Los arqueólogos excavan a la entrada del abrigo del Alloru, en la localidad llanisca de Balmori. / FOTO: N. ACEBAL |
«Sabemos qué animales cazaban y pescaban y qué vegetales recolectaban estos grupos de asturienses, pero es una visión muy parcial. Ésta es una investigación relevante, pues si todo va bien nos permitirá saber de una vez cómo era su día a día, cómo se organizaban sus asentamientos, qué tamaño tenían los grupos, cómo se asignaban las tareas, hasta qué punto eran nómadas y otras muchas preguntas que llevamos décadas haciéndonos», explicaba ayer Arias, mientras supervisaba los primeros momentos de la excavación.
Precisamente en el mismo lugar donde hoy trabajan los arqueólogos ya se hallaron hace cuatro años evidencias del paso del Mesolítico al Neolítico, así como de uno de los asentamientos que habitualmente acompañan a los concheros -nombre con el que los expertos se refieren a las acumulaciones de conchas y otros restos animales que posiblemente correspondan a los basureros de la época-. En el mismo se encontraron incluso un par de agujeros de poste que los investigadores consideran que podrían haber formado parte de una cabaña. Se trata, indicó Arias, de «un yacimiento muy rico» en el que destacan los «indicios de industria lítica, como los picos asturienses, de los que hallamos más de diez en la última ocasión».
Asimismo, el director de la excavación explicó cómo un reciente estudio de micromorfología llevado a cabo por un miembro de su equipo, Carlos Duarte, demostró que algunas de las conchas del Alloru contenían tierra procedente de otros lugares. «Esto demostraría que los desperdicios fueron movidos de un sitio para otro, quizás en un intento de mantener limpio el asentamiento», indicó.
LA BORBOLLA Y PIMIANGO
La actuación no se limitará al entorno del Alloru, sino que se replicará en otras zonas ya conocidas por estos investigadores, como la sierra plana de La Borbolla, donde en su día se hallaron 57 túmulos, así como la zona de Pimiango, donde se excavaría por primera vez. La costa oriental, agregó el director de la excavación, es «una de las mejores de toda Europa» en lo que a vestigios de la vida en esta última etapa del Mesolítico se refiere.
Estos trabajos conforman la última fase del estudio 'Sociedades costeras en un mundo cambiante', en el que trabajan expertos de diferentes instituciones académicas y cuya finalización está prevista para diciembre de 2017.
(Fuente: El Comercio / Lucía Ramos)