En pocas semanas, el vial de conexión entre la carretera de Logroño y la zona logística de Ircio -que promueve la Junta de Castilla y León- sepultará alrededor de 4.000 metros cuadrados de restos, en la esquina noroeste del poblamiento.
Historia e industrialización viven enfrentadas desde hace décadas en la ciudad y, hasta ahora, empresas e infraestructuras han salido victoriosas frente a la arqueología en las distintas batallas que se han librado sobre el yacimiento de Arce-Mirapérez.
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El yacimiento oculta los vestigios de la ciudad romana de Deóbriga |
Las máquinas han entrado sin miramiento con anterioridad en algunas partes de las 26 hectáreas que ocultan bajo su suelo los vestigios de lo que fue Deóbriga, el embrión de Miranda. Los estudios realizados por distintos historiadores en varias épocas recogen los impactos que sobre la zona han tenido los trabajos agrícolas, pero sobre todo los industriales, como la construcción de un gasoducto en la década de los 90 para la papelera o la propia ubicación en el entorno de las plantas de Montefibre y Fefasa (Rottneros en su última etapa).
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Circunstancias a las que ya aludió el arqueólogo Rafael Varón, en un artículo aparecido en Estudios Mirandeses 2008, de la Fundación Cantera. En su opinión, «el desmedido interés por una rápida industrialización de la comarca mirandesa, acabó en aquel momento con un sector del yacimiento de época romana, aunque no podamos llegar a cuantificar en qué extensión».
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Vista aérea del yacimiento. |
Pero los suyos, aunque sean los últimos, no son los únicos trabajos que se han realizado para demostrar la existencia de unos restos de gran valor. Con anterioridad, unos cuantos trataron de poner el foco de atención sobre Arce-Mirapérez, aunque sin éxito, ya que nunca ha existido un proyecto para ponerlo en valor y dotarlo de la entidad que sí tienen ahora espacios como Clunia o Numancia.
El primero sobre el que hay referencias históricas fue Diego Lorenzo Prestamero, quien, según recoge Varón en su tesis, fue «quien dio a conocer el yacimiento a la incipiente comunidad científica del siglo XVIII».
El testigo lo tomó Remigio Salomón que recogió su actuación en el Semanario Pintoresco Español en 1854. Su trabajo de campo, además de hallar restos de mosaicos y pavimentos, le permitió exhumar una pequeña estatua de bronce de 15 centímetros que podía representar a Palas Atenea y que hoy está desaparecida.
Cuatro décadas después fue Teodoro Sáez quien escribe sobre Arce y habla de la presencia de dos necrópolis, un acueducto e infinidad de monedas. Elementos todos ellos que prueban «su antigüedad».
No hay noticias que atestigüen otro trabajo hasta casi un siglo después, cuando -según recoge el estudio de Varón- en 1973 José María Solana retomó las excavaciones con el objetivo de «localizar con precisión el sitio exacto del hábitat».
Pero no fue hasta 2 años después cuando la investigación toma cuerpo con la publicación de la 'Carta Arqueológica Provincial de Miranda de Ebro' de José Antonio Abásolo que descubría, según el autor, «la necrópolis celtibérica del poblado».
Una antigüedad que vendría a confirmarse ahora gracias a los hallazgos de las excavaciones que se realizan en este momento en una zona reservada para el paso del vial de Ircio y que, si nada o nadie lo remedia, sepultará el ángulo noroccidental de Arce-Mirapérez.
Olvido y obras
Tras esas actuaciones arqueológicas que se concentraron en los años 70, la zona volvió a caer en el olvido en lo que a la tarea investigadora e histórica se refiere. No sucedió lo mismo con la actividad urbanística que llegó a los márgenes de valor arqueológico, «afectando a zonas importantes del yacimiento sin que se produjese ningún tipo de control sobre los posibles daños causados al mismo», como reconoce el extenso estudio de Varón.
Entre esos destrozos, se apunta al trazado de la carretera de enlace de la BU-740 con el Polígono Industrial de Bayas como causante de la desaparición de una necrópolis. A esto, se suma la construcción de una urbanización paralela a la carretera en el flanco norte del núcleo urbano de época romana.
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No han sido las únicas agresiones al patrimonio, con el agravante de que las más recientes se han realizado cuando ya se había inventariado y delimitado el área de protección de yacimiento y se había incluido en los instrumentos de ordenación urbanística local.
Y puede haber más si sigue adelanta la ampliación de la calzada de la carretera de Logroño -actualmente en estudio informativo y del que el PP mirandés ha pedido su paralización- se sepultarían 10.000 metros cuadrados de las 26 hectáreas en la que se estima hay valor arqueológico. Pero es algo que ya se sabía y que Varón, en palabras que El CORREO recogió en febrero de 2009, ya advirtió.
A la espera de ser BIC
Desde hace algo más de una década ha sido prácticamente este arqueólogo mirandés el único que ha trabajado ahí, acompañado, evidentemente, de un equipo de especialistas en varias ocasiones y de voluntarios en otras, como en 1999. Ya entonces, las conclusiones del estudio remitido a la Junta apostaban por declarar el yacimiento Bien de Interés Cultural (BIC) y advertían del peligro de la urbanización de la zona en lo referido a la construcción de un vial para unir los polígonos de Bayas e Ircio, así como la instalación de una Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR).
Advertencias todas ellas hechas públicas y que han caído en saco roto, pese a las denuncias interpuestas ante Patrimonio. La depuradora lleva varios años en funcionamiento y quedan apenas 300 metros de carretera por construir para unir los dos parques industriales.
Y eso, que excavaciones arqueológicas para saber lo que entierra ese suelo ha habido, dando como resultado además constancia de su valor.
Sólo la de 2004 logró imponerse al proyecto de construcción de un polígono industrial en terrenos de Rottneros. Tal y como recogió este periódico, un año más tarde, en abril Patrimonio descartó su construcción. En ese mismo ejercicio, se volvió a trabajar para comprobar la afección que tendría en el yacimiento la construcción del vial. Se demostró que afectaría y se varió su trazado aunque no lo suficiente para bordear el área arqueológica. Pero aún se podría reformar el proyecto en opinión, por ejemplo, del colectivo de arquitectos de la ciudad, o del constructor José Luis Montes que, en este periódico, han hecho pública su preocupación por los daños irreversibles que la obra puede causar.
En 2006 se volvió a intervenir «de urgencia» por los perjuicios que la construcción de una rotonda en la carretera de Logroño estaba provocando. Y ahora se trabaja allí de nuevo para documentar y salvar aquello que va a ser sepultado por el vial de Ircio, para el que Gesturcal solicitó licencia de construcción en enero de 2009. Aunque la obras no empezaron hasta 14 meses después, en marzo de este año.
Expertos y estudiosos no dudan a estas alturas de la importancia de un yacimiento del que se tiene constancia escrita hace varios siglos y del que ya reclamaron en 2007 su protección a las instituciones en declaraciones recogidas en este medio el 6 de junio. pero no hay administración que apueste por ponerlo en valor, pese a que en su defensa se pueda argumentar que sería una fuente de riqueza cultural capaz de generar empleo, potenciar la investigación y atraer turismo, y todo ello apostando por valores de sostenibilidad.