El inconsciente colectivo de los laguneros tiene grabadas a fuego la silueta de la torre de La Concepción, el faro de Bajamar o la escultura del Padre Anchieta como una especie de totems identitarios de la cultura popular. Sin embargo, si se le pidiera a cualquier vecino que visualizara algo relacionado con el patrimonio guanche en el municipio, seguro que sería difícil conseguir alguna imagen y si así fuera, sería raro que pudiera ponerle un escenario definido aunque esos escenarios existen. Aguere alberga más de un centenar de yacimientos arqueológicos que se encuentran en estado de abandono.
Esta contradictoria realidad fue expuesta por José Farrujia, doctor en Prehistoria por la Universidad de La Laguna, durante la conferencia que ofreció esta semana bajo el título Arqueología guanche en el patrimonio de La Laguna, dentro del calendario de actos conmemorativos del XI aniversario de la declaración de la ciudad como Patrimonio de la Humanidad, que organizó la Asociación de Vecinos del Casco Histórico.
Algunos de los restos de la Cueva de El Calabozo. |
En su intervención, Farrujia aseguró que el municipio "posee yacimientos con la suficiente entidad patrimonial como para abrir diversos parques arqueológicos", pero se lamentó de que todos los esfuerzos del municipio se hayan centrado en recuperar el patrimonio histórico, más todavía desde la declaración de la Unesco, en 1999.
"Lo que se conserva es la historia de las clases dominantes, las casonas, los palacetes, las iglesias, pero raramente se hace algo por preservar la historia de los dominados. Esto nos lleva a perder todas aquellas creaciones culturales que no fueron asimiladas por las élites. En el fondo, parece que tuviéramos amnesia de nuestra historia y de nuestra identidad", recalcó.
El experto afirmó que el último inventario arqueológico del municipio se hizo en 1989. Ese documento confirma la abundante riqueza de restos aborígenes que atesoran los yacimientos del municipio. Su estudio permitiría conocer más sobre sus costumbres y creencias y compararlas con las del resto de los aborígenes de la Isla. Pero paradójicamente el 90% de estos enclaves no han sido investigados, algo que Farrujia achacó a la falta de voluntad política.
Muchas de estas reliquias están a la intemperie y no cuentan con medidas de protección o señalización de ningún tipo. Esto expone a los recursos a la erosión medioambiental y al expolio por parte de ciertos desaprensivos. Muchos otros parajes, en cambio, han quedado sepultados. Con el paso de los siglos, los movimientos de tierras e incluso la construcción de nuevos núcleos poblacionales los han enterrado. Esto sucede en Tejina, por ejemplo, donde se sabe que antiguos poblados guanches han quedado debajo de las actuales construcciones. El historiador José Farrujia teme que de mantenerse esta indiferencia por parte de la Administración, ciertas facetas que definen la historia y la identidad de los pobladores originarios de esta zona de Tenerife "se pierdan para siempre por su mala conservación y no podamos comprobar si sus costumbres repetían los patrones que hemos observado en el resto de la Isla".
En este sentido, El Hierro, La Palma y Gran Canaria siguen una política radicalmente opuesta. En ellas hay parques arqueológicos desde los que se realiza una gran labor de divulgación. El caso más puntero es el del complejo de la Cueva Pintada, en Gáldar. También otras ciudades Patrimonio de la Humanidad, como Salamanca con su estación de arte rupestre de la Siega Verde, ponen en valor su pasado.
Para Farrujia, el modelo de Salamanca podría trasladarse a La Laguna. Pero se muestra escéptico. Según un estudio que menciona este investigador, realizado en los noventa por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos (ICOMOS), se revela que en Europa las ciudades históricas, los monumentos religiosos, el cristianismo y la arquitectura "elitista" están todos sobrerepresentados en la lista de Patrimonio Mundial.
"Lo que nos pasa es fiel reflejo de lo que sucede en otras muchas ciudades europeas en las que la arqueología y las culturas vivas están infravaloradas", se queja el experto y añade: "Nuestros tesoros arqueológicos están dispersos por los barrios. Tenemos hitos en Tejina, Valle de Guerra, Bajamar y Punta del Hidalgo y deberíamos aprovechar esa dispersión que tiene la virtud de descentralizar la gestión y el disfrute del patrimonio".
(Fuente: La Opinión de Tenerife)