google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Resultados de la búsqueda de Odyssey
Mostrando las entradas para la consulta Odyssey ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta Odyssey ordenadas por relevancia. Ordenar por fecha Mostrar todas las entradas

25 de octubre de 2023

El ARQUA devuelve la vida a la fragata "Nuestra Señora de las Mercedes"

El museo muestra una exposición temporal que se centra en los orígenes de la fragata y su vida marítima antes de su hundimiento en 1804 cerca del golfo de Cádiz y el posterior expolio de su tesoro por parte de Odyssey

El Museo Nacional de Arqueología Subacuática (Arqua) ha devuelto la vida a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Lo ha hecho a través de la exposición temporal inaugurada ayer y que podrá visitarse hasta el próximo 14 de enero. Bajo el título ‘Nuestra Señora de las Mercedes. Vida más allá del naufragio’, el museo de titularidad estatal perteneciente al Ministerio de Cultura y Deporte, muestra un episodio aún desconocido en la historia de la fragata: su vida antes de su trágico hundimiento en 1804 tras el enfrentamiento con navíos de la Armada británica cerca del golfo de Cádiz.

El propio director del Museo, Rafael Sabio, comisario de la exposición junto a Juan José Sánchez, presentó ayer la muestra en la entrada del complejo museístico. La exposición está situada en la planta que exhibe la colección permanente y permitirá al público conocer los antecedentes de este pecio español a través de algunas piezas recuperadas de su cargamento y de distintos manuscritos procedentes del Archivo Histórico de la Armada.

El director del Arqua presentó la exposición como «una obra teatral en tres actos, con presentación, nudo y desenlace, para conocer la historia de la fragata que hasta ahora no se conocía». Y es que, el navío español ha traspasado fronteras por el conflicto vivido con la empresa cazatesoros Odyssey por la propiedad del cargamento que, finalmente, fue entregado a España tras una sentencia judicial.

Ahora, la propuesta cultural del museo nacional va «más allá», como señaló Sánchez, ya que se centra en la vida activa de la Mercedes como fragata de la Real Armada. De hecho, el comisario de la exposición desmenuzó los tres actos perfilados por Sabio y explicó que se recorrerá el nacimiento del navío, las misiones en las que participó y su último viaje. Así, los visitantes podrán conocer que la fragata pisó el puerto de Cartagena en varias ocasiones, que estaba previsto que la ciudad fuera su base aunque nunca se estableció en ella o su pertenencia a la Escuadra del Mediterráneo, participando en guerras contra Inglaterra y Francia, entre otros hitos del buque.

Sánchez recordó que ‘Nuestra Señora de las Mercedes’ fue construida en 1786 para realizar distintas misiones en los antiguos territorios españoles en América y que en verano de 1804, la embarcación puso rumbo a España con la misión de transportar caudales. Cuando se encontraba cerca del golfo de Cádiz, la Armada británica inició una batalla naval que tendría como consecuencia el hundimiento de la fragata y el fallecimiento de 249 pasajeros.

Siglos después, la empresa cazatesoros Odyssey Marine Exploration extrajo del fondo marino las más de medio millón de monedas del cargamento de la fragata. Tras un largo litigio judicial, España consiguió recuperar este valioso conjunto numismático.

Ahora, la exposición inaugurada ayer en el Arqua, que se puede visitar hasta el 14 de enero, recuerda la vida del navío y pone en valor «la necesidad de proteger el patrimonio arqueológico subacuático», dijo Sánchez.

Además, la muestra sirve también como presentación al público de los dos cañones de bronce (culebrinas) que fueron recuperadas en la campaña arqueológica llevada a cabo en 2017 en el yacimiento y que forman parte de la exposición permanente.

Reapertura de la sala temporal
‘Nuestra Señora de las Mercedes. Vida más allá del naufragio’ es una iniciativa previa a la gran exposición internacional que se inaugurará en diciembre, ‘Nuestra Señora de las Mercedes. Una historia en común’, proyecto que propuso el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, a sus homólogos de seis países latinoamericanos (Perú, Bolivia, Colombia, Chile, México y Uruguay) en los encuentros bilaterales mantenidos en México, durante la celebración de la Conferencia Mundial de la UNESCO Mondiacult 2022.

Con la fragata también como protagonista, itinerará por los distintos países vinculados a la embarcación, poniendo en valor los lazos comunes entre América y España. De este modo, ilustrará el contexto social y cultural de los dos continentes en el siglo XVIII a partir de la historia de la embarcación, las misiones y lugares en los que recalaba o su cargamento. Para ello, se expondrán piezas diversas, incluidas más de 1.500 monedas recuperadas tras ser expoliadas por una empresa cazatesoros.

1 de septiembre de 2011

México disputa a Odyssey la búsqueda de la Flota de la Nueva España

El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta) de México y la Fundación Emilio Azcárraga Vidaurreta AC han firmado un conveniomarco de colaboración que permitirá en un primer momento continuar con la búsqueda de la Flota de la Nueva España, hundida en 1631 en el Golfo de México. 
Lugar donde se hundió la flota, en la zona conocida como
Sonda de Campeche.


Se trata del primer convenio de colaboración que signa el Instituto con una fundación encaminado a coadyuvar en la investigación y recuperación del patrimonio cultural sumergido tanto en el mar como en aguas interiores(cenotes, lagos, lagunas, etc.), espacios acuáticos donde yacen vestigios paleontológicos, arqueológicos e históricos, cuyo estudio en muchos casos requiere de equipos de tecnología avanzada de alto costo, así como del uso de embarcaciones.


La compañía «caza-tesoros» "Odyssey" pidió en 2006 permiso a México en dos ocasiones para rastrear el pecio, pero se le denegó.


La empresa que pilota Greg Stemm puso sus ojos en uno de los mayores tesoros que aún descansan bajo el agua, el del «Nuestra Señora del Juncal», una nao española que abría la comitiva de la flota «Nueva España» a trece barcos (entre galeones, fragatas, pataches, etcétera) que habían zarpado de Veracruz, en México, camino de España en 1631. Cádiz era el punto final del tornaviaje o viaje de regreso, en el que la nave transpotaba un cargamento de altura: maderas preciosas, sedas, cerámica oriental y especias, así como grana silvestre, cochinilla, chocolate, algodón y minerales, además de monedas de oro y plata.

Nueve de esos barcos lograron llegar a puerto, sin embargo, entre ellos no se hallaba la nave principal, ya que una tormenta la hundió en el Golfo de México (dentro de la zona conocida como Sonda de Campeche). Según documentos de la época, el almirante vasco Andrés de Aristizábal, al percatarse de que el fin era inminente y sólo un milagro les evitaría la muerte, «pidió su mortaja, sudario y con una cruz en la mano se encomendó a Dios, y con él todos sus soldados...». Hubo 36 supervivientes de un total de 339 personas que iban a bordo. Fueron rescatados en una pequeña chalupa tras una noche a la deriva.

En 2006, año en que los barcos de Odyssey, con el Explorer a la cabeza, merodeaban cerca de las costas españolas, Pilar Luna, subdirectora de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, denunció que la empresa «caza-tesoros» había presentado al menos dos propuestas para llevar sus embarcaciones hasta México y rastrear el botín, ofrecimientos que fueron rechazados «porque la compañía, con un enorme poder económico y contactos al más alto nivel, disfraza sus propuestas como proyectos de investigación cuando en realidad son meras búsquedas de tesoros».





7 de septiembre de 2010

La Armada zarpa mañana en defensa del patrimonio sumergido: es la primera consecuencia de la primera política de Estado real para evitar el expolio de los cazatesoros

Varios buques de la Armada Española comienzan mañana día 8 las operaciones en el Golfo de Cádiz con el fin de cooperar de manera activa -e inédita en nuestro país- en la defensa del patrimonio sumergido.
El arranque del convenio firmado ahora hace algo más de un año por las ministras de Defensa y Cultura, Carmen Chacón y Ángeles González Sinde, tuvo que salvar algunos escollos competenciales con la Junta de Andalucía, de ahí la tardanza. Pero la capacidad de diálogo de las partes implicadas ha puesto en marcha la primera política de Estado real para evitar el expolio de los cazatesoros en aguas españolas.
Así se vivió el caso Odyssey, en medio de la descoordinación de nuestras autoridades, con una polémica amarga que terminó en expolio, el de «La Mercedes» -al menos el de ese barco, puesto que los cazatesoros anduvieron 6 años «probando sus equipos» en aguas del Estrecho de Gibraltar con un control que acabó verificándose insuficiente-.






Foto: Cazaminas "Turia".




El lado verdaderamente positivo es que España ha incluido su historia naval entre las prioridades de la política cultural. Y que el Plan Nacional pone a prueba ahora la colaboración de la Junta con el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz y el Ministerio de Cultura para que la campaña que durará un mes se convierta en una rutina que permita el conocimiento exhaustivo de los fondos arqueológicos de nuestras costas. Para subrayarlo, se espera la visita de las ministras de Defensa y Cultura a los buques durante este mes de septiembre.
Los mejores medios
El objetivo principal de la campaña es realizar «la búsqueda, e identificación cuando sea posible, de naufragios en la plataforma continental del Golfo de Cádiz en el área entre la desembocadura del Guadalquivir y Tarifa, hasta una profundidad de 200 metros», informó la Armada en una nota esta mañana. «Buceadores de la Armada también participarían si fuese necesario».
Seguramente se identificarán irregularidades con el sónar de barrido lateral para posteriormente identificar si pertenecen a naufragios históricos documentados. Odyssey ya estudió un millar de esas irregularidades durante sus andanzas en la zona, sobre todo en el Mar de Alborán.
«Con la información obtenida se pretende elaborar una Carta Arqueológica Subacuática, que facilite la localización, identificación y evaluación de los yacimientos, valorando asimismo el riesgo al que están sometidos» continúa.

La Armada ha puesto a disposición del proyecto «sus Archivos Históricos, así como modernas unidades navales con personal muy cualificado y experimentado, pertenecientes a la Fuerza de Acción Marítima, bajo el mando del almirante Emilio José Nieto Manso», concluye.
Los cazaminas «Turia» y «Sella», y la lancha del Instituto Hidrográfico de la Marina «Escandallo», serán las primeras unidades involucradas. Los cazaminas, cuya base habitual es Cartagena, estarán basados en la Estación Naval de Puntales durante su despliegue.
(Fuente: ABC.es)

1 de diciembre de 2012

ARQUA custodiará y expondrá el tesoro del "Nuestra Señora de las Mercedes"

Aunque el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA) será su sede expositiva final, a partir del segundo semestre de 2013 una exposición itinerante podría recorrer varias comunidades autónomas.
El tesoro del "Nuestra Señora de las Mercedes" irá definitivamente
a Cartagena. 
El tesoro de la fragata española hundida Nuestra Señora de las Mercedes, que fue expoliado por la compañía de rescate de tesoros estadounidense Odyssey, se expondrá de manera permanente en el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA), anunció el viernes el Ministerio español de Cultura y Deportes.

El tesoro de monedas, valorado en 500 millones de dólares (unos 380 millones de euros), formará también parte de una exposición itinerante que se ofrecerá a las comunidades autónomas antes de pasar a su ubicación definitiva en el Museo de Arqueología Subacuática de Cartagena (ARQUA).

"Al Ministerio (...) no le interesa el valor económico del tesoro sino su valor cultural o arqueológico", dijo Jesús Prieto, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales, en una rueda de prensa en Madrid. "Es un bien al servicio de la humanidad"

El navío español fue hundido en 1804 por la Armada británica frente a las costas del Algarve portugués, y fue descubierto por Odyssey en 2007. Tras cinco años de batalla legal en Estados Unidos, el Estado español consiguió los derechos sobre la embarcación y su carga, que regresó  a España en febrero.

"Es el sitio lógico, pudiera parecer que se hubiera creado, en su día, para albergar este cargamento", declaró Prieto sobre el ARQUA, según fue citado por medios.

El ARQUA fue inaugurado en 2008 en el paseo del muelle de la antigua Cartago Nova y está considerado un centro de referencia nacional e internacional en la protección del patrimonio subacuático.

"Ninguna institución ni organismo cultural, tanto a nivel nacional como internacional, se había enfrentado nunca a un reto patrimonial de este calado".

El tesoro, que consta de 14 toneladas de monedas de oro y plata, se trasladará al museo murciano antes de final de año cuando termine de catalogarse y digitalizarse, anunció el Ministerio a través de una nota de prensa.

La exposición itinerante podrá verse a partir del segundo semestre de 2013.

"Haremos lo máximo por compartir esto no solo con los españoles, sino con el mundo entero", declaró José Ballesta, portavoz del Gobierno regional de Murcia.

(Fuente: La Información / Reuters)

13 de marzo de 2012

El naufragio de 1724 que hizo emerger la arqueología subacuática en España

Carlos León recuerda cómo logró financiar una excavación y la muestra sobre la Flota de Azogue que recibió 350.000 visitas
Carlos León, arqueólogo subacuático, en una imagen de archivo.
Además del caso Odyssey, un desastre de permisividad que acabó en expolio, hay un naufragio, acontecido en 1724, que cambió las cosas y demostró que en España se puede hacer buena arqueología subacuática sin tirar de dinero público. Hubo hace más de una década una gran exposición, financiada con dinero privado y que supuso el primer acercamiento científico a los métodos de construcción de losgaleones. Su responsable, Carlos León, arqueólogo y buzo profesional, rememora aquella experiencia, mientras prepara su siguiente y maravilloso proyecto.

León se lamenta: «Tanto caso Odyssey, tanto pirata y tanto tesoro de monedas para un lado y para otro, ha desvirtuado la esencia de laarqueología: una actividad científica cuyo objetivo es la investigación, la conservación y la difusión del patrimonio histórico y arqueológico, ya sea en medio de una ciudad en forma de catedral gótica o bajo el mar en forma de barco hundido».

Pero como responsable de uno de los proyectos más ambiciosos llevados a cabo en España, y con financiación privada, sabe que «el éxito de la arqueología submarina está en la equilibrada combinación entre la iniciativa estatal y la privada».

Ancla del galeón hundido en 1724 por un huracán
 en República Dominicana.
Cultura-Defensa: el ejemplo de Francia
A través de la colaboración entre el Ministerio de Cultura y el de Defensa, León espera que imitemos el caso francés: «el barco de investigaciones arqueológicas submarinas Archeonaute es militar mientras que losarqueólogos pertenecen al CNRS, algo así como nuestro CSIC». Es lo mismo que ocurre con el Hesperides en la investigación oceanográfica española. «Este esquema funciona, tiene buenos resultados a medio y largo plazo y un óptimo aprovechamiento de los recursos económicos y los medios técnicos».

Además, subraya el arqueólogo, «genera una excelente imagen de España fuera de nuestras fronteras y entre la comunidad científica, como las antiguas expediciones ilustradas del siglo XVIII». Para él esto no es ajeno al Plan Nacional de Arqueología Subacuática y el famoso Libro Verde.

«La iniciativa privada también puede funcionar»Nadie como Carlos León para saber la verdad que subyace en esta afirmación: «La iniciativa privada es más complicada pero también puede funcionar. Al menos a mi me ha funcionado en varios casos. Uno de ellos fue el de los Galeones de Azogue. Para ello me remonto al año 1994, cuando el gobierno dominicano contacta con nosotros, Cruz Apestegui, Manu Izaguirre y yo, para que estudiemos la construcción naval de dos galeones españoles hundidos en la bahía de Samaná, excavados legalmente por un buscador de tesoros americano en el año 1975».

A pesar de ir a excavar el pecio después de que un cazatesoros lo hubiera explotado, el proyecto valía la pena «tanto por la cantidad y calidad de los restos conservados bajo el agua, como por la excelente información escrita que localizamos en el Archivo General de Indias de Sevillasobre las dos embarcaciones: San José alias La Tolosa y Nuestra Señora de Guadalupe».

¿Y cómo se involucró la iniciativa privada? «Por la Fundación La Caixa, a través de su director Luís Monreal, y el Museo de la Ciencia de Barcelona, con el profesor Jorge Wagensberg a la cabeza». El potencial de este hallazgo superó las expectativas y se decidieron a apoyar, primero, las dos campañas de investigación bajo el agua; en segundo lugar, varias publicaciones junto a la prestigiosa editorial Lunwerg con los resultados, y finalmente, «y ahí es donde realmente centraron susesfuerzos económicos -recuerda Carlos León-, generando la exposición temporal “Huracán, 1724”, que permaneció un año en el Museo de la Ciencia de Barcelona y otro en el entonces recién inaugurado CosmoCaixa de Madrid».
La tragedia de dos galeones
Muchos cientos de miles de visitantes disfrutaron de la historia naval recuerada y la aventura y desventura de aquellos marinos empujados por un huracán nocturno hacia el naufragio. Vajillas, utensilios y todo dipo de detalles sobre la vida a bordo evocaban para el público la tragedia.

León recuerda que, después de dos años buceando, «trajeron las mejores piezas halladas en ambos galeones: joyas, monedas, ánforas, armas, objetos religiosos, instrumentos de navegación, utensilios de la tripulación ... Se hicieron grandes maquetas, se creo una reconstrucción a escala real de la popa del Guadalupe, se instalaronacuarios recreando la fauna y flora de la zona, se construyó una escenografía del camarote del capitán del barco antes y después de su hundimiento, y otra del pañól de la pólvora con ratas de verdad». Quien la visitó no la ha olvidado.

Fue una exposición inolvidable. Se vendieron más de diez mil ejemplares de los tres libros de la exposición (el catálogo de Lunwerg, un cómic de la editorial Sinsentido y una novela publicada por Plaza y Janés), hubo conferencias y un enorme impacto en la prensa, radio y televisión.

Lo más importante, para el arqueólogo: «terminada la exposición, las piezas de estos dos barcos españoles volvieron sanas y salvas a Santo Domingo, donde siguen expuestas en el Museo de las Casas Reales y en el Faro a Colón, y nadie se plantea, ni se planteó en su momento, si las piezas debían quedarse en España, en la República Dominicana, en la Fundación La Caixa, o en casa del buscador de tesoros que localizó los restos en 1975». Están donde tienen que estar.
Importa la historia
 Lo que queda es el mejor ejemplo de colaboración entre una fundación sin ánimo de lucro con fines sociales y culturales, un equipo de investigadores de dos países y un gobierno dominicano que supo aprovechar la oportunidad para formar a sus profesionales en esta disciplina científica. Nada que ver conOdyssey y el Nuestra Señora de las Mercedes, ni con Frank Goddio y el San Diego, donde lo importante no es la historia ni la conservación del patrimonio arqueológico sumergido sino los dólares que generó su venta.
(Fuente: ABC / Jesús García Calero)

15 de septiembre de 2010

ARQUEOLOGÍA SUBMARINA: Chile pretende recuperar el pecio español "Nuestra Señora del Buen Consejo" hundido en 1770 y encontrado en 2005 por Oriflama, una empresa privada de cazatesoros

El Presidente de Chile,Sebastián Piñera, se ha comprometido a recuperar el galeón español "Nuestra Señora del Buen Consejo y San Leopoldo" -conocido como Oriflama- que se hundió en la costa de Curepto (Chile) tras naufragar en 1770.

"Comprometo nuestro esfuerzo para recuperar ese galeón español que se hundió en el Siglo XVIII y esperemos pueda volver a ver la luz del sol en este año del Bicentenario, por tanto, vamos a hacer con las autoridades locales los esfuerzos necesarios", dijo el presidente chileno.


Según informa la prensa del país sudamericano casi 240 años después que se hundiera, el cargamento de joyas, armas, cristalería e instrumentos musicales ha sido motivo de una larga disputa entre el Estado y la empresa Oriflama S.A., que en 2005 descubrió los restos. En marzo, la pugna pudo quedar zanjada: la Contraloría resolvió que los restos del galeón español son de propiedad estatal, al tener el carácter de "monumento arqueológico".

Cito textualmente a la prensa chilena: "El dictamen indica que el galeón se deberá regir por la Ley de Monumentos Nacionales de la República de Chile, por lo que cualquier tipo de extracción deberá ser autorizada por el Estado. El organismo estimó que este tipo de monumentos no son determinados por el período histórico al que pertenecen o el lugar donde se encuentran, sino a la disciplina científica que la estudia: la arqueología."

¿El Gobierno español no tiene nada que decir en este litigio? ¿ya se ha dado por hecho que el contenido del galeón que navegaba bajo pabellón español es propiedad del Estado Chileno? ¿Tomará cartas en este asunto el Ministerio de Cultura de España? o por el contrario ¿teme encontrarse frente a un nuevo caso parecido al de Odyssey? Estaremos pendientes.

19 de septiembre de 2010

Japón intenta el expolio de otro navío español del Siglo XVII



Los cazatesoros acechan el «San Francisco», que naufragó en Japón en 1609. Mientras, ni Cultura ni Exteriores han querido responder la petición de arqueólogos de la Universidad de Texas para investigar el pecio

Por uno de esos accidentes de la Historia, un naufragio en el siglo XVII marcó un hito que ha perdurado hasta hoy en las relaciones entre España y Japón. Pero, por uno de esos despistes de la Historia, la pasividad de la Administración española para rescatar, o buscar, los restos de dicho hundimiento pueden minar los contactos culturales entre ambos países cuatro siglos después.
Corría el año del Señor de 1609 cuando la noche del 30 de septiembre el galeón español «San Francisco» encalló frente a las costas de la prefectura de Chiba, al este de Japón y a unos cien kilómetros de Tokio. La nave, que cubría la ruta de la seda, la porcelana, el oro y las especias entre Filpinas y Nueva España (México), se había desviado de su rumbo por un tifón que la separó de los otros dos galeones con los que viajaba y se fue a pique frente al pueblo de Onjuku.
(Foto: buzos de la empresa Whitaker)
De los 373 hombres de su tripulación, 317 sobrevivieron aferrándose durante toda la noche de tormenta a los restos del barco, hasta que fueron rescatados por la mañana por los aldeanos de la zona y las «ama», las pescadoras que bucean a pulmón para recoger almejas del fondo marino. Entre el pasaje destacaba una figura especial: Rodrigo de Vivero y Velasco, el gobernador de Filipinas que regresaba a Acapulco tras su estancia en Manila. Gracias a sus contactos con los sogunes del clan Tokugawa y a los 4.000 ducados que éstos le prestaron, De Vivero volvió al año siguiente a México en el «San Buenaventura», un barco de 120 toneladas construido en Japón bajo dirección del navegante inglés William Adams, llevando consigo a la primera delegación nipona que puso pie en suelo americano.
Evangelización
Además de impulsar las relaciones comerciales con la Corona española y proteger a los misioneros jesuitas que arriesgaban sus vidas evangelizando el Lejano Oriente, Rodrigo de Vivero inauguró los contactos entre México y Japón enviando 50 expertos mineros en señal de agradecimiento.
Las crónicas de la época dan buena cuenta de su gesta, pero no aclaran nada sobre la valiosa carga que transportaba el «San Francisco» en su bodega. Aparte de un mástil y un jarrón, los únicos supuestos restos que se conservan en Onjuku, la leyenda cuenta que el tesoro del galeón hundido lleva ya cuatro siglos en el fondo del mar. Un canto de sirenas demasiado tentador que no ha pasado desapercibido para famosos «cazatesoros» como Robert Marx y James Whitaker. El primero es un antiguo marine y veterano submarinista que ha sido galardonado con la Orden de Isabel la Católica por el Gobierno español. Todo ello pese a que el año pasado llegó a repartir un doblón de plata auténtico —que supuestamente había rescatado de galeones españoles hundidos— por cada uno de los 300 relojes de edición limitada que la marca nipona Seiko comercializó con su nombre. Whitaker es un experto en búsquedas submarinas que ha peinado la zona del naufragio y podría haber encontrado ya el lastre del San Francisco.
«Para confirmarlo, tenemos que analizar las rocas porque muchos barcos pasaban por aquella zona», explicó Whitaker a ABC por teléfono desde Florida. Consciente de los problemas legales de casos sonados como el del «Odyssey», se apresuró a matizar que «hay muy pocas posibilidades de encontrar un tesoro, como mucho una moneda o dos, pero nada más porque el galeón se hundió a pocos metros de profundidad y casi todo fue salvado por los supervivientes y los pescadores del pueblo». Aunque Whitaker insistió en que «no estamos allí por el oro ni las joyas, sino por la Historia», otros arqueólogos sospechan de sus intenciones y creen que no quiere hacer saltar la liebre.
Desde hace tres años hay un proyecto de la Universidad A&M de Texas, en colaboración con dos catedráticos de Zaragoza y Extremadura, del que la Embajada española en Japón informó a la Dirección de Relaciones Culturales y Científicas del Ministerio de Asuntos Exteriores en sendos despachos fechados en marzo y abril de este año. Además, la legación diplomática redactó en mayo una carta de presentación para apoyar otra investigación dirigida por el profesor Akifumi Iwabuchi, de la Universidad de Ciencia y Tecnología Marina de Tokio. Ambos casos han tenido la callada por respuesta. «He enviado algunos documentos al Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena y la Embajada española en Tokio ha informado a Cultura de mi plan de búsqueda, pero no he recibido ninguna contestación», se quejó Iwabuchi, quien se lamentó de que esta falta de colaboración es «una pena porque preferiría trabajar codo con codo con España».
Mientras los Ministerios de Asuntos Exteriores y Cultura mostraban su desidia con un clamoroso silencio administrativo, los «cazatesoros» no han perdido el tiempo y han logrado el apoyo de los pescadores de Onjuku y sus autoridades turísticas. Hartos de esperar una prospección oficial que nunca llega, los vecinos de este pueblo costero han colaborado con Whitaker en la búsqueda del lastre pensando que cualquier hallazgo podría exhibirse en un museo que dispararía el número de visitantes.
¿Pero existe realmente un tesoro hundido en caso de que se halle el pecio del «San Francisco»? El profesor Iwabuchi, de la Universidad de Ciencia Marina de Tokio, cree que «no hay ningún tesoro en absoluto», pero Gonzalo Robledo, un cineasta colombiano que ha rodado un documental sobre el galeón, sospecha lo contrario. «De lo contrario, la empresa de Marx y Whitaker no habría hecho una fuerte inversión para buscarlo», razona.
En caso de que lo encuentren, los «cazatesoros» se habrán adelantado una vez más a la Administración española. En respuesta a ABC, Patrimonio declinó su responsabilidad esgrimiendo que «son las autoridades japonesas las que deben asegurar que en las operaciones de prospección y eventual recuperación del pecio se respete la normativa nipona en materia de protección cultural, y que en ningún caso los restos recuperados puedan ser objeto de explotación ilegal o comercial». Algo que parece difícil de garantizar porque, según las leyes de Japón, que no ha suscrito el convenio de la Unesco para velar por el patrimonio submarino, los «cazatesoros» no están obligados a pedir permiso para buscar barcos hundidos.
(Fuente: ABC)

21 de marzo de 2012

Investigan la venta ilegal en Alemania de un valioso conjunto de cascos celtibéricos

Arqueólogos acusan a Cultura de no reclamar a tiempo las piezas procedentes de un yacimiento en Aranda de Moncayo (Zaragoza)
Cascos celtíberos procedentes del yacimiento de Aranda de Moncayo.
18 cascos celtibéricos, un conjunto único procedente de un yacimiento zaragozano, se hallan en el centro de una polémica que enfrenta a historiadores y arqueólogos con el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Aquellos exigen a la Administración que tome cartas en el asunto para evitar la venta de las piezas en Alemania. Y este niega su responsabilidad.

La novela (¿de un expolio?) comenzó a escribirse en 2008, año de la subasta en Múnich de la enorme colección de Axel Guttmann. Entonces, el museo Römisch-Germanisches-Zentralmuseum (RGZM) de Mainz denunció que los cascos eran de procedencia española y que se habían exportado ilegalmente. La fiscalía de Múnich retuvo las piezas y solicitó al Gobierno español que reclamara su legítima propiedad en tres meses. No hubo respuesta. Las piezas pasaron a manos de sus nuevos dueños.

“De las miles de tumbas que se han excavado en España, tan solo se han recuperado unos seis o siete fragmentos de cascos, pero estas piezas de la panoplia militar ofensiva: 18 cascos, espadas, lanzas y puñales, producidas en España, entre los siglos III y I a. C., harán cambiar el discurso histórico”. Así de contundente se muestra Raimon Graells, investigador del museo alemán. Junto a Alberto Lorrio, catedrático de la Universidad de Alicante, y Fernando Quesada, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, denunciaron ayer el expolio y venta ilegal en Alemania de estas piezas procedentes de un yacimiento de Aranda de Moncayo.

Para el catedrático Martín Almagro Gorbea, de la Real Academia de la Historia, “no hay duda de que es el conjunto de armamento más importante jamás localizado del Mediterráneo occidental”. Todos se quejan de que la Administración no haya actuado con contundencia para recuperar los cascos y evitar su venta. Y han elevado a Cultura y al Defensor del Pueblo sus quejas. Cultura asegura que “se han dado los pasos administrativos y legales”, y que, tras pedir un informe en 2009 a Patrimonio de la Policía Nacional, un juzgado de instrucción de Madrid determinó “cerrar el caso en 2011 al no haber pruebas suficientes”.

La Fiscalía de Medio Ambiente y Urbanismo del Tribunal Supremo, con todo, no comparte esta idea. En octubre pasado abrió diligencias. Para el fiscal jefe Antonio Vercher, “el proceso está abierto y se tomarán las medidas pertinentes para saber si ha habido tolerancia, dejadez y falta de determinación de la administración”. Según Vercher, la Guardia Civil y la Interpol trabajan para esclarecer el tema.

La falta de actuación de las autoridades españolas hizo que las subastas de las piezas se sucedieran en 2009 y 2010. Se han vendido al menos ocho cascos, por un precio de hasta 77.000 euros. “Estamos convencidos que hay margen para recuperar las piezas, al menos las vendidas en estos años que sabemos que han ido a parar a colecciones particulares de Francia y España. El resto se devolvieron a la familia de Guttmann”, según Graells.

“Es una pena que el Ministerio no haya mostrado interés siendo tan importantes o más que las monedas de Odyssey”, se lamenta Lorrio. “Mientras que las piezas acuñadas son recurrentes, los cascos son diferentes y proporcionan información muy valiosa de quién los produjo que no conocíamos, sus influencias y sus conocimientos técnicos”.

En cuanto a las posibilidad de hallar más piezas en el yacimiento, Lorrio asegura que se están haciendo prospecciones. “Dudo que haya nada, con lo que hemos perdido la información del contexto y no se podrá determinar por qué se enterraron y si fue una ofrenda ritual”, se lamenta el arqueólogo. Desde el Ministerio aseguran que si se aportan nuevas pruebas sobre la exportación y venta ilícita se volverá a abrir el caso, “porque queremos recuperar el patrimonio”. 

(Fuente: El País / José Ángel Montañés)

26 de julio de 2010

Un sarcófago y toneladas de oro sepultados en el litoral español: "Beatriz" y "Sussex" son los navío más buscados en en el paraíso mundial de la arqueología subacuática

Poco imaginaban en el antiguo imperio egipcio que la momia del faraón Micerino, cuya imponente pirámide fue la tercera levantada en la meseta de Gizeh durante la IV Dinastía, terminaría descansando a miles de kilómetros y en el fondo del mar. Su sarcófago de basalto, de 2,6 metros de largo, se encuentra frente a las costas murcianas, en las tripas de un barco llamado Beatriz. Su descubridor en 1837, el británico Howard Vyse, pretendió llevar el valioso tesoro hasta el Museo Británico para abrirlo allí y convertir a Londres en la capital del mundo arqueológico, en dura pugna con alemanes y franceses. Pero no todo salió a gusto de Vyse y hoy centenares de cazatesoros, arqueólogos y curiosos siguen la pista de Micerino por Cartagena. 

La historia del Beatriz y de su momia es una de las muchas que existen en torno a la arqueología subacuática, disciplina a caballo entre la historia, el arte y el negocio en la que el litoral español es uno de los paraísos más apreciados y también más expoliados del mundo. 'Entre el 85% y el 90% de los yacimientos registrados han sido dañados por los cazatesoros', calcula Javier Noriega, uno de los componentes del grupo Nerea, empresa especializada en arqueología marina que surge de la Universidad de Málaga. Su empeño, y el de sus diez compañeros, es proteger el legado histórico que pervive entre algas y arena. 


El número de naufragios en aguas españolas es una incógnita, según se ha puesto de manifiesto durante el congreso de arqueología subacuática celebrado el mes pasado en Gandía (Valencia). Está casi todo por descubrir en yacimientos clásicos -fenicios, romanos y griegos- y medievales. Y por seguridad, son contadas las autoridades que manejan un mapa sobre la localización de los pecios (restos de una nave naufragada) catalogados. 

La costa catalana, una de las que ha gozado de mayor rigor en la exploración, arroja más de 700 yacimientos. En Andalucía, por su parte, se afirma que entre Ayamonte (Huelva) y Tarifa (Cádiz) duermen los restos de más de 200 barcos cargados de tesoros por un valor aproximado de 115.000 millones de euros. 

El cementerio de galeones en que se convirtió el golfo de Cádiz a partir del siglo XVI acoge a uno de los buques más deseados, el Sussex. Bandera de la flota británica hasta 1694, se hundió hasta los 800 metros de profundidad tras una fuerte tormenta en el Estrecho. En el naufragio perdieron la vida 500 marineros y se fueron a pique nueve toneladas de oro. Su valoración depende de la fuente consultada: entre 1.000 millones y 4.000 millones de euros. 

Más allá del interés económico que mueve a Gobiernos y empresas, los especialistas han reiterado las inmersiones en aguas gaditanas en busca de restos de la batalla de Trafalgar, librada entre franceses, ingleses y españoles en octubre de 1805. 


La Unesco cataloga como yacimiento subacuático cualquier barco con más de un siglo bajo el mar. Javier Noriega, de Nerea, opina que debe protegerse cualquier nave hundida con valor histórico: '¿Un buque de la Guerra Civil no tiene valor arqueológico?', se pregunta el experto. 

Para este tipo de profesionales, tres son las principales amenazas que se ciernen sobre los restos de naufragios o batallas: expoliadores, obras civiles y el abandono de la Administración. 

Entre los arqueólogos existe quien defiende que los restos deben protegerse, estudiarse y dejarse donde los ancló el infortunio, sacando a la luz sólo los materiales metálicos (monedas, armas, etc.) y la cerámica. Una corriente contraria aboga por extraer también las estructuras de los navíos para exponerlos en museos. En lo que coinciden unos y otros es en la necesidad de legislación, inversión en tecnología e investigación y medidas para proteger el patrimonio que se esconde en las profundidades. 

'Wasa', del fondo marino a un museo tras el tesoro 
Más allá de las complicaciones técnicas de sacar un pecio a la superficie, el mantenimiento al aire libre de un barco naufragado es extremadamente complicado. Cada uno de los materiales que han sobrevivido bajo el agua debe ser tratado hasta su estabilización. 

Uno de los buques más célebres que tuvo un final fatal fue el sueco Wasa. Su naufragio ocurrió en 1628, en el mar Báltico, cuando acababa de ser botado. El Wasa fue sacado a flote en 1961 y hoy descansa en un museo levantado en torno a él, el Wasa de Estocolmo. Sus tablas precisaron años de tratamiento a base de polieliteno glicol, un producto ceroso que penetra muy despacio en la madera y sustituye al agua salada. 




España mantiene un acuerdo con la Unesco para la investigación de los restos de la batalla de Trafalgar, pero la voz del organismo es clara al desaconsejar que los yacimientos salgan del agua. Sólo en caso de peligro de robo o destrucción estaría de acuerdo en arrancar los tesoros del abismo. 


Tras el tesoro 
• Un detector de objetos mediante vibraciones de alta frecuencia y cámaras que aguanten la presión son los elementos fundamentales para localizar un yacimiento subacuático. Una vez encontrado, será fundamental para la investigación que haya permanecido oculto a piratas y curiosos. 

• La última gran operación de la Guardia Civil contra una banda de expoliadores fue culminada en mayo con la detención de siete personas. El cabecilla consultaba la ubicación de los naufragios en libros de historia. 

• La mayor firma cazatesoros del mundo tiene sede en Tampa (Florida), se llama Odyssey Marine Exploration y es bien conocida en España por su empeño en sacar el Sussex del Estrecho. La compañía cotiza en Bolsa con una capitalización de 145 millones de dólares.





Articulo extraido de: error98.blogspot.com

1 de abril de 2015

Panamá permite el expolio de un galeón español del S. XVI

El país centroamericano incumple la Convención Unesco 2001, de la que es firmante, al contratar a una empresa para la explotación comercial del buque de Estado español "San José", del que hasta el momento han recuperado unas 8.000 monedas además de lingotes y tortas de plata, cerámicas, munición y armamento.
Un galeón español está siendo excavado para su venta en Panamá. Como tantos otros expolios del patrimonio subacuático de origen hispánico, su impresionante historia puede acabar disuelta en subastas y mercados. Se trata del San José, un barco construido en 1610 que naufragó junto a la costa del Pacífico panameño en 1631, acarreando uno de los cargamentos más ricos que salieron jamás del puerto de El Callao.

Pero la noticia es mucho más triste, puesto que el propio Gobierno de Panamá está dando respaldo a la empresa Investigaciones Marinas del Istmo (IMDI), con la que ha firmado un contrato para repartirse el resultado de las excavaciones a razón de 65% para la firma y 35% para el Gobierno. El contrato incluye preferencia para edificar un museo con las piezas del Gobierno, si se hiciera.

Según los documentos el fin es comercial. El asunto cobra su total gravedad porque además Panamá es uno de los primeros países que ratificaron la Convención Unesco 2001 para la Protección del Patrimonio Subacuático, el instrumento internacionalmene reconocido por los arqueólogos. Tanto ese organismo como el Gobierno español han enviado sendas cartas a las autoridades panameñas.

La misiva de Unesco la firma Alfredo Pérez de Armiñán, subdirector de Cultura, y recuerda a Mariana Núñez Emiliani, directora general del Instituto Nacional de Cultura (INC), que el permiso emitido a IMDI en 2013 es ilegal, puesto que fue posterior a la vigencia de la Convención en Panamá (firmada en 2003 y aplicable desde 2009). Ese permiso se concretó en una resolución N°136-13 de 16 de julio de 2013. Unesco sigue presionando a las autoridades para que corrijan su actitud.

LA SOCIEDAD CIVIL
Las primeras noticias de esta catástrofe cultural comenzaron a llegar a España el pasado verano gracias a la intervención de miembros de la sociedad civil, cuando el abogado José María Lancho, en nombre del Instituto para la Memoria Arqueológica Naval Hispánica, recibió la denuncia de la maraña legal que iba a posibilitar este expolio. De hecho, en febrero de 2014 se habían extraído materiales (1.063 monedas de plata, dos balas de mosquete, dos cureñas de cañón, una joya de oro y varias piezas de cerámica), aunque no eran los primeros.


El citado Instituto tratará de sumar posibles cauces a la participación de la sociedad civil a los criterios y acción jurídicos, y los protocolos arqueológicos para proteger el patrimonio hispánico sumergido. Y también oponerse a la actividad cazatesoros informando sobre la amenaza y la vulnerabilidad del mismo. El propio Lancho informó de esa maraña legal que acontecía en Panamá en el último congreso arqueológico Ikuwa, celebrado el pasado mes de septiembre en el Arqua de Cartagena.

El contrato original de 2003 considera los restos del San José objetos hundidos cualesquiera. Hacen la distinción («ilegal y errónea», según Lancho) entre objetos de valor «comercial» y objetos de valor «histórico y cultural». Hubo dos fallos de la Corte Suprema de Justicia que pidieron a las autoridades panameñas de Patrimonio que definieran qué objetos son de valor histórico y cultural que no se pueden comercializar. «A todas luces, el tesoro del San José es de valor cultural, histórico, arqueológico y patrimonial, y no se puede comercializar», señala Lancho.

El citado permiso de 2013 extiende la autorización a IMDI hasta el 28 de agosto de 2015, prorrogable, violando según parece leyes vigentes y la Convención. Para Lancho, la actividad de IMDI puede suponer un comportamiento penal en el derecho español, siendo el galeón San José un buque de Estado.

Por su parte, el arqueólogo Carlos León, que conoce muy bien el patrimonio subacuático panameño, alerta de que en abril de 2013 IMDI presentó su proyecto de intervención (un proyecto que no cumple los estándares arqueológicos que precisa un yacimiento tan importante, a cargo de un antropólogo y un conocido cazatesoros).


De hecho, la empresa IMDI ha gozado del favor de varios gobiernos y fundamentalmente del Ministerio de Economía y Finanzas panameño, quien les apoya. Sus socios, según consta, son el empresario de origen palestino residente en Colón, Hassam Salama; el economista y aventurero australiano Michael Mc Dowell; el inversionista panameño, ingeniero y empresario de ganadería, hostelería, petróleo y gas, Alberto Vázquez; el antropólogo social panameño Gustavo José Leal Cuervo (director del proyecto), y el buscador de tesoros norteamericano que trabajó con Mel Fisher y Odyssey Marine Exploration, James J. Sinclair. Su visión comercial es incompatible con los criterios de la Unesco.


Y alerta también de que «en este último mes ha solicitado permiso para continuar las excavaciones desde mayo hasta diciembre de 2015, con un presupuesto de 466.000 dólares de coste». Para León el tema «es tan urgente por eso mismo. Si nadie lo detiene, IMDI seguirá sacando material sin control. La única vigilancia que tienen es la de algunos enviados del INC que se desplazan hasta Contadora para ver las piezas que sacan del agua sin hacer ningún control en el lugar de la excavación ni bucear sobre los restos», añade.

El arqueólogo recuerda que las operaciones de rescate comenzaron en 2001 y continúan actualmente. La empresa IMDI ha trabajado en Nombre de Dios, «sobre un barco español del siglo XVI y en el galeón San José rescatando un número indeterminado de piezas (según unas informaciones 8.000 monedas, según otras 5.000), además de lingotes y tortas de plata, cerámicas, munición, armamento…», concluye.

(Fuente: ABC / Jesús García Calero)

1 de febrero de 2013

La Armada documenta 1580 pecios desde el Siglo XIII al XX

La Armada ha creado una base de datos de naufragios para registrar todos los barcos hundidos de los que existe constancia en sus archivos navales, con la identificación de 1.580 naufragios de buques españoles o de otra nacionalidad sumergidos en aguas jurisdiccionales españolas desde el siglo XIII, según ha informado el Ministerio de Defensa.
Ánfora procedente de un pecio romano en aguas de Mallorca descubierto recientemente. Foto: Mizona TV
Este proyecto comenzó en 2011 y ha continuado, en una segunda fase, durante el último trimestre de 2012. Entre los resultados recogidos, destaca que las zonas de mayor presencia de pecios son las costas de la Península Ibérica y del Caribe, consecuencia en este último caso del intenso tráfico marítimo mantenido con América durante más de tres siglos.

De los 1.580 naufragios registrados hasta ahora existe referencia de la localización en el 75 por ciento de los casos (1.176). Por áreas geográficas, Europa acumula el 59,3 por ciento de los registros documentados y, solo España, aporta, la mitad con 596 naufragios.

A estas zonas les siguen América del Norte, Central y el Caribe, donde se han identificado el 26,7 por ciento de barcos hundidos (314), la mayor parte de ellos en las costas de Cuba (176). En América del Sur se han catalogado el 6,8 por ciento del total (80); en Extremo Oriente y Australia, el 5,4 %, en especial en las costas de Filipinas, donde se concentran 50 naufragios y, por último, en el norte de África existe constancia de 21 hundimientos.

El informe señala que en ocho de cada diez de los registros se conoce la fecha del naufragio. Por siglos, es el XVIII el que se han documentado mayor número de hundimientos, con 390, mientras que le siguen en orden descendente los siglos XX (307), XIX (239), XVI (238) y XVII (147).

Entre los siglos XIII y XV se han catalogado 16 naufragios, si bien los archivos de la Armada custodian documentación original desde 1767, por lo que Defensa afirma que las entradas anteriores a esa fecha son menores y proceden de fuentes documentales secundarias y bibliográficas. Entre estas últimas destacan las obras del marino e historiador naval Cesáreo Fernández Duro, publicadas en la segunda mitad del XIX.

Otra referencia significativa presente en la base de datos es la tipología del barco, un dato conocido en el 84 por ciento de los casos, y que comprende más de 50 modalidades diferentes, desde pequeñas embarcaciones pesqueras hasta barcos comerciales y de guerra.

Gran número de pecios del S. XVIII
Así, el navío, buque de combate por excelencia del siglo XVIII, es del que se han consignado mayor número de naufragios, con 182; seguido por el laúd (141), una embarcación pesquera; el vapor (140), en sus distintas configuraciones como correo, trasatlántico, mercante o de ruedas; la nao (101), que formó la base de las flotas que aseguraron la navegación con las Indias hasta la segunda mitad del siglo XVII; y la fragata (98), buque de menor porte que los navíos, que apareció en el siglo XVII y se adaptó en los siglos posteriores a la aparición del vapor y a la navegación moderna.

Defensa ha resaltado que los datos recogidos pueden ser de gran valor para futuras investigaciones sobre la búsqueda e identificación de pecios, y también servirán como medida preventiva para proteger el patrimonio subacuático de la amenaza del expolio.

Así se ha puesto de relieve recientemente en el litigio contra la compañía Odyssey Marine Exploration. La aportación del Archivo General de la Marina contribuyó a que un tribunal estadounidense fallara hace un año a favor del Gobierno de España

Financiado por la Subdirección General de Publicaciones y Patrimonio Cultural del Ministerio de Defensa, el trabajo ha sido coordinado por el Subsistema Archivístico de la Armada y se ha llevado a cabo inicialmente en tres de los siete archivos de la Armada: el Archivo General de la Marina Alvaro de Bazán, en Viso del Marqués (Ciudad Real); el Archivo del Museo Naval, en Madrid; y el Archivo Naval de Cartagena, en Murcia.

(Fuente: La Razón)

5 de diciembre de 2014

La Guardia Civil trabaja con el Archivo de Indias de Sevilla para localizar a posibles cazatesoros en sus salas

"El Correo de Andalucía" entrevista a Jesús Gálvez, teniente coronel jefe del Grupo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil, que asegura que los científicos contratados por Odyssey "pensaban que estaban haciendo un trabajo completamente legal". 
Teniente Coronel Jesús Gálvez.
Sevilla fue Puerto de Indias en la época del Descubrimiento. De aquel momento glorioso nos queda en la ciudad, entre otras cosas, un archivo en pleno Centro, desconocido para muchos sevillanos, que alberga en sus salas miles de documentos de incalculable valor. Algo, que, desgraciadamente, sí que conocen las empresas que dedican su tiempo, y esfuerzo, a localizar los tesoros de aquellos barcos que, hace siglos, nunca llegaron a puerto y que en sus maderas hundidas en el mar esconden, además de una historia, un botín

«El de Indias es el archivo más importante del mundo para conocer ese tráfico de barcos, no sólo a América sino a Asia», asegura Jesús Gálvez, teniente coronel jefe del Grupo de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil.

«Lo primero que hace un expoliador es acudir a los archivos. Por eso trabajamos estrechamente con el de Sevilla», dice.«Es fundamental localizar a los sospechosos», muchos de ellos están identificados, e intentar controlar «si realizan ellos las consultas o las hacen a través de otros». Esta no es una tarea fácil. 

«En el caso de Oddisey se valieron de una tercera persona, asentada aquí en Sevilla, de buena reputación, para contratar a unos científicos que pensaban que estaban haciendo un trabajo perfectamente legal», apunta Gálvez. Por ello, la arqueología subacuática es una de las áreas donde más trabaja este grupo de la Guardia Civil en Andalucía.

600 ACTUACIONES ANUALES
Además, particularmente en Sevilla se produce «muchísimo el expolio de arqueología terrestre». De hecho, se dan tantos robos, que el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) realiza «500 o 600 actuaciones anuales» en todo el país, principalmente de personas que localizan con el detector de metales intentando expoliar un yacimiento.

Para Gálvez, lo «fundamental» es la prevención. «Una vez que se produce el daño sobre el bien cultural y se descontextualiza, es muy complicado saber su origen», explica. En Andalucía, por ejemplo, «se expolian desde monedas a torsos romanos. Bienes que se venden muy fácilmente a nivel internacional».

UN MERCADO GLOBALIZADO
Y es que el mercado de obras de arte se ha globalizado. Por este motivo, la Guardia Civil mantiene reuniones internacionales, como la que tuvo lugar ayer en Sevilla, «para estrechar lazos de colaboración». Las obras de arte se mueven en los grandes mercados internacionales, que están en EEUU, Reino Unido y Bélgica, principalmente. Es decir, «países ricos» y en el caso de los estadounidenses, «con poca historia y mucho interés por tener antigüedades».

Aún así, el trabajo desarrollado durante estos años da su fruto. Y de lo conocido, puesto que hay mucho patrimonio que no está catalogado, «se recupera en torno al 70-80 por ciento tras muchos años de trabajo». Prueba de ello es que entre los mayores logros que cuentan en su haber, junto a la recuperación del medio millón de monedas del Oddysey, está la reciente localización de un tapiz sustraído en un pueblo de Huesca en 1979 por Erik el Belga, autor del robo de más de 6.000 obras de arte sacro.