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7 de mayo de 2013

La restauración de una iglesia en Castro Urdiales saca a la luz más restos arqueológicos

Los arqueólogos de la obra han documentado el uso funerario de las capillas, donde ha aparecido un arcosolio (nicho) del siglo XVI embutido en un muro.
Iglesia gótica de Santa María, en Castro Urdiales (Cantabria).

Las obras de restauración de la girola de la iglesia de Santa María, en Castro Urdiales (Cantabria), han sacado a la luz nuevos restos arqueológicos de interés que se suman a la necrópolis formada por 26 tumbas excavadas en roca caliza, y varios restos humanos, además de tres jarritos incensarios que aparecieron al inicio de esta actuación, en la que se ha invertido cerca de medio millón de euros y cuya finalización se prevé en dos meses.

El responsable del seguimiento arqueológico, Javier Marcos, en colaboración con el equipo de arquitectos Alonso y Barrientos, ha podido documentar en los últimos meses el uso funerario de las capillas. Concretamente, en la capilla de ‘La Blanca’ se ha registrado un arcosolio embutido en el lienzo del muro del Evangelio. Es decir, una hornacina o tumba que albergaba y cubría un sepulcro nobiliario. «Probablemente existía una sepultura suntuaria a ambos lados del altar. La estructura pudo construirse durante el siglo XVI. Se realizó con un elevado riesgo arquitectónico, ya que afectó a parte de uno de los contrafuertes de la cabecera de la iglesia. Este sepulcro pudo pertenecer al linaje de los Campo», señala Marcos.

Según este arqueólogo, el arcosolio se cubría con arco apuntado y seguramente angrelado, con motivos ornamentales góticos. Además, durante el descubrimiento de esta tumba, se comprobó que el muro y la estructura funeraria se encontraban muy alterados por reformas posteriores. «Probablemente en el siglo XVII conoce una intensa reforma, en la que se instala una hornacina con solución semiabovedada. Posiblemente, se relaciona con la transformación barroca que afectó a la capilla, con la instalación de un nuevo retablo y un transparente, bajo el patronazgo de las familias nobiliarias de Mena y de la Torre y Rado». Marcos asegura que en el siglo XX, en una de las restauraciones de la iglesia, este nicho se cegó y se rellenó todo el interior del muro.

Otros hallazgos interesantes 

Entre los materiales heterogéneos de relleno también se han recuperado piezas de interés arqueológico, aunque descontextualizadas: piedras labradas (un cairel, que es un fleco o festón colgante de un arco) y una moneda de 8 maravedís, del siglo XVII.

Pese al valor de estas piezas halladas recientemente lo cierto es que la aparición el pasado año de un cementerio ubicado en el subsuelo del templo, que podría fecharse entre el siglo VIII y el XII, es de mayor interés arqueológico. Durante el descubrimiento de esa necrópolis, aparecieron restos humanos en algunas tumbas, junto a jarritos incensarios que podrían corresponder a un rito funerario originario del norte de Europa, en concreto de Normandía, «ya que los maestros de la iglesia eran normandos», según la hipótesis de Marcos.

Además de la necrópolis, también salió a la luz una fase del edificio que podría ser anterior al gótico (época en la que se construyó la iglesia), y que pudo pertenecer a la época románica. Asimismo, se encontraron siete estelas discoideas, alguna de gran tamaño. Y también aparecieron dos monedas, una medieval de Enrique IV; hebillas de cinturón, también medievales (una de ellas del siglo XIV), laudas de sarcófago, y lascas del Paleolítico superior.

Resultado de las obras

El responsable de la restauración de los paramentos exteriores de la girola de la iglesia, José Ignacio González, avanzó que en un par de meses, «como mucho», estará finalizada esta actuación. De hecho, ya se ha retirado el 70% del andamiaje y en los próximos días comenzará la urbanización de la parte baja de esta zona del templo. También explicó que la obra ha sufrido retrasos debido a la mala climatología y a los temporales que este invierno causaron daños en la iglesia e impidieron por un tiempo ejecutar obras en determinadas zonas.

Con la retirada de los andamios, ha quedado al descubierto la zona rehabilitada y muchos son los vecinos que se han visto sorprendidos porque la piedra que se ha colocado en sustitución de la antigua nada tiene que ver con el resto en cuanto a tonalidad y textura. No obstante, el jefe de obra asegura que en un par de años apenas se notará, «ya que tendrá un tono más uniforme».