google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Javier Ibáñez
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5 de junio de 2022

Las catas del castillo de Montalbán aportan materiales desde el periodo íbero a las guerras carlistas

Termina el taller de empleo que ha realizado seis sondeos en la fortaleza turolense y en la que se han desenterrado materiales de un convento y una iglesia asociados a la fortaleza.
Los directores del taller de empleo, con responsables institucionales durante la visita a la cata arqueológica de la iglesia del castillo. FOTO: RUBÉN SÁEZ

Las seis catas realizadas en el castillo de Montalbán durante el desarrollo del taller de empleo Montalbán Perspectivas, que acaba de finalizar, han revelado el potencial arqueológico de los 5.000 metros cuadrados que ocupaba la fortaleza, de la que, en la superficie, apenas quedan restos. Las prospecciones han aportado materiales que van desde el periodo ibérico, en la Antigüedad, hasta las guerras carlistas, cuando la fortificación fue escenario de combates.

El arqueólogo Javier Ibáñez y el historiador Rubén Sáez, participantes en las excavaciones, han mostrado este viernes el resultado de las catas a distintos responsables institucionales, como el alcalde, Carlos Sánchez; el vicepresidente de la DPT, Alberto Izquierdo; el delegado territorial de la DGA, Benito Ros; y el subdelegado de Defensa, José Antonio Almela. Sáez ha explicado que los sondeos querían "abrir ventanas" que permitan conocer la importancia de los materiales enterrados. El resultado ha sido "magnífico", según el investigador.

Las excavaciones han permitido descubrir restos de las estancias del convento asociado al castillo, que fue la sede de la Encomienda de la Orden de Santiago, con jurisdicción sobre Aragón, Valencia y Cataluña. Una de las catas ha exhumado vestigios de suelos y paredes "de buena calidad" del monasterio. También han aflorado vestigios de la iglesia que formaba parte del mismo complejo en la Edad Media y que fue sustituida en el siglo XVIII por una ermita en su mismo emplazamiento.

Otro sondeo en los accesos a la fortificación ha desenterrado munición del periodo carlistas y también fragmentos de un cañón de bronce que reventó en el mismo periodo. La cata realizada en el antiguo cementerio aportó un cadáver que estaba boca abajo y maniatado que puede corresponder a una víctima de las guerras carlistas.

Rubén Sáez ha explicado que una de las principales referencias documentales para investigar las estructuras del castillo y del convento asociado es el informe del visitador de la Orden de Santiago del siglo XV.

El historiador explica que esta fortaleza, que figuró entre las más importantes del sur de Aragón, es actualmente una gran desconocida y hasta ahora no se había realizado ninguna investigación arqueológica para localizar restos sobre el terreno. Es un castillo "olvidado", según Rubén Sáez, a pesar de su potencial. Sáez se fija como prioridad para continuar con la ejecución del plan director la mejora de los accesos y la excavación de la iglesia, del siglo XIII y en la que reposan, según la documentación, los restos del hijo ilegítimo de Jaime I de Aragón, Pedro Fernández de Híjar, cuya tumba no ha sido localizada.

El taller de empleo, promovido por el Ayuntamiento y financiado por el Instituto Aragonés de Empleo, ha cualificado profesionalmente a un grupo de alumnos para su inserción en el mercado laboral.

6 de junio de 2016

Un taller de empleo recupera el yacimiento ibérico de Morrón del Cid (Teruel)

Los alumnos han desenterrado partes de las murallas de casi cinco metros de anchura y un aljibe de ocho de altura. El consistorio pide continuidad para el proyecto para rescatar todos los restos.
Integrantes del taller de empleo que han recuperado los restos del poblado ibérico. FOTO: EL PERIÖDICO DE ARAGÓN.
Todo el mundo en La Iglesuela del Cid, un pintoresco pueblo de Gúdar-Javalambre en el límite con Castellón, sabía hacía años que en sus alrededores había restos de un poblado romano o ibero, ruinas de gran valor arqueológico que durante años atrajeron a buscadores de monedas de tiempos remotos.

Sin embargo, hasta esta primavera no se ha podido desenterrar y sacar a la luz lo que queda del yacimiento iberorromano del Morrón del Cid, situado a las afueras de la localidad, entre barrancos y campos en escalera con muros de piedra.

Este hallazgo ha sido fruto del trabajo de un taller de empleo denominado "Un pasado con futuro" que ha financiado el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) y ha supuesto un gran paso adelante en la reconstrucción de la historia de la localidad. Pero, con todo, todavía queda mucho por hacer y el alcalde, Fernando Safont, pidió en la reciente clausura del proyecto que se sigan apoyando las acciones para rescatar el patrimonio, con gran efecto en la formación laboral.

El Ayuntamiento de La Iglesuela informó de que en la excavación trabajaron ocho alumnos de arqueología del taller de empleo que comparten con el vecino pueblo de Mirambel.

Los integrantes del equipo trabajaron a las órdenes del monitor y de los arqueólogos Javier Ibáñez y Rosa Loscos. Durante medio año excavaron una antigua ciudadela de la Edad de Bronce. El resultado fue que se pudo desenterrar unas murallas de casi cinco metros de anchura y un aljibe de ocho de altura.

La idea del consistorio es aprovechar el asentamiento, habitado desde el 1.500 antes de Cristo hasta el siglo IV, para la realización de visitas. Así, los restos se han convertido un nuevo atractivo turístico de la localidad.

La idea del consistorio es prolongar los trabajos para destapar totalmente el asentamiento, para garantizar la continuidad de la escuela taller y ayudar a recomponer el pasado del municipio.

La fortaleza se halla además junto al santuario de la Virgen del Cid, que está declarado bien de interés cultural (BIC). De hecho, según señaló el consistorio, la ermita alberga restos de un gran mausoleo romano del siglo II. El consistorio anunció que se catalogará el yacimiento para su protección.

22 de octubre de 2015

En busca del escenario de la batalla medieval de Cutanda

Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha (Zaragoza)- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla. El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos.
Voluntarios de Cutanda durante las prospecciones para localizar el campo de batalla. FOTO: HERALDO
En julio de 1120 un ejército almorávide formado por 15.000 hombres se disponía a recuperar Zaragoza, recién incorporada al reino de Aragón, cuando fue interceptado por las tropas del rey Alfonso I apoyadas por contingentes procedentes del mediodía francés. El choque, victorioso para las armas aragonesas, fue decisivo para consolidar la ocupación del valle del Ebro. Con motivo de la próxima conmemoración del novecientos aniversario del episodio, un centenar de voluntarios de Cutanda -una pedanía de Calamocha- han pateado los campos en los que, según distintos indicios, se libraron los combates en busca de vestigios de aquella singular batalla.

El resultado de las dos prospecciones superficiales realizadas son las 4.200 piezas localizadas, entre restos de cerámica, huesos y algunos fragmentos metálicos, más del triple de las previstas y un indicio de que las pesquisas para encontrar el escenario bélico van por el buen camino. Encontrar el campo de batalla sería, según el historiador Rubén Sáez, el “hallazgo del siglo en cuanto a la época medieval”. Además de abrir las puertas a un gran abanico de posibilidades de investigación histórica y arqueológica, constituiría un revulsivo para una localidad con medio centenar de residentes fijos que, si nadie lo remedia, camina hacia la despoblación.

35 HECTÁREAS DE PROSPECCIÓN
Los fragmentos cerámicos suponen más del 90% de todas las piezas encontradas y el 40% de estos materiales corresponden a la época en la que se libró la batalla. Sáez reconoce que al acometer el proyecto esperaba encontrar “muchos menos materiales” -en torno a 1.500 piezas para las 80 hectáreas que, según sus estimaciones, reúnen las mejores condiciones para haber sido escenario de los combates-. La gran cantidad de restos ha retrasado la prospección, que se ha limitado a 35 hectáreas. El historiador delimitó el espacio a investigar a partir del estudio de fotos aéreas que le sirvieron para identificar el mejor emplazamiento para la batalla y con el castillo de Cutanda a las espaldas del ejército cristiano.

El arqueólogo Javier Ibáñez, que también participa en el proyecto, considera que la prueba decisiva de que se ha localizado el campo de batalla sería encontrar las fosas en las que, según las fuentes históricas, fueron enterrados los 15.000 muertos en combate -la cifra podría ser exagerada y estimaciones más prudentes la rebajan a 5.000-. También sería muy significativo encontrar huesos de camello porque los cronistas medievales relatan que el ejército almorávide disponía de 2.000 de estos animales para labores de acarreo o combate.

A pesar de la singular trascendencia de aquel episodio, los libros de historia lo han orillado hasta quedar reducido a un tema de estudio para eruditos y a un referente de la tradición local. La población de Cutanda se dispone ahora a sacar aquel singular hecho de armas del olvido.


UNA BATALLA TRASCENDENTAL 
El presidente de la Asociación Batalla de Cutanda, Roberto Alonso, señala que el choque de 1120 “fue trascendente para la configuración del reino de Aragón al precipitar la conquista de los valles del Jiloca y el Jalón. Se trata de un acontecimiento de la categoría histórica de Las Navas de Tolosa pero que, sin embargo, ha sido olvidado”. Alonso está convencido del potencial turístico que tendrá la identificación del campo de batalla. Le augura proyección “internacional”, porque en las filas cristianas formaban caudillos cristianos del sur de Francia.

Para los vecinos, además de mejorar el conocimiento del hecho histórico más trascendente de su pasado, la localización del escenario de la batalla abriría una puerta para salir del declive. Tamara López, una de las voluntarias de las prospecciones, está convencida de que el atractivo arqueológico e histórico que se derivará del descubrimiento tendrá suficiente tirón “para que el pueblo salga adelante”. Advierte de que, sin este estímulo, el destino de Cutanda es “convertirse en un pueblo fantasma”.

GEORADAR Y DETECTORES METÁLICOS
Sáez e Ibáñez adelantan que el siguiente paso para profundizar en la investigación es incorporar la tecnología a las prospecciones. La próxima primavera quieren retomar la búsqueda con más equipamiento tecnológico, que incluirá un georadar y detectores de metales. De momento, se disponen a afrontar varios meses de trabajo de laboratorio para analizar la avalancha de piezas almacenada, datarla e identificar su procedencia. Entre los huesos se adivinan multitud de restos de ganado mular y también algún hueso humano.

Javier Ibáñez explica que no todos los restos recogidos corresponden al periodo medieval objeto de la investigación. Señala que se han identificado piezas procedentes de una abanico temporal que va del siglo II después de Cristo hasta el periodo cristiano de la Edad Media.

CONMEMORACIÓN DEL 900 ANIVERSARIO
La búsqueda del emplazamiento de la batalla forma parte de los actos preparatorios del 900 aniversario del acontecimiento. La programación arrancó el pasado 17 de junio con la lectura de un manifiesto y podría incluir, entre otras iniciativas, algún tipo de recreación histórica en 2020. Será “algo grande”, como adelante Roberto Alonso. Javier Ibáñez resalta por su parte el entusiasmo con el que el vecindario se ha implicado en la búsqueda de restos y en todas las iniciativas surgidas en torno a la conmemoración. “Todo el trabajo se ha hecho de forma altruista”, remacha.

El primer aprovechamiento socioecónomico derivado de la batalla pasa por conseguir un taller de empleo para formar a ocho auxiliares para excavaciones arqueológicas solicitado por el Ayuntamiento de Calamocha a la DGA. La formación práctica se impartirá en el castillo de Cutanda, una fortaleza catalogada como Bien de Interés Cultural que, según Javier Ibáñez, jugó un papel decisivo en la batalla librada hace nueve siglos que marcó el destino de Aragón.