El arqueólogo Clemente López frente a la muralla medieval en la que se realizan los trabajos. / JAIME INSA / AGM |
Parte del paño número cinco de la muralla medieval, que se encuentra en uno de los márgenes de la carretera RM-701 Lorca-La Parroquia, se vino abajo durante el episodio de intensas lluvias de la borrasca 'Gloria' el pasado 22 de enero, que obligó a cortar la carretera. Los trabajos de emergencia para evitar el avance de su deterioro comenzaron un mes después y no se han interrumpido durante el estado de alarma, ni siquiera cuando se suspendió toda actividad no esencial, al tratarse de obras de urgencia. La carretera sigue cortada desde entonces y los técnicos aún desconocen cuándo podrán concluir los trabajos. Los terrenos donde se encuentra la muralla son propiedad de la Dirección General de Carreteras, que es la que financia las obras, presupuestadas en 121.000 euros.
Se está actuando en un tramo de 70 metros de longitud y se han localizado dos torres, una en el extremo más alto de la intervención, de cuya existencia había sospechas y que ha sorprendido a los expertos por sus grandes dimensiones, y otra en el otro límite, donde comenzaron los trabajos. La prospección ha permitido hallar vestigios de una posible tercera torre en un punto equidistante entre ambas, relató a "La Verdad" el arqueólogo responsable de los trabajos, Clemente López. «Esta última no se puede confirmar al cien por cien porque la intervención arqueológica ha sido bastante superficial».
Los expertos también han podido saber que la muralla sufrió transformaciones en los siglos XVII y XVIII y que uno de los tramos ha desaparecido en época moderna por construcciones posteriores. El paño que se conserva tiene tres fases, dos de época andalusí y uno de época bajomedieval cristiana. Esta última se ubica justo en la zona donde se produjo el derrumbe. «Pensábamos que íbamos a a intervenir solo en una cortina pero en realidad son dos».
MATERIALES DE RELLENO
Uno de los mayores esfuerzos durante las obras de consolidación se centra en la retirada de materiales con los que se ha ido rellenando la muralla con el paso de los años, asociados a la construcción de la carretera a principios del siglo XX o debido a los arrastres de tierra de la ladera del castillo que se sitúa justo enfrente.
La transformación que ha experimentado la zona es «muy interesante», explica el arqueólogo, y la muralla sigue su curso junto a un molino adosado y también en la acequia de Alcalá, en las proximidades del Escarambrujo.
Los trabajos en curso solo servirán para la documentación de la estructura del paño y su consolidación, con el fin de frenar su deterioro hasta que se ejecute una intervención definitiva que permita poner en valor esta parte de la muralla, que está declarada Bien de Interés Cultural.
La concejal de Cultura, María de los Ángeles Mazuecos, dijo que aún no está prevista una segunda fase de la rehabilitación, aunque el Ayuntamiento buscará financiación para llevarla a cabo en las administraciones regional y estatal.
Durante la última década se han destinado más de un millón de euros, cofinanciados con fondos europeos y municipales, a la recuperación de la muralla, construida entre los siglos XII y XV.
(Fuente; La Verdad / Inma Ruíz)