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7 de noviembre de 2022

El vino que bebían los romanos se hace ahora en Cádiz con el mismo proceso y materiales

A través de textos como los del escritor romano Columela, han creado diferentes variedades de vino fermentadas en dolia y con aditivos usados hace 2.000 años

Los dolia, recipientes en los que se fermenta el vino.

Los dolia romanos han vuelto a lo que fue la Bética Romana para fermentar un vino con dos milenios de historia. El investigador de la Universidad de Cádiz Manuel León, junto al enólogo Alejandro Cobos, ha traído hasta Trebujena (Cádiz) los sistemas de producción de la época del Imperio Romano para reproducir el sabor y los aromas que llenaban las copas de los romanos en el siglo I después de Cristo.

A través del proyecto Arqueogastronomía, el arqueólogo Manuel León ha culminado años de estudio e investigación, así como de ensayos en bodega, con la elaboración en la cooperativa Tierras de Albariza de varios tipos de vino hechos con los mismos materiales y procesos que recoge el escritor de la antigua Roma Columela en sus textos.

Para ello, han recuperado los dolia romanos, unos recipientes de cerámica hechos a mano, ovoides y con un revestimiento de resina de pino, explica Manuel León. «Hemos aplicado distintos tipos de técnicas de fermentación de tradición púnico-cartaginesa, pero que se daban ya en época romana y que aparecen en los textos de Columela, hemos vinificado en el mismo lugar, que es en la zona de Trebujena, hasta las orillas del antiguo Lacus Ligustinus, con una serie de variedades antiguas de uva que han quedado en la zona», cuenta el arqueólogo y miembro del grupo de investigación de Ingeniería Química y Tecnología de Alimentos de la Universidad de Cádiz.

Variedades antiguas de uva y el mismo suelo que documenta Columela
Lo que buscaba esta investigación de Arqueogastronomía, explica León, es «arrojar luz sobre el misterio que había sobre los sistemas de producción de vino en la Bética Romana, que eran totalmente diferentes a los de la zona mediterránea».

Para ello estudiaron los textos de Columela, además de otras fuentes clásicas y registros arqueológicos, y decidieron utilizar las variedades de uva más antiguas y similares a las de la época romana, así como llevar a cabo el proceso en la misma superficie que documenta el escritor en sus textos y en los mismos recipientes.

Por eso se eligieron las tierras de Albariza, en Trebujena, y se utilizan las variedades de uva perruno, mantúo, castellano, cañocazo y palomino.

Y además de cuidar la elección de la tierra y la uva, utilizando «las escasas viñas centenarias de perruno y vidueño que se conservan», León ha tenido en cuenta también los aditivos que Columela recoge en sus textos y que «juegan un papel importante en el aroma y envejecimiento de los vinos de la época romana e incluso en los actuales vinos generosos», según explican desde Arqueogastronomía.

Así, estos vinos cuentan con el defrutum como aditivo, una reducción de mosto con ingredientes que confieren aroma y sabor y modifican las características químicas y físicas de esta bebida. «Su adición, combinada con el control y el contraste de temperatura en los vinos, requiere una técnica durante la fermentación, y con posterioridad a ella en algunos casos, y produce una evolución organoléptica positiva en el vino, estabilizando las elaboraciones, y manteniendo el vino a salvo de determinadas bacterias», explican los creadores del proyecto.

La uva, junto a los aditivos, no se fermenta en roble americano o en depósitos de acero como se hace en las bodegas actuales, sino que en este proyecto se utiliza un dolium de cerámica de 400 litros de capacidad para la fermentación, crianza y estabilización del vino como se hacía en la época romana.

El proceso lo hacen León y Cobos en las tierras de la cooperativa de manera artesanal, «desde el estrujado y prensado de la uva, pasando por el uso de una antigua prensa de madera, hasta el control de los aditivos y la posterior estabilización del vino».

En los seis dolia que tiene Arqueogastronomía en las tierras de Albariza, de 400 litros cada uno, están reproduciendo distintos tipos de vino: Líxivo, un vino fermentado en dolium con técnica ancestral a base de vidueño en tierras de albariza en lentejuelas y lustrillo; Éntasis, una elaboración a base de soleras de defrutum que genera un perfil sensorial con aromas a madera y especias; Favonio, un nuevo vino fortificado de crianza biológica en dolium, y Paladio, un vino de crianza oxidativa de perfil aromático descrito en textos agronómicos desde el siglo I al IV d.C.

Venta de vino con la divulgación científica como fin
Estos vinos están a la venta, principalmente para restaurantes, pero su fin principal es la investigación, explica Manuel León, que afirma que los beneficios obtenidos de las ventas se reinvierten casi en su totalidad en el proyecto. «El año pasado hicimos dos contenedores y prácticamente la totalidad de la venta de las botellas sirvió para pagar cuatro contenedores más en los que estamos haciendo dos tipos diferentes», cuenta el investigador.

En principio, las botellas producidas se destinan a la venta a restauración, además de a alguna enoteca y vinoteca de Sevilla y Cádiz, y se pueden encontrar por un precio de alrededor de 20 euros. En un futuro cercano, una pequeña cantidad estará disponible también para la venta online.

Pero no es el principal esfuerzo de Arqueogastronomía, explica León. «Lo que hacemos siempre es socializar el producto», señala, algo que hacen con los vinos, pero también con los quesos hechos con técnicas romanas o el garum, una salsa recuperada también de los textos de la época.

«De nada nos sirve realizar artículos científicos si después queda en un grupo bastante reducido de investigadores. Por eso hacemos actividades de divulgación científica sobre lo que hacemos en museos, fundaciones, instituciones de carácter cultural, prácticamente por toda la península», argumenta.

Precisamente porque el objetivo es acercar la historia a través de la gastronomía, León afirma que no les preocupa no estar incluidos dentro de la denominación de origen de Jerez, puesto que usan otras variedades de uva, puesto que su fin es muy distinto.

5 de agosto de 2012

Las excavaciones sacan a la luz los vestigios del pasado romano de San Fernando (Cádiz)

En Camposoto se han hallado restos de un testar púnico, una plataforma y parte de una canalización, lo que demuestra que esta zona fue núcleo de una importante actividad industrial en la antigüedad.
Excavaciones en Camposoto, Sam Fernando (Cádiz).
La historia de San Fernando es la propia de una ciudad que, debido a su situación geográfica, siempre ha estado relacionada con el mar, motivo que ha propiciado que sus pobladores hayan realizado desde tiempos remotos trabajos vinculados con este medio, como la pesca, la almadraba o el salazón, industrias éstas que han dejado una huella imborrable en La Isla. Prueba de ello es que hace aproximadamente dos meses han salido a la luz unos restos arqueológicos en Camposoto que atestiguan la presencia de actividad salazonera en esta zona, justo donde la carta arqueológica de San Fernando advierte de la existencia de numerosos yacimientos. 
Algunas de las piezas encontradas.

La excavación arqueológica, ubicada frente a las instalaciones del Parque de Bomberos -en los desarrollos urbanísticos de la UE-45 (entre la carretera de Camposoto y la curva de Villa Maruja)- ha destapado restos romanos que han dejado de manifiesto, una vez más, la intensa actividad industrial que existía en este área de La Isla en la antigüedad.

Desde el 21 de mayo hasta ahora se han descubierto numerosas piezas de cerámica procedentes de un testar púnico del siglo IV a. c. (el lugar donde se vertían las piezas rotas o defectuosas de un alfar) así como una plataforma de mampuesto de la época romana (siglo I d. c.). "Ambos hallazgos atestiguan que en esta zona de la localidad isleña se acometían trabajos con arcilla y otra serie de actividades relacionadas con la industria del salazón", explica Ricardo Belizón, uno de los arqueólogos que está estudiando los descubrimientos de esta intervención.

También se ha hallado un muro que, si bien en un principio no se sabía a qué podía corresponder, hoy ya se ha confirmado -previa investigación- que se trata de parte de una canalización, también de época romana, "aunque queda por confirmar si pertenece a la época republicana o a la imperial", apunta el arqueólogo.

De momento las excavaciones se encuentran en una primera fase que se irá prolongando a medida que avancen las obras, que, puntualmente, la promotora tiene paralizadas. Una vez que se reanuden los trabajos los expertos están convencidos de que saldrán a la luz nuevas reliquias. "Dados los resultados que se han obtenido en estudios anteriores, que dan fe de la existencia de una compleja actividad industrial relacionada con el salazón, el garum, la alfarería o la producción de contenedores y ánforas, entre otras especialidades, confiamos en que a medida que continúen las excavaciones en Camposoto en dirección a Villa Maruja los hallazgos se multipliquen", comenta esperanzado el arqueólogo responsable.

En la actualidad los restos encontrados están ubicados en un depósito dentro de la misma excavación, pendientes de un estudio exhaustivo de los materiales que permita afinar aún más la cronología de los hallazgos.

Posteriormente se procederá, previo acto de depósito, al traslado de estos vestigios al Museo Provincial de Cádiz, tal y como estipula el protocolo en estos casos, pues es la entidad competente que debe gestionarlos. Ya es decisión del propio Museo tasar el valor de las piezas y fijar su ubicación final, bien en sus propias instalaciones, bien en el museo municipal de San Fernando.

1 de marzo de 2023

Las excavaciones en Iulia Traducta descubren ánforas y bicheros romanos

Los trabajos se han centrado en la documentación de los accesos a la factoría de salazón, que no se habían descubierto hasta ahora, y en la excavación de una sala de trabajo de grandes dimensiones situada a la entrada. El equipo de trabajo compuesto por arqueólogos del Ayuntamiento de Algeciras y la Universidad de Cádiz ha documentado también otra fábrica completa de medianas dimensiones.
Imagen de la excavación en la calle San Nicolás. EUROPA SUR

Las excavaciones arqueológicas realizadas en el barrio conservero de Iulia Traducta, en Algeciras, durante el verano de 2022 han permitido encontrar, entre otros elementos, tapas de ánforas y un bichero tardorromano.

Los trabajos se han centrado en la documentación de los accesos a la factoría, que no se habían descubierto hasta ahora, y en la excavación de una sala de trabajo de grandes dimensiones situada a la entrada. El equipo de trabajo compuesto por arqueólogos del Ayuntamiento de Algeciras y la Universidad de Cádiz ha documentado también otra fábrica completa de medianas dimensiones.

En el enclave han localizado un centenar de tapaderas de ánforas apiladas en el suelo, en un espacio interpretado como el hueco de una escalera. El equipo ha identificado también restos de “garum”, la conocida salsa de pescado, en el fondo de una pileta. Éste ha sido rescatado para poder analizarlo en el laboratorio e identificar su composición. Otra de las novedades ha sido la documentación del primer bichero tardorromano hallado en su contexto original en el Mediterráneo. Una pieza con la que pescados como el atún serían arrastrados a la playa.

Los resultados fueron presentados en la sexta Jornada de Prehistoria y Arqueología del Campo de Gibraltar celebrada en el Palacio de Congresos de La Línea. En la sesión, el equipo de investigación dirigido por el arqueólogo municipal, Rafael Jiménez-Camino, y el catedrático de Arqueología de la Universidad de Cádiz, el Dr. Darío Bernal, expusieron cómo en esta campaña se ha podido documentar la planta completa de una gran fábrica dedicada a la producción de conservas cárnicas y de pescado.

El arqueólogo municipal también disertó, junto a Carlos Gómez de Avellanada, sobre una estela funeraria de época nazarí hallada en el valle del Guadiaro. Es la primera de estas piezas que se identifica en ámbito rural y procede de un taller alfarero algecireño donde se han encontrado varias con el mismo diseño.
(Fuente: Europa Sur)

7 de octubre de 2016

Las excavaciones del castro de Montealegre sacan a la luz una escultura antropomorfa del siglo I a.C.

Mide unos 60 centímetros de altura, es de granito y no conserva la cabeza. Representa un humano sedente con los brazos pegados al cuerpo y su gran valor reside en que fue encontrada en el propio contexto arqueológico. Desde primavera ya se han recuperado más de 20.000 piezas, la mayoría de cerámica y metal
Un equipo de quince personas trabaja en el castro hasta noviembre. FOTO: G. NÚÑEZ
El castro de Montealegre de Domaio (Pontevedra), cuenta ya con una pieza que protagonizará sin duda los escritos y estudios que se hagan en el futuro sobre este asentamiento. Se trata de una escultura antropomorfa de unos 60 centímetros de altura que el equipo de 15 personas dirigido por el arqueólogo Miguel Vidal encontró hace unas dos semanas. La figura es de granito y no conserva la cabeza. Representa un humano sedente con los brazos pegados al cuerpo. El gran valor de la pieza reside, entre otros aspectos, en que fue encontrada en el propio contexto arqueológico, pues muchas esculturas de este tipo aparecen muy desplazadas y extraer información sobre su origen es muy complicado. 

En este caso, los estratos inferiores del castro sobre los que trabajan los expertos, están datados en el llamado "cambio de era", con una supuesta ocupación continuada entre el siglo I a.C. y el siglo I d.C. La pieza se encuentra ya en fase de estudio y el arqueólogo reconoce que el trabajo por delante es intenso, y es que todavía se desconoce si es un hombre o una mujer o si tenía un significado simbólico o meramente práctico. Lo que parece claro es que no se trata de la representación de un guerrero, cuya función simbólica en los accesos a distintos castros se descubrió en diferentes yacimientos de Galicia y el norte de Portugal.

INTERVENCIÓN HASTA NOVIEMBRE
Las excavaciones se están realizando sobre una superficie de 700 metros cuadrados en la cara oeste del monte y sobre unos 400 metros cuadrados en el este. Esta segunda zona todavía se encuentra en una fase inicial de los trabajos y su excavación se intensificar hasta noviembre, cuando está previsto que concluya la intervención sobre el terreno.


Hasta ahora se han extraído y clasificado más de 20.000 piezas. Con la colaboración de expertos de la Universidad de La Coruña comenzó ya el trabajo para reconstruir el modo de vida del castro de Montealegre a partir de los elementos con valor histórico recuperados. Una vez que acaben las excavaciones el arqueólogo tiene 6 meses más de trabajo, entre el que destaca la reconstrucción digital en 3D de las piezas.

Además de la escultura antropomorfa, han aparecido elementos muy interesantes desde el punto de vista histórico.

OTROS HALLAZGOS
El más llamativo es el vial de entrada al castro con enlosado. Se conservan en perfecto estado más de 10 metros de esa vía. Miguel Vidal explica que no se conservan muchos en Galicia, pues las excavaciones parciales de castros suelen centrase en las cimas de los montes, en donde se dan los asentamientos más antiguos, mientras que la entrada está en la parte baja.

En este caso no está previsto que se excave la cima, pues quedará sobre el túnel y no estará afectada por las obras. Se identifican claramente en la vista los restos de hogares castrexos y el arqueólogo habla de que en su máximo apogeo el castro de Montealegre alcanzó las 3 hectáreas de superficie y se calcula que residieron en él unas 300 personas.

CERÁMICA
Las piezas de cerámica son las que más encuentran. Sobre todo restos de ánforas y de recipientes y utensilios de cocina. Las ánforas denotan un posible comercio con productos que llegaban de la zona de Gibraltar. "Era común que trajeran al noroeste peninsular vino, aceite y productos de salazón como pescado o la salsa Garum (muy común en la antigua Roma)", explica el experto. Es posible que se intercambiaran por otros productos como estaño, que era muy abundante en todo el área de población castrexa.

Las más de 20.000 piezas encontradas hasta la fecha no son solo elementos cerámicos o piedra, sino que también han aparecido distintos objetos fabricados en metal como dos anzuelos de bronce, fíbulas de distintas formas para sujetar las capas y agujas para los recogidos del pelo confeccionadas en bronce y con una detallada ornamentación.

HOGARES 
En la zona oeste del yacimiento excavado, el personal trabaja en una ladera con estructuras de habitación que se levantan en unos 30 metros de pendiente, con una inclinación del 55%, dificultando mucho las tareas. Hasta cinco estructuras construidas se encontraron, con buena parte de los muros perfectamente conservados bajo tierra y que ahora se reproducirán digitalmente mediante fotografías y técnicas en tres dimensiones para su posterior estudio, pues esta área periférica del castro desaparecerá con la construcción de la futura autovía.

Cerca de la vía de acceso los expertos entienden que las primeras estructuras acogían dentro de sus muros zonas de taller y de almacenamiento. En la parte más alta es claramente identificable un hogar con un pequeño vestíbulo en el que se conservan restos de una zona de combustión con varias piedras, que se pudo haber utilizado para cocinar o para otras tareas.

La intervención en la zona este ya desveló los restos de al menos una estructura de piedra, así como un enorme conchero colectivo, en donde los restos de moluscos denotaban la tremenda importancia de éstos en la dieta de la época.

Las conchas de moluscos permitieron conservar también restos orgánicos de las especies de animales que comían, entre las que destaca un asta de ciervo con 2.000 años de antigüedad. Apareció también una moneda con la efigie del emperador romano Tiberio (14-37 A.C.).

31 de julio de 2019

Los arqueólogos actualizan con drones la planimetría de Baelo Claudia

El Laboratorio de Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Cádiz, con el apoyo de CEI·Mar y Ministerio, realizan ortofotografías de gran precisión de las plantas de las fábricas y modelos digitales del terreno
Un dron capta imágenes a baja altura de las factorías de salazones de Baelo Claudia. FOTO: DIARIO DE CÁDIZ
Los profesores del área de Arqueología de la Universidad de Cádiz José Juan Díaz y Darío Bernal, con la ayuda de los investigadores José A. Expósito y José L. Portillo,han estado trabajando con drones en el yacimiento arqueológico de Baelo Claudia durante los últimos meses con el fin de actualizar la planimetría del barrio meridional, donde se sitúan las fábricas de salazón que dieron fama a esta ciudad hispanorromana.

Se han desarrollado vuelos a baja altitud de cada uno de estos inmuebles que han permitido, tras el uso de un software especializado en el Laboratorio de Arqueología y Prehistoria de la Universidad de Cádiz (LABAP), la generación de ortofotografías de precisión con una resolución de 0,3 cm / píxel. Con ellas, se están redibujando de forma digital las plantas de estas fábricas, obteniendo un nivel de precisión y exactitud mucho mayor que el obtenido con la metodología tradicional de dibujo arqueológico. Además, se han generado modelos digitales del terreno (MDT) que permiten determinar la volumetría de los edificios, favoreciendo el conocimiento exacto de las capacidades de producción de cada una de las balsas, donde se elaboraron los alimentos de origen piscícolas.

Estos trabajos se enmarcan dentro del proyecto SACEIMAR (CEIJ-C04.2 de la I Convocatoria de Ayudas a Proyectos de Jóvenes Investigadores del Campus de Excelencia Internacional del Mar CEI·Mar) y del proyecto GARUM II (HAR2016-78691-P del Plan Estatal de I+D+i del Gobierno de España / FEDER); y tienen su continuidad en la ampliación de estos trabajos en los próximos meses a otros yacimientos salazoneros en el litoral andaluz, el norte de Marruecos, el Algarve portugués y la isla de Sicilia.

(Fuente: Diario de Cádiz)