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14 de octubre de 2024

Loma Eugenia: testimonio en piedra de los campesinos visigodos en Albacete

Los arqueólogos finalizan la tercera campaña de excavaciones en el yacimiento de Loma Eugenia donde han descubierto un área productiva formada por un molino harinero de uso comunitario y un gran edificio formado por al menos seis estancias y construido con muros de los que se conserva sólo la cimentación y algo de alzado.
Excavación en Loma Eugenia en años anteriores. José Iván Suárez

En el imaginario colectivo de varias generaciones, hablar de visigodos es hacerlo de una larga lista de reyes que muchos tuvieron que aprender de memoria. Nombres como Walia, Sisebuto o Recesvinto quizá aún resuenan entre los recuerdos escolares de infancia sobre aquellas tierras de Hispania que, tras siglos de romanización, pasaron a ser controladas por un grupo de pueblos venidos desde el norte. Un imperio de la antigüedad desaparecía y un nuevo poder avanzaba en la larga historia de la península ibérica.

El reino hispanovisigodo estableció su capital en Toledo, a mediados del siglo VI. A partir de aquel momento, el mundo rural adquirió un vigoroso impulso. Miles de campesinos comenzaron a fundar aldeas, en ocasiones, sobre las ruinas de las villas romanas. Y, aunque no se contara con esplendor en las crónicas, aquellas gentes, con su sudor y esfuerzo, sostuvieron vivo una estirpe de “bárbaros” que en el año 589 se convirtieron al catolicismo. Ahora podemos conocer el testimonio de estas comunidades gracias a la arqueología.

Las piedras tienen mucho que decir. Los arqueólogos saben interpretar su disposición sobre el terreno o la relación con otros materiales. En Loma Eugenia, un yacimiento situado en la pedanía de Agra (Hellín), ha terminado recientemente la tercera campaña de excavación. El trabajo se traslada ahora al laboratorio, pero antes conocemos las últimas novedades de la mano de Julia Sarabia, profesora titular de la Universidad de Alicante.

“Encontramos un área productiva formada por un molino harinero de uso comunitario y una era para aventar y trillar el cereal; en esta campaña queríamos centrarnos en conocer los espacios de hábitat de la aldea más allá de los espacios de producción, así que hicimos una prospección geomagnética en todo el sector sur del molino y vimos que habían bastantes estructuras soterradas, posibles silos y aljibes, basureros, muros”, cuenta la directora del proyecto. Y afirma que “en base a estos resultados hemos abierto un nuevo sondeo a unos cincuenta metros al sur del molino y la sorpresa ha sido que, bajo un gran paquete de derrumbes de piedra aparece un gran edificio formado por, al menos, seis estancias, construido con muros de los que se conserva sólo la cimentación y algo de alzado, pero que, pese a ser de ámbito rural, alcanzan dimensiones muy similares a las encontradas en el contexto urbano de la sede episcopal visigoda de El Tolmo de Minateda”.

Unas construcciones muy sólidas que dan la medida sobre el desarrollo de estas comunidades campesinas. Y precisa Sarabia: “Probablemente estemos ante un edificio que cuenta con espacios de vivienda, almacenaje, quizá algún ambiente de trabajo y algún espacio abierto que pudo funcionar como corral o establo”.

Ajustamos más el contexto donde se levantó este asentamiento. Abrimos el libro “Tolmo de Minateda. Cuando Hellín aún no lo era. Historia y relatos”, editado por el IEA, en palabras de la propia Julia: “En el territorio de la ciudad visigoda de Eio, la arqueología ha demostrado cómo la gran mayoría de los asentamientos que surgen en este momento ocuparán los mismos espacios agrícolas que antes eran explotados por los establecimientos romanos”.

Aparte de la aldea de Loma Eugenia, se ha constatado la existencia cercana de poblamientos similares en Loma Lencina (Hellín) y Torre Uchea (Hellín). “Esto nos lleva a suponer que el surgimiento de estas comunidades campesinas tiene que ver con el control administrativo del territorio por parte del obispo y la necesidad de explotarlo para obtener productos primarios para pagar los tributos al Estado Visigodo; aunque las fuentes escritas del momento no aclaran estas cuestiones”, argumenta la arqueóloga.

El dominio sobre los valles fértiles
En los últimos años ha crecido el interés arqueológico sobre el medio rural visigodo. Según los expertos, estas aldeas no se caracterizaban por su monumentalidad. Parece que las aldeas de aquellos primeros campesinos católicos eran funcionales, construidas en lomas y con un dominio sobre los valles fértiles. Un instante de la historia que habla de una expansión económica que propició el surgimiento de estos poblados. Lugares como Loma Eugenia representan la “realidad rural” del Reino Visigodo, muy distinta a los aires palaciegos de Toledo. La desigualdad o las intrigas entre la aristocracia también debieron ser una constante en aquellos siglos de transición entre la antigüedad tardía y la alta edad media. Convulsiones de salón que quizá desconocían los que araban la tierra en el suelo que hoy llamamos Hellín.

En la provincia de Guadalajara se alza la prestigiosa Recópolis. Un complejo palatino de cerca de 33 hectáreas que fue el sueño de un rey visigodo inspirado por Bizancio. Vicente G. Olaya, en su libro 'La costurera que encontró un tesoro cuando hacía pis y otras historias de la arqueología española', editado por Espasa, relata el hallazgo en 1893 de Juan Catalina García López: “Descubrió un enigmático cerro pelado a las afueras de Zorita de los Canes, una pequeña población devorada urbanísticamente por un apabullante castillo musulmán que se erige junto y sobre ella.

Al excavar el altozano, situado a un kilómetro del casco urbano, aparecieron unos muros de gran potencia. Juan Catalina García se mostraba seguro de haber encontrado la ciudad de Recaredo, pero, como siempre, nadie pareció hacerle mucho caso“. El periodista explica en este divertido y didáctico volumen que hasta 1945-46 no hubo más excavaciones. Y fue entonces cuando se declaró monumento nacional. Recópolis estaba unida con Toledo, la capital del Reino Visigodo, por el río Tajo.

Aguas abajo, apareció el famoso 'Tesoro de Guarrazar', en la localidad toledana de Guadamur. Orfebrería de lujo que nos ayuda a comprender el desequilibrio de una época. La riqueza de la élite frente al sacrificio de los campesinos. En las tierras que hoy conforman Castilla-La Mancha perviven vestigios del pasado visigodo. Lugares como Santa María de Melque (San Martín de Montalbán), los hitos de Arisgotas (Orgaz) o San Pedro de La Mata (Sonseca).

Y para profundizar en los siglos VI-VIII, en la ciudad de Toledo, encontramos el Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda. Aún más hacia el sur, sin tanta solemnidad, pero con los mismos ritos, todavía reposan bajo las piedras las mujeres y hombres que habitaron Loma Eugenia. De nuevo, nos cuenta Julia Sarabia: “Hemos actuado en la zona de la necrópolis exhumando otra de las tumbas que permanecían intactas, tapada con las losas”.

Los trabajos arqueológicos en Agra han transcurrido en dos líneas de forma paralela. Esta segunda ha tenido por objetivo “seguir conociendo aspectos de la ritualidad funeraria de esta población visigoda, obtener material para datar por carbono 14 o avanzar en estudios antropológicos que nos muestren el género de los inhumados, edad de la muerte, posibles patologías”, afirma la profesora y recuerda que en el caso de las necrópolis, los profesionales actúan sobre las tumbas más visibles en superficie para “salvaguardar sus restos frente a posibles acciones de expolio o alteraciones de este patrimonio”.

Precisamente, la primera y única vez que se había actuado en Loma Eugenia hasta el comienzo de este proyecto, fue en 1993 y de manera urgente. Como en tantas ocasiones, un descubrimiento fortuito desencadenó el conocimiento de nuestro pasado. Así ocurrió cuando José Zarnorano, Eugenia García y Ramón Izquierdo, visitando la zona, se percataron de la peculiaridad del lugar. La actuación de emergencia la emprendieron María Teresa Rico, Francisco Javier López Precioso y Blanca Gamo Parras. En el artículo científico que publicaron daban cuenta: “La excavación ha permitido documentar la existencia de un cementerio de regular tamaño, del cual, se han excavado 33 sepulturas, realizadas en su mayoría a base de lajas de piedra, o mampuesto”.

Regresamos a la excavación arqueológica de 2024. “La tumba excavada vuelve a ser, como en campañas anteriores, una tumba de uso colectivo. En este caso, han aparecido tres individuos; uno en posición secundaria, hecho un paquete y colocado a los pies, y otros dos colocados en posición anatómica uno al lado del otro, por lo que es probable que fueran enterrados a la vez tras haber pasado unos años del enterramiento del primer individuo”, analiza Julia Sarabia.

Tumbas reutilizadas
“El ritual es el típicamente cristiano de época visigoda, tal y como encontramos en el cementerio junto a la iglesia del Tolmo de Minateda; esto es, los cuerpos envueltos en un sudario, probablemente, en posición de decúbito supino o boca arriba, orientados desde la cabeza de oeste a este y sin ningún elemento de ajuar, aunque a veces, aparecen con algún elemento de vestimenta como hebilla de cinturón o similares; es probable que las tumbas sean de carácter familiar, por eso se reutilizan durante varias generaciones”.

Para llegar a estas hipótesis después del trabajo de campo, el proyecto ha contado nuevamente con la colaboración de estudiantes de la Universidad de Alicante y con la codirección de Victoria Amorós, Marta Torres y Pablo Cánovas. Una cooperación técnica del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA y el Museo de Hellín que cuenta con la financiación del Ayuntamiento.

Durante los siguientes meses, la labor científica se centrará en clasificar y catalogar el material cerámico aparecido en el sector del poblado, que “a simple vista parece material relacionado con recipientes de cocina, vajillas de mesa y tinajas para el almacenaje; intentaremos reconstruir alguna pieza fragmentada y realizaremos los dibujos pertinentes antes de depositarlos en el Museo de Albacete”, anuncia Julia Sarabia entre los pasos a seguir. Mientras, el equipo está inmerso en la redacción de un libro donde se recogerán los principales datos obtenidos en estos tres primeros años de excavaciones arqueológicas.

Porque lo que queda escrito ya no lo arranca el viento. Los arqueólogos de hoy están redactando la crónica de los olvidados. La historia de miles de personas de tiempos remotos que con su abnegación construyeron el devenir de la humanidad. Hazañas sencillas de supervivencia que no merecieron la pluma de San Isidoro de Sevilla. El sabio católico de los visigodos, luchador incansable contra herejías, compilador de enciclopedias y, finalmente, narrador de la historia de aquellos reyes con nombres estrambóticos. El obispo nos dejó una frase que bien nos vale para dar término a este artículo. Escribió: “El tiempo de vida que resta es inescrutable al conocimiento humano”.

19 de septiembre de 2024

Investigadores de la UA desvelan que las técnicas agrarias de las áreas de montaña de Alicante tienen dos mil años de antigüedad

Prácticas como la irrigación, el abonado o los abancalamientos se iniciaron en la Edad de Hierro
Los investigadores de la UA durante el trabajo de campo en la montaña alicantina.

Dos artículos recientemente publicados por investigadores de la Universidad de Alicante en revistas de alto impacto internacional demuestran que las técnicas agrarias intensivas utilizadas en la montaña alicantina, atribuidas a la población medieval islámica, son mil años más antiguas de lo que se suponía. “Estas actividades, como son la irrigación, el abonado o los abancalamientos se iniciaron a fines de la Edad del Hierro, hacia el 100 a C., y se han mantenido a través del tiempo y las culturas, mostrándose tremendamente sostenibles ambiental y socialmente”, explica el catedrático de Arqueología de la UA Ignasi Grau, uno de los coordinadores de la investigación junto a la profesora Julia Sarabia, del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA.

En concreto, los artículos publicados son, por una parte, Archaeological landscapes and long-term settlements in the Perputxent valley (eastern Iberia): Exploring land use strategies and sustainability in a Mediterranean mountain área, publicado por The Holocene; y, por otra, Roman farmers in eastern Iberia: A spatial, geoarchaeological and bioarchaeological approach to agrarian strategies, publicado en Quaternary International.

Los estudios, que analizan la actividad agraria y el poblamiento rural de fines de la Edad del Hierro y época romana, se han basado en técnicas múltiples como análisis arqueológico, teledetección, análisis geoquímicos, arqueométricos o de micromorfología de suelos. Y con ellas se han caracterizado zonas de huertas en la Vall de Perputxent y bancales en Banyeres de Mariola, unas investigaciones en las que han participado especialistas de las Universidades de Jaén, Burgos, Valencia, el CSIC o la Sociedad Aranzadi de Euskadi y que han contado con la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades y la Conselleria de Educación, Cultura, Universidades y Empleo-GVA.

Ignasi Grau señala como el mosaico agroforestal que conforma nuestro paisaje, el de las comarcas alicantinas, en el que se combinan los cultivos y los huertos con las zonas boscosas, ya era así hace más de 2.000 años. “Lo que vemos ahora es la suma del trabajo de muchas generaciones de personas que han estado haciendo lo mismo durante siglos. Hemos creado una agricultura sostenible a costa de mucho esfuerzo, que empezó a perderse a partir de los años 60 cuando se abandonó el cultivo tradicional”, explica el profesor, para quien la falta de estudios arqueológicos sobre la vida rural sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de los investigadores ya que “se ha puesto mucho interés en saber qué se hacía en las urbes, pero se desconoce cómo era la vida en el campo cuando, en realidad, el 95 % de la población habitaba en ese entorno”.

25 de abril de 2023

Descubren pruebas de agricultura en época visigoda en un yacimiento de Hellín (Albacete)

La profesora de arqueología de la UA, Julia Sarabia, sostiene que Loma Eugenia fue un asentamiento rural “que se establece en el ámbito de influencia de El Tolmo, justo cuando éste vive un momento importante, al instalarse allí la sede episcopal visigoda de Elo”.
El Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante y el MUSS de Hellín están llevando a cabo labores de excavación.

El alcalde de Hellín, Ramón García, ha visitado el yacimiento arqueológico de Loma Eugenia en la pedanía hellinera de Agra, donde un equipo de investigadores del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la Universidad de Alicante y el MUSS de Hellín están llevando a cabo labores de excavación. El Ayuntamiento ha aportado 5.000 euros para financiar el proyecto, en el marco de un convenio de colaboración con la Universidad de Alicante.

La profesora de arqueología de la UA, Julia Sarabia, sostiene que Loma Eugenia fue un asentamiento rural “que se establece en el ámbito de influencia de El Tolmo, justo cuando éste vive un momento importante, al instalarse allí la sede episcopal visigoda de Elo”. El proyecto trabaja con la hipótesis de que Loma Eugenia tenía una función productiva, relacionada con la transformación de grano en harina, además de ser una era donde se trillaba el cereal.

El alcalde ha destacado su compromiso por la recuperación del patrimonio de Hellín y ha anunciado que el convenio firmado con la UA se extiende hasta 2025, con la continuidad del proyecto de investigación arqueológica en Loma Eugenia. Además, ha anunciado otros proyectos que se desarrollarán en Hellín en los próximos meses.

El MUSS ha organizado “abierto por excavaciones” los días 24 y 25 de abril, entre las 18 y las 20 horas, para mostrar los trabajos realizados en el yacimiento y poner en valor el patrimonio arqueológico del municipio.

19 de abril de 2018

Los investigadores hallan asentamientos romanos en la cabecera del río Vinalopó

Un estudio de la Universidad de Alicante permite constatar evidencias de una red de alquerías, casas de labor y villas que formaban un complejo sistema de poblamiento rural
Estudiantes supervisaron la cabecera del río Vinalopó. FOTO: INFORMACIÓN
Los investigadores Ignasi Grau y Julia Sarabia del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico (INAPH) de la Universidad de Alicante (UA) han detectado asentamientos romanos en la cabecera del río Vinalopó, en el término municipal de Banyeres. El estudio de la zona ha permitido constatar evidencias de una red de alquerías, casas de labor y villas que conformaban un complejo sistema de poblamiento rural.

Un convenio de colaboración entre el INAPH y el Ayuntamiento de Banyeres, a través de su Museo Arqueológico, ha permitido a los investigadores realizar un estudio de la zona de la cabecera del río Vinalopó, en el que han participado alumnos del grado de Historia y del máster de Arqueología Profesional y Gestión Integral del Patrimonio de la UA, así como del grado de Arqueología de la Universidad de Jaén e investigadores del CSIC.

En esta primera fase se ha planteado una actuación arqueológica innovadora, empleando técnicas y métodos no invasivos, como la teledetección o la prospección mediante geolocalización de los restos materiales existentes sobre el terreno.

Las primeras conclusiones datan la ocupación del valle en el siglo I antes de Cristo, tras una serie de eventos bélicos y la pacificación de estas tierras. Asimismo, los investigadores han constatado evidencias de una red de alquerías, casas de labor y villas romanas que configuran un complejo sistema de poblamiento rural caracterizado por variados tipos de asentamientos, según ha informado la universidad.

Las siguientes fases de actuación contempla el estudio pormenorizado de los materiales arqueológicos hallados, además de la realización de una prospección geofísica en las zonas con mayor concentración de restos superficiales, a fin de obtener un mapa de los posibles restos existentes en el subsuelo.