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14 de octubre de 2024

Loma Eugenia: testimonio en piedra de los campesinos visigodos en Albacete

Los arqueólogos finalizan la tercera campaña de excavaciones en el yacimiento de Loma Eugenia donde han descubierto un área productiva formada por un molino harinero de uso comunitario y un gran edificio formado por al menos seis estancias y construido con muros de los que se conserva sólo la cimentación y algo de alzado.
Excavación en Loma Eugenia en años anteriores. José Iván Suárez

En el imaginario colectivo de varias generaciones, hablar de visigodos es hacerlo de una larga lista de reyes que muchos tuvieron que aprender de memoria. Nombres como Walia, Sisebuto o Recesvinto quizá aún resuenan entre los recuerdos escolares de infancia sobre aquellas tierras de Hispania que, tras siglos de romanización, pasaron a ser controladas por un grupo de pueblos venidos desde el norte. Un imperio de la antigüedad desaparecía y un nuevo poder avanzaba en la larga historia de la península ibérica.

El reino hispanovisigodo estableció su capital en Toledo, a mediados del siglo VI. A partir de aquel momento, el mundo rural adquirió un vigoroso impulso. Miles de campesinos comenzaron a fundar aldeas, en ocasiones, sobre las ruinas de las villas romanas. Y, aunque no se contara con esplendor en las crónicas, aquellas gentes, con su sudor y esfuerzo, sostuvieron vivo una estirpe de “bárbaros” que en el año 589 se convirtieron al catolicismo. Ahora podemos conocer el testimonio de estas comunidades gracias a la arqueología.

Las piedras tienen mucho que decir. Los arqueólogos saben interpretar su disposición sobre el terreno o la relación con otros materiales. En Loma Eugenia, un yacimiento situado en la pedanía de Agra (Hellín), ha terminado recientemente la tercera campaña de excavación. El trabajo se traslada ahora al laboratorio, pero antes conocemos las últimas novedades de la mano de Julia Sarabia, profesora titular de la Universidad de Alicante.

“Encontramos un área productiva formada por un molino harinero de uso comunitario y una era para aventar y trillar el cereal; en esta campaña queríamos centrarnos en conocer los espacios de hábitat de la aldea más allá de los espacios de producción, así que hicimos una prospección geomagnética en todo el sector sur del molino y vimos que habían bastantes estructuras soterradas, posibles silos y aljibes, basureros, muros”, cuenta la directora del proyecto. Y afirma que “en base a estos resultados hemos abierto un nuevo sondeo a unos cincuenta metros al sur del molino y la sorpresa ha sido que, bajo un gran paquete de derrumbes de piedra aparece un gran edificio formado por, al menos, seis estancias, construido con muros de los que se conserva sólo la cimentación y algo de alzado, pero que, pese a ser de ámbito rural, alcanzan dimensiones muy similares a las encontradas en el contexto urbano de la sede episcopal visigoda de El Tolmo de Minateda”.

Unas construcciones muy sólidas que dan la medida sobre el desarrollo de estas comunidades campesinas. Y precisa Sarabia: “Probablemente estemos ante un edificio que cuenta con espacios de vivienda, almacenaje, quizá algún ambiente de trabajo y algún espacio abierto que pudo funcionar como corral o establo”.

Ajustamos más el contexto donde se levantó este asentamiento. Abrimos el libro “Tolmo de Minateda. Cuando Hellín aún no lo era. Historia y relatos”, editado por el IEA, en palabras de la propia Julia: “En el territorio de la ciudad visigoda de Eio, la arqueología ha demostrado cómo la gran mayoría de los asentamientos que surgen en este momento ocuparán los mismos espacios agrícolas que antes eran explotados por los establecimientos romanos”.

Aparte de la aldea de Loma Eugenia, se ha constatado la existencia cercana de poblamientos similares en Loma Lencina (Hellín) y Torre Uchea (Hellín). “Esto nos lleva a suponer que el surgimiento de estas comunidades campesinas tiene que ver con el control administrativo del territorio por parte del obispo y la necesidad de explotarlo para obtener productos primarios para pagar los tributos al Estado Visigodo; aunque las fuentes escritas del momento no aclaran estas cuestiones”, argumenta la arqueóloga.

El dominio sobre los valles fértiles
En los últimos años ha crecido el interés arqueológico sobre el medio rural visigodo. Según los expertos, estas aldeas no se caracterizaban por su monumentalidad. Parece que las aldeas de aquellos primeros campesinos católicos eran funcionales, construidas en lomas y con un dominio sobre los valles fértiles. Un instante de la historia que habla de una expansión económica que propició el surgimiento de estos poblados. Lugares como Loma Eugenia representan la “realidad rural” del Reino Visigodo, muy distinta a los aires palaciegos de Toledo. La desigualdad o las intrigas entre la aristocracia también debieron ser una constante en aquellos siglos de transición entre la antigüedad tardía y la alta edad media. Convulsiones de salón que quizá desconocían los que araban la tierra en el suelo que hoy llamamos Hellín.

En la provincia de Guadalajara se alza la prestigiosa Recópolis. Un complejo palatino de cerca de 33 hectáreas que fue el sueño de un rey visigodo inspirado por Bizancio. Vicente G. Olaya, en su libro 'La costurera que encontró un tesoro cuando hacía pis y otras historias de la arqueología española', editado por Espasa, relata el hallazgo en 1893 de Juan Catalina García López: “Descubrió un enigmático cerro pelado a las afueras de Zorita de los Canes, una pequeña población devorada urbanísticamente por un apabullante castillo musulmán que se erige junto y sobre ella.

Al excavar el altozano, situado a un kilómetro del casco urbano, aparecieron unos muros de gran potencia. Juan Catalina García se mostraba seguro de haber encontrado la ciudad de Recaredo, pero, como siempre, nadie pareció hacerle mucho caso“. El periodista explica en este divertido y didáctico volumen que hasta 1945-46 no hubo más excavaciones. Y fue entonces cuando se declaró monumento nacional. Recópolis estaba unida con Toledo, la capital del Reino Visigodo, por el río Tajo.

Aguas abajo, apareció el famoso 'Tesoro de Guarrazar', en la localidad toledana de Guadamur. Orfebrería de lujo que nos ayuda a comprender el desequilibrio de una época. La riqueza de la élite frente al sacrificio de los campesinos. En las tierras que hoy conforman Castilla-La Mancha perviven vestigios del pasado visigodo. Lugares como Santa María de Melque (San Martín de Montalbán), los hitos de Arisgotas (Orgaz) o San Pedro de La Mata (Sonseca).

Y para profundizar en los siglos VI-VIII, en la ciudad de Toledo, encontramos el Museo de los Concilios y la Cultura Visigoda. Aún más hacia el sur, sin tanta solemnidad, pero con los mismos ritos, todavía reposan bajo las piedras las mujeres y hombres que habitaron Loma Eugenia. De nuevo, nos cuenta Julia Sarabia: “Hemos actuado en la zona de la necrópolis exhumando otra de las tumbas que permanecían intactas, tapada con las losas”.

Los trabajos arqueológicos en Agra han transcurrido en dos líneas de forma paralela. Esta segunda ha tenido por objetivo “seguir conociendo aspectos de la ritualidad funeraria de esta población visigoda, obtener material para datar por carbono 14 o avanzar en estudios antropológicos que nos muestren el género de los inhumados, edad de la muerte, posibles patologías”, afirma la profesora y recuerda que en el caso de las necrópolis, los profesionales actúan sobre las tumbas más visibles en superficie para “salvaguardar sus restos frente a posibles acciones de expolio o alteraciones de este patrimonio”.

Precisamente, la primera y única vez que se había actuado en Loma Eugenia hasta el comienzo de este proyecto, fue en 1993 y de manera urgente. Como en tantas ocasiones, un descubrimiento fortuito desencadenó el conocimiento de nuestro pasado. Así ocurrió cuando José Zarnorano, Eugenia García y Ramón Izquierdo, visitando la zona, se percataron de la peculiaridad del lugar. La actuación de emergencia la emprendieron María Teresa Rico, Francisco Javier López Precioso y Blanca Gamo Parras. En el artículo científico que publicaron daban cuenta: “La excavación ha permitido documentar la existencia de un cementerio de regular tamaño, del cual, se han excavado 33 sepulturas, realizadas en su mayoría a base de lajas de piedra, o mampuesto”.

Regresamos a la excavación arqueológica de 2024. “La tumba excavada vuelve a ser, como en campañas anteriores, una tumba de uso colectivo. En este caso, han aparecido tres individuos; uno en posición secundaria, hecho un paquete y colocado a los pies, y otros dos colocados en posición anatómica uno al lado del otro, por lo que es probable que fueran enterrados a la vez tras haber pasado unos años del enterramiento del primer individuo”, analiza Julia Sarabia.

Tumbas reutilizadas
“El ritual es el típicamente cristiano de época visigoda, tal y como encontramos en el cementerio junto a la iglesia del Tolmo de Minateda; esto es, los cuerpos envueltos en un sudario, probablemente, en posición de decúbito supino o boca arriba, orientados desde la cabeza de oeste a este y sin ningún elemento de ajuar, aunque a veces, aparecen con algún elemento de vestimenta como hebilla de cinturón o similares; es probable que las tumbas sean de carácter familiar, por eso se reutilizan durante varias generaciones”.

Para llegar a estas hipótesis después del trabajo de campo, el proyecto ha contado nuevamente con la colaboración de estudiantes de la Universidad de Alicante y con la codirección de Victoria Amorós, Marta Torres y Pablo Cánovas. Una cooperación técnica del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología y Patrimonio Histórico de la UA y el Museo de Hellín que cuenta con la financiación del Ayuntamiento.

Durante los siguientes meses, la labor científica se centrará en clasificar y catalogar el material cerámico aparecido en el sector del poblado, que “a simple vista parece material relacionado con recipientes de cocina, vajillas de mesa y tinajas para el almacenaje; intentaremos reconstruir alguna pieza fragmentada y realizaremos los dibujos pertinentes antes de depositarlos en el Museo de Albacete”, anuncia Julia Sarabia entre los pasos a seguir. Mientras, el equipo está inmerso en la redacción de un libro donde se recogerán los principales datos obtenidos en estos tres primeros años de excavaciones arqueológicas.

Porque lo que queda escrito ya no lo arranca el viento. Los arqueólogos de hoy están redactando la crónica de los olvidados. La historia de miles de personas de tiempos remotos que con su abnegación construyeron el devenir de la humanidad. Hazañas sencillas de supervivencia que no merecieron la pluma de San Isidoro de Sevilla. El sabio católico de los visigodos, luchador incansable contra herejías, compilador de enciclopedias y, finalmente, narrador de la historia de aquellos reyes con nombres estrambóticos. El obispo nos dejó una frase que bien nos vale para dar término a este artículo. Escribió: “El tiempo de vida que resta es inescrutable al conocimiento humano”.

21 de mayo de 2024

Los monjes guerreros de la Orden de Calatrava revelan los secretos de su dieta

Un estudio ha desvelado la dieta de 25 individuos, 23 hombres, una mujer y un bebé, que fueron inhumados en el castillo de Zorita de los Canes (Guadalajara).


Dos de los arqueólogos que excavan en el cementerio de Zorita de los Canes junto a la tumba de uno de los monjes guerreros desenterrados. ArchaeoSpain


Calatrava la Vieja, una ciudad de fundación islámica situada en el municipio español de Carrión de Calatrava, en la provincia de Ciudad Real, fue la principal fortaleza de la Orden de Calatrava, una orden de monjes guerreros fundada a mediados del siglo XII a la cual se encomendó la defensa de los ataques musulmanes en el territorio al encontrarse en un importante cruce de caminos: entre Córdoba y Toledo, por un lado, y Mérida y Zaragoza, por otro.

En el interior del recinto fortificado, la Orden mandó construir una necrópolis que se conoce como "corral de los condes", donde los miembros de la Orden fueron enterrados hasta finales de la Edad Media. Algunas de estas tumbas han salido a la luz tras las excavaciones arqueológicas que allí se están llevando a cabo desde hace una década. Los cuerpos recuperados presentan claras evidencias de traumas, lo que confirmaría que algunos de estos hombres lucharon en las batallas que se libraron en Alarcos, en 1195, o las Navas de Tolosa, en 1212.

Una dieta para la élite
Ahora, un estudio publicado en la revista Scientific Reports, liderado por Patxi Pérez-Ramallo, investigador del Instituto Max Planck de Geoantropología (Jena, Alemania) y la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología de Oslo, ha desvelado la dieta de 25 individuos, 23 hombres, una mujer y un bebé, que fueron inhumados en el castillo de Zorita entre los siglos XII y XV. Los análisis de isótopos estables de los huesos han revelado una pauta típica de la élite del período: una alimentación rica en aves (gallos, pollos, gansos, ocas) y en pescado marino a pesar de vivir en el interior de la península ibérica.

"Ha sido un proyecto muy bonito ya que no existen muchas posibilidades de poder estudiar los restos de monjes guerreros que se hayan podido identificar, como estos. No solo por las evidencias de cortes o traumas, detectados por Carme Rissech (Universidad Rovira i Virgili), sino que nuestros análisis de la dieta han ido un paso más y han permitido ver la complejidad de la Orden. Hemos detectado a sus dirigentes, caballeros, además de otros individuos vinculados a la Orden y a la guerra. Todo esto a través de la dieta. Nuestro nuevo enfoque ha permitido identificar en mayor detalle qué tipo de alimentos consumían", ha explicado Pérez-Ramallo.

Y es que, como se ha apuntado, los análisis muestran que la dieta principal de estas personas fueron las aves, en especial el gallo (Gallus gallus), aunque también se documenta un importante consumo de pescado, sobre todo marino, a pesar de que vivían al lado de un río. Los investigadores especulan que esto pudo deberse a que la Orden de Calatrava formaba parte de un grupo de las órdenes del Cister que promovía una restricción en el consumo de carne. Además de la carne y el pescado, la dieta de estas personas se basaba en la cebada y el trigo en lugar del mijo, que estaba destinado al consumo de las clases más desfavorecidas.

Marcas de guerra
En la necrópolis de Zorita de los Canes predominan los cadáveres de hombres adultos marcados por las heridas de arma blanca y por las lesiones recibidas por objetos contundentes. Los arqueólogos consideran que la presencia de miembros de la Orden de Calatrava es evidente y que la fortaleza se convirtió en uno de sus principales baluartes, además de ser el lugar escogido para enterrar a sus miembros más destacados.

Por lo que se refiere a los restos de la única mujer, de entre 25 y 30 años, localizada en el cementerio del Corral de los Condes, los investigadores sugieren que podría tratarse de una sirvienta del castillo y descartan, gracias a los análisis de isótopos, que se trate de la madre del bebé de unos ocho meses que también ha sido localizado en la necrópolis.

"En general, nuestros resultados en los análisis de isótopos estables sugieren que el cementerio del 'corral de los condes' del castillo de Zorita de los Canes estaba destinado principalmente a caballeros y sargentos de la Orden, cargos ocupados por la alta nobleza, pero particularmente por la baja nobleza y la élite urbana. Sin embargo, los individuos con dietas más típicas de otros estatus sociales implican que el cementerio podría no haber estado reservado exclusivamente para la élite de la Orden, sino que también incluía a miembros de estatus inferiores. Considerando el papel de la Orden como mecanismo para el avance social, estos individuos masculinos pudieron haber sido miembros de la baja nobleza o de la élite urbana con menos medios materiales", finalizan los autores del estudio.

23 de diciembre de 2022

Uceda, una medina oculta a los pies de Somosierra

Un proyecto arqueológico que lidera la Universidad de Alcalá ha permitido confirmar la secuencia histórica del asentamiento poblacional de época islámica en esta zona a caballo entre las provincias de Madrid y Guadalajara
Excavación del espacio extramuros del castillo-alcázar de Uceda (Guadalajara) Imagen: Universidad de Alcalá

Bajo el pueblo de Uceda, en la provincia de Guadalajara, hay todo un mundo. Los pobladores se han ido sucediendo desde la fundación de una ciudad árabe que, según los primeros cálculos, se habría extendido en unas diez hectáreas de territorio. Sobre sus restos crecería después una población medieval que mudó de aspecto hasta hoy.

“Estamos encontrando una gran diacronía, una secuencia histórica en la zona que nos permite saber cómo se fue trasladando la población desde la primera medina original”, explica Lauro Olmo, codirector del proyecto junto a Manuel Castro. Ambos investigadores son profesores en la Universidad de Alcalá (UAH) y buscan saber cómo han cambiado los poblamientos a los pies de la Sierra Norte de Madrid en lo que hoy es el límite con Guadalajara.

Parten de los datos del cercano yacimiento del Pontón de la Oliva. “Fue saqueado por los furtivos y explotado como cantera desde el siglo XIX”, asegura Manuel Castro. Seguramente sirvió para la construcción de la presa que hay en esta parte del río Jarama, que hoy está en desuso.

“No hay ninguna fase anterior al siglo VI, en época visigoda, así que lo lógico es pensar que la población se trasladó posiblemente a Uceda y que se convirtió en el asentamiento dominante en la zona durante época islámica y muy vinculada a la medina de Talamanca del Jarama”, cuenta Castro.

“Uceda ofrece una oportunidad muy significativa porque gran parte de la medina está fosilizada”, abunda el arqueólogo, aunque en la excavación todavía no han llegado a los niveles en los que están los restos islámicos que se conocen gracias al georradar. La medina tuvo una extensión de entre 10 y 12 hectáreas y, aunque en parte está ocupada por construcciones modernas, todavía conserva intacta una amplia zona.

En 2018 ya se llevó a cabo una primera prospección y en este 2022, durante tres meses, han excavado en el espacio extramuros de lo que primero fue alcazaba árabe y después castillo-alcázar, en las proximidades de la puerta que daba acceso a la fortificación.

En el siglo XV sitúan los investigadores el último momento de una gran reforma en el edificio antes de iniciar su declive. Fue intensa y supuso el desmantelamiento de la fortaleza medieval articulada entre los siglos XIII y XIV.

Los resultados han permitido confirmar que el momento de abandono de la fortaleza se inició a finales del siglo XVI, para convertirse en cantera. Pero, ¿qué paso a lo largo de ocho siglos?

La medina islámica
El origen de este pueblo de Guadalajara cercano a Torrelaguna (Madrid) está en la época de Al-Andalus. “Es uno de esos asentamientos urbanos de nueva planta que se fundaron en época andalusí”, explica Lauro Olmo.

Su nacimiento coincidió, además, con “la aparición de un nuevo modelo de ciudad en el siglo IX, durante la consolidación del Emirato omeya de Córdoba que incluía aldeas o alquerías como las llamaban los árabes. La de Uceda era la típica ciudad. Nuestra provincia siempre ha estado muy ligada al mundo árabe, incluso en la toponimia”, recuerda el arqueólogo que cita por ejemplo otros movimientos de población como el éxodo de los habitantes de la ciudad visigoda de Recópolis a la vecina Zorita de los Canes, la fundación de Madinat al-Faray (hoy Guadalajara), o los nuevos asentamientos de Sigüenza y Atienza.

El lugar de surgimiento de la medina no se elige al azar. Los romanos ya estuvieron allí antes, en un asentamiento a apenas dos kilómetros de lo que hoy es el pueblo de Uceda. Y además, muy cerca de allí hay otras dos importantes referencias poblacionales: el yacimiento de la Dehesa de la Oliva, en Patones o el de la medina de Talamanca del Jarama, ambos ya en la provincia de Madrid. “Es posible que desde ambos se produjera un éxodo de población hacia Uceda”, señala Olmo-Enciso quien destaca además la importancia de la vida en torno al río Jarama.

“Me gusta recordar que uno de los legados árabes fueron los grandes cultivos de huerta que es evidente en Uceda”, añade para matizar que “todo eso cambió con el efecto del Corredor del Henares, que ha dejado una estructura económica muy distinta en la actualidad”.
El alcázar y la ciudad medieval: el Arzobispado de Toledo guardaba allí su recaudación

Lauro Olmo-Enciso lamenta que la arqueología de Al-Andalus “no se prodiga demasiado en los proyectos de investigación ni tampoco la post medieval y resulta que en Uceda tenemos referencias de los siglos XIV, XV y XVI de gran trascendencia”.

De hecho, el proyecto investigador abarca varios momentos de la historia. Uceda era una amplia ciudadela medieval de 10 hectáreas y un punto estratégico en el control del paso de Somosierra que permitía el acceso entre la meseta sur y la norte. Era todavía un importante núcleo militar a principios del siglo XVI, momento en el que conservaba un importante arsenal y fue uno de los centros defensivos más importantes del Arzobispado de Toledo.

En el conjunto urbano destacaba la alcazaba, que en el lugar siempre se ha conocido como el Alcázar y después el castillo medieval.

Se conserva todavía parte de una imponente torre albarrana junto a los restos de un camino de origen medieval que permitía el acceso desde el Jarama y que aporta al castillo un importante valor paisajístico y ambiental para conocer el entorno a los pies de la Sierra Norte entre Madrid y Guadalajara.

“Las fuentes textuales nos hablan de diversas reconstrucciones y ampliaciones de la fortaleza entre los siglos XII-XV, sobre una fundación islámica”, explican los investigadores. Su función estratégica fue reforzada en el siglo XV por los sucesivos arzobispos que “convirtieron a la fortaleza en uno de los puntos fuertes donde se guardaba la recaudación fiscal”.

Aunque el castillo sufrió diversas reconstrucciones entre los siglos XIII-XIV, destacan las obras emprendidas por el díscolo arzobispo Alonso Carrillo de Acuña (1410-1482), que encargó que el alcázar se reforzara, preparándolo intensamente para el fuego de artillería además de ampliar su foso. Y es que “en el siglo XIII hubo un cambio en el concepto de las construcciones ofensivas”, detalla Olmo-Enciso.

Con la llegada de los Reyes Católicos, tras imponerse en la Guerra de Sucesión (1475-1479), se inició un largo periodo de abandono de un lugar que, por cierto, sirvió de encierro para personajes ilustres como el cardenal Cisneros a finales del siglo XV, y “tal vez” para el duque de Alba (1579-1580).

Las excavaciones realizadas en el interior del recinto han puesto de manifiesto la existencia de suelos que formaron parte de un segundo piso y un gran aljibe.

De momento, se ha trabajado en la identificación de algunos de los elementos más significativos de la alcazaba a través de una extensa prospección geofísica, mediante georradar. Eso ha permitido a los investigadores reconocer parte de la planta y el diseño original del castillo que permanece enterrado. Se ha confirmado, por ejemplo, la organización del edificio en torno a un gran patio central.

Después y gracias a drones de alta resolución, se ha podido identificar gran parte del espacio de la medina, mediante la creación de modelos 3D. Todo ello ha permitido encontrar un recinto amurallado que debió tener unas dimensiones de, al menos, 1,40 kilómetros.

Una iniciativa ciudadana
El pasado islámico de la provincia, arqueológicamente, ha permanecido siempre en un segundo plano, reconoce Lauro Olmo-Enciso. Con Uceda ha llegado la excepción y además gracias a la iniciativa ciudadana local: “Partió del propio Ayuntamiento de Uceda y eso no suele ser habitual”. El Consistorio financia parte del proyecto, además de la Junta de Castilla-La Mancha, la Universidad de Alcalá y no se descarta que se pueda sumar la Diputación de Guadalajara.

Además del ayuntamiento, los vecinos de este pueblo que no llega a los 3.000 habitantes se han volcado con los investigadores: “Los arqueólogos y los historiadores nos basamos en documentación científica, pero la colaboración de las gentes del lugar que te vienen a contar cosas, incluidas las tradiciones, es algo muy notable. Ha sido un entorno de trabajo muy agradable y potenciador”.

Ya les esperan para la próxima campaña que está prevista para la primavera de 2023. Se centrarán en la excavación de la puerta de acceso y en la identificación de la primera configuración de la fortaleza, cuya fundación se debió producir en época emiral (siglos VIII-IX) y ligada estrechamente con la medina de Talamanca del Jarama.

27 de octubre de 2022

Guadalajara, la medina islámica que desplazó a la ‘Complutum’ romana como centro de poder

Las monedas de cobre encontradas en varios yacimientos han arrojado nuevos datos sobre una ciudad que data de finales del siglo VIII y de la que todavía queda mucho por descubrir
El Ataifor de Guadalajara, una pieza de cerámica andalusí aparecida en la ciudad que permite ahondar en el pasado islámico de la ciudad y su entorno Foto: Junta de Castilla-La Mancha

Medio centenar de monedas de cobre han sido clave para que los investigadores hayan podido confirmar nuevos datos sobre el origen islámico de Guadalajara. Y es que el felús, la unidad más humilde del sistema monetario hispano-musulmán, resultó ser un elemento fundamental en el proceso de islamización de la Península Ibérica. Además, estas monedas de cobre, mucho más abundantes que las visigodas, marcaron el inicio de nuevas relaciones sociales o económicas a través de los zocos o mercados.

Ahora se sabe que el origen de la ciudad se remonta, al menos, al periodo comprendido entre los años 780 y 790 y que estaba vinculada al gobierno de los Banu Salim. Era un linaje beréber perteneciente a la tribu de los Masmuda que controlaba el territorio entre Guadalajara y Medinaceli (Soria).

El Museo de Guadalajara guarda una importante colección de monedas islámicas que ronda el medio centenar. “Gracias a su labor se ha podido determinar su procedencia. Todas disponen de su propia referencia topográfica. Se encontraron en yacimientos que son, incluso, anteriores a la propia fundación de la ciudad. Las hay que datan con anterioridad al gobierno de Abd al Rahman I (756-788)”, detalla Manuel Castro, profesor del área de Arqueología de la Universidad de Alcalá (UAH).

Hoy sabemos que desplazó a la urbe romana de Complutum (Alcalá de Henares). “Se creó un nuevo núcleo de poder territorial y urbano: la medina de Guadalajara. Y así sería hasta bien entrada la Baja Edad Media. Las monedas encontradas confirman eso ocurrió muy avanzado en el siglo VIII”, explica Castro.

“El siglo VIII es oscuro en lo histórico, pero sabemos que se fundaron otras medinas como la de Zorita de los Canes, en Guadalajara y Medinaceli, en Soria. Probablemente, ya estarían formadas o en proceso de consolidación definitiva, bajo el gobierno de Al-Hakam I (796-822)”. Lo hicieron, reconoce el investigador, “un poco antes de lo que hasta ahora pensábamos. E incluso antes que Madrid, que se fundó a mediados del siglo IX”.

Wād al-ḥaŷara -el nombre islámico más conocido de la hoy Guadalajara- no fue su primera denominación. En realidad, su nombre fundacional fue Madinat al-Faray.

Esa medina -como la actual Guadalajara- era una zona de paso, pero estratégica, ubicada junto al río Henares. “Sabemos que en la margen izquierda se funda una fortaleza islámica con funciones estratégicas no solo frente a enemigos externos, sino de control de la población y de los recursos interiores de Al-Andalus. Por ejemplo, el cobro de impuestos”.

Guadalajara, la Madinat al-Faray islámica, ciudad de la Marca o Frontera Media, aparece mencionada en las fuentes escritas árabes como centro secundario en relación con Toledo. “Tuvo zoco, un recinto amurallado con torres rectangulares -no necesariamente en el mismo lugar que la actual muralla- y en la segunda mitad del siglo IX fue una de las medinas más destacadas en el centro de la Península Ibérica porque tuvo una importante escuela de ulemas o doctores de la ley islámica”.

Manuel Castro explica además que en el lugar “solían parar las tropas procedentes de Córdoba para iniciar las aceifas o saqueos hacia el norte”.

Ricos yacimientos hasta ahora poco explorados
“La ciudad de Guadalajara es un auténtico yacimiento islámico y de otras épocas. Conocemos relativamente poco”, lamenta el investigador. Cree que “necesitaría un buen proyecto de investigación, al margen de las excavaciones de urgencia, junto a un plan de musealización de algunas áreas de la ciudad y de su entorno”, según propone.

Y es que la ciudad “fue un sitio estratégico por su elevación. Hoy la vemos como la vemos, pero en el siglo VIII su Alcázar, sobre una peña, permitía un control del territorio increíble”.

Si las fuentes escritas han sido importantes para ahondar en el pasado andalusí de Guadalajara, también lo son las muchas, aunque pequeñas, excavaciones realizadas tanto en la ciudad como su entorno en los últimos años y que han ido arrojando nuevos datos.

El arqueólogo alude en particular a la que se llevó a cabo en el año 2000 cuando se construía el túnel de Aguas Vivas, uno de los más importantes enlaces entre el casco antiguo y las nuevas zonas residenciales. “De allí salió una importante secuencia arqueológica que confirmó la ocupación de la ciudad en los siglos VIII y IX, de la que formó parte un singular tesoro de monedas de cobre o feluses”.

Otras excavaciones realizadas en el Real Alcázar de Guadalajara, que hoy es casi una ruina, sacaron a la luz más monedas, en este caso del siglo noveno. “Guadalajara era entonces la referencia urbana más importante de la zona. La siguiente era ya Medinaceli. Al menos hasta el siglo XI y XII. Cuando en 1085 cae Toledo, Guadalajara sigue siendo una plaza importante”.

Actualmente, coincidiendo con las obras del nuevo campus de la Universidad de Alcalá, se han descubierto restos arqueológicos de una necrópolis visigoda y medieval. “Es posible que también haya otros elementos islámicos relativamente próximos”.

El Ataifor de Guadalajara
Manuel Castro acaba de ofrecer una conferencia en el Museo de Guadalajara dentro del ciclo dedicado al recientemente descubierto Ataifor de Guadalajara, en la que reflexiona sobre el origen de la ciudad, a partir de un conjunto de conferencias, como resultado de una reciente exposición en torno a la excepcional pieza de cerámica andalusí, la más importante aparecida en muchos años, localizada durante unas obras en la ciudad.

“Tiene una especial belleza, realizada en la técnica conocida como verde y manganeso, que incluye una figura humana y eso era muy poco frecuente”, señala el arqueólogo. La pieza destaca por la representación de un jinete, algo muy poco frecuente en la iconografía islámica.

9 de mayo de 2017

Recópolis llega a la Universidad de Harvard

La ciudad visigoda está cambiando la idea sobre la ciudad europea de comienzos de la Edad Media (siglos VI al VIII d. C.), época considerada hasta el momento como decadente y oscura. Los expertos analizan los últimos descubrimientos en el yacimiento.
Los hallazgos en la ciudad han sido posibles gracias al empleo de nuevas tecnologías y herramientas metodológicas.
La Universidad de Harvard ha sido la sede de un encuentro internacional de expertos dedicado a analizar los excepcionales hallazgos realizados en el yacimiento arqueológico de la ciudad visigoda de Recópolis en Zorita de los Canes, (Guadalajara) durante los años 2015 y 2016.

Dicho encuentro ha sido organizado por la propia Universidad de Harvard y la de Alcalá de Henares (UAH) que, junto a la Universidad de Frankfurt y más recientemente el Instituto Tecnológico de Massachusetts, son las entidades encargadas de llevar a cabo la investigación arqueológica, ha informado hoy la UAH en una nota.

Investigadores procedentes de los campos de las ciencias naturales, humanísticas, aplicadas y nuevas tecnologías han presentado los resultados de este proyecto internacional, que contribuyen a resaltar cómo Recópolis está cambiando la idea sobre la ciudad europea de comienzos de la Edad Media (siglos VI al VIII d. C.), época considerada hasta el momento como decadente y oscura.

En este sentido, el profesor de la UAH que codirige el proyecto, Lauro Olmo, ha indicado que «estas investigaciones confirman cómo Recópolis fue una ciudad excepcional, con una densidad de edificios inusual para la Europa de la época, y muestran la importancia del trabajo interdisciplinar y con nuevas tecnologías para el estudio del pasado».

NUEVAS TECNOLOGÍAS
Y ha abundado que los hallazgos únicos localizados en esta ciudad visigoda han sido posibles gracias a la aplicación de nuevas tecnologías y herramientas metodológicas, como la prospección arqueológica geomagnética, la extracción de muestras por vibracoring, la espectroscopia de fluorescencia de rayos x (XRF) o las analíticas arqueobiológicas, y al trabajo de arqueólogos, historiadores, geólogos, biólogos, químicos e ingenieros.

Así, ha detallado que la prospección geomagnética, una técnica no intrusiva, ha revelado la existencia de nuevas zonas palaciales con relevantes construcciones, manzanas de viviendas de grandes dimensiones junto a otras más modestas de diferentes tipos.

DENSO TRAZADO URBANO
Todo esto documenta lo que fue «un denso trazado urbano», según Olmo, quien ha precisado que también en las áreas suburbanas, al exterior de la muralla, se ha descubierto la presencia de construcciones de la época alineadas con las vías de salida de la ciudad, así como obras de infraestructura ligadas a antiguos cauces del río Tajo.

«El hallazgo de nuevos poblados, aldeas y granjas construidas en el entorno de la ciudad, unido a datos sobre la organización del espacio agrario, ayudan a entender cómo la fundación de Recópolis vertebró una nueva organización del hábitat y de los espacios productivos», ha agregado el arqueólogo.

Asimismo, la investigación realizada por sondeos por vibracoring, por XRF y analíticas radiocarbónicas ha ampliado la visión del paisaje a través del hallazgo de nuevas estructuras, existencia de cambios en la morfología del terreno, posibles cauces antiguos de un curso cambiante del río Tajo y una nueva organización de los espacios agrarios y ganaderos.

Los análisis sobre las técnicas constructivas presentes en la ciudad han ofrecido datos sobre la composición y lugar de procedencia de los materiales, pero también sobre su posible aplicación en la fabricación de materiales actuales, como ladrillos, desde criterios sostenibles.

(Fuente: ABC)

11 de noviembre de 2015

Salen a la luz unas grandes dependencias palatinas del S. VI en Recópolis, Zorita (Guadalajara)

Las excavaciones se han centrado en el edificio sur de la zona palatina en el que se ha documentado un potente nivel de destrucción e incendio del mismo. Este espacio, por ahora es el de mayores dimensiones y el mejor conservado de los inicios de la Alta Edad Media europea.
Ahora se abre una nueva fase de estudio de los materiales y restos. FOTO: EL LIBERAL DE CASTILLA.
La campaña de excavaciones en el Parque Arqueológico de Recópolis, en Zorita de los Canes (Guadalajara), ha terminado con importantes hallazgos que permiten conocer más en profundidad tanto la época visigoda como el posterior periodo andalusí.

Las excavaciones han sido desarrolladas por el grupo de investigación del área de Arqueología de la Universidad de Alcalá de Henares con la colaboración de la Fundación General de dicho centro académico, ha informado este martes en nota de prensa la Diputación de Guadalajara.

El equipo, dirigido por Lauro Olmo Enciso, catedrático de la Universidad de Alcalá y director de las excavaciones, ha realizado los trabajos en el edificio sur de la zona palatina.

MAYORES DIMENSIONES
Los hallazgos en este espacio, por ahora el de mayores dimensiones y el mejor conservado de los inicios de la Alta Edad Media europea, siguen aportando una información determinante tanto para la época visigoda (s. VI-VII d.C) como para el primer periodo andalusí (S. VIII-IX d. C.).

Las tareas, financiadas por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, avanzan en el conocimiento de unas dependencias palatinas únicas, su estructura, funcionamiento y significado, concretamente a partir del análisis de un potente nivel de destrucción e incendio del edificio, cuya excavación está aportando datos cada vez más precisos.

Se cierran así dos meses de excavación por la que han pasado además numerosos visitantes del Parque que se han interesado en los avances de la investigación.

Ahora se abre una nueva fase de estudio de los materiales y las muestras obtenidas.

22 de enero de 2015

Más de 200.000 euros para la restauración del castillo de Zorita (Guadalajara)

Las obras que están presupuestadas en 238.702,48 euros se espera que comiencen en el mes de marzo con un plazo de ejecución de siete meses. Los trabajos se desarrollarán en cinco secciones del castillo y en el recinto amurallado de la antigua medina.
Los trabajos se desarrollarán en cinco secciones del castillo y el recinto amurallado de la medina.
FOTO: LA CRÓNICA DE GUADALAJARA
La Federación de Asociaciones para el Desarrollo Territorial del Tajo- Tajuña (FADETA), en el marco de su Línea de Ayuda, para la conservación y mejora del patrimonio rural, contribuirá decisivamente a unos trabajos de mejora y reconstrucción en el conjunto histórico del Castillo de Zorita de los Canes, Bien de Interés Cultural (BIC), desde el 3 de junio de 1931.

Las obras están presupuestadas en un total de 238.702,48 euros, de los cuales FADETA va a sufragar prácticamente 200.000, siendo el resto de aportación municipal.

La obra, que afecta a varias áreas del Castillo, está ahora en fase de adjudicación y se espera que comiencen en el mes de marzo con un plazo de ejecución de siete meses.

Los trabajos se desarrollarán en cinco secciones del castillo y recinto amurallado de Zorita, atendiendo a la urgencia de restauración y consolidación que cada una de ellas requiere. 


CONSOLIDACIÓN DE LA MURALLA 
En primer lugar se consolidará un tramo de la muralla del recinto de Zorita situada en el lado occidental, junto al arroyo Badujo. Esta parte es la última que resta por restaurar de todo el recinto amurallado de la antigua Medina, de modo que con la presente intervención puede darse por completado el proceso de restauración y consolidación de esta importante estructura. De este modo se podrá apreciar el aspecto que el pueblo de Zorita tuvo en la Edad Media, cuando era cabeza de una Encomienda y una de las ciudades más importantes de la Alcarria.

ACTUACIÓN SOBRE LA TORRE ALBARRANA
Fundamental, y urgente, es la consolidación de la llamada Torre Albarrana, como uno de los elementos más singulares del Castillo de Zorita de los Canes. Se trata de un conjunto de torre y puerta de entrada erigidos sobre el camino de ronda que procede desde el Arroyo Badujo. La torre se levantó a finales del siglo XIII como refuerzo de la Torre del Cambrón o Torre del Espolón. Consta de dos grandes arcos apuntados impostados que descansan sobre un contrafuerte y sobre la base de la Torre del Espolón. Entre ellos queda un hueco cenital. 

Interior de la Iglesia del Castillo. FOTO: JAVIERSEG

Actualmente son bien visibles las grietas que laceran todas sus caras, fruto de las tensiones laterales que se producen ante la falla de la base del terreno en la que está asentada la Torre del Espolón. La actuación consistirá en la impermeabilización de la coronación de la torre y en la consolidación de los sillares y relleno de grietas entre ellos, vigilando que se respete la fábrica del conjunto.

HABILITACIÓN DE LA IGLESIA DEL CASTILLO
También se va a proceder a la habilitación del interior de la Iglesia del Castillo de Zorita para destinarla a futuros usos de carácter cultural. Esta iglesia es un magnífico ejemplo de templo del románico tardío. Fue construida a finales del siglo XIII cuando los caballeros de Calatrava hicieron del castillo de Zorita sede de su Orden.

El templo ha sufrido a lo largo de la historia sucesivos episodios de restauración y abandono. La actuación prevista ejecutará la consolidación y rejuntado de parte de la bóveda del ábside del edificio, dañada de antiguo por la humedad y la reparación de varios tramos de la escalera de caracol que da acceso al piso superior de la torre. Finalmente, se procederá al saneamiento y mejora del pavimento que actualmente se encuentra muy deteriorado, así como a la limpieza y reparación de la escalera que da acceso a la cripta de la iglesia, o el “soterraño”, como es conocido en los textos antiguos. Por allí se dice que apareció la imagen de la Virgen de la Soterraña.

La habilitación de este templo para usos culturales pretende ser un motor que permita el desarrollo de diversos actos y eventos en el futuro, como una estrategia más de dinamización de los recursos patrimoniales de Zorita, en la línea que se vienen desarrollando otras actividades en el pueblo, en el castillo y en el Parque Arqueológico de Recópolis.

TORRE DEL HOMENAJE
Otra de las actuaciones previstas es en la Torre de Homenaje, estructura casi destruida totalmente en la actualidad, pero que fue en tiempos la torre más importante de la fortaleza. Hoy sobresale apenas 40 centímetros sobre los muros de la cúpula de la Sala del Moro, que está justo debajo. En la Torre del Homenaje se realizaron diversos trabajos en la intervención urgente que se llevó a cabo en el Castillo en el año 2008, consistentes en la consolidación de sus paredes laterales. La restauración propuesta persigue la impermeabilización de la base de la Torre del Homenaje, a fin de proteger de humedades la cúpula de la llamada Sala del Moro, que es una de las estancias mejor conservadas del castillo de Zorita. Esta intervención permitirá asimismo investigar arqueológicamente la base de esta torre.

LIMPIEZA DE LOS MUROS
La quinta y última actuación consistirá en la limpieza de los muros superficiales del patio del Castilllo a fin de ampliar la experiencia para el visitante y la comprensión de la distribución interna de la fortaleza. De este modo donde hoy aparece una superficie amorfa, se podrá contemplar la cara superficial de los muros que delimitaban las antiguas estancias. Esta identificación significaría un avance cuantitativo en la comprensión e interpretación de la estructura del todo el conjunto.

(Fuente: La Crónica de Guadalajara)