La roca del Alcázar de Segovia cuenta con numerosas cavidades, en una de las cuales han aparecido restos humanos datados por Carbono 14 hace más de 4.000 años. FOTO: JUAN MARTÍN. |
Un hecho recientemente acaecido modificará el paradigma. El equipo investigador del Abrigo del Molino, en su búsqueda de las primeras ocupaciones de Segovia, ha descubierto una cueva “en la misma roca del Alcázar” con restos humanos de hace más de 4.000 años.
Aunque el arqueólogo David Álvarez prefiere no desvelar la ubicación exacta de la cavidad, en aras de su protección, sí explica que en ella se han realizado dos pequeñas catas, de un metro cuadrado. En la efectuada al exterior de la cueva se encontraron “muchísimos fragmentos cerámicos” y, entre ellos, algunos campaniformes, propios de los contextos funerarios del Calcolítico o Edad del Cobre.
ENTERRAMIENTO MÚLTIPLE Y RESTOS CERÁMICOS
Pero lo más interesante, sin duda, estaba en el interior. En el segundo sondeo, a unos 20 metros de la entrada de la cueva, descubrieron el mismo tipo de cerámicas y, además, lo que Álvarez interpreta como “un enterramiento múltiple”. Entre los restos óseos hallados figuraban varios fragmentos de cráneo y una costilla. Esta última fue remitida por los arqueólogos a un laboratorio para su datación por el método del Carbono 14. El resultado ha despejado toda duda. “La cronología que nos da es de entre 2.200 y 2.400 años antes de Cristo”, revela Álvarez. “Eso significa —agrega su compañera María de Andrés— que el primer poblamiento de Segovia no es de la Edad del Hierro, sino mucho más antiguo”.
A la espera de recibir un estudio detallado de los huesos aparecidos que se está llevando a cabo en la Universidad Complutense, Álvarez si quiere advertir de un detalla, curioso, de la excavación. “Aunque todo el material descubierto es coetáneo, está removido, y debajo de ese paquete hallamos, para sorpresa nuestra, un fragmento de terra sigillata —cerámica romana— y otro de una tegula, también romana”. Los arqueólogos manejan, como hipótesis, que en algún momento del Bajo Imperio romano, en una época de crisis, alguien entrara en la cueva y excavara, tal vez con la intención de esconder sus riquezas allí. Para Álvarez, esta rareza de hallar un nivel ‘moderno’ debajo de uno más antiguo (“una estratigrafía invertida”, como apunta De Andrés) no invalida la importancia del yacimiento. “La cerámica campaniforme descubierta —subraya—concuerda con la datación de la costilla”.
Los dos arqueólogos sostienen, al unísono, que aunque en el casco histórico de Segovia “todavía no hay evidencias arqueológicas” de poblamiento en la Edad del Cobre o la del Bronce, la existencia de varias cuevas con uso funerario de esa época en su entorno (La Tarascona y la recientemente descubierta en la roca del Alcázar) “invita a pensar que en Segovia tuvo que haber población” y máxime teniendo en cuenta que, a inicios de la Edad del Bronce, la mayor parte de los poblados se ubicaban en lugares destacados del paisaje, buscando una fácil defensa, una condición que, sin duda, cumplía con creces la zona de mayor altitud de la actual ciudad de Segovia.
Álvarez y De Andrés tienen de intención de publicar, antes de verano, un artículo científico sobre este hallazgo, que promete dar un vuelco a la prehistoria final en la ciudad de Segovia. Y después, volver al campo en el que realmente son especialistas, el Paleolítico.
OTROS YACIMIENTOS EN LA PROVINCIA
Segovia cuenta con un buen número de yacimientos del Calcolítico o Edad del Cobre, y de la Edad del Bronce. Entre los yacimientos en los que se ha constatado la presencia de cerámica campaniforme figuran los de la cueva de Arevalillo de Cega y la de La Vaquera, ésta última en Losana de Pirón (Torreiglesias).
Por lo que respecta a yacimientos con ocupación en el primer momento de la Edad del Bronce, se han considerado como tales la cueva de Los Huesos, en Pedraza de la Sierra; la de Los Enebralejos, en Prádena; y la de Fuentebuena, en Matabuena, que fue descubierta de forma casual hace no demasiados años.
No todos los yacimientos de estas épocas se sitúan en cueva; también hay al aire libre, como es el caso del conocido como La Mesa, en término de Zamarramala, o Las Zumaqueras, en La Lastrilla. En ambos casos, debieron empezar en el Calcolítico y perdurar hasta bien entrada la Edad del Bronce.
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