de académicos como Germán Delibes y Eloísa Wattenberg, así como en publicaciones como el Anuario del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg o la prestigiosa Paleohispánica –dependiente de la Institución Fernando El Católico, adscrita al CSIC–, asegura que la investigación iniciada hace ya más de dos años «apenas acaba de comenzar», habida cuenta de «toda la luz que la iconografía del pomo pintiano vierte sobre otros hallazgos arqueológicos o sobre textos antiguos».

Cuál pudo ser la motivación de quien hizo labrar el hierro naviforme: en una sociedad eminentemente ágrafa como era la vaccea, plasmar los ciclos temporales de una forma visual era un «mecanismo de conservación y transmisión de dicho conocimiento». Quien controlaba el tiempo en aquellas sociedades controlaba aspectos fundamentales como las actividades productivas, desde la siembra a la recolección; también las festividades o la vida pública, desde la duración de las sanciones al tiempo en el que un individuo podía ostentar un cargo. Si en la antigua Roma esa misión recaía en los sacerdotes del Collegium Pontificum, era la clase sacerdotal druídica la que se ocupaba de ello entre los celtas, explica el historiador.

«La necesidad de medir el tiempo es un anhelo universal», apunta el arqueólogo Carlos Sanz Mínguez, profesor de la Universidad de Valladolid y fundador y director del Centro de Estudios Vacceos Federico Wattenberg. «La interpretación calendárica es una hipótesis muy coherente y plausible. Existían calendarios vinculados a las élites y esta pieza contiene un conjunto interpretativo completo, con todos los segmentos temporales incluidos, cuando en otros casos es mucho más fragmentario», matiza el que es desde 1985 máximo responsable de las excavaciones en Pintia.

¿Cómo interpretar la iconografía del pomo? 
Según Matesanz Gascón, los suidos, animales de hábitos nocturnos, funcionarían como marcadores de las distintas subdivisiones temporales. Una figura simbólica asociada a la luna, referencia «básica de cómputo en los calendarios lunares y lunisolares».

Al fijar la mirada a uno y otro lado del reverso del pomo se aprecian sendos círculos reticulados junto a dos grandes jabalíes que representarían cada semestre del año: las figuras del lado derecho tienen un contorno doble y las del lado izquierdo, un contorno simple. «Las primeras denotan la parte inicial del año y las segundas, su parte final. Esta dicotomía que opone un mismo motivo trazado con un contorno simple o doble, asociada a conjuntos duodecimales en composiciones iconográficas más sencillas, también aparece sobre objetos prehistóricos de Europa central y de las islas británicas», subraya el historiador vallisoletano. Los combates, apunta, podrían representar tanto duelos celebrados en distintas festividades del calendario como episodios mitológicos en los que se enfrentasen las fuerzas de la luz y de la oscuridad.

En la embocadura del pomo, encarnando las estaciones celtas, otros cuatro suidos desfilan de derecha a izquierda, haciéndose sus cuerpos más abultados a medida que avanza la escena. Una evolución que invita a pensar en que es en el lado diestro donde está representado el comienzo del año.

Y en el canto, a cada lado de la escotadura central, avanzan ordenadas seis bestias, rematando la composición en el extremo izquierdo un decimotercer animal que Matesanz Gascón identifica como un mustélido que encara al resto de suidos, y que él interpreta como el citado mes intercalar. Asimismo, en la parte diestra, la que representa el lado oscuro del año, una figura muy diferente a la del resto de jabalíes o verracos ocupa el cuarto lugar, el correspondiente a la segunda estación del año céltico (Imbolc). Parece un tejón, señala el investigador, que recuerda la costumbre en regiones de Europa central ocupadas en la antigüedad por pueblos celtas de celebrar el 2 de febrero el Día del Tejón como despedida del invierno.

El investigador ilumina las sombras y establece conexiones para armar un relato en el que afloran nombres como el de Estrabón, que en su Geografía aludía a un ‘dios innominado’ celtíbero que era venerado de noche en los plenilunios. «En el ámbito celta, las dos quincenas del mes, que comenzaría con la luna nueva, parecen haber estado separadas por el plenilunio», advierte el estudioso, que dirige la atención al reverso del pomo, a su centro, a los dos conjuntos de 15 molduras que flanquean una figura zoomórfica. «Es la divinidad mencionada por el geógrafo e historiador griego, un icono que desde un punto de vista arqueológico aparece documentado entre esos pueblos peninsulares que él llamaba ‘los celtíberos y sus vecinos del norte’, entre turmogos, cántabros, astures o vacceos», asevera Matesanz Gascón.

Hoy, el «soberbio» pomo descansa como un tesoro más en una vitrina del Museo de Valladolid, sin reclamar gran atención para sí. «Es la mejor pieza de la época prerromana», sentencia un Sanz Mínguez preocupado por el posible deterioro de la reliquia pintiana: desde la restauración que hiciera Cristina Escudero a finales de los ochenta, el óxido ha hecho saltar del hierro la pequeña figura de un pájaro. «Sería conveniente exhibir una réplica y conservar el original en una atmósfera neutra, sin oxígeno, para evitar la corrosión», sugiere el director del Centro de Estudios Vacceos.

‘Un producto conservador del espíritu humano’
En la cabeza de Matesanz Gascón resuenan las palabras del arqueólogo Paul-Marie Duval (1912-1997), a quien cita para explicar el horizonte que se abre al descifrar la iconografía del pomo pintiano, por las conexiones que permite con otros tesoros del pasado: ‘Entre los productos del espíritu humano, no hay nada más conservador que el calendario’. Conexiones cercanas, como con el ‘Vaso de los Lobos’ de Rauda –a unos 20 kilómetros en línea recta de Padilla–, o más lejanas, con broches de tipo Miraveche, monedas britanas o estandartes galos cuya iconografía incluye la presencia de jabalíes o de series duodecimales.

2 de octubre de 2024

Una piscina con 2.000 años de antigüedad en el yacimiento de Huerta Varona (Palencia)

La base, «extraordinariamente bien conservada», se construyó en hormigón impermeable. Tenía en su perímetro una zona de paseo con corrientes de agua que evocaban sonidos de la naturaleza.
Se trata de una estructura de los inicios del Alto Imperio.

Aguilar de Campoo se erige como una pequeña Pompeya en la Montaña Palentina, gracias a los restos arqueológicos que verano tras verano afloran en el yacimiento romano de Huerta Varona de la mano del equipo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac) que lidera el doctor Francisco Torres.

Dicho equipo centró este año gran parte de sus esfuerzos en la zona de la piscina, que deparó varias «sorpresas» al grupo de investigadores. Se trata de una estructura de los inicios del Alto Imperio (en torno al siglo I después de Cristo), es decir, 300 años más antigua que la Villa Romana La Olmeda de Pedrosa de la Vega (siglo IV).

Así, gracias a sus investigaciones sobre el terreno, pudieron esclarecer una serie de incógnitas relacionadas con esta infraestructura como, por ejemplo, sus destinatarios. Estos serían, a tenor de los estudios, romanos pertenecientes a la élite -«cargos importantes con un elevado nivel de vida», señala el doctor- que emplearían la instalación con fines lúdicos y sociales que van más allá de la propia cultura del baño y de las termas.

Esta teoría viene demostrada por la aparición de un completo sistema de paseos de canto apisonado en el entorno del vaso, que los usuarios destinarían a departir, llegar a acuerdos comerciales o sellar alianzas. Estos estaban provistos de un sistema de canalización gracias a los cuales se emulaban sonidos de la naturaleza en un concepto romántico de esta zona de ocio.

Estanques de este tipo, con una disposición central en un espacio arquitectónico en el que se combinan con canales, se denominan viridaria. «Estos no son otra cosa mas que jardines ornamentales para el disfrute de los sentidos en los que se recrea de forma arquitectónica un espacio con lagunas y arroyos», explica Torres, quien pone como cita otros ejemplos en España en Mérida, Tarragona y Zaragoza.

En paralelo, la piscina mantiene toda su estructura constructiva, con una cimentación de hormigón hidrófugo (impermeable), al igual que las paredes de la terma y el sistema de calefacción. En otras partes de la construcción se emplea hormigón común. «El hormigón hidrófugo era un material costoso y era elaborado y aplicado por especialistas, por lo que no estaba al alcance de cualquiera», destaca Torres. Dada su excepcionalidad, en la presente campaña arqueológica se realizó «una cuidadosa excavación que permitió recuperar casi intacta toda la mayor parte de la cimentación», sostiene.

Paralelamente, se recuperó un complejo sistema de evacuación de aguas residuales aún en uso. Se confirma así que Huerta Varona es un núcleo que tuvo una «gran importancia» y que gozó de una «planificación urbanística y arquitectónica muy importantes y con una gran inversión de medios».

El técnico arqueólogo al cargo de la excavación de este sector fue el doctor Javier Atienza, quien elaboró una reconstrucción de la instalación. Gracias a la misma se pude observar cómo estaba recubierta de mosaicos de llamativos colores y muy probablemente con motivos marinos y acuáticos.

Campaña arqueológica
Ocho personas integraron el equipo de este año, entre los que se encontraba una voluntaria de Estados Unidos y una becaria española. Un grupo reducido que se encargó de la microexcavación gracias a la cual se limpió toda la tierra que cubría la piscina. Esta, además, estaría cubierta y asociada al complejo de las termas.

«Más que avanzar rápido, este año lo hicimos con extremo cuidado para consolidar los restos y dejarlos listos para su posterior visita», señala Torres, quien insiste en la necesidad de conservar los restos para prevenirlos de las lluvias. «Estamos muy ilusionados con los descubrimientos. Queda claro que Huerta Varona es un referente en la arqueología del Imperio Romano en el norte de España. Era mucho más que una terma de pueblo, había voluntad de que la gente disfrutara en las mejores condiciones de vida posibles», remata el director de las excavaciones.

16 de enero de 2023

Descubren la entrada al castro celtíbero de Huerta del Marquesado (Cuenca)

Las excavaciones de este otoño de los arqueólogos Santiago David Domínguez y Jesús Francisco Torres también han sacado a la luz un tramo de 20 metros de la línea de muralla. Los resultados han sido muy satisfactorios, sobre todo, por la calidad de los materiales documentados y su buen estado de conservación.
Las excavaciones, asimismo, han sacado a la luz diverso material de la época medieval, muestra de una posterior ocupación del castro.

Huerta del Marquesado continúa avanzando en la investigación de su pasado, esta vez, con una nueva intervención arqueológica en el yacimiento celtíbero del Cerrito del Moro encaminada a conocer más sobre la forma de vida de sus antiguos pobladores de hace 2.800 años.

Unas excavaciones acometidas este otoño con fondos municipales y bajo la dirección de los arqueólogos Santiago David Domínguez Solera, de Heroica Arqueología y Patrimonio Cultural, y Jesús Francisco Torres, del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (IMBEAC) que han venido a corroborar la gran potencialidad de este castro celtíbero con origen en la Edad del Hierro.

Y es que, tal y como recalca Domínguez Solera, a pesar de tratarse de una actuación arqueológica de poca envergadura, los resultados han vuelto a ser muy satisfactorios, sobre todo, por la calidad de los materiales y su buen estado de conservación.

En esta ocasión, de hecho, no solo se ha despejado la cumbre de un tramo de 20 metros de línea de muralla de este asentamiento celtíbero, de los que seis se han excavado por completo, sino que, además, se ha descubierto la puerta de entrada al castro.

Un hallazgo este último que, en palabras de Domínguez, “siempre tiene su intríngulis”, entre otras razones porque hay muchos tipos de puertas en los asentamientos de esta época.

En el caso del Cerrito del Moro, en concreto, parece contar con dos especie de torres, aunque, según puntualiza, aún no se pueda afirmar al 100%. Lo que sí tienen claro es que, por un lado, se trata de una puerta de acceso al castro y no de una rotura posterior de la muralla, y, por otro, que a ambos lados hay dos engrosamientos de la muralla, sin que, por el momento, se pueda saber más, incluso, de su posible pavimento, si es que lo hay. Eso habrá que verlo en la próxima actuación, según recalca el arqueólogo de Heroica Arqueología, quien, no obstante, no duda en mostrar su satisfacción por este descubrimiento.

Y es que con estas pequeñas excavaciones han podido determinar que en este castro hay una especie de doble defensa, puesto que la puerta no da acceso directamente a las viviendas, sino a un pasillo perimetral que forma parte de su estructura defensiva.

Otros descubrimientos
Pero esta pequeña intervención ha dado para más y también se ha encontrado más material cerámico, que se suma al descubierto en la primera prospección de la primavera de 2021. En su mayoría, piezas de uso cotidiano de cerámica a mano de época protohistórica, aunque también un fragmento de una aguja de hueso; un utensilio básico para el día a día de los pobladores celtíberos, tal y como detalla el arqueólogo conquense.

Las excavaciones, asimismo, han sacado a la luz diverso material de la época medieval, muestra de una posterior ocupación del castro, aunque no crean que se trató de “una reocupación muy fuerte”, como en otros sitios.

Concluidos los trabajos de esta segunda intervención, está prevista la instalación, en breve, de un panel explicativo con los resultados de la excavación, similar al colocado en la primera actuación, con el fin de que el visitante pueda conocer lo que se ha hecho. No obstante, la intención, en palabras de Domínguez, es musealizar lo excavado hasta ahora para hacerlo visitable.

No en vano, la actuación del próximo año se pretende centrar tanto en la excavación en área abierta de la puerta del castro, como en su puesta en valor y musealización, junto a la muralla, con el objeto de que pueda ser visitado y entendido por el visitante. Y es que, tal y como subraya, sería el primer castro celtíbero visitable de La Serranía conquense, a semejanza del musealizado por ambos arqueólogos en la localidad guadalajareña de Villanueva de Alcorón. De hecho, ambos yacimientos están incluidos en su proyecto de investigación sobre la Castrificación de La Serranía de Cuenca y el Alto Tajo.

28 de septiembre de 2022

Recuperan el hypocaustum de las termas romanas de Huerta Varona (Palencia)

Los arqueólogos han recuperado gran parte del hypocaustum y del horno que se encuentran «mucho mejor conservados de lo que se esperaba». También se ha recuperado el fondo de una de las piscinas, probablemente la de agua templada, situada junto a la sauna, y los baños en la piscina de agua caliente, que estarían directamente encima del hipocausto.
Las termas romanas más antiguas del norte, en Huerta Varona

El yacimiento arqueológico de Huerta Varona no deja de deparar sorpresas al equipo de investigadores vinculados al Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac) que trabaja en Aguilar de Campoo sobre el terreno en los últimos veranos.

Los trabajos se han centrado en el Área 1, en las inmediaciones del mosaico que afloró en 2018. Allí han dado con las termas «más antiguas y mejor conservadas» del norte de España de las que se tiene noticia, con unos 2.000 años de antigüedad, pues los estudios a los que se ha sometido lo fechan a mediados del siglo I, al igual que el mosaico, que aún conserva sus colores. Dado su estado de conservación se trata de un yacimiento «excepcional» en el que es posible comprender cómo estaban construidas las termas rurales en la época del Alto Imperio.

Del mismo modo, su sistema de suministro de agua y de evacuación de aguas residuales (ingeniería hidráulica) se conserva «excepcionalmente bien». «Es un volumen de información enorme y con una calidad que hasta ahora no existía. Se trata de un avance realmente espectacular en el conocimiento de este tipo de arquitectura y de este momento temprano del Imperio Romano en su vertiente menos conocida: en una población rural», explica el director de la intervención, el doctor Jesús F. Torres.

En paralelo, se ha conseguido recuperar una gran parte del hypocaustum (el sistema de distribución de calor de la zona de sauna y la piscina de agua caliente) y del horno donde se generaba el calor que servía para calefactar los baños, que se encuentran «mucho mejor conservados de lo que se esperaba».

También se ha podido recuperar el fondo de una de las piscinas, probablemente la de agua templada, situada junto a la sauna, y los baños en la piscina de agua caliente, que estarían directamente encima del hipocausto. Esta conserva su forma original, con el suelo completo y el desagüe perfectamente conservado.

Asimismo, se han recuperado varios tramos del sistema de evacuación de aguas con las canalizaciones de hormigón hidrófugo (opus signinum) muy bien conservados. Tal es así que, «podrían seguir evacuando agua sin problema», señala Torres.

Por otro lado, los investigadores del Imbeac han podido encontrar materiales como los later columnaris y latericios (ladrillos de distintos formatos y formas), que son característicos de las termas y que formaban parte de la construcción original. También se han identificado algunas de las reparaciones efectuadas en los tres siglos que las termas debieron estar en funcionamiento.

El desgaste producido por la constante circulación del calor y la elevada humedad deterioraban los materiales constructivos del hipocausto rápidamente y era necesario realizar reparaciones de forma frecuente. Finalmente los baños fueron amortizados (desmontados y tapados completamente) y reconvertidos en un espacio para un uso completamente distinto probablemente en el siglo IV dC.

Todo esto demuestra la gran importancia que tuvo el asentamiento romano de Aguilar. Tras la toma del castro de Monte Bernorio, ubicado en Pomar de Valdivia, por las tropas del emperador Augusto durante las Guerras Cántabras, Huerta Varona supuso la continuación del poblamiento en esta comarca, una vez destruido el oppidum. Se convirtió en el centro de un área rural con sus servicios públicos, como estos baños con termas ahora recuperados.

EQUIPO
El Imbeac ha contado con investigadores y colaboradores de varias universidades nacionales y europeas, una becaria y un grupo de diez voluntarios. Además cuenta con la participación de la arqueóloga italiana Greta Bruno, especialista en arquitectura romana y mosaicos.

El Ayuntamiento de Aguilar, de la mano del Imbeac, ha realizado ya ocho campañas arqueológicas -los dos primeros años sondeos-. Los objetivos son documentar su estructura y trama urbana y poder comprender la historia de su ocupación y de sus habitantes, algo completamente desconocido hasta ahora.

4 de septiembre de 2020

Descubren la calzada de acceso original al castro cántabro de Santibáñez de la Peña (Palencia)

Los 500 metros de calzada "en perfecto estado" tienen cerca de 2.400 años de antigüedad. Entre los restos de la muralla también se ha documentado un cráneo de lo que podría ser un enemigo de la ciudad fortificada. 

El castro cántabro de La Loma, muy próximo al casco urbano de la localidad palentina de Santibáñez de la Peña, no deja de dar sorpresas. La última que se ha encontrado el equipo de arqueólogos liderado por Kechu Torres (Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico, Imbeac y Santiago Domínguez (Ares Arqueología y Patrimonio Cultural) es el descubrimiento de una calzada prerromana de entre 2.200 y 2.400 años de antigüedad.

Un camino «acondicionado y muy bien construido para que puedan circular personas, animales y carros», señala Torres, quien explica que consta de tres capas bien diferenciadas: una primera de piedras, una segunda de grava y una tercera de tierra arcillosa.

Según han podido comprobar los arqueólogos sobre el terreno, las piedras presentan un desgaste importante fruto de «décadas y décadas» de soportar el paso de los pueblos indígenas. Es más, han detectado algunas reparaciones. En cualquier caso, Torres reitera que la aparición de flechas del asedio al que sometieron los romanos al poblado clavadas sobre la arcilla, «no deja ninguna duda de que la calzada ya existía cuando los romanos atacaron la ciudad fortificada».

En paralelo, Torres y Domínguez están en disposición de confirmar que el área del bastión de la muralla en la que han trabajado este año es una de las entradas al castro. Un paso previo que les invita a ser optimistas a la hora de pensar que, en campañas sucesivas, darán con una de las puertas de acceso.

Sumado al descubrimiento de la calzada prerromana, los investigadores han dado con el camino que conducía al poblado desde el este con una longitud aproximada de 500 metros. No obstante, lo deberán confirmar con fotografía aérea y otros estudios.

CRÁNEO
Otro de los grandes descubrimientos de la campaña arqueológica del presente verano, es un cráneo de una cabeza que, según todos los indicadores, habría estado expuesta en el exterior de la muralla para ahuyentar a los enemigos.

Según las primeras investigaciones sobre el terreno, se cree que se trata de un varón de mediana edad, al que se le practicará la prueba del Carbono-14 para obtener una información más precisa, entre otras cosas, su antigüedad. Lo que sí puede adelantar el equipo de expertos es que los restos óseos no presentan indicios de haber sido presa de animales carroñeros, lo que significa que la cabeza no expuesta demasiado tiempo. Es decir, podría datar de la época en la que el castro santibañés de La Loma fue sometido al asedio del ejército romano en el marco de las Guerras Cántabras.

«En esta época era muy normal, en los pueblos de cultura celta, colgar o empalar las cabezas de enemigos destacados en la batalla. Se colocaban mirando hacia el exterior, de forma que era lo primero que veían los propios moradores de la ciudad, los de otras vecinas y los atacantes», explica Torres.

30 de junio de 2016

Junta y Diputación financian seis proyectos arqueológicos en Palencia

El apoyo económico servirá para la promoción e investigación de yacimientos y campos de trabajo
Yacimiento de Dessobriga, en Osorno. / FOTO: DESSOBRIGA.
La Junta de Castilla y León y la Diputación de Palencia financiarán un total de seis proyectos de investigación en yacimientos arqueológicos de la provincia. Los proyectos relativos a los yacimientos de ‘Dessobriga’ (Osorno), ‘Intercatia’ (Paredes de Nava), ‘Camino de las Ánimas’ (Herrera de Pisuerga) y ‘Cueva Guantes’ (Villanueva de Arriba) serán financiados por ambas instituciones y, a mayores, los proyectos de los yacimientos de Villa Romana ‘El Picón de Castrillo’ (Ampudia) y Monte Bernorio (Pomar de Valdivia) también contarán con una aportación de la Diputación de Palencia.

Además, los proyectos ‘Monte Bernorio’ en Pomar de Valdivia, ‘Huerta Varona’ en Aguilar de Campoo, e ‘Intercatia’ en Paredes de Nava, disponen de Campos de Trabajo concedidos por la Consejería de Familia, a través del Instituto de Juventud, en los que jóvenes participantes realizarán tareas arqueológicas para la puesta en valor del yacimiento como recurso natural.

En total cada una de las administraciones públicas aporta 26.000 eurosa cada uno de los proyectos distribuidos de diferentes maneras.

30 de octubre de 2015

Documentan los restos de dos campamentos romanos de las Guerras Cántabras

Se trata de dos asentamientos de entre 9 y 11 hectáreas ubicados en Cantabria y en el área divisoria con la comarca de Pernía en Palencia (Castilla y León). Ambos cuentan con plantas más o menos rectangulares, esquinas redondeadas y contienen defensas en forma de terraplén, combinado en uno de los casos con un foso al exterior, por lo que podrían haber estado ocupados por sendas legiones.
Arqueólogos trabajando en el yacimiento de Monte Bernorio el pasado verano.
FOTO: EL NORTE DECASTILLA / NURIA ESTALAYO
Los arqueólogos cántabros José Ángel Hierro, Eduardo Peralta, Enrique Gutiérrez y Rafael Bolado han localizado los restos de dos campamentos romanos de campaña en los montes del sur de Liébana que podrían estar relacionados con el episodio histórico del monte Vindio de las Guerras Cántabras.

Se trata de dos asentamientos de entre 9 y 11 hectáreas ubicados en Cantabria y en el área divisoria con la comarca de Pernía en Palencia (Castilla y León), concretamente en los altos de Castro Negro y Vistrió.

Por su situación a 1.900 y 1.500 metros de altitud, respectivamente, y a una distancia entre ellos de unos 13 kilómetros en línea recta, los investigadores creen que desde ahí sus moradores controlaban los importantes pasos naturales de los puertos de Riofrío y de Sierras Albas.

Ambos cuentan con plantas más o menos rectangulares, esquinas redondeadas y contienen defensas en forma de terraplén, combinado en uno de los casos con un foso al exterior, por lo que podrían haber estado ocupados por sendas legiones.

PUERTAS EN CLAVÍCULA
"Es muy significativa la presencia de 'puertas en clavícula', un tipo de estructuras presente en otros enclaves de las Guerras Cántabras, como Cildá o Campo de las Cercas, y que han permitido catalogarlos, sin lugar a dudas, como campamentos romanos de campaña", aseguran los arqueólogos.


La presencia de estos dos asentamientos en alta montaña y la existencia cercana del topónimo 'Binduey' -'Vindoey', en la Edad Media- han permitido a los investigadores plantear la tesis de que el descubrimiento sea escenario del episodio del monte Vindio, que tuvo lugar durante los enfrentamientos entre el Imperio romano y los distintos pueblos astures y cántabros, conocidos como Guerras Cántabras.

A la espera de concluir los estudios, el hallazgo de estos dos campamentos romanos parece ratificar la opción del macizo de Peña Prieta a la hora de ubicar de forma exacta uno de los lugares más singulares de la historia antigua de Cantabria.

IMÁGENES LIDAR
La revisión de las colecciones de ortofotografías aéreas disponibles en Internet permitió una primera identificación de los recintos que ha sido corroborada por los investigadores en fechas recientes mediante el procesamiento de las imágenes LIDAR.

Gracias a esta nueva técnica de teledetección, basada en el uso del láser para la obtención de una muestra densa de la superficie de la tierra, pueden ser identificadas estructuras que, hasta ahora, pasaban desapercibidas a los ojos de los investigadores.

Además de estos dos nuevos yacimientos, este equipo de investigadores ha localizado otras estructuras similares en distintas zonas de Cantabria, contribuyendo así a la ampliación del conocimiento sobre la conquista romana de la región y la resistencia que ofrecieron sus habitantes.

5 de agosto de 2015

Los arqueólogos buscan desentrañar la trama urbana de Dessobriga, en Osorno (Palencia)

En el yacimiento se han recuperado restos de materiales cerámicos y de edificaciones pertenecientes a la Primera Edad del Hierro y materiales pertenecientes a las etapas celtibérica y romana.
Margarita Torrione, catedrática de la Universidad de Saboya es la directora de la excavación en Dessobriga. FOTO: EL DIARIO
La campaña de excavaciones que se está realizando este año en el yacimiento de Dessobriga, sobre una superficie de 194 hectáreas, pretende desentrañar la trama urbana y el muro del antiguo poblado. Los inesperados hallazgos en las prospecciones geomagnéticas con georradar han permitido sacar a la luz una segunda muralla, viviendas y viales de comunicación, por lo que es previsible que los terrenos que se están estudiando sigan dando sorpresas.

El Proyecto Dessobriga tiene como directora y promotora científica a Margarita Torrione, catedrática de la Universidad de Saboya (Francia). Además, la dirección de la intervención arqueológica corre a cargo de Jesús Francisco Torres-Martínez y Antxoka Martínez Velasco, del Instituto Monte Bernorio.

En el yacimiento se han recuperado, tras los trabajos de investigación, restos de materiales cerámicos y de edificaciones pertenecientes a la Primera Edad del Hierro, lo que pone de manifiesto la ocupación en esta época en estas excavaciones. También se han hallado materiales pertenecientes a la etapa celtibérica y a la etapa romana. En concreto, los trabajos tanto de prospección superficial como de excavación arqueológica evidencian una ocupación durante la Primera Edad del Hierro, seguida por otra en la etapa celtibérica, con una continuidad en época romana, según informó ayer la Delegación Territorial de la Junta.

PLANTA CIRCULAR
Las excavaciones efectuadas en el yacimiento con motivo del proyecto de ejecución de la autovía del Camino de Santiago, entre Burgos y León, en los años noventa del siglo pasado, permitieron documentar varias viviendas de la Primera Edad del Hierro de planta circular, que se ubicaban en las laderas del páramo.

De esta forma, es posible distinguir diferentes áreas funcionales como zonas urbanas, basureros y cenizales, estructuras de defensa y, posiblemente, la necrópolis indígena.


La campaña de excavaciones en este enclave arqueológico la desarrolla la Junta de Castilla y León a través de las consejerías de Familia e Igualdad de Oportunidades y de Cultura y Turismo, y se prolongará hasta el próximo día 8. En ella, participan 17 personas procedentes de la Société Archéologique de Bron (SAB) y el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (IMBEAC). El enclave se encuentra ubicado en el cerro de Las Cuestas, entre Osorno y lo localidad burgalesa Melgar de Fernamental.

4 de febrero de 2015

Una nueva intervención en Huerta Varona desvelará el pasado romano de Aguilar de Campoo (Palencia)

El Ayuntamiento destina 15.000 euros para una nueva campaña en el yacimiento donde el verano pasado se realizaron seis sondeos y en los que se encontró un conjunto de construcciones que indicaban que era un núcleo ocupado desde el Alto Imperio hasta la Alta Edad Media, siglos I hasta VI d.C. 
Los trabajos arqueológicos en Huerta Varona se iniciaron el verano pasado con el descubrimiento de un importante yacimiento romano que no estaba documentado. FOTO: VÍCTOR GUERRA.
El patrimonio de Aguilar de Campoo seguirá siendo protagonista en 2015. Pero en este caso no sólo será el Románico el que centre la atención, ya que según ha anunciado la alcaldesa, María José Ortega, se continuará con el proyecto de intervención en la Huerta Varona.

«Nuestra intención es que se siga con la excavación y ver qué hay realmente en el yacimiento romano, por ello se han consignado 15.000 euros en el Presupuesto, que aprobamos la pasada semana, para poder ejecutar una nueva campaña arqueológica este verano», ha adelantado Ortega.

De igual modo ha avanzado que se realizará de forma conjunta con el proyecto de intervención del castro de Monte Bernorio de Villarén de Valdivia que también desarrolla el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbac).

INTERVENCIÓN CONJUNTA CON EL YACIMIENTO DE MONTE BERNORIO
Algo de lo que se habló durante la reunión mantenida recientemente con el delegado territorial de la Junta, Luis Domingo González, y el jefe del Servicio Territorial de Cultura, Luis Calderón, y en la que la regidora y el director de las excavaciones de Monte Bernorio, Jesús Francisco Torres, presentaron el proyecto de intervención para ambos yacimientos que tendrá lugar en verano.

También les mostraron los resultados de las campañas realizadas el pasado ejercicio, junto con un balance histórico exclusivo de la excavación de Monte Bernorio, que desarrolla el Imbeac desde hace una década.

NÚCLEO OCUPADO DESDE EL ALTO IMPERIO
En el caso del yacimiento de la Huerta Varona, la campaña arqueológica se inició el pasado ejercicio y allí trabajó un equipo de diez técnicos y arqueólogos. Se realizaron seis sondeos en los que se encontró un conjunto de construcciones que indicaban que era un núcleo que estuvo ocupado desde el Alto Imperio, pasando por el Bajo Imperio e incluso la Alta Edad Media, siglos I hasta VI d.C. 

El delegado territorial se comprometió a seguir colaborando en todos estos proyectos arqueológicos e informó que la Administración Regional está diseñando un mapa provincial de excavaciones arqueológicas, siguiendo la línea iniciada con la vinculación de las excavaciones de Monte Bernorio y Dessobriga.

10 de noviembre de 2014

Los arqueólogos documentan un importante yacimiento romano en Aguilar de Campoo (Palencia)

Se trata de un poblamiento romano de grandes dimensiones, aparecido en el paraje aguilarense de Huerta Varona -que aunque conocido no estaba documentado hasta el momento-. Según los arqueólogos habría estado ocupado desde el Alto Imperio hasta la Alta Edad Media, entre los siglos I al VI d.C. Por el momento se han encontrado las estructuras de varios edificios y talleres paralelos a la calzada romana junto a elementos de gran calidad como fichas de vidrio para juegos, restos de empedrados, téseras rústicas, cantos rodados y cerámicas.
Las excavaciones en el yacimiento de la ‘Huerta Varona’ de Aguilar de Campoo han sido realizadas por diez técnicos del ‘Imbeac’ durante los meses de septiembre y octubre. FOTO: VÍCTOR GUERRA.
Una gran expectación causan algunas excavaciones que se realizan en nuestro entorno. Muchos esperan que aparezca ese gran hallazgo que convierta a su localidad en un foco más atractivo desde el punto de vista turístico. Sin embargo, desenterrar el pasado no es tan fácil como parece y para saber más sobre el legado que nuestros antepasados nos han dejado, hay que investigar durante mucho tiempo para arrojar la suficiente luz y ver lo que hay realmente escondido.

Eso es precisamente lo que ha pasado con las excavaciones que se han realizado durante los meses de septiembre y octubre en la Huerta Varona de Aguilar de Campoo. Un yacimiento que ha creado grandes expectativas entre los vecinos de la villa, y que gracias a un equipo de diez técnicos y arqueólogos del Imbeac (Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico), puede dar mucha información sobre el pasado romano de la localidad, un aspecto no muy conocido de la historia de la villa galletera, más famosa por su legado Románico y Medieval.

POBLAMIENTO DE GRANDES DIMENSIONES
«La excavación ha sido todo un éxito, hemos realizado varios sondeos para delimitar la magnitud del yacimiento, que ya podemos decir que es de grandes dimensiones», concreta el director del proyecto, Jesús Francisco Torres Martínez. De igual modo, afirma que «es evidente que es un yacimiento romano. En cinco de los seis sondeos hemos encontrado estructuras, por lo que podemos decir que se trata de un conjunto de construcciones».
Sobre su datación y los hallazgos encontrados indica que «se trata de un núcleo que estuvo ocupado desde el Alto Imperio, pasando por el Bajo Imperio e incluso la Alta Edad Media, hablamos de los siglos I hasta VI d.C.».

COMPLEJOS DE VARIOS EDIFICIOS
Se han encontrado muros y suelos acondicionados, además de restos de empedrados, téseras rústicas, cantos rodados y cerámicas, sigillatas de varias épocas y de gran calidad.
«Vemos estructuras típicas romanas e incluso podemos hablar de un complejo de varios edificios, al lado de la calzada romana que discurre paralela a la carretera de Burgos», asegura.

También quiere dejar claro que no se puede hablar de una villa romana tipo La Olmeda, pues el yacimiento aguilarense es un poblamiento romano.

OTROS DESCUBRIMIENTOS
«De momento, lo que hemos visto puede ser una granja bien situada, pues los elementos encontrados son de gran calidad, con muchos edificios y talleres. Hemos descubierto cosas muy curiosas como fichas de vidrio para juegos, además de monedas que no podemos aún datar», desvela.

Una primera toma de contacto con el yacimiento de Huerta Varona, ya que el Imbeac presentará en breve al Ayuntamiento de Aguilar de Campoo las conclusiones de este primer estudio. Una campaña que se espera que tenga continuidad el próximo ejercicio para poder delimitar el recinto.

UN YACIMIENTO NO REGISTRADO
No se trata del primer estudio que se realiza de Huerta Varona, precisamente en el equipo que ha investigado el yacimiento está como codirector Antxoka Martínez, que junto al desaparecido Miguel Ángel García Guinea, realizó los primeros sondeos en el yacimiento hace doce años.

Fue entonces cuando se notificó de forma oficial su existencia a los responsables de Patrimonio, ya que aunque los aguilarenses lo conocían e incluso algunos vecinos han encontrado diversos vestigios, no estaba registrado de forma oficial.

(Fuente: Diario Palentino / Marta Redondo Moreno)

17 de septiembre de 2012

Los arqueólogos regresan al oppidum de Monte Bernorio (Palencia)

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.
Un año más el equipo del Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac) ha vuelto al castro de la Edad de Hierro de Monte Bernorio, en el municipio palentino de Pomar de Valdivia,  para intentar sacar a la luz un poco más de su glorioso pasado.
Imagen del Área 3 del castro de Monte Bernorio, donde también
se excavó el año pasado. Foto: IMBEAC.

Un grupo formado por nueve arqueólogos, entre los que hay estudiantes de las universidades Complutense de Madrid y Oviedo, que comenzó con los trabajos hace una semana. Una nueva campaña que ha sido financiada por el propio Imbeac ya que no han contando con fondos ni de la Junta ni de la Diputación aunque sí esperan que les apoyen económicamente desde los ayuntamientos de Pomar y Barruelo.

Pese a la crisis y la falta de ayudas públicas la campaña se ha podido llevar a cabo gracias también al trabajo de apoyo de ocho personas voluntarias que se desplazan algunos días para ayudar a los arqueólogos. Con la ayuda que no han podido contar finalmente debido a la escasez de fondos ha sido con la de los expertos de la Universidad de Burdeos.

Excavación de veinte días de duración en la que además de Monte Bernorio tienen previsto prospectar en otros yacimientos que están analizando en la Montaña Palentina. En el castro de Villarén este año los trabajos se centran en el área 3. Allí se estudiarán dos edificaciones con el fin de ver cómo eran las cabañas donde residían los habitantes del castro. «Queremos analizar cómo eran las viviendas, cómo se cerraban, su planta, si encontramos indicios de que existieron puertas, etc.», concreta Jesús Francisco Torres Martínez, director del proyecto junto al catedrático Martín Almagro.

El proyecto del castro de Monte Bernorio se presentó en el año 2004 ante la Junta de Castilla y León como una iniciativa de investigación integral que contemplaba tanto la investigación científica como la proyección patrimonial de los yacimientos arqueológicos en su área de interés y su difusión.
Vista aérea del castro de Monte Bernorio, próximo a Aguilar de Campoo.
Foto: Proyecto Monte Bernorio (Facebook)

Actualmente se encarga de la gestión del proyecto el Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico (Imbeac). El estudio científico de los materiales se realiza en el Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid.

Han colaborado en el proyecto la Real Academia de la Historia a través de su Gabinete de Antigüedades y el Instituto de Estudios Prerromanos y de la Antigüedad (IEPA). También han participado equipos del Institut für Archäologische Wissenschaften de la Universidad de Frankfurt (Alemania) y arqueólogos de la Universidad de Oxford (Inglaterra).

El punto central de la intervención es la ciudad fortificada de la Edad del Hierro (oppidum) de Monte Bernorio. Pero además trabajan en la localización e investigación de otros yacimientos arqueológicos por toda el área nororiental de la provincia de Palencia y sur de la Comunidad Autónoma de Cantabria, con especial atención a aquellos yacimientos relacionados con la Edad del Hierro.

El objetivo del proyecto es aumentar el conocimiento científico sobre el castro, así como obtener datos sobre los yacimientos arqueológicos que pudieran estar en relación con él, y con el tiempo, documentar la Edad del Hierro en el área.