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2 de junio de 2014

Descubren una nueva necrópolis romana en Torreparedones, Baena (Córdoba)

En ella se encuentran una serie de tumbas monumentales, en cuyo interior han encontrado vasijas de cerámica y ungüentarios, así como otros objetos que se depositaban en las tumbas. Se excava una zona de unos 500 metros en las inmediaciones del castillo.
Panorámica del yacimiento de Torreparedones, en Baena (Córdoba). Foto: MADERO CUBERO
El yacimiento de Torreparedones, a 20 kilómetros de Baena, es el sueño de cualquier arqueólogo. Una pequeña ciudad fundada por los romanos junto a un emplazamiento íbero, cuya ocupación se abandonó en la Edad Media, preservando bajo los cultivos y los olivares siglos de historia. Desde que se comenzó a excavar, no para de aportar sorpresas. Acaba de volver a ocurrir.

Parte de una necrópolis romana, que se supone pertenece a la ciudad Ituci Virtus Iulia, está siendo excavada en el yacimiento de Torreparedones, en la zona norte, en las cercanías del castillo, según ha informado el Ayuntamiento de Baena. El arqueólogo municipal, José Antonio Morena, señaló que podría datarse entre los siglos I antes y después de Cristo, en época Pompeya y que se supone que ocupa un espacio de unos 500 metros.

TUMBAS MONUMENTALES
Se trata de tumbas monumentales, que pertenecían a personas adineradas de la ciudad y en ellas, apenas con unos metros excavados, se han hallado vasijas de cerámica y ungüentarios, así como otros objetos que se depositaban en las tumbas. Según el profesor de Arqueología de la Universidad de Córdoba, Carlos Márquez, en esas tumbas funerarias que se suponen están en esa franja de terreno podría encontrase alguna leyenda o algún vestigio del nombre de la ciudad, que es algo muy perseguido por los responsables del yacimiento.

A pesar de que no hubiese inscripciones ni vestigios del nombre latino, los expertos coinciden en que el yacimiento puede corresponderse con bastante fiabilidad a Ituci, la colonia que citaba el historiador Plinio el Viejo. Cuando Plinio se refería a esta ciudad, señalaba que se encontraba entre Tuci (actual Martos, en Jaén) y Ucubi (Espejo, en Córdoba). Y Torreparedones encaja con aquella urbe mencionada por el sabio. Plinio también se refería a ella como la ciudad inmune, es decir, que no pagaba impuestos y, según cuenta, era una colonia, por tanto fundada y poblada por legionarios veteranos.

(Fuente: Cordópolis)

8 de abril de 2016

Nuevos descubrimientos en el Parque Arqueológico de Torreparedones, en Baena (Córdoba)

En los últimos días han salido a la luz un plato de cocina romano con incisiones decorativas y una cerámica marmorata, procedente del sur de Francia y cuyo colorido recuerda al mármol.
Fragmento de la copa de cerámica marmorata recuperada en Torreparedones. FOTO: EL DÍA DE CÓRDOBA.
El arqueólogo municipal, José Antonio Morena, explicó que "el plato se ha hallado en el basurero localizado al oeste de las termas, una zona en la que continúa apareciendo mucho material, ya que junto a las cerámicas de lujo encontramos otras piezas más comunes que se empleaban para cocinar".

PLATO DECORADO PARA COCINAR
Asimismo, Moreno detalló que "una de las de mayor relevancia es esta fuente o plato de gran diámetro (50 cm.), de pared baja y ligeramente curva, cuyo fondo está decorado con series de círculos concéntricos incisos". "La base está quemada por estar expuesta directamente al fuego, mientras que la parte interna está cubierta de una gruesa capa de barniz rojo oscuro, grasiento y de brillo mate que impedía que la comida se pegase", subrayó.

Se trata de un plato cuyo color del barniz es similar al rojo de las pinturas pompeyanas, de ahí que estas piezas se denominen "cerámicas de barniz rojo pompeyano". Tiene una cronología amplia pero los ejemplares de mayor tamaño son propios de la época augustea y se usaban para cocinar pasta o pan.

CERÁMICA MARMORATA
De otro lado, dentro de la vajilla de mesa selecta romana se ha encontrado una cerámica marmorata, una sigillata de procedencia sudgálica que debe su nombre al aspecto que presenta su superficie, de color amarillo con veteados o aguas de color rojo, que recuerdan al mármol. Dicha técnica fue utilizada única y exclusivamente en los talleres de La Graufesenque (En Aveyron, Francia) durante un corto y concreto espacio de tiempo entre los años 14 y 80 después de Cristo.

En este sentido, el arqueólogo explicó que "la marmorata se importó a casi todos los rincones del Imperio pero no son muy abundantes quizás por su alto coste, por dificultades para su importación o porque simplemente no gustasen". "Este fragmento se ha recuperado en un basurero situado al oeste de las nuevas termas romanas y corresponde a una copa forma Drag. 35 con decoración a la barbotina de hojas de agua en el borde", sentenció.

8 de mayo de 2024

El plomo romano era cordobés

Tres lingotes inéditos de época romana provenientes del yacimiento de Los Escoriales de Doña Rama (Belmez) evidencian la importancia productora y exportadora de plomo del norte de Córdoba
Tres lingotes inéditos que evidencian la importancia productora y exportadora de plomo del norte de Córdoba

Miden unos 45 centímetros de largo y su peso ronda entre los 24 y los 32 kilos. Tienen forma rectangular con tres lados, algo así como una tableta de toblerone. Son apenas 3 y uno de ellos está roto por la mitad. Pero estos tres lingotes de plomo, inéditos hasta la fecha y provenientes del yacimiento de Los Escoriales de Doña Rama (en Belmez, Córdoba) ofrecen información suficientes como para afirmar que la antigua Córdoba romana, capital de la Bética y cuyo territorio actualmente ocupa el norte de la provincia con el valle del Guadiato, los Pedroches y algunas comarcas de Jaén, Ciudad Real y Badajoz, fue el principal polo de fundición de plomo del mundo antiguo en occidente, un metal con el que se fabricaban multitud de artilugios de uso cotidiano como cucharas, tejas, canalizaciones....

Los lingotes, fechados en el siglo I d. C., vieron la luz del siglo XX durante las obras del gaseoducto Magreb-Europa y se guardaron en el Museo de Belmez y en casa de particulares. Dos de ellos cuentan con una marca identificativa a partir de la cual se ha podido desvelar parte de su historia y señalar la importancia minera de la Sierra Morena central durante la época romana. Esta marca son en realidad dos letras, “S S”, y hace referencia a la societas Sisaponensis, una empresa minera originaria de La Bienvenida (Almodóvar del Campo, Ciudad Real), la tierra del cinabrio más famoso, cuyo capital y sede debieron estar, sin embargo, en Córdoba.

Además de la forma triangular de los lingotes, que optimiza el espacio para el almacenamiento, que los lingotes tuvieran esas letras significa que estaban destinados a la exportación ya que era una marca que identificaba al productor de las piezas. Unas piezas que luego se cargaban en barcos con otros productos. De esta forma, la actividad minera del norte de Córdoba no solo se limitaba a la producción de plomo y plata, algo que ya se sabía, sino que también estaba destinada a la exportación, situando a la zona entre los emisores principales de metales destinados al comercio mediterráneo como defiende un equipo internacional y multidisciplinar liderado por la Universidad de Córdoba en un artículo publicado en la revista Journal of Roman Archaeology.

El análisis de la composición química y de los isotopos estables de los lingotes ha permitido al equipo investigador desvelar tanto que estaban desplatados, como que el mineral con el que se fabricaron era originario del distrito de Fuente Obejuna-Azuaga, un centro de gran actividad extractiva de la época y al que pertenece al yacimiento de Doña Rama donde se han encontrado los lingotes. Es decir, las tres piezas tenían un origen común ligado al mismo sitio en el que se han encontrado.

El hecho de que los lingotes se encontraran en la misma zona en la que se habían fabricado es un caso excepcional y cuyo motivo se desconoce. La mayoría de los lingotes de este tipo se han encontrado en el fondo del mar Mediterráneo tras el hundimiento del barco que los transportaba a su nuevo destino. Y es, precisamente, en el fondo del mar en donde han obtenido más datos ya que el equipo investigador ha contado con especialistas de la Université Toulouse que llevan años estudiando la composición y realizando un catálogo de los lingotes hundidos allí. Según los análisis, más de la mitad de los lingotes estudiados por los especialistas franceses provienen del distrito de Fuente Obejuna-Azuaga, lo que pone en evidencia la importancia de Córdoba como punto productor y exportador de los lingotes de plomo.

“Esta información inserta a estas comarcas del norte de Córdoba en las redes principales de producción metalúrgica, económica y comercial de la antigüedad en el Mediterráneo”, sostiene el investigador de la UCO Antonio Monterroso Checa, añadiendo que “esto conlleva una industrialización, una destreza y un saber para poder alcanzar ese nivel de fabricación”. De hecho, aunque aún queda mucho por investigar, el yacimiento de Doña Rama sería en realidad un poblado minero que cuenta con una mina, una fundición, una zona de procesado y posiblemente una fortaleza. Pero, como afirma Monterroso Checa, “todo eso está por investigar”.

El estudio de los lingotes se ha realizado dentro del Proyecto MEI-Heritage. Medio, explotación minera e industria metalúrgica en el sector central de la Beturia de los Túrdulos/Conventus Cordubensis (s.VII a.n.e–s.II d.n.e). Ciencias aplicadas a la investigación de un paisaje patrimonial, financiado por el PAIDI 2020 de la Junta de Andalucía (ref. P20_00482) y Patricia. Unidad de Investigación y Transferencia en Ciencias del Patrimonio de la Universidad de Córdoba. La investigación se inserta igualmente en el proyecto Producción y circulación de bienes en el reborde meridional de la Meseta (sur de la provincia de Ciudad Real) entre la Prehistoria reciente y el fin de la Antigüedad, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación de España.

6 de agosto de 2010

Vídeo del Castillo de Baños de la Encina (Jaén)



El castillo de Baños de la Encina se estableció en una región importante y estratégica, justo en la entrada del valle del Guadalquivir y, por lo tanto, de Andalucía. Fue el califa Alhakén II (autor de la ampliación más suntuosa que sufrió la Mezquita de Córdoba e hijo del rey Abderramán III) quien decidió su construcción.
Los trabajos de construcción de la fortaleza se iniciaron en 9681 (año 357 de la Hégira), como lo demuestra una inscripción grabada en la puerta, cuyo original se conserva en elMuseo arqueológico nacional de Madrid. Su construcción es contemporánea a la edificación de fortalezas similares en la región, tales como el Castillo de El Vacar, en la provincia de Córdoba, peor conservado.
Según las crónicas de la época, el califa ordenó levantar varios recintos vastos fortificados de idénticas características a lo largo de todo el camino que se dirige por Sierra Morenahacia Córdoba, con el fin de alojar a sus tropas (esencialmente compuestas por mercenarios magrebíes) que se dirigían hacia el Castillo de Gormaz (provincia de Soria), al norte del, por aquel entonces, Al-Ándalus, y para llevar acabo allí acciones bélicas contra los cristianos. No obstante, esta línea de fortificaciones no iban dirigidas a objetivos defensivos, pues el país atravesaba entonces por un largo período de paz.
En el siglo XI, Tras el hundimiento y la separación del Califato de Córdoba en múltiples reinos (taifas), el castillo atraviesa períodos difíciles. Se convierte en objeto de continuas y feroces luchas entre musulmanes y cristianos, que ven allí una pieza clave para acceder a Andalucía. Alfonso VII de León se lo arrebata a los musulmanes en 1147, pero después de su muerte en 1157, la fortaleza recae en manos de los morosAlfonso VIII de Castilla y Alfonso IX de León, llegan a recuperar el castillo en 1189, sin ser este un éxito definitivo, pues tres días después de la Batalla de Las Navas de Tolosa (1212), la fortaleza vuelve a pasar a ser dominio musulmán.
Fernando III de Castilla tomó definitivamente la fortaleza en 1225.
Hay que esperar al impulso decisivo que dio la consagración de la reconquista del sur peninsular a manos de Fernando III de Castilla, para que el castillo entre definitivamente en 1225a formar parte del dominio castellano. El rey lo regala al Arzobispo de ToledoRodrigo Jiménez de Rada, y su defensa y guardia es confiada a la Orden de Santiago, muy implicada en las operaciones militares del sur de la península Ibérica. Poco tiempo después, Fernando III integra el pueblo de Baños de la Encina en la jurisdicción de la ciudad de Baeza, de la que dependerá hasta 1626, fecha en la que Baños de la Encina obtiene la condición de villa.
En 1458, en pleno período de disputas nobiliarias en Castilla, Enrique IV le cede la fortaleza a su condestable, Lucas de Iranzo. La decisión provoca el rechazo y malestar de la población, que se niega a cambiar de jurisdicción. En 1466, el regidor de Baeza toma el castillo y lo devuelve a los partidarios del rey. Es en aquella época, con la construcción de la Torre del Homenaje, cuando se modifica la fisonomía de la fortaleza. Previamente, en el siglo XIV habría sido reorganizado el espacio interior, con la edificación de un pequeño fortín sobre la plaza de armas, protegido por una muralla interior.
Durante la invasión napoleónica, las tropas francesas se apropian del castillo, que sufrió las consecuencias de su ocupación, y desde entonces hasta 1828, el patio del castillo serviría de cementerio parroquial.
Más recientemente, se emprenderían diversas labores de restauración, siempre bajo la tutela de la Dirección de Bellas Artes. En la actualidad es propiedad pública y pertenece al Ayuntamiento de Baños de la Encina.
(Fuente: WIKIPEDIA).

5 de diciembre de 2012

Encuentran un tesoro romano en Torreparedones (Córdoba)

Se trata de monedas de 1 as y 6 dupondios de oricalco, acuñadas en los años 66-67 despúes de Cristo, en la ceca de Lugdunum, actual Lyon (Francia).  Las piezas de bronce pertenecen a la máscara facial de un casco de gladiador. Además se ha encontrado una nueva placa conmemorativa de mármol.
Los últimos hallazgos en el parque arqueológico Torreparedones, en Baena (Córdoba) son un importante conjunto numismático de la época de Nerón, restos de un casco de gladiador y una inscripción, en la excavación arqueológica puntual que se ha realizado en el entorno del foro.
Esculturas togadas en el foro de Torreparedones.

El arqueólogo municipal José Antonio Morena, que ha acompañado a la alcaldesa, María Jesús Serrano, durante su presentación, ha explicado que las siete monedas de época de Nerón "son un pequeño tesoro".

Se trata de 1 as y 6 dupondios de oricalco, acuñadas en los años 66-67 despúes de Cristo, en la ceca de Lugdunum, actual Lyon (Francia). Añade que no estuvieron en circulación .

Con respecto a las piezas de bronce que pertenecen a una máscara facial de un casco de gladiador, "estaba guardada con las monedas y seguramente en el foro, en días señalados se celebrarían juegos para recordar el pasado militar de los fundadores de la colonia romana". Por último, el epígrafe menciona a un ciudadano romano de Ituci llamado Lucius Cornelius Campanus que fue sacerdote de la Dea Salus.

"La placa de mármol conmemoraba la construcción de un edificio o una escultura en el foro de la ciudad, que pagó a su costa". El profesor Angel Ventura la fecha en el segundo cuarto del siglo I. Este tipo de piezas ilustran sobre los personajes que vivieron allí hace dos mil años. Aunque todavía sigue siendo una incógnita el nombre de la ciudad.

Por su parte, la alcaldesa recordó que Torreparedones está suponiendo una generación de empleo a corto lazo, ya que a lo largo de esta excavación puntual se han generado 431 contratos, lo que ha supuesto 6.465 jornales, de ellos 166 mujeres y 265 hombres. Por lo que Torreparedones no es sólo restos arqueológicos, supone generar empleo a corto plazo y "diversificar la economía a largo plazo, de este importante enclave del que sólo se lleva excavado un 5%". 

Añadió que ahora comienza el Profea, que corresponde a los planes de empleo y que va a suponer invertir en el yacimiento y generar empleo, unos 188.000 euros. Se llevará a cabo la adecuación de los accesos al centro de interpretación y todo el entorno de la necrópolis.

25 de abril de 2010

Toledo: la ciudad de las tres culturas

Tras su conquista por Alfonso VI en 1085, Toledo se convirtió en encucijada de tres culturas y ejemplo de convivencia entre mudéjares, mozárabes, judíos y cristianos del norte, acogiendo iniciativas culturales tan notables como la de la famosa Escuela de Traductores.


Tras ocupar Toledo en 1085, Alfonso VI de León y Castilla garantizó los derechos de los musulmanes, los judíos y los cristianos arabizados que vivían en la ciudad, dando así inicio a un pionero ensayo de tolerancia. Toledo se convirtió en la ciudad de las tres culturas. Al contemplar la ciudad encaramada sobre su promontorio y abrazada por las gargantas que el Tajo ha tallado en la roca, al-Idrisi, el gran viajero andalusí del siglo XII, podía exclamar con justicia: «Toledo está por encima de cuanto se dice de ella.
Dios la ha adornado como a una novia, ciñendo su cintura con un río parejo a la Vía Láctea y coronando su cabeza».

No fue éste el único elogio que Toledo suscitó durante la Edad Media. Capital del reino visigodo destruido por la invasión islámica de 711 y que los cristianos querían restaurar, la ciudad del Tajo fue símbolo de unidad y de pluralidad, de la Reconquista y de la tolerancia. Durante siglos residieron dentro de sus muros gentes de diversas religiones y culturas en un clima de convivencia pacífica que se haría legendario. Tras la victoria cristiana de las Navas de Tolosa (1212), cuando la frontera se trasladó a Sierra Morena, la ciudad del Tajo quedó libre de la presión musulmana. La sociedad que se desarrolló en Toledo a lo largo de ese periodo estuvo marcada por la convivencia de comunidades con identidades diferentes, tanto culturales como religiosas. La toma de Toledo en 1085 se tradujo en una capitulación que favorecía a todos sus habitantes.

Alfonso VI se comprometió a respetar los bienes y creencias de los musulmanes, aunque estaban obligados a satisfacer los impuestos que antes pagaban a las autoridades musulmanas. Aunque, según el acuerdo de capitulación los musulmanes podían conservar la gran mezquita, en 1086 el arzobispo de Toledo la ocupó y la consagró como catedral cristiana. En 1090 Alfonso VI otorgó a los judíos que vivían en su reino un fuero conocido como ‘Carta inter christianos et judaeos’ que les equiparaba en derechos a los cristianos. Las autoridades cristianas de Toledo dictaron normas por las que se prohibía a los mudéjares compartir mesa o casarse con cristianos y acceder a cargos públicos. Mientras que mozárabes y mudéjares convivían abiertamente en la ciudad, los judíos, cuya presencia en Toledo se remontaba a la época romana, residían en un barrio propio. Los judíos de Toledo desempeñaron numerosos oficios de carácter artesanal, pero destacaron en el ámbito del comercio y las finanzas, y desempeñaron un importante papel en la vida intelectual de la ciudad. Durante la ocupación cristiana, Toledo no sufrió destrucciones ni saqueos, por lo que conservó su trama urbana y sus edificios más emblemáticos. Por último, entre 1252 y 1284 Alfonso X marcó el apogeo de la Escuela de Traductores.

Via: historiang.com

23 de enero de 2011

Origen e historia de la denominación "Santo Reino de Jaén"

  • La denominación de Santo Reino tiene su origen en la época de la Reconquista y está relacionada con los Caballeros Templarios y su interés por Jaén.

El término Santo Reino data del siglo XIII, en el marco de la Reconquista. Dicha denominación estuvo íntimamente relacionada con la labor de los Templarios, quienes se interesaron por una zona de la península que llamaban el "Santo Reino", una tierra con un rico pasado histórico relacionado con el ocaso del Reino Visigodo de Toledo. Aunque es preciso destacar que existen diversas teorías acerca de la denominación "Santo Reino de Jaén".

Catedral de Jaén.


Santo Reino de Jaén

Hay tres teorías que pretenden explicar el porqué de tal denominación de la provincia jiennense:
  • Reliquia del Santo Rostro: se guarda y venera en la capilla mayor de la Catedral de Jaén, cómo símbolo representativo de la provincia
  • Reconquista de Jaén: se conoce como Santo Reino a la amplia zona en torno a la ciudad de Jaén que, reconquistada en el siglo XIII por Fernando III el Santo, adoptó el apodo del monarca. Cuenta la leyenda de Santa Catalina de Alejandría, patrona de la capital jiennense, que la santa animó al rey en un sueño a la conquista de Jaén, cuando estaba a punto de desistir en tal empresa; a los pocos días del revelador sueño, Fernando III entró en la ciudad conquistándola definitivamente.
  • Reino mágico: desde la Edad Media se consideró a Jaén como Santo Reino. En relación con la anterior teoría sería lógica la denominación de "Santo" a Jaén tras la conquista de la ciudad por Fernando III, pero este rey también conquistó Córdoba y Sevilla, quedándose con tal título solamente la provincia jiennense. Otras corrientes, de índole ocultista, habrían considerado a Jaén como un territorio sagrado y mágico, testigo que recogieron los Templarios al mostrar un notable interés por la provincia y capital jiennenses.

Los Caballeros Templarios y Jaén

Cuando se implanta la Orden del Temple, en el siglo XIII, en España los Maestres de la Orden se marcaron como objetivo la conquista del Sur, siendo el primer territorio que encontraban, pasados los montes de Sierra Morena, el denominado Santo Reino.
Fernando III (B.E.Murillo 1670)


En el año 1147, Alfonso VII cedió a los Templarios la ciudad de Calatrava la Vieja (Ciudad Real), enclave estratégico que controlaba los pasos naturales hacia el Santo Reino y el Valle del Guadalquivir, sitio de paso y de gran importancia, ya que era "cruce de caminos" de Mérida a Cartagena y de Córdoba a Toledo.

En 1158, los Templarios devuelven Calatrava, por no poder defenderla, momento en el cual se funda la Orden de Calatrava cuya huella histórica en tierras jiennenses quedaría patente a lo largo de la historia, de forma paralela a los Templarios, quienes colaboraron en la decisiva victoria de la Navas de Tolosa (1212). El Maestre del Temple, Gómez Ramírez, murió en dicha batalla y los conquistadores castellanos se adentraron hasta el castillo de Vílches, ya en el Santo Reino de la actual provincia de Jaén.

Posteriormente, en 1224 y 1245, en sucesivas campañas, Fernando III conquistó el Santo Reino y gran parte del Valle del Guadalquivir, apoyado por la Orden de Calatrava. Muchos años después, el rey Enrique II de Castilla concedió a Jaén el título de: "Muy Noble y Muy Leal Ciudad de Jaén, Guarda y Defendimiento de los Reinos de Castilla" (lema que aparece en el escudo de la ciudad).
Cruz patada de los templarios.

En el apartado de leyendas, cabe destacar una "corriente" que trata el tema del Santo Reino de Jaén en relación con el tesoro del templo de Jerusalén, perdido desde que el emperador Tito lo llevó a Roma; esta corriente algo mística y misteriosa, afirma que el tesoro fue recuperado por los visigodos, que lo guardaron en Toledo y que, con la conquista árabe de la ciudad, fue ocultado o se perdió en la actual provincia de Jaén, de ahí esa "obsesión" de los Templarios por la zona a la que denominaban Santo Reino.



1 de julio de 2012

Importantes hallazgos de época almohade en Aracena (Huelva)

También se ha podido documentar cerámica del tipo "verde manganeso" que podría precisar la fecha del asentamiento durante la etapa del Califato de Córdoba (s.X). Otros elementos que han visto la luz es la decoración epigráfica mediante estampilla en la cerámica, característica durante la etapa andalusí. Los textos que aparecen con mayor frecuencia son al-yumn (la fortuna, la felicidad), baraka (bendición), o al-mulk (el poder). También se documentan otros motivos decorativos: geométricos, vegetales, arquitectónicos o la "Mano de Fátima".
Imagen del recinto fortificado donde han
aparecido las monedas almohades.
El delegado de Cultura en Huelva, Ángel Romero, ha presentado junto al alcalde de Aracena, Manuel Guerra (PSOE), los hallazgos producidos en el contexto de la intervención arqueológica que se está llevando a cabo en el recinto fortificado de Aracena, entre los que se encuentran varias monedas de oro de época almohade.

Según ha informado la Junta en una nota, en la rueda de prensa, también han estado presentes los arqueólogos encargados de la intervención, Timoteo Rivera, y Eduardo Romero.

El delegado de Cultura ha destacado que "es una satisfacción" colaborar con el Ayuntamiento de Aracena dentro del Plan Director de la puesta en valor del recinto fortificado de Aracena, y ha señalado que el hallazgo "más que el valor material, es el valor científico, que nos permite reescribir la historia de la ciudad de Aracena, la sierra de Huelva y el conjunto de la provincia".

Por su parte, el alcalde de Aracena ha señalado que "estamos de enhorabuena por poder visualizar un proyecto que empieza a caminar, estamos avanzando abordando un proyecto muy ambicioso".

Las acciones de investigación arqueológica, integradas en el Plan Director del recinto fortificado de Aracena están promovidas por la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía, y se centran en la zona del alcázar y se encuadran dentro del conjunto de actividades que se han planificado para este conjunto histórico, de forma que permitan su puesta en valor.

Las excavaciones arqueológicas que se vienen desarrollando en el alcázar del castillo de Aracena han documentado un importante poblamiento islámico, principalmente de época almohade, previo a la edificación de la fortaleza. En concreto, se ha constatado una cultura material entre los siglos X al XIII y la presencia de viviendas islámicas de los siglos XII y XIII que formarían parte de la población conquistada por Portugal, a través de la Orden del Hospital, a mediados del s. XIII.

Las estructuras se encuentran en buen estado de conservación lo que permite el estudio de los elementos que se han documentado, así como la importancia de los materiales va a contribuir al conocimiento de esta época. Dado el valor científico en cuanto a la documentación de poblamiento islámico en el solar donde se erige el castillo bajomedieval y el estado de conservación de los restos, se va a integrar en el proyecto de restauración y puesta en valor del Alcázar del castillo de Aracena. La actuación arqueológica realizada en el castillo de Aracena tiene el objetivo de investigar este inmueble como paso previo para su conservación y puesta en valor.

La intervención también está permitiendo sacar a la luz una importante cultura material, cuyo máximo exponente es un tesorillo de 7 dinares acuñados en la Taifa de Sevilla, bajo el reinado de Al-Mutadid, en los años 441-450 de la Hégira (1049-1058 de la Era cristiana). Este conjunto monetal tiene un gran valor histórico porque permite, junto a otros elementos establecer la cronología del poblamiento islámico, así como precisar sus características.

También se ha podido documentar cerámica del tipo "verde manganeso" que podría precisar la fecha del asentamiento durante la etapa del Califato de Córdoba (s.X). Otros elementos que han visto la luz es la decoración epigráfica mediante estampilla en la cerámica, característica durante la etapa andalusí. Los textos que aparecen con mayor frecuencia son al-yumn (la fortuna, la felicidad), baraka (bendición), o al-mulk (el poder). También se documentan otros motivos decorativos: geométricos, vegetales, arquitectónicos o la "Mano de Fátima".

Las estructuras documentadas en los trabajos arqueológicos responden a los cánones de las viviendas islámicas. Este modelo de casas, datadas en los siglos XII y XIII, cuentan con patio central y una distribución periférica de las habitaciones. Desde la entrada se accedía al atrio o zaguán (satwuan) y desde este, al patio que contaba con jardines o estanques.

El patio de la casa islámica (wast al-dar) era el eje de la vida familiar, servía para comunicar, iluminar y ventilar todas las habitaciones de la vivienda. Ocupaba la parte central de la parcela y era un lugar de estancia, donde se realizaban muchas de las tareas diarias y se accedía a las otras dependencias: cocina, letrina y salones.

Los trabajos arqueológicos dirigidos por Eduardo Romero Bomba, Timoteo Rivera Jiménez y Omar Romero de la Osa, ha sido promovidos y financiados por el Ayuntamiento de Aracena, contando con el apoyo de la Delegación en Huelva de la Consejería de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía.

A través de la arqueología se ha constatado que en la cumbre del cerro no sólo se asentó el castillo y la población bajomedieval de Aracena, sino que, cuenta con una importante secuencia de poblamiento que hay que retrotraer hasta la Prehistoria, teniendo uno de sus máximos exponentes la etapa andalusí.

El castillo de Aracena es una de las fortificaciones medievales que se integran en la Banda Gallega, como se denomina al conjunto de castillos que se localizan en las estribaciones occidentales de Sierra Morena y que han sido objeto de revalorización patrimonial en los últimos años gracias a los trabajos del Plan de Arquitectura Defensiva de Andalucía promovido por la Consejería de Cultura. El recinto fortificado de Aracena se componía de un primer anillo amurallado o cerca urbana que circundaba todo el cerro para ofrecer protección a los pobladores medievales. Entre esta muralla y el castillo se localizaban las viviendas y la iglesia Prioral.

El castillo se dividía, a su vez, en dos zonas: patio de armas y alcázar, separadas por una muralla diafragma en cuyo centro destacaba la Torre Mayor, siendo ésta, el último de los reductos defensivos del castillo.

El conjunto fortificado se construye a mediados del siglo XIII, siendo en el s.XV cuando la población comienza a expandirse extramuros, por la ladera noreste. La zona de actuación arqueológica se ha ubicado en el extremo oeste del cerro que domina a la localidad serrana, donde se erige la zona del alcázar.

(Fuente: Europa Press)

4 de marzo de 2016

La Junta protege como Zona Arqueológica la Villa de Mitra en Cabra y el yacimiento de los Villares de Andújar

El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucia ha acordado inscribir en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz, con la categoría de Zona Arqueológica, la Villa de Mitra en Cabra (Córdoba) y el yacimiento de Los Villares de Andújar (Jaén).

El yacimiento de la Villa de Mitra debe su nombre a una excepcional escultura de este dios, la única de pieza completa encontrada en la Península Ibérica, que constituye uno de los mejores ejemplos de villa romana de peristilo (con galería interior de columnas) en la antigua provincia Bética.

El enclave, igualmente representativo del tipo de asentamiento rural de la zona durante los siglos I y II a.C., sigue los cánones que los agrónomos romanos exigían para este tipo de explotaciones: se sitúa en un lugar de tierras fértiles y al pie de una vía de comunicación, el camino que unía Cabra con Córdoba.

Su ocupación se prolongó hasta el siglo VII como aldea visigoda, periodo del que perviven los restos de un edificio de culto cristiano y una necrópolis asociada.

Las intervenciones arqueológicas pusieron al descubierto sólo el núcleo central de la zona residencial de la 'pars urbana', donde las estancias se distribuyen en torno a un patio porticado con un estanque en el centro.

La escultura del dios Mitra, cuya aparición motivó la primera excavación en la década de los 50, formaba parte de la decoración de este estanque.

ASENTAMIENTO IBERORROMANO DE LOS VILLARES 
Además, la Junta ha decidido proteger como Zona Arqueológica el yacimiento de Los Villares de Andújar, ejemplo de asentamiento iberorromano del Alto Guadalquivir que ofrece vestigios de un largo periodo desde finales de la Edad del Bronce.


El enclave, situado a cinco kilómetros del casco urbano de esta localidad en un meandro de la ribera norte del Guadalquivir, ofrece vestigios de un amplio periodo entre finales de la Edad del Bronce y la transición a la Edad Media, además de ser representativo del tipo de asentamiento iberorromano.

El origen del poblamiento se remonta a la colonización de las tierras bajas cultivables, a finales del siglo VII a.C., por comunidades procedentes de Sierra Morena oriental que introdujeron novedades técnicas como el uso del torno.

Ubicado en una posición estratégica, el 'oppidum' de Los Villares guardó en época ibérica una estrecha relación con las rutas metalúrgicas que atravesaban la zona.

Con la conquista romana, el lugar pasó a denominarse Isturgi y fue uno de los escasos núcleos urbanos del Alto Guadalquivir que adquirió el estatuto de ciudad de pleno derecho latino, junto con Castulo, Obulco y Urgavo.

Durante la época imperial se amplió su trama urbana y surgió un barrio artesanal que acogió el mayor centro productor de cerámicas del sur de Hispania, fundamentalmente de 'terra sigillata'.

Diversos restos arquitectónicos indican también un posible proceso de monumentalización de Isturgi, mientras que del periodo final -Bajo Imperio y transición al Medievo- dan cuenta la aparición de sepulturas cristianas en el barrio artesanal y de numerosos hallazgos monumentales.

El decreto de inscripción del yacimiento en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz establece una delimitación del yacimiento con una superficie total de 168,35 hectáreas, entre la pedanía de Los Villares y el arroyo de Martín Gordo.

18 de junio de 2012

Córdoba coordina la promoción de siete recursos arqueológicos

La actuación prevista dará lugar a un producto cultural único que incluye siete yacimientos arqueológicos.
Imagen de las esculturas togadas aparecidas en el foro de Torreparedones.
La Asociación para el Desarrollo del Guadajoz y Campiña Este de Córdoba  (ADEGUA) llevará a cabo el proyecto provincial temático Interpretación del Patrimonio Arqueológico Cordobés. El mes de mayo el Consejo Provincial de Cooperación del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) en Córdoba emitió un informe positivo sobre siete proyectos de cooperación provincial en materia de turismo y patrimonio que serán financiados por el Feder, al 70%, y por la Junta de Andalucía, en un 30%. Por lo que el proyecto de Adegua cuenta con una inversión de 120.000 euros.

El proyecto pretende que en cada uno de los territorios de influencia de los grupos de desarrollo se promueva la dinamización de un recurso. Yacimiento arqueológico de Torreparedones, en Baena (Guadajoz); Majadaiglesia en El Guijo (Los Pedroches); Dolmen Casas de Don Pedro, Belmez (Alto Guadiato); yacimiento paleontológico de Los Nublos, en Hornachuelos (Sierra Morena cordobesa); molino harinero de La Breña, Almodóvar del Río (Medio Guadalquivir); cisterna romana, Monturque (Campiña Sur), y Cueva de los Murciélagos, Zuheros (Subbética cordobesa).

El objetivo de esta actuación es conservar, difundir y poner en valor el patrimonio cultural en las zonas rurales, contribuyendo al incremento de las oportunidades de empleo.

Entre las actividades previstas destaca la organización de un taller dirigido a la formación de un grupo de personas que de manera práctica diseñen el programa interpretativo de los sitios arqueológicos diseñados. La producción y edición de un vídeo documental del proceso y conteniendo el programa interpretativo final diseñado, con la realización de dos soportes diferenciados: vídeo reportaje general y siete vídeos individualizados. También está previsto la creación de una guía de realidad aumentada para interpretación básica de los espacios patrimoniales. Además, el programa interpretativo que se va a crear a partir de un método común en los sitios de interés arqueológico se pondrá a disposición de los responsables de la gestión de los sitios implicados. Desde Adegua señalan que la cooperación entre territorios es la base que sustenta esta propuesta de actuación. Actuar sobre siete recursos patrimoniales dará lugar a un producto cultural único.

13 de junio de 2016

Documentan cuatro nuevas torres y el trazado de la muralla medieval de Baena (Córdoba)

Tres de ellas presentan planta cuadrangular, macizas, con zarpas y escalonamientos en su parte baja, mientras que en el exterior cuentan con sillares de piedra unidos con argamasa de cal. La cuarta torre, la más oriental, tiene una planta octogonal y presenta un relleno macizo a base de tongadas de tapial muy compacto, características del periodo tardoislámico.
Su cronología podría remontarse a época emiral, coincidiendo con las primeras noticias de Baena en la Alta Edad Media, que datan del año 899 con motivo de la rebelión de Omar ben Hafsun.
Los trabajos arqueológicos que desde el pasado mes de octubre se han llevado a cabo en el sector sureste de la muralla de Baena han aportado nuevos datos sobre el trazado de la muralla, el sistema defensivo y la ocupación humana extramuros de la ciudad. La intervención la ha dirigido el arqueólogo Javier Tristell y se han llevado a cabo siete sondeos, que han puesto al descubierto cuatro torres de la muralla medieval. Tres de ellas presentan características similares: planta cuadrangular, macizas, con zarpas y escalonamientos en su parte baja, mientras que en el exterior cuentan con sillares de piedra unidos con argamasa de cal. La cuarta torre, la más oriental, tiene una planta octogonal y presenta un relleno macizo a base de tongadas de tapial muy compacto, características del periodo tardoislámico. Se observa una reforma cristiana, que es un muro perimetral de mampostería que le da el actual aspecto de torre circular.

Además, se ha confirmado el trazado de la muralla en este sector. Se conservan restos del parámetro original, cuya cronología podría remontarse a época emiral, coincidiendo con las primeras noticias de Baena en la Alta Edad Media, que datan del año 899 con motivo de la rebelión de Omar ben Hafsun, año en el que se apoderó del lugar como paso previo a la conquista de Córdoba, según apunta el arqueólogo municipal José Antonio Morena. Recuerda que los invasores árabes-bereberes escogieron el lugar que ocupa el casco histórico por sus cualidades estratégicas, resurgiendo con gran prosperidad como centro administrativo, militar y agrícola de la comarca.

Esta intervención se ha realizado con el Programa de Fomento del Empleo Agrario (PFEA) y un presupuesto de 175.000 euros. El objetivo del Ayuntamiento de Baena es continuar durante este año con otra fase más del mismo programa para documentar otros restos existentes en la zona.

(Fuente: Diario Córdoba)

27 de julio de 2011

La Junta declara Conjunto Arqueológico la ciudad ibero-romana de Cástulo en Linares (Jaén)

La decisión permite crear una institución diferenciada para la gestión unitaria del yacimiento y de la colección museística.
El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha aprobado la creación del Conjunto Arqueológico de Cástulo, en Linares (Jaén), como institución del Patrimonio Histórico Andaluz con gestión diferenciada. El nuevo organismo, adscrito a la Consejería de Cultura, se encargará de la organización y conservación tanto del principal yacimiento ibero-romano de Andalucía como del Museo Monográfico de Cástulo, donde se custodian las piezas más valiosas halladas en este enclave.
Entre otras funciones, la institución se encargará de custodiar, proteger y administrar la zona arqueológica y el museo; promover su divulgación; redactar el Plan Director y el Plan Anual de Actividades; proponer medidas cautelares de conservación; garantizar y ordenar el acceso de los visitantes; facilitar los trabajos de investigación, y desarrollar iniciativas de investigación con otras instituciones.
 El yacimiento comprende una vasta área arqueológica de
3.123 hectáreas
 en el término de Linares (Jaén).
 El nuevo servicio, que sigue el modelo de los que ya funcionan para Madinat Al-Zahra (Córdoba) y los Dólmenes de Antequera (Málaga), se organizará en torno a una dirección, cuya persona titular será nombrada por la Consejería de Cultura; las áreas de Administración, Conservación, y Difusión, y una comisión técnica de custodia y asesoramiento integrada por seis vocales designados entre funcionarios de carrera y profesionales de reconocido prestigio en los ámbitos de la prehistoria, la arqueología y el paisajismo.
El yacimiento de la ciudad ibero-romana de Cástulo, a cinco kilómetros de Linares, comprende una vasta área arqueológica de 3.123 hectáreas perteneciente al término municipal de esta población y a los de Lupión y Torreblascopedro. En ella se solapan asentamientos, necrópolis, infraestructuras públicas y factorías que van desde la Prehistoria hasta la Baja Edad Media.
Situada en la margen derecha del río Guadalimar, la ciudad fue uno de los principales núcleos urbanos del sur peninsular durante la antigüedad, por su extensión y por su posición estratégica como nudo de comunicaciones y acceso privilegiado a los recursos mineros de Sierra Morena. Cástulo llegó a ser el mayor 'oppidum' —ciudad fortificada— de la Oretania ibérica. Posteriormente se constituyó como municipio romano y durante la época bajomedieval albergó una sede episcopal.
El yacimiento, protegido en 1985 por la Junta de Andalucía como Bien de Interés Cultural, incluye tanto las 69 hectáreas de la Dehesa de la Calzona donde se sitúa el núcleo principal del 'oppidum', que fueron expropiadas en 1972, como los terrenos circundantes donde se localizan numerosos vestigios del asentamiento. Entre ellos destacan antiguos talleres metalúrgicos, puentes, restos de casas rurales y calzadas, el Templo de La Muela y las necrópolis de Los Patos, Casablanca, La Muela, Los Gordos, Torrubia, Higuerones y Estacar de Robarinas.
La colección arqueológica procedente del yacimiento se conserva desde 1956 en el Museo Arqueológico de Linares, transferido a la Junta de Andalucía en 1984 y hoy denominado Museo Monográfico de Cástulo. En este conjunto, de gran interés para el conocimiento de la economía en la época clásica, destacan monedas ibéricas y romanas de entre los siglos III y I a.C.; esculturas; exvotos; columnas y capiteles (siglos V-III a.C.); ajuares funerarios; cerámicas, y piezas de armamento ibérico.
(Fuente: 20 minutos)

10 de junio de 2011

Los tesoros de la Marina española duermen tierra adentro

El Archivo Histórico de la Armada reside en el palacio del almirante Álvaro de Bazán, un bajel renacentista varado en el Viso del Marqués (Ciudad Real).


Los infinitos páramos de La Mancha albergan, aún hoy, tesoros por descubrir. En pleno corazón de España, en un paraje equidistante de los principales puertos y a medio camino entre el litoral y Madrid del que le separan 230 kilómetros, guarda la Marina española parte sustancial de su enjundiosa historia. Sobre una de las atalayas que forma el paisaje al pie de Sierra Morena, encima del caserío de Viso del Marqués, hoy con tres mil moradores, se yergue un soberbio edificio de vigorosos muros cuya noble hechura permite evocar el pasado grandioso de su dueño. Se trata del palacio de Álvaro de Bazán, primer marqués de Santa Cruz, Almirante de la Mar Océana. Sus victorias navales en la Berbería frente a los corsarios, en las Azores ante portugueses y franceses, contra ingleses en Gibraltar y en Lepanto sobre el turco, llenaron de gloria las armas y los buques de España bajo el reinado de Felipe II.
Don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz.

Tal vez por todo ello, su palacio, testimonio vivo de aquellas proezas, fue considerado como lugar idóneo para guardar, tierra adentro, el Archivo Histórico de la Marina española. Decenas de miles de documentos, cartas naúticas, portulanos, libros de bitácoras, hojas de servicios, despachos de buques y jugosas correspondencias, dan fe de tantas otras gestas y relatan la historia del poderío naval de España y de su imperio. El archivo se ve ampliado al universo de las ciencias experimentales, Matemáticas, Física, Astronomía, Trigonometría, Zoología y Botánica, entre otras disciplinas, de las que marinos ilustrados españoles, gracias a la práctica obtenida en sus singladuras y expediciones, fueron en los siglos XVIII y XIX avanzados pioneros.
El palacio permanece desde 1949 cedido a la Armada durante 90 años por sus propietarios, los marqueses de Santa Cruz, al precio simbólico de una peseta de entonces, eso sí, en papel moneda y más precisamente, la que lleva en su faz la efigie barbada y con gola del primer marqués, Señor de El Viso, nacido en Granada en 1526 y muerto en Lisboa en 1588.
No obstante, la Marina se propone evacuar el Archivo en fechas venideras, para alojarlo en un gran edificio de la localidad madrileña de Villanueva de la Cañada. El proyecto fue aprobado mediante un convenio suscrito el pasado mes de diciembre entre la alcaldía local y la Marina. Contará con una capacidad de 45 kilómetros, así se miden los archivos, frente a los 15 kilómetros de legajos que atesora el archivo manchego; permitirá alojar el contenido de otros seis archivos de la Armada dispersos por distintos emplazamientos de la península. El proyecto ha sido presupuestado en 18 millones de euros, según fuentes navales. Por su parte, fuentes cercanas a los titulares del palacio, muestran sorpresa ante tal iniciativa, de la que dicen no haber recibido detalles. Su perplejidad, aseguran, se acentúa habida cuenta del alcance de la cesión de tan magno recinto, que tan significativo escenario histórico brinda desde hace más de 60 años al Archivo Histórico de la Armada.
Monumento a Don Álvaro de Bazán en la Plaza de la Villa (Madrid).

Armas y letras
Don Álvaro, hijo de Ana de Guzmán, primogénita del Conde de Teba y de Álvaro de Bazán El Viejo, quien había mandado las galeras españolas que vigilaban el Estrecho de Gibraltar por orden del Emperador Carlos V, creció en la mar junto a su padre. Desde su mocedad aprendió las artes náuticas, complementadas por sus conocimientos del quehacer de la infantería, que aplicó con magistral desenvoltura ante poderosos adversarios y por la cual es considerado por los principales tratadistas el padre de la Infantería de Marina, arma de la que España fue pionera en un encarnizado desembarco norteafricano. Educado por el humanista Pedro González de Simancas, el joven marino recibió una esmerada cultura renacentista que, unida a su talento como estratego, así como a la bravura de su audacia táctica en los mares y en tierra firme o sus estancias en la Italia esplendente del siglo XVI, le convirtieron en una de las principales personalidades de la Europa de su tiempo y en el militar de más nombradía continental.
Su fama, sancionada por Felipe II con el título de marqués de Santa Cruz, se vio culminada por la victoria de España, asistida por Génova, Venecia y el Papa Pío V, en Lepanto, sobre aguas griegas -"la más grande ocasión que vieran los siglos", según Miguel de Cervantes Saavedra, egregio subordinado de Álvaro de Bazán como lo fueran asimismo Lope de Vega y Juan de Ercilla, entre otros grandes de las letras que blandieron asimismo las armas bajo su mando y que glosaron sus hazañas.
A las órdenes de Juan de Austria, hermano bastardo de Felipe II, gobernó Bazán en Lepanto la Escuadra de Reserva que resolvió el combate contra el otomano Mehmet I, el fanal de cuya nave capitana se traería el marqués a España como trofeo -junto con otros farolones semejantes- para situarlo, precisamente, sobre el dintel de la capilla de su futuro palacio. Otros de estos enormes candiles lucen en la escalera de la mansión madrileña de los marqueses de Santa Cruz, en la calle de san Bernardino.
Al lado de Álvaro de Bazán peleó también el insigne marino genovés Andrea Doria, con quien mantendría una estrecha amistad, tanta, que al declinar su vida, el primer marqués de Santa Cruz decidió erigir en el corazón de La Mancha un palacio semejante al de los Doria en Génova, pero no un palacio cualquiera sino sólo aquel que llegara a ser inolvidable testimonio en piedra, concepto y colorido del Renacimiento, en clave genovesa y sobre una mansión de anterior factura. Santa Cruz consiguió satisfacer su anhelo: la traza del palacio fue ideada en 1562, como consta en las contratas para edificar fachada y escaleras cuyas actas guarda el Archivo de Protocolos de Madrid, en la calle de Alberto Bosch. En 1564 comenzó la construcción que duraría hasta después de la muerte de Santa Cruz en 1588.
Palacio renacentista del Marqués de Santa Cruz en El Viso (Ciudad Real).
Cárcel, hospital y escuela
De planta cuadrada con 55 metros de lado, el edificio presenta un aspecto semejante al de una fortificación, como el enrejado de ancho nudo de las grandes ventanas de su planta baja anuncia. Según explica el conservador del recinto, subteniente condestable de la Armada Francisco Moreno, el hoy nuevamente palacio, fue con posterioridad hospital, cuartel bajo la ocupación francesa -etapa en la que sufrió expolio- más adelante prisión, escuela, granero, cuadra y sede de un destacamento de Regulares que, en la posguerra civil, combatió desde allí al maquis comunista que luchaba con las armas en la mano contra Franco, en las estribaciones de la cercana Sierra Morena. Al poco de concluir aquel penúltimo destino, sus dueños lo recobraron y lo cedieron a la Armada, que mantuvo permanentemente en el palacio a una veintena de marineros de reemplazo y una unidad de mando a cargo del archivo.
Hoy son cuatro las personas que laboran en el Archivo, dos facultativas, una auxiliar y una persona de mantenimiento. A su cargo se encuentran los 15 kilómetros de legajos, distribuidos en alargados estantes o en cámaras metalizadas sobre nueve salas en dos plantas, baja y principal, y una más grande bajo el suelo en sótano, que albergan documentos de extraordinaria valía histórica: así, el informe encargado por la Armada española sobre la explosión registrada el 15 de febrero de 1898 en el acorazado estadounidense Maine frente al apostadero de La Habana, desencadenante de la guerra hispano-norteamericana que puso fin al imperio hispano en América. Las fichas y hojas de servicios de toda la oficialidad y marinería desde 1784 en adelante permanecen almacenadas en seis salas de la planta baja del palacio, así como un ala entera del amplio sótano que subyace al generoso patio columnado y central del palacio.
Llama la atención otro de los documentos atesorados, con fecha de 1884, que incluye un asunto aún hoy de especial actualidad: Apuntes sobre el ozono e importancia de su estudio... lleva por título, que indica la posición avanzada de la Ciencia española de entonces gracias a los estudios realizados desde el mar por marinos con vocación científica. Conmueven igualmente las relaciones e inventarios de inmigrantes acopiadas por el Archivo y que aún hoy, según explica la archivera Silvia López Wehrli, "son consultadas por familiares y descendientes suyos, señaladamente hispanoamericanos, para obtener pruebas de acreditación de acceso a la doble nacionalidad". Abundan los despachos de buques y singladuras de las Comandancias de Vigo y A Coruña, así como las hojas de servicios, que dejaron de archivarse entre fechas posteriores al 18 de julio de 1936 y abril de 1939. La del entonces capitán de fragata Luis Carrero Blanco, mano derecha del dictador Francisco Franco, que sería presidente del Gobierno hasta su asesinato por ETA en 1973, da cuenta de una petición suya realizada en 1929 para gozar del título de profesor, mientras estaba destinado en el submarino B-2 con base en Cartagena. Posee el archivo una sala de investigadores con 6 puestos de consulta que el pasado año 2010 acogieron hasta 248 sesiones de trabajo. La dirección informática del archivo es archivoalvarodebazan@fn.mde.es
Escudo de Armas en el palacio de El Viso.

Emporio renacentista
Los muros del palacio de los Bazán son robustos, de piedra, ladrillo y un mampuesto rojizo cuya cálida tonalidad recuerda a la piedra dorada salmantina de Montemayor. Al alzar la vista hacia sus cubiertas de tejas anaranjadas, un piso y dos entreplantas más arriba, la mirada permite intuir que fueron en su día rematadas por cuatro torreones. Existieron y hoy han desaparecido, tras los devastadores efectos que sobre el palacio y su excelsa ornamentación causó el terremoto de Lisboa, acaecido al sur de Portugal, con epicentro en el cabo de San Vicente y que en 1755 hizo venirse abajo una parte importante del palacio, consecutivamente reconstruido. Una pilastra de panza combada muestra en el patio los efectos del seísmo sobre su tronco.
Columnado con dos fustes de estilo toscano en basas de caliza apeadas junto a dos cañones, un portalón con casetones de madera y llamadores de hierro se abre a la entrada del visitante, bajo un arco de medio punto tallado en piedra. La altura de la bóveda del zaguán sorprende al recién llegado, cuya mirada se posa sobre los frescos que profusamente decoran su cóncava oquedad. Fue Giovanni Battista Castello, más conocido como El Bergamasco, su principal tracista, que se recreó en la escalera y en el patio claustrado con un exquisito dominio de las proporciones. El concepto mismo de la villa romana, su mejor canon, se percibe en todas ellas. No en vano, Castello fue discípulo en Roma de Miguel Angel Buonarroti. Con El Bergamasco trabajaron el arquitecto y escultor Giovanni Battista Olamosquin, asistido por los maestros de obras Domenico y Alberto, ambos genoveses. Pintores fueron los hermanos Gian Battista y Francesco Péroli, así como el sobrino de ambos, Esteban, además del espléndido fresquista César Arbasia junto con Fabrizio Castello y Nicola Granello, hijo e hijastro del tracista, también de nación genovesa. Entre todos cubrieron con sus vivaces pinturas hasta 8.000 metros cuadrados de bóvedas, el conjunto pictórico hecho con esta técnica y sobre motivos mitológicos más amplio de España y uno de los más importantes de Europa.
Ellos tachonaron también las cúpulas palaciegas con innúmeros grutescos, adornos de estilizados diseños y vivo colorido, que juegan trenzadas simetrías repletas de caprichos, así como escenas sacras, de linajes y combates, con mapas y vistas aéreas, también pintadas al fresco sobre los paramentos bajo las arcadas, de las principales ciudades y enclaves donde las armas de Bazán triunfaron sobre sus adversarios o fueron testigos de su predominio: Navarino, Argel, Ceuta, Nápoles y Génova, en la planta baja, se completan con Túnez, Mesina, Tetuán, Venecia y Milán, en la planta superior, como se muestra sobre los espléndidos dinteles de las puertas que dan al patio central, jalonado por columnas y pilastras dóricas de asientos áticos. Se yerguen en la planta inferior sobre un suelo de mosaico, con linternas de aljibes, que imita los de las grandes villas romanas. Su aroma clasicista impregna todas las estancias y genera en el visitante emoción y respeto.
Excelsa simetría
Las cuatro tríadas dobles de arcos apuntados del patio, en cuyos vanos se sitúan puertas de dinteles barrocos -el palacio fue incesantemente modernizado a partir de 1610- muestran la serena oquedad de una escalera de tempo maestoso donde dos estatuas se enseñorean del espacio ascendente bajo solemnes crujías mientras las esculturas representan al marqués y a su padre, efigiados a la romana al modo de Marte y Neptuno, respectivamente. La segunda planta alberga la Sala de Honor, ésta con dos espléndidas chimeneas en mármol negro y pizarra con mensulones de titanes, más una balandra y un bergantín; le siguen salas de David, Argos, Dédalo y Faetón; un salón de Linajes; las saletas del Olimpo, Diana, Apolo, Tobías y Danae, así como la cámara de don Álvaro, en la esquina del edificio, donde se dice que pernoctaba Franco en sus cacerías por el coto de la Sierra de Mudela; las habitaciones privadas de los marqueses se sitúan en el ala opuesta.
Todas las bóvedas de las estancias de la planta superior planta se ven decoradas profusamente con motivos mitológicos. Tras un tapiz del muro de la capilla, oratorio donde reposan los restos del primer marqués y su cercana parentela, se aprecia un grafito escrito por un soldado francés durante la devastadora ocupación de 1808 y en otra cercana estancia, una historiada letra capitular B, de retorcidos rabos, atribuye su autoría a lord Byron. Lope de Vega elogió al dueño y su palacio que, siglos después, provocaría la admiración, también por escrito, de Gregorio Marañón y otros ilustres visitantes.
El alineamiento de los salones a través de las puertas permite calibrar su excelente simetría y genera un devaneo óptico dimensional, tan caro a los arquitectos del Renacimiento. Un sinfín de alegorías a la Navegación, la Fama, el Poder, la Paz y la Victoria pueblan los nobles techados cuyo turbión y riqueza de relatos allí pintados, por su profusión, parece escapar a la posibilidad de interpretarlos cabalmente: Júpiter, Proserpina, Hércules, Sabinas, Orfeos y Apolos, en colosal cortejo, rinden testimonio en cada rincón del palacio a la celebridad de Álvaro de Bazán, de quien los historiadores aseguran que jamás conoció derrota militar alguna ni en los mares ni en tierra firme. Más de medio centenar de batallas ganadas, decenas de ataques, ofensivas, levantamientos de cercos y asedios sin cuento, además de dos mil cristianos rescatados al turco y 26.000 adversarios prisioneros, atestiguan su fama de almirante invicto. Empero, cuando en 1588 ultimaba el marqués en Lisboa los preparativos de la flota lista para combatir a Inglaterra, fue relevado del mando y al poco murió, quizá de pena, como ha sugerido alguno de sus biógrafos.
Un jardín con setos de aligustre, decorado hace treinta años con cerámica historicista, muestra emparedadas las estatuas orantes de don Alonso de Bazán, hermano de don Álvaro, y de su esposa María de Guzmán, en mármol gris veteado. A lo largo de toda la ubérrima mansión prolifera el escudo ajerezado de los Bazán, oriundos del valle navarro de semejante nombre. La leyenda cuenta que Sancho Abarca III de Navarra, preso de un rey francés, fue rescatado por el fundador del linaje tras vencer en el tablero jaquelado a su regio captor. La escena figura en la bóveda del salón de Linaje, cuyas esquinas superiores muestran la orgullosa heráldica blanquinegra. Cinco siglos después de su construcción, el palacio de Viso del Marqués, tan alhajado y soberbio bajel, contempla en silencio desde la entraña de La Mancha la dulce singladura del discurrir de los días.