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4 de marzo de 2025

Destrozan con maquinaria pesada los restos de un campamento romano en Palencia

Los trabajos para plantar árboles han arrasado uno de los tres fortines de asedio que rodeaban la ciudadela cántabra de La Loma, en la localidad palentina de Santibáñez de la Peña.
El campamento romano ha dejado de existir después de haber permanecido intacto desde el 26 o el 25 a.C

Un bulldozer ha destrozado uno de los tres campamentos militares romanos que rodeaban a la ciudadela fortificada cántabra de La Loma, perteneciente a la localidad palentina de Santibáñez de la Peña. El consejero de Cultura y Turismo de la Junta de Castilla y León ha asegurado que intervendrán tras el “quebranto irreparable” en el yacimiento.

El consejero ha explicado que este espacio —que no es BIC, pero sí tiene una protección como enclave arqueológico— está compuesto por tres campamentos romanos que rodean a un castro cántabro, y uno de los 'castellum' romanus ha sido “destrozado” con la pala de un 'bulldozer' a instancias de la Junta Vecinal de las Heras de la Peña, propietaria del terreno, quien según Santonja, en declaraciones recogidas por EFE, iban a plantar árboles en la zona, algo que ha aseverado que “no se entiende” y constituye un “quebranto verdaderamente irreparable”.

“En cualquier caso una intervención de esta naturaleza para hacer una plantación de árboles requiere de la tramitación unos permisos”, ha indicado el consejero. El titular de Cultura ha asegurado que en el lugar ya ha intervenido el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil y la cuestión está en manos de la Justicia.

“Las multas son cuantiosas, el máximo son 600.000 euros y nuestra intención no es ir por la parte baja del espectro sancionador”, ha apuntado.

“Nuestra intervención tiene que ser contundente, porque esto no se puede admitir ni se puede justificar de ninguna manera”, ha remarcado el consejero, al tiempo que ha explicado que la Junta tuvo noticia de estos hechos la noche del jueves y el viernes el director general de Patrimonio visitó el lugar para conocer los daños y reunirse con el alcalde de la localidad, Manuel Maza, quien se mostró “desolado al no entender lo que había pasado, porque a él no se le había pedido ningún permiso”.
(Fuente: El Diario)

4 de septiembre de 2020

Descubren la calzada de acceso original al castro cántabro de Santibáñez de la Peña (Palencia)

Los 500 metros de calzada "en perfecto estado" tienen cerca de 2.400 años de antigüedad. Entre los restos de la muralla también se ha documentado un cráneo de lo que podría ser un enemigo de la ciudad fortificada. 

El castro cántabro de La Loma, muy próximo al casco urbano de la localidad palentina de Santibáñez de la Peña, no deja de dar sorpresas. La última que se ha encontrado el equipo de arqueólogos liderado por Kechu Torres (Instituto Monte Bernorio de Estudios de la Antigüedad del Cantábrico, Imbeac y Santiago Domínguez (Ares Arqueología y Patrimonio Cultural) es el descubrimiento de una calzada prerromana de entre 2.200 y 2.400 años de antigüedad.

Un camino «acondicionado y muy bien construido para que puedan circular personas, animales y carros», señala Torres, quien explica que consta de tres capas bien diferenciadas: una primera de piedras, una segunda de grava y una tercera de tierra arcillosa.

Según han podido comprobar los arqueólogos sobre el terreno, las piedras presentan un desgaste importante fruto de «décadas y décadas» de soportar el paso de los pueblos indígenas. Es más, han detectado algunas reparaciones. En cualquier caso, Torres reitera que la aparición de flechas del asedio al que sometieron los romanos al poblado clavadas sobre la arcilla, «no deja ninguna duda de que la calzada ya existía cuando los romanos atacaron la ciudad fortificada».

En paralelo, Torres y Domínguez están en disposición de confirmar que el área del bastión de la muralla en la que han trabajado este año es una de las entradas al castro. Un paso previo que les invita a ser optimistas a la hora de pensar que, en campañas sucesivas, darán con una de las puertas de acceso.

Sumado al descubrimiento de la calzada prerromana, los investigadores han dado con el camino que conducía al poblado desde el este con una longitud aproximada de 500 metros. No obstante, lo deberán confirmar con fotografía aérea y otros estudios.

CRÁNEO
Otro de los grandes descubrimientos de la campaña arqueológica del presente verano, es un cráneo de una cabeza que, según todos los indicadores, habría estado expuesta en el exterior de la muralla para ahuyentar a los enemigos.

Según las primeras investigaciones sobre el terreno, se cree que se trata de un varón de mediana edad, al que se le practicará la prueba del Carbono-14 para obtener una información más precisa, entre otras cosas, su antigüedad. Lo que sí puede adelantar el equipo de expertos es que los restos óseos no presentan indicios de haber sido presa de animales carroñeros, lo que significa que la cabeza no expuesta demasiado tiempo. Es decir, podría datar de la época en la que el castro santibañés de La Loma fue sometido al asedio del ejército romano en el marco de las Guerras Cántabras.

«En esta época era muy normal, en los pueblos de cultura celta, colgar o empalar las cabezas de enemigos destacados en la batalla. Se colocaban mirando hacia el exterior, de forma que era lo primero que veían los propios moradores de la ciudad, los de otras vecinas y los atacantes», explica Torres.

23 de octubre de 2019

Los satélites revelan el asedio de Roma a los astures

La tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), permitió radiografiar zonas boscosas o de tupida vegetación para fijar en el mapa varias decenas de asentamientos romanos, la mayor parte de ellos en Galicia, aunque uno en Asturias
En la primavera del año 26 antes de Cristo, el primer emperador de Roma, César Augusto, abrió en persona las puertas del templo de Jano (el dios de las dos caras), todo un símbolo de la declaración de guerra. Se trataba de conquistar el último territorio independiente del poder imperial en la península Ibérica, las áreas de los cántabros y los astures, que mantuvieron un duro conflicto con los conquistadores que quedó para las crónicas de los historiadores. Más de 2.000 años después, una tecnología inimaginable entonces, fotografías aéreas combinadas con análisis por satélite, han permitido fijar a los investigadores toda una red de campamentos y fortificaciones romanas rodeando el territorio de los astures para asegurar el control militar de una zona tan levantica y compleja orográficamente.

La mayoría de ellos están en Galicia y han servido también para ofrecer a los arqueólogos un nuevo enfoque sobre la entrada de las tropas romanas en las tierras de los galaicos.

LIDAR
Publicado por los investigadores de Roman Army, el estudio parte de los trabajos de José Manuel Costa-García, de la Universidad de Santiago de Compostela; João Fonte, del CSIC; y Manuel Gago, también de la universidad compostelana, y han aprovechado imágenes obtenidas mediante la tecnología LiDAR (Light Detection and Ranging), que permite radiografiar zonas boscosas o de tupida vegetación; para fijar en el mapa varias decenas de asentamientos romanos, la mayor parte de ellos en Galicia, aunque uno en Asturias -en A Penaparda, a caballo entre Fonsagrada en Lugo y Los Oscos- que les ayudaron a comprender la manera en la que los romanos fueron concretado su dominio sobre el noroeste de la península ibérica.

El estudio destaca las muy escasas fuentes documentales sobre la invasión romana del territorio que en la actualidad comprende Galicia y el norte de Portugal, frente a los relatos sobre la conquista de los astures y los orígenes como fortificación militar de la capital astur en la meseta, Asturica Augusta, hoy Astorga. En este sentido apuntan que «aunque no cerramos la puerta a otras posibilidades interpretativas, planteamos la hipótesis de que estemos quizá ante recintos relacionados de algún modo con un episodio o escenario secundario del conflicto cántabro-astur (29-19 a.C.). Durante el mismo se buscaría asegurar dominio romano sobre unas áreas montañosas que en buena medida se encuentran todavía dentro de los límites de la Asturia histórica, lo que explicaría la ausencia de alusiones a los galaicos en las fuentes textuales que aluden a este conflicto».

DIFERENTES TAMAÑOS DE ASENTAMIENTO
Los arqueólogos han destacado que sus hallazgos se dividen en asentamientos de distinto tamaño, desde los pequeños con capacidad para entre dos o tres cohortes (entre 100 y 1.500 hombre), a campamentos grandes y pequeños e incluso recintos de enormes dimensiones capaces de albergar fuerzas de entre 10.000 y 14.000 hombres. En el caso del hallazgo en Los Oscos se trata de uno de los grandes campamentos temporales (los romanos contaban entre sus tropas con especializas capaces de levantar fortificaciones en una jornada) y que podría acoger a una legión, unos 6.000 soldados, con «gran independencia operativa, al modo de una brigada contemporánea». La descripción del terreno es de «una cima de suave pendiente desde la que se obtiene un notable control visual de los cordales próximos, pero su disposición general parece indicarnos que el recinto estaría orientado hacia el Sur. No es posible encontrar en el entorno inmediato poblados de tipo castro, ya que estos se encuentran en la comarca en terrenos de menor altitud, ocupando preferentemente elevaciones y espolones con un mejor control de los valles».


Los autores señalan que «resulta muy sugerente la hipótesis de que A Penaparda y los campamentos localizados en las sierras de Penouta-Ouroso conformen un conjunto que revele el uso estratégico por parte del ejército romano de un cordal montañoso, del mismo modo que ocurriría en áreas como La Carisa o La Mesa», un cerco de kilómetros para asediar los reductos de resistencia astur.

De la crudeza de las guerras cántabras y astures dieron cuenta los historiadores romanos. Los arqueólogos han señalado que «en el ámbito astur, las fuentes indican que los romanos plantearon una estrategia militar similar, de modo que en la Meseta Norte y el piedemonte cantábrico se habrían desarrollado acciones a gran escala frente a un enemigo que parece haber mostrado una gran capacidad organizativa y de movilización de efectivos, así como una notable autonomía política». Al norte de la cordillera, en la Asturias actual, la lucha tampoco fue sencilla: «la arqueología revela que el objetivo habría sido la división del ejército en fuertes columnas que avanzarían a un mismo tiempo siguiendo distintos cordales con el fin de controlar la totalidad del territorio y ahogar cualquier foco de resistencia».

17 de noviembre de 2014

Documentan una sauna prerromana en el castro cántabro de Valdeolea

Está en el interior de un edificio público de 25 metros de largo por unos 16 de ancho excavada en la roca y revestida de arcilla. La aparición de esta sauna demostraría que los cántabros también utilizaban este tipo de espacios y su desarrollo cultural era acorde con el de otros pueblos del norte de España.
Estructura de la sauna descubierta en el castro cántabro de Monte Ornedo. IMAGEN: REGIOCANTABRORUM.ES
Los trabajos arqueológicos que se realizan en el castro cántabro de Santa Marina, en el Monte Ornedo (Valdeolea), han sacado a la luz los restos de lo que pudo ser una sauna de la época prerromana.

La revista científica Munibe acaba de publicar un estudio sobre este hallazgo, fruto de las campañas arqueológicas realizadas en este monte entre los años 2010 y 2013.

Los trabajos, dirigidos por el investigador Pedro Ángel Fernández Vega, han permitido encontrar en este castro un edificio público de gran tamaño, de más de 25 metros de largo por unos 16 de ancho, "sin parangón" en este tipo de asentamientos, según explica el arqueólogo en un comunicado.

EXCAVADA EN ROCA
Dentro de él, excavada en la roca y revestida de arcilla, han hallado la sauna y restos de lo que fue su actividad, como un escoplo, restos de asas de un caldero y cuatro fíbulas de las utilizadas en la época para sujetar la ropa que se cree que cayeron entonces al foso que servía para calentar la estancia.

La sauna se alimentaba con agua de lluvia o nieve recogida a través de un atrio descubierto y canalizada hasta una cisterna donde se guardaba y se tomaba después para hacer aspersiones sobre una fosa cavada en el centro de la sauna que se llenaba con piedras calientes.


Las dataciones realizadas con carbono 14 sitúan la construcción entre el siglo II y la primera mitad del siglo I antes de Cristo, así que se trataría de una sauna de la época prerromana.

Según sostienen los investigadores, la aparición de esta sauna es "coherente" con las costumbres de los pueblos astures y galaicos y demostraría que los cántabros también utilizaban este tipo de espacios y su desarrollo cultural era acorde con el de otros pueblos del norte de España, en contra del "estereotipo" de pueblo de mercenarios "aguerridos, fieros e indómitos".

Esta sauna se ha descubierto a sólo unas decenas de metros de una antigua ermita en la que, a finales del siglo XIX, se encontraron tres términos augustales, mojones de delimitación que deslindaban el territorio de la antigua ciudad romana de Julióbriga de los prados de la Legión IV Macedónica.

La presencia de esos hitos, unido a la fecha en la que se data el castro (en época prerromana), invita a pensar, según los arqueólogos, que ésta pudo ser la ciudad de Julióbriga, según Plinio el Viejo, la más importante entre los cántabros.

(Fuente: El Día.es / EFE)

22 de febrero de 2013

Hallado un escenario de las guerras cántabras en Valdeolea

Los trabajos de investigación llevados a cabo en el Monte Ornedo revelan que el mayor castro cántabro conocido por el momento fue asaltado por las legiones romanas dirigidas por Augusto
Recreación del castro cántabro de Santa Marina en Monte Ornedo (Valdeolea). Foto: Diario Montañés.
Las sucesivas campañas de excavación arqueológica que se están llevando a cabo en el yacimiento de Santa Marina en Monte Ornedo (Valdeolea) han permitido comprobar que el castro que se levantó en el lugar, con una extensión de 19 hectáreas, constituyó el poblado fortificado de la etapa prerromana más extenso que se conoce en Cantabria.

Las prospecciones realizadas arqueológicas han puesto al descubierto que en la falda este del monte pudo haberse desarrollado un episodio de enfrentamiento inscrito en las Guerras Cántabras.

Una teoría que, según ha informado el Gobierno de Cantabria en un comunicado, avalan los materiales bélicos; los objetos metálicos rotos pertenecientes a la indumentaria, como las fíbulas con que se sujetaban los mantos a las túnicas, un remate de un distintivo de caballería de raigambre indígena, placas, etcétera, concentrados en una zona muy concreta, en las inmediaciones de la puerta incendiada del castro.

La destrucción de la muralla de piedra del gran poblado prerromano guarda relación, además, explica el Ejecutivo, con la creación de nuevas fortificaciones de campaña que responden a la técnica militar romana: dobles fosos excavados en el terreno y contrafosos o parapetos de tierra que se alzaban con el material extraído de los fosos, delatan la presencia de las tropas romanas. 


Se trata de una técnica "inequívoca" para los investigadores: los terraplenes de tierra superaban los cuatro metros de altura desde la base del foso, y se remataban con empalizadas. En lo alto los legionarios vigilaban y defendían la posición si fuera preciso ante un eventual ataque. Las dataciones de carbono 14 han permitido comprobar también que se trata de fortificaciones del momento de las Guerras Cántabras.  

Entre los años 26 y 25 a.C. se desarrollaron las ofensivas romanas mejor conocidas, siendo la primera de estas campañas comandada directamente por el emperador Augusto, por lo que se tiende a aceptar su presencia en el teatro de las operaciones de territorio cántabro.

Clavijas de las tiendas de campaña o los clavos de las sandalias de los legionarios son algunos de los objetos que se han recuperado durante los trabajos, pero también un puñal con remaches de plata o un proyectil incendiario de catapulta.

Todo parece indicar que el castro cántabro fue tomado al asalto e incendiado y que, sobre el lugar, se estableció un campamento de campaña. Posteriormente, pudo quedar una guarnición más estabilizada durante un tiempo no determinado. Las fortificaciones muestran dos fases, la de campaña temporal, que levantó estructuras de tierra, y otra posterior en la que las defensas se protegieron con un paramento exterior de piedra.

Otras evidencias

Todas estas nuevas evidencias sobre la presencia de las legiones romanas en la zona se suman a las que ya existían. En particular, a los hallazgos de prácticamente una veintena de términos augustales, los mojones que deslindaban los prados de la Legión IV Macedónica y el territorio de la ciudad de Julióbriga. Tres de ellos aparecieron a finales del siglo XIX como parte del material de construcción de la ermita dedicada a Santa Marina que daba nombre al monte.

Comúnmente se acepta que la legión se estableció en tierras palentinas, quizá en Herrera de Pisuerga, por lo que se podría relacionar a Santa Marina con Julióbriga, teoría que no puede darse aún por confirmada, pero que ahora cuenta con nuevos argumentos de apoyo a juzgar por los hallazgos del castro amurallado y del campamento y la guarnición romanos.

A los pies del monte, el yacimiento romano de Camesa-Rebolledo va viendo también progresar las excavaciones arqueológicas en el marco del mismo proyecto de investigación. Se trata del núcleo romano de población civil que sucede al castro durante los tres primeros siglos de la era cristiana.

El proyecto de investigación arqueológica se desarrolla en el marco de un Taller de Empleo de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo y el Ayuntamiento de Valdeolea, coordinado con la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, a través del Museo de Prehistoria y Arqueología