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14 de octubre de 2024

Desvelada la trama urbana de la urbe vacceo-romana de Saldania (Palencia)

En las últimas semanas se ha desarrollado una prospección en aproximadamente 10 hectáreas de las 53 que comprende el yacimiento arqueológico, que ha permitido sacar a la luz parte de la trama urbana, así como varios edificios de época romana, entre los que destacan unas termas públicas.

La primera fase del estudio se centrará en las particularidades del asentamiento urbano y su desarrollo desde época prerromana.

Investigadores del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM), centro de investigación mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Junta de Extremadura junto al arqueólogo Jaime Gutiérrez Pérez, han desvelado la trama urbana de la urbe vacceo-romana de Saldania.

Este yacimiento se localiza a pocos kilómetros de la villa romana de La Olmeda, en la localidad palentina de Saldaña, algo que los arqueólogos ven como una oportunidad única para relacionar la vida urbana y el desarrollo de las villas tardías en el medio rural en la época tardo-antigua a partir del siglo III d.C. Sin embargo, esta primera fase del estudio se centrará en las particularidades del asentamiento urbano y su desarrollo desde época prerromana.

En las últimas semanas, los arqueólogos Jaime Gutiérrez, Carlos Cáceres y Jesús García, investigador del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM-CSIC), han trabajado en la urbe vacceo-romana de Saldania para sacar a la luz la trama urbana mediante la aplicación de la prospección geofísica con georradar.

Gracias a la colaboración de la Diputación de Palencia, el Ayuntamiento de Saldaña y el Laboratorio de Arqueología de Mínima Invasión del IAM-CSIC, se ha desarrollado una prospección, en aproximadamente 10 hectáreas de las 53 que comprende el yacimiento arqueológico, que ha permitido sacar a la luz parte de la trama urbana, así como varios edificios de época romana, entre los que destacan unas termas públicas.

Junto a los trabajos de prospección, realizados mediante un potente georradar de 32 antenas y 600 megahercios (mhz) de frecuencia, se ha desarrollado un proyecto de fotografía aérea con drones multiespectrales que permite confirmar algunas de las estructuras localizadas con el georradar. “Queremos ampliar la prospección geofísica a las laderas del yacimiento. Creemos que el patrimonio cultural es imprescindible para el desarrollo del pueblo”, señala Adolfo Palacios Rodríguez, alcalde de Saldaña.

Jesús García Sánchez, investigador del IAM, recalca la importancia de los métodos geofísicos para a ampliar el conocimiento sobre la arqueología romana: “la prospección geofísica es la mejor técnica para comprender la extensión de los yacimientos, nos permite formular nuevas hipótesis y garantizar el éxito de las futuras campañas de excavación en el yacimiento”.

Asimismo, la protección del yacimiento es fundamental para respetar la labor de investigación, es la razón por la que el enclave será vigilado por agentes del Seprona de la Guardia Civil: “Hemos detectado expolios en el yacimiento, y junto a la labor de investigación, avanzaremos en los trabajos de concienciación del valor de la arqueología entre la población local”, concluye el arqueólogo Jaime Gutiérrez.

Ubicado en el Alto de la Morterona, el yacimiento de Saldania, junto a la actual localidad de Saldaña (Palencia), sitúa sus orígenes en la Edad del Bronce, aunque no fue hasta la Segunda Edad del Hierro cuando se constata un importante núcleo celtíbero.

De hecho, el Ayuntamiento de Saldaña pretende poner en valor esta zona con un mirador sobre el Carrión y un monumento alusivo a los thieldones encontrados en este punto.

Ya en época romana, la ciudad tuvo un auge entre los siglos I y II d.C., para ir perdiendo, paulatinamente, importancia durante los siglos III y IV d.C., momento en el cual surgen las grandes villas, como la cercana Villa Romana La Olmeda.

En época visigoda el enclave perduró, siendo importante, como queda demostrado por la acuñación de monedas, con la leyenda SALDANIA PIVS, de cinco reyes visigodos, entre los que destacan Leovigildo (571-586) o Chindasvinto (642-653).

La vida en el enclave se mantuvo en época medieval, siendo asolada por Almanzor en el 995. Posteriormente, el núcleo urbano se trasladó a la zona del castillo, aunque no se abandonó definitivamente hasta el siglo XIII-XIV, manteniéndose una actividad alfarera de gran importancia.

12 de junio de 2024

Documentan en el Turuñuelo el primer ejemplo de escritura tartésica

El estudio de la tablilla de pizarra con imágenes de guerreros descubierta em el yacimiento del Turuñuelo -en la localidad pacense de Guareña- desvela una serie de signos inscritos que podrían ser el primer ejemplo de escritura descubierto de la enigmática civilización de Tarteso.
La tablilla esconde en su marco lo que parece ser una secuencia de 21 signos. Joan Ferrer i Jané CSIC

La placa de pizarra de unos 2.500 años de antigüedad grabada con imágenes de una escena de combate entre tres guerreros hallada en el yacimiento tartésico de Casas del Turuñuelo (Guareña, Badajoz) ha dado mucho que hablar desde el anuncio de su descubrimiento la semana pasada. Sin embargo, los arqueólogos del Instituto de Arqueología de Mérida (IAM) no habían reparado en una serie de signos inscritos alrededor de la tablilla. O al menos no los habían interpretado como ha hecho un investigador independiente del proyecto: se trataría de un abecedario de una escritura paleohispánica meridional.

Joan Ferrer i Jané, investigador adscrito al grupo LITTERA de la Universidad de Barcelona, se enteró a través de los medios de comunicación del hallazgo de la placa de pizarra, que sería una suerte de boceto que habría servido al artesano tartesio de apoyo para inmortalizar estas imágenes en piezas de oro, marfil o madera. "Más allá de las figuras, cuando observé la placa vi que en uno de los laterales parecía haber un signo paleohispánico, un signo que no se puede confundir con ningún otro. También se apreciaban otros trazos compatibles con signos de una secuencia conocida", ha explicado el epigrafista.

Rápidamente se puso en contacto con Esther Rodríguez y Sebastián Celestino, directores del proyecto Construyendo Tarteso, y les pidió fotografías macro parciales de la zona para poder corroborar sus sospechas. "Tras estudiar las imágenes todo apunta a que se trata de un abecedario de escritura meridional con la secuencia inicial ABeKaTuIKeLBaNS?ŚTaUE, que es casi la misma documentada en el abecedario de Espanca [hallado en Castro Verde, Portugal], excepto por el decimoprimer signo, que presenta una forma especial", detalla Ferrer.

Según ha anunciado el CSIC este martes en un comunicado, los científicos del IAM ya se encuentran trabajando con el investigador catalán para tratar de arrojar luz sobre lo que parece una secuencia de 21 signos trazados en el marco de la tablilla hallada en Casas del Turuñuelo. Según las primeras hipótesis, se trataría del tercer abecedario de una escritura paleohispánica meridional y el primer ejemplo de escritura descubierto en un yacimiento único, famoso por desvelar el mayor sacrificio de animales del Mediterráneo occidental o los primeros relieves figurados de la enigmática civilización de Tarteso.

Esther Rodríguez González, una de las responsables de los trabajos arqueológicos en Casas del Turuñuelo, destaca que desde el primer momento del hallazgo de la tablilla de pizarra era consciente de que "el volumen de información que contenía era superior incluso al de los propios rostros encontrados [de los guerreros]". Además de las siluetas de unas figuras humanas, los científicos ya habían observado varios círculos y líneas que hacían intuir que la placa se podría analizar a diferentes niveles.

Dos abecedarios más
Las escrituras paleohispánicas se dividen en dos familias: la familia nororiental y la familia meridional. La frontera entre una y otra estaría, aproximadamente, al sur de Valencia. Todas ellas derivan de la escritura fenicia, de la que se hizo una primera adaptación a lo que se llama un signario paleohispánico original y luego se produjeron dos adaptaciones diferentes, una en el norte y otra en el sur. Esta última es la que dio lugar a la familia de las escrituras meridionales, a la que correspondería este abecedario, según se informa desde el CSIC.

Hasta el momento, solo hay constancia de la existencia de dos abecedarios más de escrituras meridionales. Según las primeras investigaciones, el abecedario del Turuñuelo repite, como mínimo, los 10 primeros signos del abecedario del yacimiento de Espanca, en Castro Verde (Portugal). "Este abecedario tiene 27 signos y es el único completo que conocíamos hasta la fecha. Se encontró otro en la excavación de Villasviejas del Tamuja (Cáceres) pero está muy fragmentado, solo tiene algunos signos centrales. Con lo cual el de Guareña sería el tercero y aportaría mucha información", apunta Ferrer.

El hallado en el yacimiento tartésico empieza con la secuencia "ABeKaTu", que sería su equivalente, y contaría con 21 signos escritos en el sentido de izquierda a derecha siguiendo el borde exterior de la placa. "Se habrían perdido al menos 6 signos en la zona partida de la pieza, pero si fuera completamente simétrico y los signos ocuparan completamente tres de los cuatro laterales de la placa podría llegar a los 32 signos, con lo que los signos perdidos podrían llegar a ser once o quizás más si un posible signo, "Tu", aislado en el cuarto lateral, formara parte del abecedario", comenta Ferrer i Jané, que añade que "es una pena que se haya perdido la parte final del abecedario ya que es ahí donde suelen estar las diferencias más acusadas".

La colaboración entre los investigadores ayudará a determinar si el abecedario de Casas del Turuñuelo se puede clasificar con alguna de las escrituras ya conocidas o si debe considerarse una escritura meridional independiente. "En todo caso, confirma que en este yacimiento se ocultan aun muchas más inscripciones que esperamos que salgan a la luz en futuras campañas", concluye el especialista en escritura paleohispánica.

27 de abril de 2023

El georradar revela un foso calcolítico, viviendas y pozos en Marroquíes Bajos (Jaén)

La exploración con georradar muestra la presencia de elementos estructurales de diferentes épocas, como viviendas, pozos o áreas colmatadas, parte del foso prehistórico calcolítico, cuya existencia ya sugerían algunos sondeos anteriores, ahora confirmados, y, posiblemente, una infraestructura moderna.
El georradar revela vestigios acumulados a lo largo de los 6.000 años de historia de esta zona arqueológica del centro de Jaén.

El concejal de Cultura, Turismo y Patrimonio Histórico, José Manuel Higueras, ha informado de un nuevo avance en las labores que desarrolla el Ayuntamiento para el conocimiento y la puesta en valor de la Parcela C del Yacimiento de Marroquíes Bajos. Se trata, como ha explicado, de la prospección en el sitio arqueológico con georradar, por lo que, por primera vez se emplea esta técnica en este enclave. “Este estudio, inédito en Marroquíes Bajos y que, de hecho, se ha utilizado en pocas ocasiones en la provincia, tan solo en lugares de gran interés como Puente Tablas y Cástulo, nos permite contar con una radiografía precisa de lo que hay en el subsuelo del parque arqueológico”, ha apuntado Higueras. 

La exploración ya arroja interesantes resultados preliminares, como la presencia de elementos estructurales de diferentes épocas, como viviendas, pozos o áreas colmatadas, parte del foso prehistórico calcolítico, cuya existencia ya sugerían algunos sondeos anteriores, ahora confirmados, y, posiblemente, una infraestructura moderna. Se alteran, por lo tanto, restos arqueológicos de mayor o menor profundidad, lo que es una nueva prueba de la gran superposición de distintos vestigios, acumulados a lo largo de los 6.000 años de historia de esta zona arqueológica y, en concreto, entre estos restos, “una gran estructura central, de gran interés”.

“Con estas certezas, ya podemos plantear con mayor precisión los proyectos que ejecutaremos en Marroquíes Bajos en los próximos meses y años”, ha dejado claro el edil que ha recordado la inminencia del nuevo campo de voluntariado de Marroquíes Bajos, previsto para el verano, que, como se ha mostrado convencido, “seguro que nos dejará muchas sorpresas, gracias, en gran medida, a contar con radiografía del terreno”. Higueras ha recordado que este hito en la investigación sobre Marroquíes Bajos no hubiera sido posible sin la colaboración que presta Construcciones Calderón a este objetivo municipal. 

Gracias a estas sinergias, se ha desplazado hasta el yacimiento uno de los arqueólogos referentes en España, Jesús García Sánchez, del Instituto de Arqueología, Mérida (IAM), centro puntero en esta materia, que ha contado con el apoyo en los trabajos de Darío Garrido, estudiante de doctorado de la Universidad de Jaén. “Hemos realizado una prospección con georradar, una técnica arqueológica no invasiva para la detección de estructuras soterradas a diferentes profundidades. Este método se basa en un emisor y sensor radar que emiten un pulso”, ha precisado el arqueólogo del IAM, que, en este sentido, ha concretado: “Este pulso radar interactúa con los diferentes materiales que encuentra a su paso y nos permite conocer las características y geometría de los elementos que se encuentran soterradas. Una vez que tenemos una serie de datos podemos efectuar cortes a diferentes profundidades que nos permitan comprender los yacimientos de forma tridimensional”.

Una vez obtenidos estos resultados preliminares, Higueras ha anunciado que se trabaja ya en un planteamiento arqueológico preciso que abre la puerta a “un proyecto a corto y medio plazo para musealizar y poner en valor todo lo que hay en el subsuelo”. 

Higueras ha recordado que, en tan solo 3 años de excavación en esta parcela, de apenas 8.000 metros cuadrados han visto la luz cientos de hallazgos que han permitido datar en este terreno las más importantes etapas cronológicas, lo que demuestra que, desde el Calcolítico a los periodos íbero, romano, visigodo e islámico ha habido presencia de pobladores en lo que hoy es el casco urbano de una capital. No en vano, hay ejemplos de importantes vestigios como los primeros hallazgos de enterramientos íberos que se conocen en la ciudad o el descubrimiento de un pozo romano, del siglo I. 

En esta línea, Jesús Calderón, socio director de Construcciones Calderón, ha explicado que la firma ha financiado la prospección geofísica realizada en el yacimiento arqueológico de Marroquíes Bajos, una acción que está dentro del acuerdo de la empresa con el Ayuntamiento de Jaén para la organización de acciones de recuperación y difusión del patrimonio histórico de la ciudad. Al respecto, Jesús Calderón, ha mostrado su satisfacción por esta iniciativa, “que ayudará a dirigir los trabajos que se llevarán a cabo en una nueva edición del campus arqueológico de Marroquíes Bajos, que se desarrollará este verano”.

Jesús Calderón también ha agradecido la colaboración de Jesús García, un gran especialista del CSIC en este ámbito, ya que esta prospección con el georradar “va a permitir localizar las estructuras existentes en el subsuelo, lo que ayudará a planificar y obtener mejores resultados en las siguientes campañas arqueológicas”. Cabe recordar que Construcciones Calderón es un referente en la preservación y recuperación del patrimonio histórico, un área en la que ha desarrollado proyectos en toda España. 

La firma ha llevado a cabo intervenciones en monumentos emblemáticos como la Alhambra, la Abadía del Sacromonte o la Catedral de Granada. Además, ha realizado la reparación integral de las cubiertas de la Catedral de Jaén y acaba de ser adjudicataria de la restauración de las murallas de Jaén. En estos momentos, la empresa interviene en la recuperación de las vidrieras de la Catedral de Jaén, el Palacio de Carlos V de la Alhambra o de la Torre del Molino de Torre Cardela (Granada).
(Fuente: Hora Jaén)

1 de septiembre de 2022

Datan el asedio romano a Olmillos de Sasamón (Burgos)

La campaña arqueológica desarrollada entre entre el 8 y el 26 de agosto ha permitido datar y obtener información muy valiosa acerca de este asedio. Los trabajos se han centrado en la prospección con métodos geofísicos y la excavación alrededor del poblado prerromano del Cerro de Castarreño
Trabajo con el Georradar StreamC del Instituto de Arqueología, Mérida. JESÚS GARCÍA.

El equipo de arqueólogos dirigidos por Jesús García Sánchez (Instituto de Arqueología, Mérida-CSIC) y José Manuel Costa-García (Universidad de Salamanca) continúa avanzando en el conocimiento del pasado de la comarca segisamonense por sexto año consecutivo.

Esta intervención, financiada por la Diputación de Burgos y los Ayuntamientos de Sasamón, Olmillos de Sasamón y Villasandino, ha tenido como objetivo estudiar los restos de un importante sistema de asedio romano alrededor del Cerro de Castarreño (Olmillos de Sasamón), así como continuar generando nueva información arqueológica sobre la importante ciudad romana de Segisamo (Sasamón) y otros asentamientos del mismo periodo ubicados en sus proximidades.

Mediante el uso de distintas técnicas de teledetección –incluyendo drones y equipos de prospección geofísica-, los arqueólogos lograron documentar en los últimos años varios campamentos situados en las inmediaciones del cerro, así como un sistema de dobles fosos que, por espacio de más de 6 km, rodearía el asentamiento indígena, aislándolo por completo.

La prospección geofísica con georradar y magnetómetro, empleados en esta campaña arqueológica, son métodos en auge que permiten obtener imágenes tridimensionales del subsuelo sin necesidad de excavaciones. Hasta la fecha, los miembros del equipo han prospectado con georradar lugares tan emblemáticos como la necrópolis de Pinilla Trasmonte, complejos vilicarios en Almenara de Adaja o amplios sectores de la ciudad romana de Segisamo.

La prospección de 2022 ha cubierto otro sector del cerco completamente inédito, permitiendo definir los límites de los campamentos romanos y otras estructuras asociadas. Asimismo, se ha investigado otro pequeño recinto militar recientemente documentado en las proximidades de Villasandino, una villa suburbana en las inmediaciones de Olmillos y varios sectores de la ciudad de Segisamo.

Por su parte, la excavación de diversos sondeos durante las campañas de 2021 y 2022 ha sido clave para la documentación de las estructuras del cerco de asedio. Dado que los trabajos agrícolas han ido erosionando las estructuras que pudiesen existir en superficie, los elementos más reconocibles son frecuentemente los fosos excavados en la roca caliza local por el ejército romano. Una vez concluido el asedio, estas defensas fueron rápidamente cubiertas por sus mismos constructores, de modo que el estudio arqueológico de estos depósitos es clave para la datación de un episodio histórico desconocido hasta hace poco.

Así, se han podido recuperar algunas piezas cerámicas -tanto indígenas como romanas- y metálicas -proyectiles de honda, flechas, tachuelas de calzado militar, etc.-, pero se han tomado también muestras de carbones y sedimentos que, mediante la datación por radiocarbono o luminiscencia, afinan la cronología. Unos y otros elementos apuntan que las tropas romanas habrían cercado el castro turmogo en el siglo I a.C. -probablemente a mediados del mismo-, un periodo histórico mal conocido en la zona.

Gracias a esta investigación, ahora se sabe que los romanos emplearon su fuerza, ingenio y tecnología militares para cercar y asediar el cerro. Los investigadores plantean ahora que el castro fue considerado por Roma un importante foco de resistencia, si bien no es posible saber si todos los turmogos se opusieron en igual medida a los romanos o pudo haber disensión entre ellos.

Se desconoce, además, cuál fue el resultado de ese asedio: ¿se rindieron los turmogos que habitaban el Cerro Castarreño? ¿Sucumbieron acaso por el hambre? ¿Fue el castro totalmente destruido o simplemente abandonado? Dado el nivel de arrasamiento actual del yacimiento, es difícil precisar estos hechos, pero es segura la presencia del ejército romano en el mismo en relación con estos eventos.

Además, con carácter anual, los arqueólogos desarrollan campañas de prospección aérea con drones en esta zona para monitorizar las estructuras arqueológicas soterradas y documentar nuevas trazas de su presencia mediante la generación de cartografías a partir de fotografías tomadas por medio de drones. De este modo se ha logrado conocer mejor el urbanismo romano de Segisamo o de complejos suburbanos como los de Tisosa y Santa Eulalia. Durante el desarrollo de estas actividades se han podido recuperar materiales arqueológicos relacionados con la vida cotidiana durante la Antigüedad.

Una consolidada iniciativa de divulgación
Este colectivo reúne a un conjunto de arqueólogos profesionales e investigadores de diversas instituciones que estudian la presencia del ejército romano en el norte peninsular. En los últimos años, el colectivo ha descubierto y estudiado numerosos yacimientos arqueológicos, lo que le ha permitido ofrecer visiones innovadoras sobre este proceso.

A través de una iniciativa centralizada en la web romanarmy.eu y en las redes sociales vinculadas, están llevando a cabo una tarea de difusión y visibilización de los nuevos hallazgos y análisis sobre estas evidencias arqueológicas, más de dos mil años después del fin de las operaciones militares. Asimismo, se han organizado tanto charlas (en Villasandino y Sasamón) como visitas a las zonas de excavación (en Olmillos de Sasamón) con el fin de dar a conocer a la población local los resultados obtenidos y concienciarla de la necesidad de su conservación para generaciones futuras.

27 de octubre de 2017

Arqueología sin excavar en Extremadura

El Instituto de Arqueología de Extremadura utiliza técnicas de mínima invasión y no destructivas para hacer los mapas de los yacimientos extremeños sin alterarlos
Imágenes captadas por satélite, fotografía aérea, magnetometría, tomografía eléctrica o prospecciones sobre el terreno son algunas de las técnicas que utiliza la arqueología moderna y que se caracterizan por ser no destructivas. Es decir, no penetran en el terreno. Por el contrario, la excavación es un proceso destructivo en el cual se retiran todos los elementos y solo se dejan las estructuras. Al mismo tiempo, sacar a la luz aquello que estaba protegido por la tierra significa romper el equilibrio y dejar expuestos a la atmósfera los restos arqueológicos, lo que hace necesarias medidas de conservación. Por supuesto, pese a ser un procedimiento lento, la perforación del suelo continúa siendo fundamental para esta ciencia que trata de interpretar las civilizaciones antiguas a través de sus vestigios. Pero tan importante como explorar correctamente bajo el terreno es conocer el lugar exacto en el que hay que hacerlo y con estos métodos se puede saber qué hay en el interior de la tierra antes de iniciar las perforaciones.

Por su parte, las técnicas no destructivas permiten obtener mucha información y abarcar áreas muy amplias del territorio. «Tienen una buena fiabilidad y mediante su uso podemos descubrir elementos con una inversión menor que la de una excavación arqueológica», explica Victorino Mayoral, científico titular del Instituto de Arqueología-Merida (IAM). Él es el investigador responsable de varios proyectos que se están realizando en Extremadura con la utilización de técnicas no destructivas y que persiguen el objetivo de revalorizar las zonas arqueológicas.

Estos trabajos aportan un conocimiento que es muy útil en diversos ámbitos. Por un lado, los procedimientos que se siguen sin la necesidad de abrir zanjas permiten localizar nuevos yacimientos que todavía no han salido a la luz. En este sentido, se abre la posibilidad de conocer más y mejor donde hay restos arqueológicos enterrados, lo que serviría para realizar una mejor gestión del territorio. «Su existencia nos valdría para prevenir el daño al patrimonio y protegerlo», expone Mayoral, en relación a la posibilidad de controlar la urbanización de terrenos o el desarrollo de obras en determinadas zonas.

Desde el punto de vista científico, la aplicación de las técnicas no destructivas sirve para complementar el estudio de zonas en las que ya se sabe que hay restos del pasado y que no se excavan por falta de fondos o porque las expectativas de grandes hallazgos son reducidas. Sin embargo, el uso de estos métodos contribuye a realizar planos detallados sobre grandes yacimientos, de forma que ayuda a presentar el patrimonio al público. «No es lo mismo mostrar un yacimiento con una pequeña zona de excavación y unas cerámicas repartidas en un erial, que puede resultar de interés a un científico pero no es atractivo para la sociedad en general, que el entramado urbano de una ciudad, algo que sirve para comprender cómo era ese lugar», detalla el investigador, que avanza que el potencial del yacimiento de Villasviejas del Tamuja, en el término municipal de Botija (Cáceres), ha hecho que se pase de las hipótesis basadas en los datos de prospección a una plasmación más visual y comprensible para el público no especializado, como puede ser una reconstrucción tridimensional.

Íntimamente ligado con el aspecto anterior, el descubrimiento de nuevas zonas arqueológicas también sirve para dotar a los municipios de recursos turísticos, algo que era, precisamente, la idea de uno de los proyectos iniciados. «Es difícil que haya ciudades sin descubrir, pero sí hay pequeños asentamientos, como granjas o villas, de las que todavía no se conoce su ubicación. El inventario arqueológico extremeño es una recopilación de datos muy heterogénea y un rastreo exhaustivo de la superficie requeriría bastante tiempo», según Mayoral, que pone el foco sobre la necesidad de realizar estos trabajos con prontitud, porque el tiempo es el principal enemigo de los yacimientos, que pueden ser dañados por las labores agrarias o quedar sepultados para siempre por infraestructuras como parques solares, carreteras o vías de tren. «Por ejemplo, en la ciudad de Contributa Iulia, en Medina de las Torres (Badajoz), se descubrió un anfiteatro de cuya existencia se sospechaba, pero gracias a la fotografía aérea y a la geofísica pudo confirmarse y ver su ubicación y forma exacta», insiste el científico del IAM.

Más allá de las aplicaciones prácticas, las técnicas no destructivas tienen la ventaja de su rapidez a la hora de analizar amplias extensiones de terreno. Con la fotografía aérea se pueden cubrir grandes áreas en un solo vuelo y los sistemas geofísicos son más veloces que las excavaciones. Es cierto que las técnicas no destructivas no pueden ni deben competir con los trabajos de excavación, en los que la recuperación de objetos facilita saber cómo vivía la gente en el pasado, pero aportan mucha información para un ojo experto.

Y es que después de la recogida de datos llega el proceso de interpretación de los mismos, un paso fundamental y que debe ser realizado por arqueólogos. «Con una buena comprensión de los métodos el trabajo, el estudio de la información recabada resulta muy esclarecedor. Incluso es posible hacerse una idea del grado de conservación de lo que hay bajo la superficie», asegura el responsable de los proyectos.


RECOPILACIÓN
«Esto es arqueología de mínima invasión», define Mayoral, que entre las técnicas no destructivas que se utilizan cita los métodos de prospección geofísica y la toma de imágenes, que pueden ser captadas por satélites o mediante fotografía aérea y que también incluyen la utilización de sensores que van más allá del espectro visible, como los infrarrojos.

Por otra parte, el uso de radares, de equipos de conductividad eléctrica o de magnetómetros se enmarca en el apartado de la geofísica. La combinación de todas estas técnicas es necesaria para lograr unos resultados óptimos, ya que cada una de ellas se adapta mejor a una determinada zona y para un mismo espacio ofrecen una visión diferente que se suma y complementa a la de otros métodos.

Por ejemplo, la fotografía aérea funciona muy bien en campos de cereales, pero debe usarse en el momento óptimo. Éste se produce cuando el cultivo está madurando y si se realiza en la horas del día en las que el sol está rasante. El indicador de la presencia de elementos en el subsuelo es el cambio de tamaño de las plantas, lo cual se traduce en un cambio de tonalidad. «Un factor que condiciona el desarrollo de los cultivos es la arqueología. Las estructuras que los grupos humanos han dejado con el paso del tiempo influyen para mal en el crecimiento de las plantas. Donde hay acumulación de piedras hay un menor crecimiento de la planta y al contrario», comenta el investigador del IAM, especificando que este sistema funcionó muy bien en el yacimiento de Contributa Iulia.

Para zonas arqueológicas en las que no hay cultivos sirven los métodos geofísicos, como fue el caso de Villasviejas del Tamuja, con los que pueden cubrirse grandes superficies en muy poco tiempo. «Hemos abierto una ventana a un yacimiento de 15 hectáreas y conocemos su urbanismo sin necesidad de excavar», apostilla este arqueólogo.

Las imágenes captadas con sensores requieren un tratamiento especializado para hacer visible aquello que el ojo humano no es capaz de ver. «Los procedimientos informáticos son complicados, porque son necesarios software y programas especializados para el tratamiento de imágenes de un segmento del espectro electromagnético. Los especialistas en laboratorio, combinan las bandas y aplican los filtros», relata Mayoral.

El procedimiento más costoso, sin ser destructivo, es la prospección sobre el terreno, porque requiere mucho personal. El sistema de trabajo se basa en peinar el espacio a estudiar y documentar con posicionamiento del GPS todos los hallazgos realizados. Los más habituales son cerámicas y metales que han salido a la superficie debido a los trabajos agrícolas. A continuación, un programa informático calcula la densidad de puntos marcados. «Eso nos ayuda a interpretar y saber donde ahí había un asentamiento y hasta donde se extendía», según el responsable de estos proyectos.

En la actualidad, desde el IAM se está trabajando de manera muy intensa en la comarca de La Serena, donde ya hay yacimientos documentados, para localizar nuevos asentamientos. Estas acciones también cuentan con la participación de Cicytex, centro investigador con el que el Instituto Arqueológico comenzó a colaborar a principio de esta década, al igual que con Intromac. Afianzar esta relación ha sido uno de los aspectos más positivos de los proyectos realizados en común. La utilización de métodos similares para el estudio del suelo, aunque por motivos tan distintos como son la arqueología, la agricultura de precisión o el análisis de rocas, fue un poderoso aglutinante para compartir esfuerzos y trabajar en común en la gestión de los espacios agrarios.