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22 de octubre de 2015

En busca del escenario de la batalla medieval de Cutanda

Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha (Zaragoza)- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla. El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos.
Voluntarios de Cutanda durante las prospecciones para localizar el campo de batalla. FOTO: HERALDO
En julio de 1120 un ejército almorávide formado por 15.000 hombres se disponía a recuperar Zaragoza, recién incorporada al reino de Aragón, cuando fue interceptado por las tropas del rey Alfonso I apoyadas por contingentes procedentes del mediodía francés. El choque, victorioso para las armas aragonesas, fue decisivo para consolidar la ocupación del valle del Ebro. Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla.

El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son las 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos, más del triple de las previstas y un indicio de que las pesquisas para encontrar el escenario bélico van por el buen camino. Encontrar el campo de batalla sería, según el historiador Rubén Sáez, el “hallazgo del siglo en cuanto a la época medieval”. Además de abrir las puertas a un gran abanico de posibilidades de investigación histórica y arqueológica, constituiría un revulsivo para una localidad con medio centenar de residentes fijos que, si nadie lo remedia, camina hacia la despoblación.

35 HECTÁREAS DE PROSPECCIÓN
Los fragmentos cerámicos suponen más del 90% de todas las piezas encontradas y el 40% de estos materiales corresponden a la época en la que se libró la batalla. Sáez reconoce que al acometer el proyecto esperaba encontrar “muchos menos materiales” -en torno a 1.500 piezas para las 80 hectáreas que, según sus estimaciones, reúnen las mejores condiciones para haber sido escenario de los combates-. La gran cantidad de restos ha retrasado la prospección, que se ha limitado a 35 hectáreas. El historiador delimitó el espacio a investigar a partir del estudio de fotos aéreas que le sirvieron para identificar el mejor emplazamiento para la batalla y con el castillo de Cutanda a las espaldas del ejército cristiano.

El arqueólogo Javier Ibáñez, que también participa en el proyecto, considera que la prueba decisiva de que se ha localizado el campo de batalla sería encontrar las fosas en las que, según las fuentes históricas, fueron enterrados los 15.000 muertos en combate -la cifra podría ser exagerada y estimaciones más prudentes la rebajan a 5.000-. También sería muy significativo encontrar huesos de camello porque los cronistas medievales relatan que el ejército almorávide disponía de 2.000 de estos animales para labores de acarreo o combate.

A pesar de la singular trascendencia de aquel episodio, los libros de historia lo han orillado hasta quedar reducido a un tema de estudio para eruditos y a un referente de la tradición local. La población de Cutanda se dispone ahora a sacar aquel singular hecho de armas del olvido.


UNA BATALLA TRASCENDENTAL 
El presidente de la Asociación Batalla de Cutanda, Roberto Alonso, señala que el choque de 1120 “fue trascendente para la configuración del reino de Aragón al precipitar la conquista de los valles del Jiloca y el Jalón. Se trata de un acontecimiento de la categoría histórica de Las Navas de Tolosa pero que, sin embargo, ha sido olvidado”. Alonso está convencido del potencial turístico que tendrá la identificación del campo de batalla. Le augura proyección “internacional”, porque en las filas cristianas formaban caudillos cristianos del sur de Francia.

Para los vecinos, además de mejorar el conocimiento del hecho histórico más trascendente de su pasado, la localización del escenario de la batalla abriría una puerta para salir del declive. Tamara López, una de las voluntarias de las prospecciones, está convencida de que el atractivo arqueológico e histórico que se derivará del descubrimiento tendrá suficiente tirón “para que el pueblo salga adelante”. Advierte de que, sin este estímulo, el destino de Cutanda es “convertirse en un pueblo fantasma”.

GEORADAR Y DETECTORES METÁLICOS
Sáez e Ibáñez adelantan que el siguiente paso para profundizar en la investigación es incorporar la tecnología a las prospecciones. La próxima primavera quieren retomar la búsqueda con más equipamiento tecnológico, que incluirá un georadar y detectores de metales. De momento, se disponen a afrontar varios meses de trabajo de laboratorio para analizar la avalancha de piezas almacenada, datarla e identificar su procedencia. Entre los huesos se adivinan multitud de restos de ganado mular y también algún hueso humano.

Javier Ibáñez explica que no todos los restos recogidos corresponden al periodo medieval objeto de la investigación. Señala que se han identificado piezas procedentes de una abanico temporal que va del siglo II después de Cristo hasta el periodo cristiano de la Edad Media.

CONMEMORACIÓN DEL 900 ANIVERSARIO
La búsqueda del emplazamiento de la batalla forma parte de los actos preparatorios del 900 aniversario del acontecimiento. La programación arrancó el pasado 17 de junio con la lectura de un manifiesto y podría incluir, entre otras iniciativas, algún tipo de recreación histórica en 2020. Será “algo grande”, como adelante Roberto Alonso. Javier Ibáñez resalta por su parte el entusiasmo con el que el vecindario se ha implicado en la búsqueda de restos y en todas las iniciativas surgidas en torno a la conmemoración. “Todo el trabajo se ha hecho de forma altruista”, remacha.

El primer aprovechamiento socioecónomico derivado de la batalla pasa por conseguir un taller de empleo para formar a ocho auxiliares para excavaciones arqueológicas solicitado por el Ayuntamiento de Calamocha a la DGA. La formación práctica se impartirá en el castillo de Cutanda, una fortaleza catalogada como Bien de Interés Cultural que, según Javier Ibáñez, jugó un papel decisivo en la batalla librada hace nueve siglos que marcó el destino de Aragón.