google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri

29 de mayo de 2011

La excavación arroja luz sobre los usos del agua en la Judería de Toledo

El arqueólogo Carlos Barrio, responsable de las excavaciones realizadas en la intersección de la Calle del Ángel con Reyes Católicos en la capital toledana, intenta corroborar con sus resultados una hipótesis planteada por historiadores como Julio Porres Martín-Cleto y Jean Passini: la localización en esta zona del Casco Histórico del acceso a la Judería Mayor y la Sinagoga del Sofer.
El pozo y el aljibe encontrados podrían ser
 de época islámica.

«No tenemos nada comparable a una planta del edificio», reconoce el arqueólogo. «Los restos están muy arrasados y ha habido modificaciones a lo largo de los siglos, probablemente a finales de la Edad Media, y después de que los judíos abandonasen la ciudad». Sin embargo, la posibilidad de haber encontrado restos de una nueva sinagoga -edificios cuya localización sigue siendo muy imprecisa dentro del Casco- es demasiado atractiva como para abandonarla sin una reflexión más profunda. Sobre todo, cuando algunos de los vestigios hallados durante la excavación de Barrio -un aljibe en forma de botella, suelos, restos de cerámica realizados mediante la técnica de cuerda seca- apuntan a la época altomedieval, etapa en que la Judería Mayor de Toledo se encontraba en pleno funcionamiento.

Sea como sea, la intervención en este solar -que, gracias a la actuación del Consorcio se convertirá en una nueva plaza- permitirá añadir nuevos datos a los usos hidráulicos en época medieval. Además de la pareja de aljibes encontrados en la zona Norte del solar, probablemente asociados a la construcción de una casa-patio (uno para «uso de boca» y el otro para baldeos), la excavación ha dado con otro aljibe y un pozo cuya antigüedad parece mayor en la zona central del actual solar. Por su tipología en forma de botella, el primero podría resultar islámico. El segundo, cuya profundidad supera los 6 metros, también podría corresponder a este periodo, sin descartar un posible origen romano.

«Está claro que nos encontramos sobre una corriente de agua subterránea aprovechada desde época muy antigua», según el arqueólogo. En el ángulo del solar más alejado de la Calle del Ángel, la aparición de un probable desagüe romano confirma esta hipótesis. Carlos Barrio se plantea que el pozo y el aljibe situados en la zona central del solar podrían ser de uso público, siendo posible que estuvieran relacionados con el cercano acceso a la Judería Mayor que permanece sin localizar.

Completan estos restos abovedamientos de ladrillo sobre un sótano excavado en roca cuya profundidad es de aproximadamente tres metros y medio. Asimismo es de destacar una rampa, también pavimentada de ladrillo, cuyo curso interrumpe una zona divisoria, señal, en palabras del arquitecto, de las modificaciones operadas en este lugar a lo largo de los siglos.
En un primer momento de la excavación, Carlos Barrio tuvo que enfrentarse a una realidad habitual en este tipo de actuaciones en el Casco Histórico: el aprovechamiento de los huecos del solar como escombrera. A excepción de algunos restos de cerámica azul cuyo origen parece estar situado a finales del siglo XIX -cuando se levantó la vecina Escuela de Arte-, la mayor parte de los escombros aparecidos es de los años ochenta del pasado siglo.

Durante las tareas arqueológicas se encontró también una pequeña placa de alabastro reutilizada, probablemente de origen islámico, que representa a un grifo sobre los cuartos traseros de otro animal.    

28 de mayo de 2011

Cancho Roano: El lugar de los tartesos


El templo de Cancho Roano es uno de los yacimientos más importantes de Extremadura. Situado a diez kilómetros de Zalamea de la Serena, da una lección de historia sobre el mundo tartésico.


El hallazgo del yacimiento de Cancho Roano, oculto bajo un túmulo de tierra, se produjo en torno a los años 60, cuando la finca de Cancho Roano se parceló y se vendió a varios vecinos de la localidad. Estos hallazgos fueron puestos en conocimiento de las autoridades, iniciándose años después los trabajos de excavación que se prolongarían hasta la década de los 90. El gobierno autonómico concedió al yacimiento la declaración de Bien de Interés Cultural al considerarlo como el emplazamiento arqueológico más importante de Extremadura; así mismo en 1986, fue declarado Monumento Nacional.
Vista aérea del yacimiento de Cancho Ruano.
Una vez excavado, Cancho Roano fue valorado, consolidado y protegido por una cubierta capaz de resguardar los restos de los agentes meteorológicos. En sus inmediaciones fue construido un Centro de Interpretación donde al visitante se le ofrecen las claves para comprender este singular enclave.
El yacimiento de Cancho Roano, se localiza en la finca del mismo nombre, sobre un montículo o túmulo denominado Torruca, en una zona de suave elevación rodeada de encinas y junto un pequeño curso de agua, el arroyo Cigancha, que se caracteriza por mantener su caudal durante todo el año. El lugar está delimitado por pequeñas cadenas, montañosas dotado de un suelo apto para la agricultura.
El yacimiento permaneció ocupado del siglo VII al IV a. C. En esta amplia cronología pueden establecerse varias fases. Los restos más antiguos del yacimiento se constatan con la presencia de una sencilla construcción de una cabaña de forma oval excavada en la roca y realizada con piedra y adobe, fechada en los inicios del Período Orientalizante (siglo VII a. C.)
A esta construcción inicial, le suceden tres edificios o santuarios, que confirman el carácter sagrado del enclave en la zona. Un lugar relativamente alejado de la ruta principal hacia el Guadiana y las tierras del sur, por la que se extiende de un modo rotundo la cultura tartésica.
El edificio más antiguo es el denominado Santuario Orientalizante, descubierto en 1993, que se construye amortizando los restos de la arruinada cabaña primitiva. Se fecha esta edificación entre finales del siglo VII e inicios del siglo VI a. C., coincidiendo con el auge de la cultura tartésica. Su construcción se caracteriza por estar realizada sobre un zócalo de piedras trabadas con barro y cubierto con un enlucido blanco a base de caolín. Sobre este zócalo se levantan las paredes de adobe también enlucidas de blanco.
Reconstrucción virtual del santuario Tartessico de Cancho Ruano.
Los suelos eran de arcilla de color rojo. De este edificio sólo ha llegado la habitación principal del mismo, denominada H-7, donde se desarrollaba el culto. Se trata de una estancia rectangular, dividida por un muro transversal, a la que se accedía a través de un vano y en cuyo interior se documentan en un extremo una estructura escalonada y en el otro un vasar con orificios para depositar las ofrendas y objetos rituales. En el espacio central apareció un altar redondo que remata en forma de triángulo, realizado con piedras pequeñas revestidas con barro y enlucido con una capa de arcilla roja.
Este santuario se destruyó posiblemente debido a las nuevas necesidades surgidas por el desarrollo y ampliación del culto que implicarían la construcción de un nuevo edificio de mayores dimensiones. En esta destrucción se realiza una gran plataforma muy uniforme sobre la que se construye un nuevo santuario.
Este nuevo santuario constituye la consolidación del culto y se construye a mediados del siglo VI a. C. y, en él se aprecian diferentes fases constructivas. Este edificio consta de tres cuerpos principales a los que se accede a través de una habitación rectangular. En la zona de entrada al edificio hay dos pequeñas torres que flanquean la puerta. Junto a la entrada se conserva un pozo y un foso que rodea todo el edificio. En la zona sur se disponen habitaciones que fueron utilizadas como almacén del santuario, mientras que en el sector Norte hay estancias donde se localizan hogares y altares que hablan de su función claramente religiosa.
Interior del yacimiento.

El espacio principal de este santuario es la denominada Habitación 7, lugar sagrado del complejo, que se superpone a los restos de esta misma estancia en el santuario primero. También conserva un altar realizado con ladrillos de adobe y enlucido de cal.
Además se documentan otras estructuras que ponen de manifiesto su carácter sagrado; allí se dispone una plataforma donde se acomodaría la élite social y sacerdotal. La existencia del pozo habla de la utilización del agua como elemento ritual indispensable en el culto.
Tiempo después, por razones desconocidas, este segundo edificio se destruye del mismo modo que los anteriores, para sobre él elevarse el tercer santuario. Este tercer edificio es conocido como el Palacio Santuario de Cancho Roano. Se trata de un edificio de planta cuadrada orientado al este y dotado de dos alturas. Se accedía por la entrada principal, localizada hacia el este, a través de dos torres que la flanqueaban, dando paso al patio. En esta entrada se localiza una estela de guerrero reutilizada y colocada a modo de escalón. Todo este complejo monumental aparece rodeado por un foso excavado en la roca natural.
Este foso completa un sistema defensivo integrado además por la terraza, las torres y las rampas. Presenta una planta en "U" formada por 11 habitaciones y un patio. La entrada se realiza a través de la habitación 1, que da paso al patio, donde se conserva un pozo, y al corredor o habitación 2, que se trata de un espacio transversal que da paso al resto de los ámbitos.
Las habitaciones 3, 4, 5 y 6 ubicadas al noroeste, fueron utilizadas para guardar los objetos de culto más delicados y para realizar labores relacionadas con el tejido.
Las habitaciones 8, 9 y 10, localizadas al suroeste, conforman el área de almacén del santuario, allí se localizaron numerosos recipientes cerámicos aptos para el almacenajes de productos. La habitación 11 presenta unas características constructivas diferentes, tales como la pavimentación del suelo con lajas de pizarra al igual que el zócalo, características que unidas a los restos materiales y elementos de prestigio hacen suponer la función de esta estancia como un espacio residencial del personaje principal del santuario.
La habitación 7 o espacio sagrado del santuario, es el lugar más importante del edificio, pero no se conserva en la visita actual al edificio. Destacaba esta estancia por la aparición de un pilar de forma cuadrangular realizado en adobe y ubicado en el centro de la misma.
Las habitaciones perimetrales o capillas se organizan en torno al edificio, son un total de 24 estancias, seis en cada sector del mismo. Están separadas del edificio principal por un pasillo perimetral que facilitaba la comunicación entre ellas.
(Fuente: El Periódico de Extremadura)

27 de mayo de 2011

La Alcazaba de Badajoz reescribe su historia

Los últimos hallazgos apuntan a que esta fortaleza tenía una sola coracha y no dos, como se creía hasta ahora, y arrojan nuevos datos de la época bajomedieval
Que la seña de identidad de la Alcazaba de Badajoz es almohade no es ningún secreto. Que esta fortaleza ha sobrevivido distintas épocas y ha pasado por diferentes manos tampoco es un gran descubrimiento. Sí es novedosa toda la información que ahora está sacando a la luz acerca de la vida que latía en el interior de las murallas durante el periodo bajomedieval.
La Baja Edad Media sale a relucir en la Alczaba de Badajoz.
Aunque existe documentación sobre esta época en Badajoz, hasta el momento apenas se sabía nada del hábitat, la vida y las gentes que ocupaban este territorio. En la Alcazaba nunca se habían encontrado restos arquitectónicos bajomedievales y, por lo tanto, se disponía de poca información de este periodo histórico. Pero esto ha ido cambiando desde que comenzó la primera fase las obras de rehabilitación y consolidación de este espacio, que abarcan de la Puerta de Carros a la Puerta del Alpéndiz.
Cuando comenzaron las labores de excavación en las zonas a las que ha afectado la zanca que se hizo para drenar el agua de ese muro, empezaron a aparecer diversas construcciones de los siglos XIV y XV. Son en su mayoría talleres y áreas de servicios técnicos que atendían las necesidades de la guarnición que vigilaba la Alcazaba, aunque no se descarta que algunas se utilizasen como viviendas. La clave en esta afirmación está en que en uno de estos habitáculos había diversas herramientas de hierro.
Estos espacios, que discurren de forma paralela al recinto perimetral y están separados unos tres metros del muro, han surgido al excavar entre tres metros y medio y cuatro metros y medio bajo el suelo. De esto se deduce, según explica Fernando Valdés, arqueólogo de la empresa Alamut que junto con la empresa Tera dirige estas actuaciones, que la muralla en esta época seguía muy viva. «La legislación militar en estas épocas prohibía que las construcciones estuviesen pegadas a la muralla para evitar que si aquellas se incendiban el fuego perjudicase a la fortaleza. Al mismo tiempo, se conseguía que la guarnición pudiera moverse al pie del muro», explica Valdés. Junto a estas edificaciones también se está desenterrando el sistema de alcantarillado que usaban estos espacios.
Se ha descubierto que la Alcazaba tenía una sola coracha.
Pero éste no ha sido el único hallazgo. Las tareas que está desarrollando el equipo de arqueología han permitido saber que este recinto amurallado tenía una sola coracha y no dos como se pensaba en un principio. De hecho, en la parte norte del enclave han aparecido las escaleras por las que se accedía a ella. Se trata de un muro que salía de la propia Alcazaba y se prolongaba hasta el río. Desde este lugar vigilaba y se movía la guarnición para que nadie pudiese atacar mientras los ciudadanos recogían agua. De esta manera se aislaba el área inmediata garantizando el suministro de agua y la defensa de la zona.
«La coracha se cortó cuando se hizo la carretera de circunvalación, en el siglo XIX. No quedaba nada más que el arranque, pero al hacer los trabajos de excavación ha salido la escalera que conectaba con el muro. De eso no sabíamos nada. Se decía que la Alcazaba de Badajoz tenía dos corachas y ahora estamos convencidos de que solo tenía una», asevera el arqueólogo.
Estos nuevos elementos, así como los que se encontraron en su día -la puerta y la escalera almohade o las numerosas inscripciones árabes y grafitos, (algunos datan del año 1627), que han aparecido inscritos en la muralla-, tienen que ser excavados del todo para posteriormente realizar el estudio arqueológico correspondiente. El problema aparece cuando se habla de números. El presupuesto destinado a este fin es muy limitado y cuando se hizo el proyecto de rehabilitación de este enclave histórico nadie valoró que podía salir a la luz tal cantidad de restos arqueológicos y un yacimiento de esta magnitud. Ha superado las previsiones iniciales y ahora no hay apenas recursos para afrontar los gastos que supone una excavación sistemática, el seguimiento de los hallazgos así como un análisis profundo de los mismos.
Por este motivo, de momento, ya se ha dado la orden de no excavar en ningún área que no afecte directamente al proyecto. Mientras tanto, los arqueólogos seguirán presentes en la obra, realizando el seguimiento arqueológico pertinente, estudiando e investigando. «La arqueología no es un accidente, hay que tomársela en serio. No hay que olvidar que Badajoz es uno de los yacimientos medievales e incluso prehistóricos más importantes de Extremadura. Nadie había considerado que el yacimiento de la Alcazaba es una cosa diferente al propio recinto y que es más grande que éste. Nuestra obligación no solo es excavar, sino documentar y controlar que el resto de la obra no dañe la información histórica contenida en el monumento», apunta Valdés.
Así, manifiesta el arqueólogo, habrá que esperar a ver qué plantean el Ayuntamiento de Badajoz y la Junta de Extremadura, las otras dos instituciones que, junto al antiguo Ministerio de la Vivienda, ahora Secretaría de Estado de la Vivienda dentro del Ministerio de Fomento, firmaron un convenio para llevar a cabo esta intervención. Esta primera fase de la obra está financiada íntegramente con fondos estatales.
No hay que olvidar que gracias a los trabajos de excavación que se están realizando en esta fortificación, hoy los vecinos de este espacio tan emblemático pueden conocer un poco mejor la historia de este recinto y, en consecuencia, de su ciudad. Las labores arqueológicas arrojan más datos de la Alcazaba, e incluso en algunos casos, están permitiendo que ella misma redefina y escriba de nuevo su historia. Hoy mejor que nunca se sabe que la Alcazaba tiene un gran pasado, pero también mucho futuro.
(Fuente: Diario Hoy)

26 de mayo de 2011

Galicia retoma el censo de pecios sumergidos en sus costas

La Xunta reanudará este verano la búsqueda de pecios en Rande, Corcubión y Ribadeo
El primer barco de turistas de la historia, los fabulosos galeones de Rande o las naves de la segunda Armada Invencible son algunos de los objetivos de las prospecciones arqueológicas subacuáticas que ordenará realizar durante este año la Consellería de Cultura.
Arqueólogo submarino en las aguas de Rande.

Rande, Corcubión-Fisterra y Ribadeo son las áreas en las que intervendrá la Xunta, tras haber firmado un convenio de colaboración con el Ministerio de Cultura para desarrollar el Plan Nacional de Protección del Patrimonio Cultural Subacuático, cuya prioridad es realizar la carta arqueológica subacuática del litoral gallego.

En Rande se pretende continuar la labor iniciada en octubre del 2007 por el arqueólogo Javier Luaces, que entonces determinó con medios geofísicos treinta posibles pecios. Los encargados de la nueva investigación deberán bajar a los fangosos fondos de la ría de Vigo para verificar el mayor número posible de pecios y determinar si pertenecen a la Flota de la Plata, hundida en octubre de 1702 tras enfrentarse a una escuadra angloholandesa.

«Es la zona de Galicia con mayor número de pecios», afirma Miguel Sanclaudio para referirse a Corcubión-Fisterra. Este arqueólogo dirigió las últimas campañas subacuáticas en estas aguas, localizando media docena de pecios pertenecientes a la flota de Padilla, hundida en 1596 cuando se dirigía hacia Inglaterra. En estas aguas también descansa el casco del Liverpool, el buque británico considerado el primer crucero para turistas que operó en el mundo. «Queda mucho por documentar», dice el arqueólogo subacuático para referirse a estas aguas que conoce bien.

La tercera zona objeto de estudio es la costa de Lugo, que casi con toda probabilidad comenzará a ser estudiada por la ría de Ribadeo. Ignacio Crespo, de la empresa Argos, que localizó hace unos años un barco europeo del siglo XVI, cree que la costa lucense puede aportar grandes sorpresas porque hasta el momento no ha sido muy estudiada. «La navegación está documentada desde hace 5.000 años y en esta zona hay constancia de un puerto romano en Bares, por lo que si se estudiase a fondo podrían surgir sorpresas interesantes», dice Crespo. 

En un año de grave crisis económica este proyecto tan solo ha podido arrancar 60.000 euros de los presupuestos del Ministerio de Cultura y 15.000 de la Xunta. Sin embargo, la Xunta estudia otras posibilidades más económicas, como aprovechar los medios técnicos de la Armada española, algo que hizo el pasado año la Junta de Andalucía. 

A finales del pasado año, la Armada localizó un centenar de posibles pecios en aguas del golfo de Cádiz. En aquella ocasión, la campaña fue fruto de la colaboración con el Centro de Arqueología Subacuática de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Defensa.

La Xunta estudia ahora seguir estos pasos, aunque «cualquier intervención en este aspecto tendría que estar supeditada al criterio de los técnicos de Patrimonio», que serían los responsables de fijar los objetivos de actuación.

25 de mayo de 2011

Encuentran un sillar romano bajo una capilla en La Vila (Alicante)

Los restos procederían de un monumento de la ciudad romana de Allon que se utilizó en 1740 para la construcción de la iglesia de la Asunción 
Las obras de restauración de la Iglesia de la Asunción de La Vila (Alicante) escondían un descubrimiento único: un sillar romano de piedra debajo del altar de madera de la Capilla de Santa Marta. El hallazgo estaba incrustado apenas unos centímetros en el suelo original de dicha capilla de 1740.
Trabajos de medición y catalogación del sillar encontrado.
 La piedra, con unas dimensiones de 1,5 metros de largo, 93 de ancho y 40 de hondo, habría sido trasladada en el momento de la construcción del templo para sustentar el altar de la patrona. La concejala de Cultura, Loli Such, explicó que tras la reforma en los años 50, la parte inferior del sillar, unos 40 centímetros, quedó cubierta por el nuevo pavimento del presbiterio de la capilla.
En el siglo XVIII, mientras se construía la capilla, se habría producido la extracción de esta piedra de grandes dimensiones del foro romano de la antigua ciudad de Allon, a escasa distancia del templo actual, según el director del Museo Municipal, Antonio Espinosa. Además, otros trozos de menores dimensiones forman parte de los muros exteriores de la capilla.
Espinosa también se refirió al hallazgo años atrás de una enorme dovela de piedra en los cimientos del Café Mercantil, en la misma zona. Ambas piezas habrían pertenecido a algún gran monumento de la ciudad romana de Allon, como una puerta monumental de entrada.
El sillar, de aproximadamente 1,5 toneladas de peso, presenta una factura claramente romana con una orificio rectangular en una de sus caras, típico de la época, que se utilizaba para ensamblar varios sillares mediante un vástago de hierro y como enganche para poder trasladar este tipo de piedras de grandes dimensiones mediante grúas, según el Servicio Municipal de Arqueología, además de una cara lisa que se usaba para cimentación.
El Ayuntamiento sopesa ahora mantener el sillar de piedra en su ubicación actual dentro de la capilla después del proceso de análisis y documentación gráfica ya que sería una forma de mostrar parte de la historia de La Vila, no sólo de la época romana sino de la propia iglesia de la Asunción.
(Fuente: Las Provincias)

24 de mayo de 2011

La Junta de Andalucía expropiará las antiguas canteras del yacimiento de Carmona (Sevilla)

Declarada de interés social la adquisición de 6.220 metros cuadrados de terrenos garantizará la integridad del yacimiento


El Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía ha acordado declarar de interés social la adquisición de las denominadas Cantera Mayor y Cantera Chica, en la Zona Arqueológica de la Necrópolis y el Anfiteatro Romanos de Carmona (Sevilla). La medida se dirige a permitir la expropiación forzosa de estos terrenos, que tienen una superficie de 6.220 metros cuadrados, ante su deficiente estado de mantenimiento por parte de los propietarios y la consiguiente amenaza para la integridad del yacimiento.
La adquisición garantizará la integridad del yacimiento de Carmona (Sevilla).
   Las antiguas canteras, testimonio del proceso de edificación de la propia ciudad romana de Carmo, fueron incorporadas a la Zona Arqueológica en el año 2003 con el fin de configurar un solo Bien de Interés Cultural (BIC) junto con la necrópolis y el anfiteatro. Aunque mantienen frentes con los planos de extracción perfectamente definidos, su preservación se encuentra amenazada por la situación de abandono de las fincas donde se ubican, así como por la realización de actividades incompatibles y la existencia de edificaciones fuera de ordenación.
   La necrópolis de Carmona, declarada monumento en 1931, constituye uno de los conjuntos funerarios romanos de mayor extensión y en mejor estado de conservación, además de ser de gran interés para el conocimiento de las costumbres de la Hispania prerromana y romana. Situada en el sector occidental de las afueras de Carmona, en terrenos que cruzaba la vía que llevaba a Hispalis, este recinto funerario de incineración fue utilizado durante los siglos I y II.
MAUSOLEO COLECTIVO FAMILIAR
   Su tipo de enterramiento más generalizado es el mausoleo colectivo de carácter familiar, formado por una cámara subterránea a la que se accede por un pozo con escalones. Entre las tumbas del conjunto destacan por su espectacularidad las denominadas de Servilia y del Elefante.
   El anfiteatro, catalogado como monumento en 1978 y segregado del recinto funerario por la Avenida Jorge Bonsor, se excavó aprovechando la pendiente natural del terreno. En su arena, cuya elipse mide 55 por 39 metros, han quedado una serie de huellas que podrían corresponder a postes de madera para una cubierta de velas. La entrada, que se sitúa en el extremo oriental, está cortada en la roca en forma de rampa.
   Además de integrar en un solo BIC la necrópolis, el anfiteatro y las canteras, el decreto de 2003 estableció también una protección especial para los espacios que rodean la zona arqueológica: un área residencial de 11.937 metros cuadrados al oeste, hasta alcanzar la Avenida Jorge Bonsor, y otra de 12.475 metros cuadrados en el lado oriental hasta la confluencia de la calle Juan Fernández López con la Carretera Nacional IV Madrid-Cádiz.
(Fuente: Europa Press)

22 de mayo de 2011

Lugo recupera la piscina romana 50 años después de su hallazgo

La piscina romana de la Plaza de Santa María se descubrió en 1960 al realizar los trabajos de pavimentación del entorno de la catedral. Ante la falta de recursos para extraerla, decidieron dejarla bajo el pavimento de la plaza. En 2004 los técnicos relocalizaron la piscina y documentaron su situación exacta. En mayo de 2011 las obras de recuperación evolucionan a buen  ritmo.

Por su cronología, temática y situación, diferentes autores la consideran como un posible baptisterio paleocristiano, aunque parece más probable que se trate de una pequeña piscina de agua fría, perteneciente a un frigidarium de un complejo termal o de un balneum doméstico. Ante la falta de recursos para extraerla, decidieron dejarla bajo el pavimento de la plaza.
La piscina romana de Lugo en su hallazgo en 1960, antes de que se sellara
con una capa de arena. 
En el año 2004 los técnicos del Servicio Municipal de Arqueología localizaron la piscina y documentaron su situación exacta. También se comprobó que la piscina no es una estructura aislada, sino que formaría parte de un complejo arquitectónico mayor.


El estado de conservación de la piscina sólo lo conocemos a través de las fotografías y dibujos de 1960. 
En aquel momento se selló con una capa de arena y se trasladaron al Museo Provincial los fragmentos de mosaico desprendidos.
Al localizarla en 2004 se desestimó su excavación para evitar que se produjesen nuevas alteraciones.
Planos de 1960 de la piscina lucense.
Por lo que podemos apreciar en la documentación de 1960, parece que perdió una parte del muro perimetral y también una parte importante del mosaico que revestía este muro y el fondo.
En las zonas conservadas de mosaico se observan importantes lagunas, fisuras y desprendimientos.
No obstante, el carácter repetitivo de los motivos decorativos permitirá su reconstrucción.
El ámbito de actuación será limitado para no interrumpir el tránsito y los usos públicos de la plaza. El acabado se ejecutará con un vidrio transparente a nivel de rasante protegido con bolardos.
Localización actual de la piscina.
El objetivo fundamental es garantizar la conservación de los restos arqueológicos en las mejores condiciones posibles y hacerlo accesible al público.
Para ello es imprescindible dotar el espacio de una cubrición transparente y un sistema de ventilación permanente.
En la restauración de la piscina se utilizarán materiales y técnicas tradicionales y compatibles con los materiales originales, basadas sobre todo en el uso de la cal.
Estado actual de la piscina y los trabajos que se realizan en ella.
En la reconstrucción de las partes perdidas se integrarán los fragmentos de mosaico conservados en el Museo Provincial; para diferenciar las partes originales de las añadidas, las lagunas se reintegrarán con mortero de cal y se reproducirá el dibujo con color.
Para la restauración de la piscina se va a seguir un tratamiento de conservación compatible con los materiales que componen su estructura. 
Para ello, antes de comenzar la intervención se analizarán las teselas de ambos colores y el mortero de asiento y se estudiará su sistema poroso, así como un análisis por termoluminiscencia del opus signinum para aproximarnos a la fecha de construcción de la piscina.
(Fuente: lugo.es y por gentileza de El Rincón del Losal)

18 de mayo de 2011

Aflora un nuevo tesoro visigodo en Vega Baja de Toledo

Las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Vega Baja de Toledo están desarrollando, a medida que avanza la campaña, hallazgos y datos que confirman la importancia de la sede regia toledana en época visigoda como una cruz bañada en oro, una moneda del Rey Suintila y un anillo de sello.
   Los arqueólogos están especialmente satisfechos con el descubrimiento de una cruz fabricada en bronce y bañada en oro, con los cuatro brazos del mismo tamaño (cruz griega), símbolo muy utilizado en el periodo del cristianismo primitivo, ha informado Vega Baja en nota de prensa.
   Estaría calada en tres de sus cuatro lados, con orificios un cada extremo para su sujeción. Además, en el centro de la cruz, se observa el típico engarzado para la pedrería, característico en los elementos de orfebrería de la época, como en las coronas votivas del tesoro de Guarrazar.
MONEDA DE ORO
   Otra de las piezas importantes desenterradas esta campaña es un tremís (moneda) de oro acuñado en Toledo en época de Suintila (621-631), conocido como el 'Rey de los pobres'. Fue un monarca godo con uno de los reinados más azarosos y convulsos de los conocidos.
   Su carácter guerrero le llevó a aplastar a los vascones y expulsar a los bizantinos de la península. Sus políticas a favor del pueblo, en contra de los privilegios de la nobleza y el clero, así como otras decisiones administrativas que no gustaron a las altas jerarquías, movilizaron a sus enemigos que le arrebataron la corona, le privaron de sus bienes, le excomulgaron y lo encerraron en un monasterio de Toledo.
   Las excavaciones en la Vega Baja han permitido el hallazgo de un anillo de sello, con chetón decorado con unos caracteres --todavía en estudio y en fase de restauración-- en torno a una pequeña cruz griega.
   Estas grafías pueden corresponder al nombre propio del dueño del anillo, como está documentado en otros yacimientos de la Península Ibérica en el siglo VII después de Cristo. Habría pertenecido a alguien de elevada posición social, aristócrata o miembro de la jerarquía eclesial.
   En el mismo sector de estos descubrimientos, ha aparecido la parte de una patena de bronce, elemento propio de las celebraciones litúrgicas, que constaría de un plato circular (desaparecido), y que estaría unido al mango por medio de tres remaches.
   Esta serie de nuevos hallazgos, junto a otros que se encuentran en fase de análisis y documentación, testimonia la estrecha conexión existente entre la Iglesia y el poder real, conocida por los datos documentales que ofrecen los 18 Concilios de Toledo, y corroborada en las excavaciones arqueológicas del yacimiento de la Vega Baja.
   Algunas de estas piezas se incluyen en el libro-catálogo 'La Vega Baja. Investigación, Documentación y Hallazgos', que tendrá lugar este jueves y que reúne el trabajo realizado en los últimos años en el yacimiento de Toledo.
(Fuente: Europa Press)