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27 de mayo de 2025

Salen a la luz dos valiosas joyas del Siglo II d.C. en el Pirineo Navarro

El Departamento de Arqueología de Aranzadi presenta dos anillos de oro encontrados en Zaldua y Donahazarre, que refuerzan la importancia de la calzada Iter XXXIV como vía comercial del Imperio romano
Imagen de uno de los anillos hallados en el Pirineo. Oskar Montero

El departamento de Arqueología de la Sociedad de Ciencias Aranzadi ha presentado dos piezas arqueológicas datadas en el siglo II d.C que fueron halladas en los yacimientos arqueológicos de Donazaharre y Zaldua, con motivo del proyecto transfronterizo Pirenaeus, que tiene como objetivo localizar el trazado de la calzada Iter XXXIV y varios establecimientos de periodo romano, entre los que se encuentra el de Zaldua (Auritz/Burguete, Pirineo navarro) o el anteriormente conocido Donazaharre/Saint-Jean-Le-Vieux (Iparralde), ambos alrededor del collado de Ibañeta. Al igual que el tramo de la vía identificada a lo largo del barranco de Luzaide/Valcarlos.

Se trata de dos anillos de oro de aspecto muy similar que se diferencian únicamente en los entalles; mientras que el encontrado en Donazaharre cuenta con el motivo del soldado que se sostiene de pie y se apoya sobre una lanza y su escudo (esta figura se encuentra en todas las joyas que proceden de la Galia romana), en el de Zaldua se puede reconocer la figura de la diosa Fortuna, que representa la riqueza y la prosperidad.

Además, también se distinguen en que este último es mucho más robusto y con el dibujo más acentuado que en el primero. Este hallazgo, en palabras de Oihane Mendizábal, directora de los yacimientos de Zaldua y Donazaharre, ha permitido reconsiderar la zona de los Pirineos como un lugar “de paso, importante, donde las personas que habitaban o cruzaban este entorno tenían un gran poder adquisitivo y que, pesar de ser un lugar remoto, estaba totalmente conectado con el resto de las regiones del Imperio porque creemos que estos anillos provendrían de los grandes talleres de orfebrería de otras regiones”. Asimismo, que se hayan encontrado dos objetos tan similares a los dos lados del Pirineo refuerza la idea de que "más que una barrera, es un lugar compartido entre las dos vertientes y que las relaciones eran muy fluidas. Es decir, que todo trabajaría dentro de un mismo sistema", ha explicado.

En cuanto a los materiales, el anillo descubierto en Zaldua se fabricó con ónix (un mineral de la clase 4, considerado como una piedra semipreciosa) y, en cambio, el hallado en el yacimiento de Donazaharre parece que se hizo con ágata (piedra natural que pertenece a la familia de la calcedonia, una variedad microcristalina del cuarzo). Con respecto a los motivos —el soldado y la diosa Fortuna—, eran bastante habituales de acuerdo con las modas del momento y del resto de los anillos encontrados en otros territorios. "No sería algo muy singular, aunque es cierto que para encontrar joyas con este tipo de soldadas se han encontrado similitudes al norte de la Galia, como en la zona de Borgoña. Así que, no es algo excepcional, pero en nuestro entorno no se han encontrado unidades similares", ha apuntado Mendizábal.

Algo más que una zona de paso
Con todo, consideran significativo que ambas joyas se hayan encontrado dos yacimientos arqueológicos situados a menos de 40 kilómetros de distancia. De igual manera, tanto la materialidad como los contextos de los hallazgos, comunican que el lado sur y norte del Pirineo compartían dinámicas y estaban conectadas por medio de la calzada romana. Por el momento, no es posible discernir a qué personas podrían pertenecer estos anillos o si eran foráneos, aunque sí se puede apuntar a que eran personas con un alto nivel adquisitivo. "Pero el anillo presenta una circunferencia muy pequeña, por lo que no le entraría a cualquiera ese anillo en el dedo. Como mucho, podemos presuponer que el propietario o la propietaria se llevaría un gran disgusto al saber que lo había perdido. 

A esto lo llamamos la suerte del arqueólogo, ya que una desgracia se convierte en sorpresa y alegría para nosotros", ha bromeado. Pero lo que sí se puede asegurar es que se trata de dos hallazgos singulares, ya que en Euskal Herria tan solo hay constancia de cinco anillos y dos de ellos se encuentran en Navarra. "Esto refleja la importancia de estos yacimientos y la potencialidad que pueden tener en un futuro para seguir entendiendo cuáles eran las dinámicas de este territorio", ha señalado. En ese sentido, parece que este territorio se encontraba "muy bien conectado con el resto del Imperio. 

La calzada transpirenaica conectaba la península ibérica con el resto del continente. Es verdad que la cultura romana priorizaba las vías fluviales y la comunicación por el mar, pero dentro de las vías terrestres nos encontramos con el paso más importante de la zona norte", ha declarado.

El anillo de Donazaharre
En el yacimiento de Donazaharre se realizó en 2024 una excavación próxima al complejo termal con una prospección geofísica previa. De hecho, se identificó un edificio que no se conocía y, gracias a eso, se planteó "un sondeo dentro de este espacio y, más concretamente, en una de las habitaciones. Y fue ahí donde lo encontramos, en un pavimento con cantos rodados", mientras dos voluntarios estaban limpiando y percataron de que había un objeto brillante. "Fue entonces cuando decidimos grabar para dejar constancia del momento del hallazgo porque sospechábamos que se trataba de un objeto fabricado con oro", ha contado. 

Asimismo, a pesar de que el yacimiento se encuentre en un lugar alejado, este descubrimiento demuestra que llegaban materiales procedentes de Italia, Germania de la Galia, etc. "Todo ello indicaría que en aquella época habría una mezcla de personas, culturas, lenguas y objetos que habría que extrapolar a la sociedad", ha concluido.

7 de octubre de 2012

Descubren cerca de Roncesvalles la antigua ciudad romana de Iturissa

Se calcula que la urbe, que ya mencionaba Ptolomeo en el siglo II, tiene una superficie de 18 hectáreas. Un equipo de arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en colaboración con un programa de voluntariado de la Unión Europea, ha descubierto los primeros restos de esta ciudad a cinco kilómetros de Roncesvalles.
Restos de muros de la ciudad de Iturissa. Foto: Aranzadi.
La antigua ciudad romana de Iturissa, mencionada por los antiguos historiadores griegos y romanos, estaba situada a unos dos kilómetros de Auritz-Burguete, en el término de Zaldua, en Navarra y ocupaba una superficie de unas 18 hectáreas. Un equipo de arqueólogos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en colaboración con un programa de voluntariado de la Unión Europea, ha descubierto los primeros restos de esta ciudad, que hoy se mostrarán al público en una jornada de puertas abiertas.

La sociedad Aranzadi lleva cuatro años investigando las antiguas calzadas romanas que unían el Valle del Ebro y la Cuenca de Pamplona con el Pirineo. El año pasado, en el paraje de Asibar, en Aurizberri-Espinal, se encontraron dos miliarios, los primeros hallados en esta zona, que datan de finales del siglo III y principios del siglo IV. Los miliarios son piedras cilíndricas grabadas que los romanos situaban al borde de las calzadas y que señalaban hitos importantes. Los encontrados en Aurizberri tienen una altura de dos metros y están grabados, incluso con loas al emperador. Este hallazgo y la investigación de la calzada entre Espinal y Burguete ha llevado al descubrimiento de los primeros restos de Iturissa. "Ya Ptolomeo, en el siglo II, la citaba como ciudad vascona en el paso del Pirineo. Después aparece en el Itinerario Antonino, una especie de Guía Michelin de la época y también en el Códice de Rávena", señalaba ayer el arqueólogo y secretario de Aranzadi, Juantxo Agirre.

EN BUSCA DE LA CIUDAD

Pero lo cierto es que la ciudad de Iturissa no ha aparecido hasta ahora. Ya en 1986 Juan Mari Martínez Txoperena, miembro de Aranzadi y vecino de Aurizberri-Espinal, encontró la necrópolis, que posteriormente se excavó, pero nunca se había hallado la propia ciudad. Ha sido en las últimas tres semanas, durante un campo de trabajo organizado por Aranzadi y en el que han participado seis voluntarios italianos, en el primer programa de voluntariado para mayores de 50 años desarrollado en Navarra, cuando se han encontrado los restos de calles y casas.

Lo encontrado en el paraje de Zaldua tiene una gran importancia arqueológica, según Juantxo Agirre. "Hemos hecho sondeos y hemos encontrado una cimentación muy importante, de un metro de anchura y dos metros y medio de profundidad; y de esos cimientos salen otros muros y pavimentos de época romana. Todos estos elementos son de gran calidad y tienen una enorme potencia estratigráfica. Demuestran que ha habido una continuidad de la ciudad a lo largo de los siglos, primero habitada por los vascones y luego también por los romanos. En otro sondeo a unos 150 metros han aparecido también estructuras de viviendas, de forma que esta ha sido la primera vez que excavamos en la antigua ciudad de Iturissa, en sus calles y en sus casas", sostiene Agirre. De momento se han realizado cuatro sondeos, además de otros dos en la calzada, pero se estima que la ciudad ocupa unas 18 hectáreas, "así que aún tenemos una visión muy pequeña del conjunto", añade Agirre.

La ciudad de Iturissa formaba parte de la vía de comunicación romana que desde Iruña-Veleia y por la Llanada alavesa y Sakana llegaba a la Comarca de Pamplona y de allí cruzaba el Pirineo por Luzaide-Valcarlos. Aranzadi trabaja en los últimos años en toda la zona pirenaica, desde Aoiz hasta Valcarlos, donde han aparecido otros restos de la época como tramos de la calzada y otro asentamiento en Arce. Desde Aranzadi han informado del hallazgo al Departamento de Cultura del Gobierno de Navarra y están colaborando con expertos de otras universidades para crear una red de investigadores. De momento, la ciudad de Iturissa ha aparecido y la mayor parte de ella está bajo tierra a la espera de nuevas excavaciones.