google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: xilófagos
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18 de junio de 2013

Arqueólogos de la Universidad de Jaén abren una cámara intacta de más de 4.000 años en la necrópolis faraónica de Qubbet el Hawa (Egipto)

La cámara ha permanecido intacta gracias a unos ladrones de tumbas, quienes hace varios miles de años al excavar en un pozo próximo bloquearon su acceso con escombros. La tumba pertenece a un hombre, en concreto de un gobernador de Elefantina que murió de forma repentina, en torno a los 26 años y fue enterrado en dos ataúdes. 
El equipo de investigadores de la UJA en la campaña 2013 en Qubbet el Hawa. Foto: Proyecto Qubbet el Hawa
El profesor de Historia Antigua de la Universidad de Jaén, Alejandro Jiménez Serrano, dirige la misión española que investiga las tumbas de Qubbet el Hawa, uno de los cementerios privados más importantes de Egipto. El profesor jienense halló hace varios años una cámara secreta con la ayuda del Doctor Mohamed el-Bialy, por aquel entonces responsable del Consejo Supremo de Antigüedades en Asuán y Nubia. Hasta este año no ha sido posible disponer de un acceso seguro a dicha cámara, que fue sellada hace 4.000 años.

Qubbet el Hawa es una necrópolis faraónica que se encuentra en una colina rocosa frente a la ciudad de Asuán, a orillas del Nilo. En sus tumbas descansan los restos de los nobles que gobernaron Elefantina, la provincia más al Sur de Egipto. El equipo liderado por el investigador del UJA ha trabajado durante tres años consecutivos para tener acceso a la gran losa de piedra pulida que sellaba la cámara. Una vez retirada ésta, los excavadores han podido acceder al interior de la cámara donde había un ataúd que contenía los restos momificados de un antiguo gobernante de Elefantina de la época del reinado del faraón Amenemhat III (1818-1773 aC).

Alejandro Jiménez señala que la momia escondía un secreto: “El difunto había sido enterrado en dos ataúdes, tanto el exterior como el interior estaban decorados. El exterior se encontraba muy mal debido a que había sido afectado por los xilófagos (termitas), y el interior estaba en perfectas condiciones porque estaba hecho de una madera mucho más dura. Las inscripciones de la caja exterior identificaban al difunto como un hombre, sin embargo los jeroglíficos de la caja interior se referían a la momia como una mujer”. El investigador explica que no salieron de dudas hasta que pudieron acceder a la momia. Los estudios preliminares de la misma determinaron que se trataba de un hombre, en concreto de un gobernador de Elefantina que murió de forma repentina, en torno a los 26 años. “Al no disponer sus parientes en ese momento de un ataúd preparado para un hombre utilizaron otro que estaba destinado a una mujer de la familia”, añade. Luego introdujeron dicho ataúd en otra caja en la que sí realizaron las correctas inscripciones identificando al difunto como un hombre.


Acceso al interior de la cámara intacta del gobernador de Elefantina.
Foto: Universidad de Jaén.

Saqueadores de tumbas
El investigador de la UJA subraya que la cámara ha permanecido intacta durante tanto tiempo gracias a unos ladrones de tumbas, quienes hace varios miles de años entraron en la tumba nº 33 de Qubbet el Hawa en busca de tesoros. Los saqueadores centraron su atención en un pozo adyacente a la cámara, y al excavarlo extrajeron el relleno de escombros que los cegaba y los amontonaron delante de la puerta secreta que daba a la cámara, cubriendo su acceso durante casi cuatro milenios hasta que la misión liderada por Alejandro Jiménez dio con ella.

El equipo español lleva cinco años estudiando los misterios que esconde el que es uno de los cementerios privados más importantes de Egipto. “Estas tumbas han sido re-ocupadas en tres periodos históricos diferentes, lo que nos permite apreciar la evolución que se ha producido en el uso de algunos elementos del ajuar funerario, lo cual es un privilegio”, destaca el experto.

Las tumbas de Qubbet el-Hawa disponen de un patio abierto, al estilo de los templos egipcios, por el que se accede a una sala con pilares que imita a un bosque de papiros. Esta sala era el lugar donde se dejaban las ofrendas y comunica con diversos túneles y puertas secretas por los que se accede a las cámaras en las que se encuentran los ataúdes. El equipo de la Universidad de Jaén espera poder seguir investigando durante mucho tiempo el acceso a estas tumbas y los misterios que se esconden en ellas.