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19 de abril de 2023

Hallan las primeras representaciones humanas de Tarteso en Badajoz

Investigadores del CSIC han sacado a la luz los restos de cinco relieves antropomorfos del siglo V a.C., en el yacimiento de Casas del Turuñuelo (Badajoz). Por la calidad de la talla de dos retratos femeninos, se piensa que estos podrían representar a divinidades, las primeras con forma humana encontradas en esta cultura.
El descubrimiento supone un cambio de paradigma en la interpretación de la cultura tartésica. / EFE/ Samuel Sánchez.

Los trabajos realizados en el marco de la quinta campaña de excavaciones en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) sacan a la luz los restos de cinco relieves figurados del siglo V a.C., los primeros pertenecientes a la cultura tartésica (siglos VIII-IV a.C.).

El descubrimiento se realizó durante la excavación del sector este del yacimiento, el área por el que se accede al patio del edificio donde se documentó un masivo sacrificio de animales, principalmente caballos. Lo insólito del nuevo hallazgo es que las representaciones corresponden a rostros humanos.

El equipo del Instituto de Arqueología, centro mixto del CSIC y la Junta de Extremadura, dirigido por Esther Rodríguez González y Sebastián Celestino Pérez, ha confirmado hoy que, del conjunto recuperado hasta la fecha, dos de los relieves figurativos se encuentran casi completos y corresponden a mujeres adornadas con destacados pendientes o arracadas que representan piezas típicas de la orfebrería tartésica.

Hasta el momento, estas piezas de oro solo se conocían a través de los hallazgos realizados en enclaves como el yacimiento de Cancho Roano o dentro del conjunto que conforma el tesoro de Aliseda, un ajuar funerario tartésico hallado en Cáceres. Dada la calidad técnica y el detalle artístico con el que fueron elaboradas, parece que nos encontramos ante la representación de dos divinidades femeninas del panteón tartésico. Sin embargo, los investigadores no descartan que se trate de personajes destacados de la sociedad de entonces.

Junto a las dos figuras femeninas, se han recuperado otros fragmentos de relieves. Estos pertenecen a, al menos, otros tres individuos, uno de ellos identificado como un guerrero, ya que conservaba parte del casco.

Este extraordinario descubrimiento supone un profundo cambio de paradigma en la interpretación de Tarteso, considerado tradicionalmente como una cultura anicónica por representar la divinidad a través de motivos animales o vegetales, o a través de betilos (piedras sagradas). Por último, el hallazgo confirma la importancia del yacimiento y resalta la trascendencia de la cultura tartésica en el valle del Guadiana durante sus últimos momentos.

Construyendo Tarteso
'Construyendo Tarteso' es un proyecto de la Agencia Estatal de Investigación dentro del Plan Estatal I+D+i del Ministerio de Ciencia e Innovación. Su objetivo principal es caracterizar la cultura material tartésica a través del análisis arquitectónico de los grandes edificios de adobe excavados en las últimas décadas.

El equipo de 'Construyendo Tarteso', que comenzó su primera campaña de excavación en 2015, en el yacimiento de Casas del Turuñuelo ubicado en las Vegas Altas del Guadiana, actualmente se encuentra inmerso ya en la quinta campaña de excavación.

Los trabajos actuales se centran en el sector este del yacimiento para intentar localizar el punto de acceso: la fachada del edificio. Al ser construcciones que siguen un patrón oriental, habitualmente se orientan hacia el este, es decir, hacia la salida del sol. Además, se intenta descubrir si existe una simetría con el patio o si podría existir una puerta que comunicase directamente con dicho espacio.

El yacimiento es singular, fundamentalmente, por su excelente estado de conservación. Hasta la fecha, constituye el edificio construido en tierra mejor conservado del Mediterráneo occidental. Ello se debe, entre otras razones, a que ha mantenido en pie sus dos plantas constructivas, es decir, que existe la posibilidad de caminar tanto por el piso superior como por el inferior.

Estas condiciones permiten documentar técnicas constructivas y soluciones arquitectónicas que hasta la fecha no se habían documentado en un yacimiento tartésico. Un ejemplo es la posible existencia de una bóveda que cubría una de sus estancias principales o el uso del mortero de cal, en este caso, para fabricar los sillares de los peldaños inferiores de la escalera. Sin duda, se trata de un yacimiento singular.

Además de los elementos arquitectónicos, como la conservación de alzados de adobe de hasta cinco metros de altura, es significativo el sacrificio masivo de animales, el más grande que se haya documentado hasta la fecha, en el Mediterráneo occidental.

Por otra parte, los materiales que atesora y el estado de conservación de los mismos son excepcionales: la presencia de una escultura de mármol procedente del monte Pentélico, del que solo se cuenta con los pies, o el conjunto de vidrios de origen macedónico, junto a la colección de marfiles etruscos, evidencian la riqueza cultural y material de este singular enclave.
(Fuente: Agencia SINC)

29 de marzo de 2023

Los secretos de Tartesos se muestran en Alcalá de Henares

El Museo Arqueológico y Paleontológico regional de Alcalá de Henares acoge la exposición "Los últimos días de Tarteso", la primera en España a esta civilización, que se puede visitar gratuitamente hasta el 24 de septiembre.
Museo Arqueológico Provincial en Alcalá de Henares.

La consejera de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura, Nuria Flores Redondo, junto a la consejera de Cultura, Turismo y Deporte de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz, ha inaugurado este martes, la exposición.

Nuria Flores ha señalado que la muestra, que se ubica en el Museo Arqueológico y Paleontológico de la Comunidad de Madrid, es un "gran escaparate para difundir el patrimonio arqueológico, su riqueza y variedad, sus valores históricos y artísticos".

Además, ha asegurado que el yacimiento del Turuñuelo es uno de los enclaves arqueológicos "más importantes" de Extremadura y "una gran oportunidad por su formidable estado de conservación, su singularidad y monumentalidad".

Flores ha afirmado que "avanzar en el estudio y conservación del patrimonio no sólo permite conocer el pasado sino que ofrece mucho futuro, porque a través de la cultura, España es también un verdadero reclamo turístico".

Junto con ello, la exposición 'Los últimos días de Tarteso' incluye en su catálogo diferentes piezas procedentes del Museo Arqueológico Provincial de Badajoz y del Museo de Cáceres, como las arracadas de oro de Talavera la Vieja, el lecho de bronce del Torrejón de Abajo o los bocados y esculturas del caballo de Cancho Roano. Igualmente, el Museo Arqueológico Nacional aporta otros objetos originarios de Extremadura.

La consejera ha subrayado que "la región tiene un extraordinario potencial arqueológico. Contamos con yacimientos de primera línea en el ámbito nacional e internacional que conforman una oferta sumamente atractiva, completa y variada, para aquellas personas que deseen adentrarse en nuestro pasado".

La titular extremeña de Cultura ha agradecido el trabajo que se está realizando desde la Secretaría General de Ciencia de la Junta de Extremadura, junto al CSIC y al Instituto de Arqueología de Mérida, que ha logrado "atraer la atención hacia Extremadura, no solo de la comunidad científica, sino también del resto de la sociedad".

Han participado en la inauguración el secretario general de Ciencia, Tecnología, Innovación y Universidad, Jesús Alonso; el director general de Bibliotecas, Archivos y Patrimonio Cultural, Francisco Pérez Urbán; el embajador de Portugal en España, Joao Miras-Gomes; el alcalde de Alcalá de Henares, Javier Rodríguez; el alcalde de Guareña, Abel González, y los comisarios de la exposición, Enrique Baquedano y Sebastián Celestino, entre otros.

31 de julio de 2017

La ciudad perdida de Caraca resurge del olvido en Driebes (Guadalajara)

Desde el pasado 17 de julio los arqueólogos sacan a la luz estructuras de esta urbe romana, nudo importante de comunicaciones en la vía de Complutum a Segóbriga camino a Cartago Nova
El georadar desveló las estructuras urbanas de la ciudad romana que antes fue un oppidum carpetano. 
Desde el cerro de la Virgen de la Muela no se divisa ni un pueblo, ni una casa aislada, nada. Driebes, la localidad más cercana, se encuentra a unos seis kilómetros de carretil de piedras, polvo y matojos. En este paraje olvidado de Guadalajara hoy solo quedan en pie las ruinas de la antigua ermita que da nombre al lugar, en medio de un extenso campo de cereal recién cosechado. En otro tiempo, sin embargo, aquí se levantaba la ciudad de Caraca, una importante urbe de la Hispania romana a la que acudían las gentes del entorno para ir al mercado, al foro o al templo. La empinada cuesta que baja hasta el Tajo era entonces un transitado tramo de la calzada romana que conducía a Cartago Nova (Cartagena).

«Donde ahora pisamos debía de estar el foro», indica el arqueólogo Emilio Gamo, mientras muestra el plano con los resultados del georradar y drones que sirvieron en febrero para anunciar el descubrimiento de esta ciudad perdida que citaron Plutarco o Ptolomeo, equidistante de Complutum (Alcalá de Henares) y Segóbriga (Saelices, Cuenca), según el Anónimo de Rávena.

Se la había situado anteriormente en lugares como Almoguera o Tarancón, pero el hallazgo en 1945 de un tesorillo de plata de unos 14 kilos durante la construcción del canal de Estremera hizo sospechar de la existencia de un yacimiento en Driebes. Los profesores Jorge Sánchez-Lafuente y Juan Manuel Abascal defendieron en los años 80 que se trataba de la ciudad romana de Caraca, pero hasta ahora nunca se había excavado en este lugar.

El georradar reveló que ante la ermita se extendía antiguamente un espacio diáfano, rodeado por una columnata a modo de pórtico. De ratificarse la existencia allí de un foro, como estos datos sugieren, se habrá dado con la primera ciudad romana de la que se tiene constancia en la provincia de Guadalajara.

Las excavaciones que se están llevando a cabo desde el 17 de julio vienen a confirmar el diagnóstico al que llegaron los arqueólogos. «Empezamos a constatar estructuras y una serie de materiales que ratifican los resultados que dio el georradar en la campaña precedente», subraya Javier Fernández Ortea, coodirector del proyecto junto con Gamo.

En las dos catas abiertas, ya se aprecian con claridad algunos muros de antiguas edificaciones públicas romanas, aunque aún es pronto para poder identificarlas como parte del foro y para datar la época en que éste fue erigido, un dato clave para saber cuándo esta población fue promocionada jurídicamente como ciudad romana.

Hay una tercera cata señalada, en el cruce del cardo y el decumano, las dos coordenadas que vertebraban toda urbe romana. Allí el georradar indica que podría conservarse un empedrado con un sistema de alcantarillado. Si es así, servirá para verificar hasta qué nivel de desarrollo llegó Caraca.

Con estas primeras intervenciones quirúrgicas, el equipo interdisciplinar que dirigen Gamo Pazos y Fernández Ortea pretende registrar la estratigrafía de la ciudad y conocer así la evolución histórica de este lugar que se cree que estuvo habitado desde comienzos del primer milenio antes de Cristo y fue un «oppidum», un asentamiento carpetano antes de la romanización.


UNA CIUDAD DE 1.800 HABITANTES
La ciudad, de unas 8 hectáreas en el perímetro que creen que pudo estar amurallado y otras cuatro de zona anexa, se abastecía de agua a través de un acueducto de tres kilómetros del que quedan unos 130 metros, según han podido comprobar los arqueólogos en las proximidades del cerro de la Virgen de la Muela. Calculan que llevaba 1,3 litros por segundo, lo que les lleva a pensar en una población de entre 1.500 y 1.800 habitantes.

Bajo el sol de justicia que cae sobre el yacimiento, Javier Fernández comenta que en época romana el clima era más húmedo y había más vegetación. «Posiblemente era un lugar más habitable y había más densidad de población en esta zona hace 2.000 años que ahora», dice.

La ciudad contó con templos, que estarían ubicados bajo la actual ermita derruida, con posibles termas y con un macellum (mercado) donde acudían los campesinos y artesanos de los alrededores para comprar y vender. «Debió de ser una ciudad como Valeria o Ercávica», apunta Gamo haciendo referencia a dos yacimientos romanos de Cuenca.

El arqueólogo de la UNED explica que por su posición estratégica sobre la vera del Tajo y la presencia de atochas en la zona, creen que se dedicaba a la explotación del esparto, tan apreciado en la época por su uso para confeccionar cabos para la navegación o la minería, o para usos cotidianos (calzado, cestas...).

Caraca se destacó también por la exportación del lapis specularis o espejuelo, un yeso traslúcido y brillante que los romanos utilizaron en sus ventanas antes del vidrio. «Quizá el declive del uso del lapis specularis tuvo relación con el abandono de Caraca en el siglo II d.C.», sugiere el arqueólogo Saúl Martín.


UN CSI ARQUEOLÓGICO
Los peones que ayudan en la excavación acaban de encontrar un fragmento de interés y requieren el examen de Gamo, que explica: «Esto es como en CSI, investigamos cada pieza, cada detalle, solo que no es una escena de un crimen».

Excavar en un yacimiento virgen como el de Caraca permite estudiarlo desde cero, documentando de forma exhaustiva cada hallazgo, con el apoyo de modernos métodos como el sistema de información geográfica del Instituto Geográfico Nacional o los sistemas de información geocientífica del Instituto Geológico y Minero de España (IGME). El equipo multidisciplinar cuenta con la ayuda de especialistas en inscripciones latinas, expertos en gestión del patrimonio y especialistas del IGME, así como con la financiación de la Junta de Castilla-La Mancha, el Ayuntamiento de Driebes, la Asociación de Mujeres de Brea de Tajoy y la Asociación de Amigos del Museo de Guadalajara.

Los arqueólogos confían que Caraca arroje luz sobre un periodo histórico aún en parte desconocido. Es «otra tesela más en ese mosaico tan complejo de la romanización en el interior peninsular», subraya Fernández Ortea.

Hasta el 17 de agosto removerán la tierra en busca de cuanta información logren obtener, pero parte de Caraca siempre ha estado ahí, a la vista de cualquiera. En la construcción de la ermita de la Virgen de la Muela en el siglo XVI se reutilizaron fustes de columna que aún permanecen encajados en las paredes, uno incluso numerado con un cinco romano.

En las laderas del cerro, es fácil ver grandes piedras que formaron parte de edificios públicos de relevancia. Los agricultores las fueron arrojando a un lado cada vez que daban con alguna que les impedía arar el campo. No es ésa una buena tierra para cultivar. Allí donde antes se empedró una calle o se levantó una vivienda no crece igual el cereal.

El cerro de la Virgen de la Muela donde el pastor Mariano Vadillo jugaba solo en su niñez con aquellas piedras y trozos cerámicos de los que desconocía su origen, acapara ahora el interés de lugareños y curiosos, tanto que la Guardia Civil patrulla a menudo por los alrededores, no sea que una porción de la Hispania romana acabe olvidado en la vitrina de algún desaprensivo sin revelar sus secretos.


EL TESORO ESCONDIDO A FINALES DEL S. III a.C.
Durante la construcción del canal de Estremera en 1945 se descubrió en un talud del cerro de la Virgen de la Muela un tesorillo de plata de más de 13 kilos en forma de tortas, lingotes y fragmentos de adornos (torques, brazaletes, varillas, sortijas y fíbulas) que actualmente se expone en el Museo Arqueológico Nacional. Son piezas de cultura carpetana, datadas entre los siglos IV y III antes de Cristo o principios del II a.C. «El peso de las tortas, entre 448 y 455 gramos y sus particiones indican que utilizaban un sistema metrológio estandarizado, similar al de Cancho Roano», se indica en la vitrina que contiene las piezas halladas en Driebes. Los fragmentos completarían el valor de su peso en una transacción comercial. Las monedas constituyen solo una pequeña parte del tesoro y en su mayoría están partidas, pues se usaron como pequeños lingotes. Algunas proceden de Cartago y por su datación se ha podido fechar cuándo se ocultó el tesoro, ya que las más modernas fueron acuñadas a finales del siglo III a.C.

La pieza más relevante del tesoro es una fíbula que debió de ser emblema de un personaje de la aristocracia. Muestra un personaje con casco y torques en el pie y una escena simétrica de un felino que devora una cabeza humana en el puente. Ésta representaría a un jefe guerrero que al ser comido por el león se convierte en héroe. Cuando se descubrió, el arqueólogo Julián San Valero Aparisi la llamó «Fíbula de Hércules», creyendo que la imagen del puente representaba al héroe griego vestido con la piel del león de Nemea.

16 de noviembre de 2016

La excavación del Turuñuelo sacará a la luz el mayor yacimiento de Tartessos

Según los investigadores el yacimiento de Guareña (Badajoz) tiene una extensión tres veces mayor que la de Cancho Roano y se encontraría en un "magnífico estado de conservación".
Excavaciçon en el yacimiento de Casas del Turuñuelo, en Guareña (Badajoz). FOTO: EL CULTURAL.
Esto es algo que tiene muy claro el director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM) y uno de los responsables de la excavación, Sebastián Celestino, quien ha destacado que el estado de conservación del Turuñuelo es "magnífico", con "paredes encaladas y bien lucidas de hasta dos metros y medio de altura".

Celestino, responsable también de la excavación del santuario de Cancho Roano, situado a diez kilómetros de la localidad pacense de Zalamea de la Serena y hasta ahora considerado como el yacimiento tipo del mundo tartésico en Extremadura, ha explicado que el Turuñuelo es el "triple de grande", pues se calcula que tiene una hectárea de extensión.

LUZ SOBRE TARTESSOS
Si en Cancho Roano aparecieron más de 30.000 piezas arqueológicas, la riqueza del nuevo yacimiento de Guareña, que este verano ha vivido su segunda campaña de excavaciones, puede ser incalculable y arrojará mucha luz sobre la enigmática civilización de Tartessos.

Ubicado entre las provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz, el reino de Tartessos, surgido de la unión de fenicios e íberos y con "un sabor mediterráneo muy fuerte", sufre una profunda crisis en el siglo VI que le hace emigrar hacia una zona rica y más protegida, como el Valle del Guadiana, donde están localizados unos 12 yacimientos de esta civilización.

Según el director del Instituto Arqueológico de Mérida, este pueblo ha dejado sus vestigios más importantes en Extremadura, porque cuando empiezan a ser invadidos por los pueblos del norte, por los celtas, "entierran y sellan sus lugares sagrados para que no sean violados", de ahí la magnífica conservación de yacimientos como Cancho Roano y el Turuñuelo.

MUY POCO EXCAVADO
En éste último, lo excavado hasta ahora, que "es muy poquito", ha sacado a la luz un habitáculo de unos 70 metros cuadrados que era el espacio de culto del enclave, "con un altar en el centro, bancos corridos" y una bañera, considerada como uno de los hallazgos más extraordinarios de la excavación, un elemento "hasta ahora desconocido" y que se podría dedicar a hacer "algún ritual relacionado con el agua".


También han aparecido numerosas piezas relacionadas con la comida: un gran caldero, asadores o jarros, todo ello de bronce, lo que "llama mucho la atención, porque estamos en la primera edad del hierro y casi todo se hace ya en ese material".

Sin embargo, el bronce, según Celestino, "sigue siendo un metal que se dedica mucho al culto", al igual que el marfil y otros elementos "bastante suntuosos" que también han aparecido.

PIEZAS DE CERÁMICA
En el Turuñuelo se han hallado, asimismo, un centenar de piezas de cerámica "en un estado de conservación magnífico", lo que permite fijar claramente la fecha exacta de su fabricación, a finales del siglo V, ya que "las cerámicas griegas permiten conocer hasta los talleres donde se hacían en Atenas".

Sebastián Celestino ha explicado que la cerámica en aquella época venía de Grecia a través de Ampurias y luego se distribuía por toda la Península Ibérica, donde existían centros de distribución como la ciudad ibero romana de Cástulo, en Jaén; y probablemente el Turuñuelo, en Badajoz, ya que "el comercio siempre ha funcionado así".

En ese sentido, el director de la excavación considera que probablemente el resto de las edificaciones del yacimiento de Guareña tengan "un carácter más administrativo o de almacenes".

Las numerosas piezas aparecidas hasta ahora en el Turuñelo se han trasladado al Instituto de Arqueología de Mérida, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Junta de Extremadura, donde están siendo estudiadas y catalogadas.

BRONCES
Los bronces, sin embargo, para conservarlos mejor y que no se oxiden, se han llevado al Laboratorio de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Madrid, para su restauración y preparación antes de ser trasladados al Museo Arqueológico de Badajoz.

Mientras tanto, Sebastián Celestino y su compañera Esther Rodríguez, que dirige con él los trabajos en el Turuñuelo, buscan financiación para continuar con esta "costosa" excavación, financiada hasta ahora por la Junta de Extremadura en su primera campaña, con fondos Feder; y por el Ministerio de Economía y Competitividad, en su segunda, con las inversiones para I+D.

28 de julio de 2016

Nuevos hallazgos en el yacimiento de el Turuñuelo desvelan la vida de los tartesos en Extremadura

Su buen estado de conservación ha permitido recuperar vigas de madera, restos de estucados de colores, piezas de cerámica, hierro y bronce, además de elementos más curiosos como bisagras de puertas, esteras de esparto y cereales de hace más de 2.500 años.
La secretaria de Cultura de la JUnta visitó el yacimiento del Turuñuelo. FOTO: JUNTA EXTREMADURA
Este yacimiento pacense es un ejemplo más del poblamiento tartésico en Extremadura, y más concretamente en las vegas altas del Guadiana, que se suma a otros ya conocidos como Cancho Roano, en Zalamea de la Serena y destaca por su buena conservación.

El yacimiento de "Turuñuelo", en Guareña (Badajoz), tiene unos 2.500 años de antigüedad y allí desarrollan trabajos arqueológicos el Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y de la Junta.

El buen estado de conservación de "El Turuñuelo" ha permitido recuperar vigas de madera, restos de estucados de colores, piezas de cerámica, hierro y bronce, además de elementos más curiosos como bisagras de puertas, esteras de esparto y cereales.

Aunque es pronto para saber cuál era la función de este edificio tartésico aislado, el director del IAM considera que probablemente fuera "una residencia de prestigio, con un carácter simultáneo de palacio y santuario, ya que en la habitación excavada ha aparecido un altar en forma de piel de toro extendida".

NUEVO PUNTO DE INTERÉS ARQUEOLÓGICO
La secretaria general de Cultura, Miriam García, ha destacado en su visita que cuando el yacimiento arqueológico tartésico de "El Turuñuelo" sea conocido "atraerá sin duda a los investigadores, que colocarán un punto más en el mapa científico de Extremadura".

Los trabajos, coordinados por los expertos Sebastián Celestino y Esther Rodríguez, se enmarcan dentro de la segunda campaña de excavaciones arqueológicas en "El Turuñuelo", insertas en el Proyecto de Investigación I+D+i "Construyendo Tarteso: Análisis constructivo, espacial y territorial de un modelo arquitectónico en el valle medio del Guadiana".


La secretaria general de Cultura ha estado acompañada en su recorrido por el director general de Bibliotecas, Museos y Patrimonio Cultural, Francisco Pérez Urbán; el alcalde de Guareña, Abel González; y el director del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM) y responsable de la excavación, Sebastián Celestino, entre otras personalidades.

Sebastián Celestino ha asegurado que, aunque solo lleva dos años excavándose es el edificio de la cultura tartésica "mejor conservado de los que conocemos tanto en Andalucía, como en Extremadura", además de ser el más grande ya que ocupa una superficie de dos hectáreas. De ahí que, en opinión del director del IAM, "se tardará todavía mucho tiempo en acabar el trabajo arqueológico" en este lugar.

Lo prioritario para próximas campañas, ya que de momento solo se ha excavado completa la habitación principal, es conocer la planta del edificio ya que se trata de una estructura arquitectónicamente compleja que, para Celestino, refuerza la idea de que la cuenca media del río Guadiana tenía una importancia muy superior en la cultura tartésica de lo que se creía hasta ahora.

(Fuente: El Diario)

28 de febrero de 2013

Cancho Roano, el yacimiento más polémico

30 años después de su descubrimiento, presentan el primer recopilatorio de toda la bibliografía científica sobre este templo tartesio de Zalamea de la Serena (Badajoz).
El interior del yacimiento se estructura en diferentes estancias. Foto: A. MURILLO
El yacimiento extremeño de Cancho Roano alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX. Desde su descubrimiento en 1978 el templo tartesio próximo a Zalamea de la Serena y Quintana de la Serena ha sido uno de los hitos arqueológicos que más interés y polémica ha suscitado entre los investigadores especializados en la Protohistoria de la península Ibérica y uno de los que más abundante literatura ha generado.

La Diputación de Badajoz ha editado una obra que recopila la bibliografía científica publicada en 30 años de investigación. El libro, titulado 'Cancho Roano: más que palabras. Bibliografía crítica sobre el yacimiento post-orientalizante de Zalamea de la Serena', es obra del arqueólogo Jiménez Ávila (Mérida, 1965), vinculado al yacimiento desde 1988. El autor ha compartido su actividad entre la investigación y la gestión del patrimonio ha trabajado en la obra casi en secreto.

De sus estudios se extrae que el yacimiento que data del siglo V A.C. fue descubierto para la ciencia hace ahora 30 años. Su excavación y estudio crítico a lo largo de todo este tiempo han permitido sentar las bases iniciales para el conocimiento de las postrimerías de la Primera Edad del Hierro en el tramo extremeño del Guadiana, y de las transformaciones económicas y sociales que experimentaron las poblaciones de estos territorios en aquella época.

Cancho Roano está formado por un conjunto de edificaciones estructuradas en torno a un edificio central, elevado sobre una terraza de piedra, que aparece rodeado por una serie de largas y estrechas naves articuladas en pequeñas habitaciones. Todo ello, a su vez, es circundado por un ancho foso excavado en la roca que delimita un espacio de unos 2.000 metros cuadrados que, sin duda, alberga uno de los más sobresalientes hallazgos de la arqueología española del último cuarto del siglo XX.

Más de un centenar de títulos
En este libro se hace una recopilación crítica de la bibliografía científica que suma ya más de un centenar de títulos. La ordenación cronológica y la introducción historiográfica que antecede a los comentarios, permiten obtener una clara visión acerca de la multitud de enfoques e interpretaciones de que ha sido objeto este ya célebre yacimiento extremeño, dentro del ámbito de la arqueologia científica. Como toda obra crítica, el trabajo recoge el punto de vista personal del autor, vinculado directamente a la investigación de Cancho Roano desde 1988.

Tal como subraya Javier Jiménez, “la estructura del libro es sencilla, una introducción de la historia de la investigación, fichas de obras sobre Cancho Roano, en torno al centenar, con bibliografía crítica que abarca de 1980 a 2010 y referencias bibliográficas, y un índice de revistas y otro onomástico”.

Al autor del trabajo le han acompañado en su presentación el diputado-delegado y el director del Área de Cultura de la Diputación pacense, Miguel Ruíz y Francisco Muñoz respectivamente, y la jefa del Departamento de Publicaciones, Antonieta Benítez.

Miguel Ruíz ha destacado que "como alcalde de Higuera la Real concozco bien la importancia de los yacimientos arqueológicos para el desarrollo de los municipios y zonas donde se ubican. En mi caso por el poblado celta de Capote, lo que ha posibilitado un incremento turístico importante. Cancho Roano se encuentra en el corazón de La Serena, claro ejemplo de ese desarrollo turístico mencionado y que fue posible gracias a la financiación de la Junta de Extremadura y de la Mancomunidad de Municipios de La Serena”.

Sobre las referencias míticas de Cancho Roano con la Atlántida, Jiménez Ávila ha precisado que se trata tan sólo de consideraciones esotéricas sin ninguna solidez científica.

(Fuente: Hoy)

9 de noviembre de 2012

La "caja negra" de los fenicios

Se trata de un altar fenicio encontrado en Coria del Río (Sevilla) y que ha conservado restos biológicos durante 2.700 años. El altar ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los tartesios en adoración al dios Baal incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras. Los especialistas buscan ADN de la grasa de las manos del constructor del altar.
La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción San Martín
observa la pieza encontrada en Coria del Río.
Arqueólogos, biólogos, botánicos y restauradores del Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) han extraído información de un altar fenicio del siglo VII antes de Cristo, hallado en Coria del Río (Sevilla), como si fuese "una caja negra" que ha conservado restos biológicos durante 2.700 años.

Los restos hallados en la tierra arcillosa prensada con la que se construyó este altar de 90 centímetros de largo por 60 de ancho y 45 de altura y casi media tonelada de peso ha revelado que los rituales fenicios efectuados por los tartesios incluían la incineración de vísceras de caprinos, empleando maderas de encinas, alcornoques, chaparros, olivos y jaras.

Del interior del altar se han extraído igualmente diversas muestras de polen y de cristales de oxalato, que producen algunas especies vegetales sometidas a estrés, restos de pino y encina y piedras que habían estado en el interior del intestino de una cabra.

Aún están por concluir la búsqueda de ADN de la grasa de las manos del constructor o constructores del altar, un rastreo del que no existe precedente y que se efectúa con ayuda de especialistas de la Universidad de Upsala (Suecia).


Sin monumentalidad, pero con información
El director general de Museos de Andalucía, Miguel Castellano, ha señalado que aunque el altar carezca de "monumentalidad, estética o belleza" es un hallazgo importante por la información que ha propiciado sobre los ritos al dios Baal y la información aportada sobre la cultura tartesia y fenicia.


De ahí que el equipo investigador que se ha hecho cargo de su investigación lo haya calificado de "caja negra" por la cantidad de información que contenía la tierra prensada de su interior, según ha explicado a los periodistas la restauradora de la pieza, Ana Bouzas.

La directora del Museo Arqueológico de Sevilla, Concepción Sanmartín, ha expresado la emoción que le produce esta pieza ahora restaurada y que se mostrará en el Arqueológico de Sevilla, en una nueva sala dedicada al Tesoro del Carambolo y la cultura tartésica.


Otros dos altares en la Península
Sanmartín ha asegurado que, en toda la Península, sólo existen otros dos altares similares, el del Carambolo y el de Cancho Roano (Zalamea de la Serena, Badajoz), y que el estudio de este de Coria ha permitido determinar que el sacrificio no se efectuaba en el altar, sino en una estancia apartada.

También que las vísceras y carne de animales se ofrecían ya asadas, probablemente en bandejas metálicas, ya que no se han hallado microcarbones, lo que elimina la posibilidad de combustión sobre el altar.

La tierra arcillosa prensada o adobe con la que fue construida tanto la base del altar como sus paredes era "tierra virgen", que el constructor extrajo a cierta profundidad, por lo que si se lograra extraer su ADN se podría obtener información sobre su procedencia, lo que, según Sanmartín, ayudaría a aclarar la relación entre fenicios procedentes de Oriente Próximo y población autóctona o tartesia.

Hallazgos como el de este altar demuestra, según Sanmartín, que los fenicios y la población autóctona convivían también en el interior de la Península y no solo en las costas, como se pensó durante años.

Tras cinco o seis generaciones de convivencia, como han demostrado otras investigaciones sobre cerámicas y orfebrería, Sanmartín ha señalado que quizás habría que hablar sólo de tartesios, por la integración de los fenicios.
(Fuente: EFE / El Mundo)

28 de mayo de 2011

Cancho Roano: El lugar de los tartesos


El templo de Cancho Roano es uno de los yacimientos más importantes de Extremadura. Situado a diez kilómetros de Zalamea de la Serena, da una lección de historia sobre el mundo tartésico.


El hallazgo del yacimiento de Cancho Roano, oculto bajo un túmulo de tierra, se produjo en torno a los años 60, cuando la finca de Cancho Roano se parceló y se vendió a varios vecinos de la localidad. Estos hallazgos fueron puestos en conocimiento de las autoridades, iniciándose años después los trabajos de excavación que se prolongarían hasta la década de los 90. El gobierno autonómico concedió al yacimiento la declaración de Bien de Interés Cultural al considerarlo como el emplazamiento arqueológico más importante de Extremadura; así mismo en 1986, fue declarado Monumento Nacional.
Vista aérea del yacimiento de Cancho Ruano.
Una vez excavado, Cancho Roano fue valorado, consolidado y protegido por una cubierta capaz de resguardar los restos de los agentes meteorológicos. En sus inmediaciones fue construido un Centro de Interpretación donde al visitante se le ofrecen las claves para comprender este singular enclave.
El yacimiento de Cancho Roano, se localiza en la finca del mismo nombre, sobre un montículo o túmulo denominado Torruca, en una zona de suave elevación rodeada de encinas y junto un pequeño curso de agua, el arroyo Cigancha, que se caracteriza por mantener su caudal durante todo el año. El lugar está delimitado por pequeñas cadenas, montañosas dotado de un suelo apto para la agricultura.
El yacimiento permaneció ocupado del siglo VII al IV a. C. En esta amplia cronología pueden establecerse varias fases. Los restos más antiguos del yacimiento se constatan con la presencia de una sencilla construcción de una cabaña de forma oval excavada en la roca y realizada con piedra y adobe, fechada en los inicios del Período Orientalizante (siglo VII a. C.)
A esta construcción inicial, le suceden tres edificios o santuarios, que confirman el carácter sagrado del enclave en la zona. Un lugar relativamente alejado de la ruta principal hacia el Guadiana y las tierras del sur, por la que se extiende de un modo rotundo la cultura tartésica.
El edificio más antiguo es el denominado Santuario Orientalizante, descubierto en 1993, que se construye amortizando los restos de la arruinada cabaña primitiva. Se fecha esta edificación entre finales del siglo VII e inicios del siglo VI a. C., coincidiendo con el auge de la cultura tartésica. Su construcción se caracteriza por estar realizada sobre un zócalo de piedras trabadas con barro y cubierto con un enlucido blanco a base de caolín. Sobre este zócalo se levantan las paredes de adobe también enlucidas de blanco.
Reconstrucción virtual del santuario Tartessico de Cancho Ruano.
Los suelos eran de arcilla de color rojo. De este edificio sólo ha llegado la habitación principal del mismo, denominada H-7, donde se desarrollaba el culto. Se trata de una estancia rectangular, dividida por un muro transversal, a la que se accedía a través de un vano y en cuyo interior se documentan en un extremo una estructura escalonada y en el otro un vasar con orificios para depositar las ofrendas y objetos rituales. En el espacio central apareció un altar redondo que remata en forma de triángulo, realizado con piedras pequeñas revestidas con barro y enlucido con una capa de arcilla roja.
Este santuario se destruyó posiblemente debido a las nuevas necesidades surgidas por el desarrollo y ampliación del culto que implicarían la construcción de un nuevo edificio de mayores dimensiones. En esta destrucción se realiza una gran plataforma muy uniforme sobre la que se construye un nuevo santuario.
Este nuevo santuario constituye la consolidación del culto y se construye a mediados del siglo VI a. C. y, en él se aprecian diferentes fases constructivas. Este edificio consta de tres cuerpos principales a los que se accede a través de una habitación rectangular. En la zona de entrada al edificio hay dos pequeñas torres que flanquean la puerta. Junto a la entrada se conserva un pozo y un foso que rodea todo el edificio. En la zona sur se disponen habitaciones que fueron utilizadas como almacén del santuario, mientras que en el sector Norte hay estancias donde se localizan hogares y altares que hablan de su función claramente religiosa.
Interior del yacimiento.

El espacio principal de este santuario es la denominada Habitación 7, lugar sagrado del complejo, que se superpone a los restos de esta misma estancia en el santuario primero. También conserva un altar realizado con ladrillos de adobe y enlucido de cal.
Además se documentan otras estructuras que ponen de manifiesto su carácter sagrado; allí se dispone una plataforma donde se acomodaría la élite social y sacerdotal. La existencia del pozo habla de la utilización del agua como elemento ritual indispensable en el culto.
Tiempo después, por razones desconocidas, este segundo edificio se destruye del mismo modo que los anteriores, para sobre él elevarse el tercer santuario. Este tercer edificio es conocido como el Palacio Santuario de Cancho Roano. Se trata de un edificio de planta cuadrada orientado al este y dotado de dos alturas. Se accedía por la entrada principal, localizada hacia el este, a través de dos torres que la flanqueaban, dando paso al patio. En esta entrada se localiza una estela de guerrero reutilizada y colocada a modo de escalón. Todo este complejo monumental aparece rodeado por un foso excavado en la roca natural.
Este foso completa un sistema defensivo integrado además por la terraza, las torres y las rampas. Presenta una planta en "U" formada por 11 habitaciones y un patio. La entrada se realiza a través de la habitación 1, que da paso al patio, donde se conserva un pozo, y al corredor o habitación 2, que se trata de un espacio transversal que da paso al resto de los ámbitos.
Las habitaciones 3, 4, 5 y 6 ubicadas al noroeste, fueron utilizadas para guardar los objetos de culto más delicados y para realizar labores relacionadas con el tejido.
Las habitaciones 8, 9 y 10, localizadas al suroeste, conforman el área de almacén del santuario, allí se localizaron numerosos recipientes cerámicos aptos para el almacenajes de productos. La habitación 11 presenta unas características constructivas diferentes, tales como la pavimentación del suelo con lajas de pizarra al igual que el zócalo, características que unidas a los restos materiales y elementos de prestigio hacen suponer la función de esta estancia como un espacio residencial del personaje principal del santuario.
La habitación 7 o espacio sagrado del santuario, es el lugar más importante del edificio, pero no se conserva en la visita actual al edificio. Destacaba esta estancia por la aparición de un pilar de forma cuadrangular realizado en adobe y ubicado en el centro de la misma.
Las habitaciones perimetrales o capillas se organizan en torno al edificio, son un total de 24 estancias, seis en cada sector del mismo. Están separadas del edificio principal por un pasillo perimetral que facilitaba la comunicación entre ellas.
(Fuente: El Periódico de Extremadura)