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27 de febrero de 2013

Aparece en Riaño (León) un tesoro de maravedíes de Enrique II y Pedro I

Un grupo de investigadores encuentra en las proximidades de la Cueva del Oso un conjunto de 326 monedas, 70 de ellas de plata. La importancia de este hallazgo radica tanto en la calidad de las piezas recuperadas como en su número, pues es muy infrecuente encontrar una cantidad tan elevada de monedas juntas, lo que parece corresponder a un tesorillo, el primero de estas características encontrado en la provincia de León.
Fue un momento de convulsión, en el que León y Castilla fueron ‘invadidas’ por mercenarios ingleses y franceses, agentes extranjeros que convirtieron el territorio en su campo de batalla particular gracias a la lucha fratricida entre Enrique II y Juan I. Como en un salto a través del tiempo, la herencia de este momento ha llegado hasta nosotros gracias a una afortunada casualidad. Dicen que no hay mal que por bien no venga y a veces la sequía lleva a un tesoro. Esto fue precisamente lo que ocurrió el verano pasado.
Maravedí de Pedro I de Castilla, uno de los hallados en
la Cueva del Oso de Riaño.
La ausencia de lluvias y el consiguiente descenso en el nivel del agua en Riaño permitió a los investigadores del departamento de Prehistoria de la Universidad, Ana Neira y Federico Bernaldo de Quirós iniciar una serie de excavaciones en la cueva del Oso, un lugar de difícil acceso al estar normalmente sumergido bajo las aguas y que estuvo habitado durante el Paleolítico Medio. Buscando bifaces, los profesores se toparon con un tesoro de monedas medievales, 326, 70 de ellas de plata, que corresponden a reales de maravedí, en muy buen estado de conservación y que fueron depositadas en el Museo de León para su limpieza y consolidación.

Las monedas pertenecen a acuñaciones de los reyes de Castilla y León Pedro I, Enrique II y Juan I, estos dos últimos de la casa de Trastámara. Así lo explica la historiadora: «Todas las mañanas el equipo, compuesto por diez arqueólogos y varios estudiantes, emprendía a pie el camino desde el pueblo y bajaba hasta los restos de la antigua carretera a la Puerta para, después, iniciar la subida hacia los pequeños restos de los montículos que, como islas, afloran incluso en los momentos de máxima cota de embalsado. Fue precisamente en este ascenso cuando, en las proximidades de la antigua pista de tenis del viejo pueblo de Riaño, uno de los arqueólogos, Eduardo González Gómez de Agüero, observó la presencia de un grupo de monedas dispersas en superficie formando un abanico sobre la pendiente. Inmediatamente se detuvo a recogerlas, tarea a la que se sumaron rápidamente el resto de los miembros del equipo quienes peinaron la zona hasta estar seguros de no dejar ninguna».

Importancia

Según destacan los descubridores, la importancia de este hallazgo radica tanto en la calidad de las piezas recuperadas como en su número, pues es muy infrecuente encontrar una cantidad tan elevada de monedas juntas, lo que parece corresponder a un tesorillo, el primero de estas características encontrado en la provincia de León, que debió de ser escondido, en algún envoltorio de material perecedero. «No debemos olvidar que en las cercanías se localiza el castillo de Riaño, en torno al cual existiría un núcleo de población», destaca Ana Neira.

En el informe, se hace hincapié en que en el momento del descubrimiento el sitio no ofrecía ningún rasgo característico, con lo que el lugar de ocultación pudo ser un simple hoyo o alguna endeble construcción de adobe, en cuyo suelo o en la parte inferior de las paredes, se habría escondido, hacia finales del siglo XIV. «Por razones que se desconocen, la persona que realizó este ocultamiento no regresó para recuperarlo», explica la investigadora, que fabula con la posibilidad de que con el tiempo, o bien este edificio se arruinara para quedar convertido en una masa de barro informe que las aguas del embalse fueron deshaciendo y removilizando, o bien el hoyo sufriera, por las mismas causas, un proceso de erosión.
Una de las monedas en el lugar del hallazgo.
Foto: Ana Neira

«Las monedas, cuyo embalaje se habría descompuesto hacía mucho tiempo, quedaron liberadas y se dispersaron sobre la superficie del terreno que las aguas, al descender, iban dejando aflorar», argumenta.

Mercenarios extranjeros

Explica la historiadora Margarita Torres que a mediados del siglo XIV (momento en el que se acuñaron estas monedas) se libró en tierras de León y Castilla la guerra entre Enrique II y Pedro I. Este último obtuvo su baluarte en León y el adelantado Mayor del Reino fue Suero Pérez de Quiñones. Sin embargo, poco después y según fue avanzando la guerra, éste trasladaría su lealtad a Enrique. «Lo interesante de este capítulo de la historia es que hasta León llegaron las compañías negras —un ejército inglés acaudillado por el príncipe de Gales— y las compañías blancas, francesas, comandadas por Beltrán Du Guefclin. «Lo que ocurrió en realidad fue que se trasladó a España la guerra europea entre Francia e Inglaterra».

 La guerra la perdió don Pedro, que fue degollado finalmente por Beltrán. Posteriormente, dos hijas del rey asesinado se casaron con el duque de York y el duque de Lancaster respectivamente y sería una de sus descendientes, Catalina, la que años después contraería matrimonio con Enrique III. Ellos fueron los abuelos de Isabel La Católica. «Los ingleses llegaron a invadir León», explica Margarita Torres. En este contexto bélico puede que, tal vez, alguien quisiera esconder su tesoro para recogerlo cuando la guerra finalizara. Algo o alguien impidió que lo recuperara...

2 de septiembre de 2010

Riaño (León): Aparecen restos de la cerca medieval en la excavación arqueológica de la plaza

Las excavaciones que se desarrollan en el casco antiguo con motivo de las obras de pavimentación del casco histórico incluidas en el Plan E han sacado a la luz parte de la cerca medieval. Estas obras -"que comprenden la plaza Riaño, San Francisco, Hospicio, Escurial, Carbajalas, Castañones, Tarifa y Puerta Sol-" continúan las que comenzaron en los aledaños de la calle Ancha, donde aparecieron estructuras de las residencias de los tribunos romanos. Asimismo, antes de finales de año comenzarán las excavaciones en el sector del norte del campamento -"comprendido en las calles Arvejal, calle del Convento, plaza del Vizconde y Santa Marina-", donde podrían aparecer nuevas evidencias de la Legio VI y la Legio VII. Entre los vestigios que esperan ser hallados se encuentran los barracones de la Victrix y el almacén de la Gemina.

En cualquier caso, hay que recordar que si bien el sector que ahora mismo está afectado por las excavaciones está extramuros, podrían encontrarse restos romanos. No se puede olvidar que el anfiteatro de la calle Cascalerías también se encuentra fuera del recinto campamental y que aún se desconoce en gran medida cómo era la vida en la cannaba . En este sentido, los arqueólogos ya han demostrado que a finales del siglo III y principios del IV, los habitantes del poblamiento civil pudieron utilizar el anfiteatro para habitar en su interior, al igual que ocurrió en el caso de las viviendas que muchos siglos después se adosaron a la muralla.
Santuarios. También podrían aparecer restos de santuarios, ya que muchos de ellos se construyeron extramuros. Se sabe que fueron al menos diez los espacios religiosos o de culto, tanto en el campamento de la Legio VII como de la cannaba . Una investigación realizada por el profesor de Arqueología de la Autónoma Ángel Morillo revela datos de la religiosidad dentro del campamento que no se conocían hasta ahora. Algunos de estos templos eran militares -"caso del que debió erigirse en los Principia-"y otras civiles. Así, se han hallado estelas que conmemoraban al genio, al numen, la divinidad protectora de la legión. Otro de los santuarios importantes fue uno dedicado de manera específica a las ninfas. Ángel Morillo cree que este espacio religioso debió estar extramuros y especifica que pudo haberse encontrado en lo que hoy ocupa el barrio de San Martín. La localización se debe al descubrimiento de una lápida con la inscripción fons amevi(ninfas de las fuentes). El profesor explica que la presencia de un templo en honor a las ninfas resulta absolutamente plausible teniendo en cuenta la importancia que las aguas subterráneas tienen en León. «Además, no hay que olvidar que el agua subterránea es una deidad propiciatoria; es frugífera, salutífera y ctónica, destaca Morillo, que añade además que se trata de un culto favorecedor de la fertilidad. Otro de los descubrimientos de Morillo es el que se refiere a Diana, cuyo templo debió de estar extramuros, así como a Marte y a Mercurio.
Fuente: Diario de León)