google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Paloma Sobrini
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8 de agosto de 2018

Unas obras en La Latina, descubren un tramo de la muralla medieval de Madrid

Se han localizado varios muros del siglo XII construidos en pedernal y cal, una estructura abovedada de ladrillo que podría tratarse de una poterna y una puerta que daba al foso de la fortificación
Vista de un tramo de la muralla del siglo XII, hallada durante una obras en la Plaza de los Carros, en La Latina.
FOTO: ANTONIO HEREDIA
Unas obras de Unión Fenosa en la céntrica Plaza de los Carros de Madrid, en La Latina, han destapado la existencia de un tramo de la muralla cristiana del siglo XII. En concreto, durante el movimiento de tierras, en los dos últimos metros de zanja, han sido documentadas una serie de estructuras de muros, uno de ellos de la muralla cristiana construida en pedernal y cal, así como una estructura abovedada de ladrillo que podría tratarse de una poterna, que era, en las fortificaciones antiguas, una puerta menor que daba al foso.

Según Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, el descubrimiento vuelve a permitir que «poco a poco» se vaya identificando el trazado exacto de la muralla, que en algunos tramos está ya localizada de forma casi exacta, aunque vaticina que «nunca acabaremos de descubrir del todo las riquezas» que todavía yacen en el suelo de Madrid.

Como es habitual cuando se realizan obras que afectan al subsuelo dentro de la llamada Cerca y arrabal de Felipe II, en el corazón de Madrid, las compañías deben pedir autorización a la Dirección General de Patrimonio del Gobierno regional.

En este caso, las obras de la Red de Alcantarillado del desagüe del Centro de Transformación en la Plaza de San Andrés 4 estaban relacionadas con las ejecutadas en 2016 para líneas de media y baja tensión, cuando bajo el asfalto de la calle Humilladero se halló un lienzo de la muralla y la Puerta de moros, citada en varios textos históricos.

En concreto, la obra consistía en la excavación de una zanja para la acometida de conducciones de agua que el Canal de Isabel II exige habitualmente para este tipo de instalaciones.

Así las cosas, como apunta Sobrini, «era muy probable» que en estas obras «aparecieran restos arqueológicos», por lo que, como es preceptivo en estos casos, Patrimonio exigió a la compañía que las obras contaran en su equipo con un experto arqueólogo. «Si hay la más mínima posibilidad de hallar restos arqueológicos obligamos a que se realice la obra con un arqueólogo, que supervisa la excavacion por si pueden aparecer restos», dice Sobrini. En este caso, la compañía que realizaba las obras, Unión Fenosa, contrató a Gregorio Yáñez Santiago, especialista en el mundo medieval y gran conocedor del Madrid medieval, como destacan desde la Comunidad.

«Cuando se producen este tipo de descubrimientos esperamos que el Ayuntamiento proyecte una excavación y adecuación al vial público de todos los restos, pero claro, tú no puedes paralizar la ciudad, así que lo importante es tenerlo protegido y localizado», prosigue Sobrini, que añade que hay muchos locales y establecimientos de la capital donde estos restos «están abiertos al público». «Gracias a Dios hay ciudadanos muy responsables, que cuando encuentran restos los ponen en valor y los enseñan», precisa la directora de Patrimonio de la Comunidad.

MODIFICACIÓN DEL PROYECTO DE OBRA
Dado que las estructuras aparecidas ahora corresponden a la muralla cristiana, que fue declarada Monumento por Decreto de 15 de enero de 1954, Unión Fenosa, el Canal de Isabel II y la Dirección General de Patrimonio Cultural están estudiando las modificaciones del proyecto a fin de conservar y proteger los restos arqueológicos aparecidos.

«Tanto los restos de muralla cristiana aparecidos en el año 2016 [en la calle del Humilladero] como los descubiertos en la actualidad son de gran importanciapara el conocimiento del recinto amurallado de Madrid», precisan desde el Gobierno regional.

Estos nuevos descubrimientos están estrechamente relacionados con los restos de la muralla cristiana conservados y expuestos en las calles Espejo, 12; Don Pedro, 3; Plaza de los Carros, 3; Cava Baja, 10, 12, 14,16 y 30, así como los que están en proceso de proyecto para su exposición en la calle Cava Baja, 4 y Puerta Cerrada, 4.

6 de agosto de 2018

Arqueólogos por un día en la ciudad romana de Complutum

Comunidad de Madrid y Ayuntamiento de Alcalá de Henares organizan durante los meses de julio, agosto y septiembre los talleres "Arqueólogos por un día", que permite a chicos y grandes trabajar en un yacimiento arqueológico recreado en el entorno de la ciudad romana de Complutum. Hay unas 3.000 plazas, y ya están casi todas ocupadas.  La actividad también se extenderá a Hoyo de Manzanares.
Los participantes en el taller desentierran materiales en la excavación  Foto: ÁNGEL NAVARRETE
Ponerse en la piel de un arqueólogo y desenterrar tesoros de la antigüedad es un sueño para muchos niños. La ciudad romana de Complutum, origen de la actual Alcalá de Henares, ofrece este verano la posibilidad de hacer este sueño realidad en Arqueólogos por un día, una actividad en la que pequeños y mayores trabajan en una excavación recreada y son enseñados a utilizar las técnicas de estos expertos, desde cómo desenterrar las piezas sin perder la información que facilita la tierra hasta su posterior tratamiento en el laboratorio.

El taller, que es gratuito y está organizado por la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Alcalá, se ofrece los meses de julio, agosto y septiembre, y tiene unas 3.000 plazas disponibles, la gran mayoría ya ocupadas. Veinticinco fueron los chavales que asistieron el pasado jueves 19 de julio, y que confirmaron, tras tres horas de trabajo con cubos y arena, que la arqueología «mola». «Es la segunda vez que vengo», señalaba Nico, de seis años, que esta vez acudía con sus hermanos. «A mí me encanta la historia y quiero ser arqueóloga», contaba Laura, de 11 años, para la que la experiencia era «la prueba de fuego» para confirmar esta vocación.

Y no defraudó. Tras una rápida visita a la ciudad romana y a la Casa de los Grifos -conocida por sus muestras de pintura mural- los niños pudieron ponerse manos a la obra y comenzar a trabajar en el yacimiento, en el que debían desenterrar las piezas ocultas en la tierra, para lo que se les hizo entrega de una brocha, un recogedor y un cuadernillo. Los más espabilados no tardaron en encontrar el tesoro:«¡He encontrado un cráneo!», exclamó Nico, de seis años, uno de los primeros en cantar bingo. «Seguro que era de los árabes», añadió. Sarah, de 11 años, desenterró una mano con un anillo y Javi, de 13, un cuerno.

Una tarea para la que contaron en todo momento con las instrucciones de los guías, que se enfrentaron a la difícil misión de explicar a niños «un proceso tan largo y meticuloso» como el del arqueólogo, algo que, para el responsable de la actividad, Diego Martín Puig, es «todo un reto». «¡Cuidado al sacar las piezas!», señalaba Martín, ante las prisas de algunos chavales por hacerse con los objetos. «La tierra hay que tratarla con cuidado, que nos aporta mucha información», explicaba.

Además de los restos humanos y animales, que fueron los que más entusiasmaron a los niños, el yacimiento escondía cerámica, mosaicos, joyas y adornos, todos recreaciones de objetos romanos. Una vez desenterrados, los participantes debían identificarlos y dibujarlos en un cuadernillo, para lo que contaron con la ayuda de sus padres, que, siempre dejando el protagonismo a los pequeños, supervisaban todo el trabajo. «Trabajar en equipo es uno de los pilares de esta actividad», explica Martín. «Que padres e hijos vengan juntos al taller crea un vínculo muy especial entre ellos», añade.

Del yacimiento los niños eran trasladados al «laboratorio», en el que se les explicaba el trabajo de restauración, siglado y clasificación de las piezas. «Esta es una actividad 360 grados, que abarca todo el proceso que lleva a cabo el arqueólogo», señala. «Se busca que los chavales interioricen la meticulosidad del trabajo en una excavación », pero que también «se diviertan».

De hecho, «aquí pueden tocar las piezas y utilizar instrumentos reales», algo que no suele pasar en un museo, en la que los chavales «se limitan a mirar», explica. Tan bien se lo pasan que muchos repiten: este año, por primera vez, podrán hacerlo en Hoyo de Manzanares, donde, ante el éxito de la actividad, se ha dedicido iniciar otro taller arqueólogico en septiembre.


"Conocer el patrimonio desde pequeños"
Además de la diversión, Arqueólogos por un día tiene una finalidad didáctica, y busca que los chavales se «enganchen» con el patrimonio, un legado que es necesario «que conozcan desde niños» y que sientan «que les pertenece». «Es bueno que los niños sepan que si encuentran algo en el campo pueden llevarlo a las autoridades para que sea trasladado a un museo y disfrutado por todos», afirma Paloma Sobrini, directora de Patrimonio de la Comunidad de Madrid.

Generar vocaciones, y fomentar el conocimiento de nuestros antepasados entre los más pequeños, es otro de los objetivos del taller, algo que, según su organizador, se consigue. «Muchos niños se van diciendo que van a ir a museos y que quieren saber más de los romanos», relata. Otros este entusiasmo ya lo traen de casa, y desde muy pequeños tienen claro que la historia y la arqueología es lo suyo. Es el caso de Javi y Miguel, dos hermanos de 13 y 10 años de Alcalá de Henares. «El mayor quiere ser paleontólogo y el pequeño arqueólogo», explica su madre, que este verano se los lleva de viaje a Egipto. «Lo de Javi es increíble:con tres años ya se sabía todos los nombres de los dinosaurios en latín», añade.

La actividad concluía con la entrega de un diploma a los niños, que se marchaban a casa entusiasmados y con ganas de repetir. También con la pena de no poder llevarse «el trofeo» desenterrado a casa. Y es que, como sucede en la vida real, las piezas son enviadas después del taller a un depósito común, pasando a formar parte de «un patrimonio que nos pertenece a todos».

4 de diciembre de 2017

Descubierta una muralla medieval con siete torreones en Talamanca del Jarama (Madrid)

Esta joya medieval ha permanecido cubierta durante siglos por toneladas de tierra bajo la tapia de La Cartuja. Además, han aparecido cuatro piezas visigodas ricamente talladas y distribuidas en varios puntos del interior de la muralla, que ahora se aprecian perfectamente.
El entorno de la muralla se convertirá en un museo al aire libre.
Durante más de un siglo, una joya medieval ha permanecido enterrada en Talamanca de Jarama. “No todos los días se encuentra una muralla del siglo XIII con siete torreones”, dice Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio Cultural de la Comunidad, que promueve las obras. Sobrini califica el hallazo como “el más importante del año en cuanto a patrimonio” en la región. “Al estar bajo tierra se ha conservado en buen estado”, explica Juan de Dios de la Hoz, arquitecto director de los trabajos de restauración, que terminan la próxima semana. Más adelante se convertirá el entorno en un museo al aire libre.

En la actualidad, Talamanca de Jarama (3.900 habitantes) es un pequeño municipio situado unos 50 kilómetros al norte de la capital, pero en la Edad Media era un auténtico punto estratégico en las batallas entre cristianos y musulmanes. La primera muralla defensiva fue construida en el año 860 (siglo IX) por orden del emir cordobés Muhamad I, mientras que la segunda llegaría en el siglo X. “Estos recintos amurallados son concéntricos y fueron ampliándose”, señala Luis Serrano Muñoz, técnico y jefe de servicio de Patrimonio de la Comunidad. Más adelante, los cristianos conquistaron el enclave militar y realizaron su propia muralla (siglos XIII y XIV), que es la que se ha descubierto ahora.

Esta joya medieval ha permanecido durante años cubierta por toneladas de tierra bajo a la tapia de La Cartuja, un recinto levantado por la Orden de los Cartujos (siglos XVII y XVIII), que la utilizaban como granja agrícola. “Ha sido una auténtica sorpresa. Basándonos en los otros recintos amurallados, se podía intuir que aquí había restos de una muralla, pero lo que ha sido más novedoso ha sido encontrar los siete torreones. Además, las piedras conservan las juntas, el ladrillo y los sillares”, cuenta Juan de Dios de la Hoz, que ha dirigido las obras de restauración en las que la Comunidad ha invertido 50.000 euros.

El arquitecto, Premio de Cultura de la Comunidad 2017 en la categoría de Patrimonio Histórico, señala que los restos están “muy bien conservados” y que “superan la altura de tres metros en los lienzos y más de dos en los torreones”. Cada una de las torres dista 21 metros de la siguiente. “La torre de enmedio es la que estaba más completa, se le ha añadido únicamente un nivel, mientras que a las otras torres se le han añadido varios niveles”, añade. Se ha apostado por una restauración lo más fiel posible al original. “Lo que hemos hecho es una recuperación del volumen original usando para ello materiales y técnicas tradicionales: cal, arena y ladrillo, además de las piedras que hemos encontrado al desescombrar. Se puede diferenciar lo reconstruido de lo original, pero hay que fijarse”, apunta.

VESTIGIOS VISIGODOS
Además, han aparecido cuatro piezas visigodas ricamente talladas y distribuidas en varios puntos del interior de la muralla, que ahora se aprecian perfectamente. Según su hipótesis, quizá formasen parte de algún edificio anterior demolido y usado para la construcción del recinto defensivo. No se descarta que, en futuros trabajos, puedan aparecer más partes del muro o incluso más torreones. “Entre los siglos XI y XIII, Talamanca era más importante que Madrid”, dice el arquitecto.

Paloma Sobrini, directora general de Patrimonio Cultural del Gobierno regional, considera que esta muralla “es el hallazgo más importante del año en cuanto a patrimonio” en la Comunidad. “En la región quedan castillos, torres y restos medievales, pero un tramo tan grande de muralla con sus torreones es un descubrimiento muy destacado”, señala. En su opinión, “lo importante del patrimonio es localizarlo, conservarlo y luego difundirlo para que todo el mundo lo pueda disfrutar”.

Sobrini, que resalta el gran trabajo del arquitecto —“tiene una gran delicadeza y mucho cariño por el patrimonio”—, cuenta que los trabajos continuarán en 2018: “queremos finalizar la intervención para que se entienda bien la muralla, urbanizar la zona y musealizarla”, es decir, convertirla en un museo al aire libre que explique la historia del lugar mediante paneles explicativos y con una iluminación adecuada.

La directora de Patrimonio destaca que la colaboración con el Ayuntamiento de Talamanca del Jarama, que se encargó del primer desescombro, ha sido total. Marisa Escalante, concejala de Educación y Cultura de la localidad, coincide y apunta: “Cuando esté terminado el proyecto, nuestra intención es hacer un gran paseo que ponga en valor la muralla, para que se vea bien y la disfruten todos los vecinos, y para que vengan más visitantes a verla”. Además, los planes municipales contemplan que el paseo arranque en la muralla y continúe hasta desembocar en el puente romano de la localidad. “Va a ser un atractivo turístico de primer nivel para el pueblo”, aventura la concejala.