google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Toledo
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31 de mayo de 2011

Santa Fe, la cristianización de los palacios musulmanes de Toledo

Nos encontramos ante una estructura ciclópea asentada en la roca y levantada con aparejo.Se trata de un modelo de factura islámica generalizado en el área peninsular en el siglo VIII
El conjunto conventual de Santa Fe en Toledo es producto de una serie de construcciones erigidas desde la ocupación musulmana hasta el siglo XX. Obras como la Capilla de Belén, con su bóveda califal, el ábside mudéjar de Santa Fe, el alfarje policromado, el Claustro isabelino o la Iglesia de Santiago, han hecho de éste un edificio emblemático en el que la documentación arqueológica realizada en los últimos años junto al proyecto de rehabilitación como ampliación del Museo de Santa Cruz ha permitido aclarar aspectos de sus fases constructivas y descubrir parte del aula regia islámica encuadrada a partir del siglo X, tal y como pone de manifiesto el trabajo arqueológico presentado por Fabiola Monzón Moya y hecho público en las actas de las III Jornadas de Arqueología de Castilla-La Mancha llevadas a cabo en 2007 en Toledo.
Las fases constructivas revelan los trazados urbanísticos en Toledo.

En dichas actas recuerda que la ciudad islámica se dividía en diferentes sectores: la alcazaba y la medina propiamente dicha, a los que se suman distintos arrabales. El recinto de la alcazaba, uno de los ingredientes básicos de su estructura urbana, ocupaba el ángulo noreste de la ciudad y estaba rodeado por una muralla conocida como al-Hizám o Ceñidor, y en época cristiana Alficén. En ocasiones, ésta fue aprovechada como cimiento de edificaciones posteriores, como el caso de Santa Fe, facilitando su conservación. La alcazaba cerraba el recinto del barrio residencial de los caídes y la guarnición protegiendo a su vez a la población con un dominio directo sobre el puente Alcántara, quedando organizada aprovechando el espacio aterrazado del terreno, al igual que sucedió en la ciudad palatina de Madinat al-Zahra’. 

En época califal, al-Hizám contó con dos puertas, la del Puente y la del Alcántara, aquella posiblemente coincidente con el actual Arco de la Sangre, ampliamente reformado después de la Guerra Civil. Durante el período taifa es posible que se añadiera un nuevo acceso para conectar con los palacios del rey al-Ma’mún situados en la parte noroeste del recinto, e hipotéticamente se ha planteado que la Puerta de Alfadá o de la Explanada pudiera coincidir con la travesía de Santa Fe.

En Santa Fe, este muro se utilizó como cierre exterior, quedando claramente visible en el sector occidental del edificio. Las últimas investigaciones realizadas han permitido constatar que nos encontramos ante una estructura ciclópea asentada en la roca y levantada con un aparejo asimétrico integrado por grandes bloques rectangulares e irregulares de piedra granítica colocados en la base verticalmente y en el alzado de forma horizontal, generando hiladas de 0,50 m y 0,80 m de altura. La amplia junta existente entre ellos queda disimulada con un enripiado de teja y pequeños cantos de granito. Por las características referidas, nos encontramos ante un modelo de factura islámica generalizado en el área peninsular hacia mediados del siglo VIII, o entre los siglos VIII-IX, una cronología que determina que ya en época emiral la alcazaba gozaba de una sólida estructura e identidad, aunque deba a ‘Abd al-Rahmán III su consolidación y ampliación tras la toma de Toledo en el año 932. 

La ciudadela integraba construcciones de carácter político y militar, y a su vez defendía el área palatina a la que se alude en diversas crónicas históricas. El primer palacio musulmán que consta en esta ciudad es el del muladí Amrus, construido en época de al- Hakám I en torno a finales del siglo VIII, posiblemente con tapial.
(Fuente: El Día Digital)

29 de mayo de 2011

La excavación arroja luz sobre los usos del agua en la Judería de Toledo

El arqueólogo Carlos Barrio, responsable de las excavaciones realizadas en la intersección de la Calle del Ángel con Reyes Católicos en la capital toledana, intenta corroborar con sus resultados una hipótesis planteada por historiadores como Julio Porres Martín-Cleto y Jean Passini: la localización en esta zona del Casco Histórico del acceso a la Judería Mayor y la Sinagoga del Sofer.
El pozo y el aljibe encontrados podrían ser
 de época islámica.

«No tenemos nada comparable a una planta del edificio», reconoce el arqueólogo. «Los restos están muy arrasados y ha habido modificaciones a lo largo de los siglos, probablemente a finales de la Edad Media, y después de que los judíos abandonasen la ciudad». Sin embargo, la posibilidad de haber encontrado restos de una nueva sinagoga -edificios cuya localización sigue siendo muy imprecisa dentro del Casco- es demasiado atractiva como para abandonarla sin una reflexión más profunda. Sobre todo, cuando algunos de los vestigios hallados durante la excavación de Barrio -un aljibe en forma de botella, suelos, restos de cerámica realizados mediante la técnica de cuerda seca- apuntan a la época altomedieval, etapa en que la Judería Mayor de Toledo se encontraba en pleno funcionamiento.

Sea como sea, la intervención en este solar -que, gracias a la actuación del Consorcio se convertirá en una nueva plaza- permitirá añadir nuevos datos a los usos hidráulicos en época medieval. Además de la pareja de aljibes encontrados en la zona Norte del solar, probablemente asociados a la construcción de una casa-patio (uno para «uso de boca» y el otro para baldeos), la excavación ha dado con otro aljibe y un pozo cuya antigüedad parece mayor en la zona central del actual solar. Por su tipología en forma de botella, el primero podría resultar islámico. El segundo, cuya profundidad supera los 6 metros, también podría corresponder a este periodo, sin descartar un posible origen romano.

«Está claro que nos encontramos sobre una corriente de agua subterránea aprovechada desde época muy antigua», según el arqueólogo. En el ángulo del solar más alejado de la Calle del Ángel, la aparición de un probable desagüe romano confirma esta hipótesis. Carlos Barrio se plantea que el pozo y el aljibe situados en la zona central del solar podrían ser de uso público, siendo posible que estuvieran relacionados con el cercano acceso a la Judería Mayor que permanece sin localizar.

Completan estos restos abovedamientos de ladrillo sobre un sótano excavado en roca cuya profundidad es de aproximadamente tres metros y medio. Asimismo es de destacar una rampa, también pavimentada de ladrillo, cuyo curso interrumpe una zona divisoria, señal, en palabras del arquitecto, de las modificaciones operadas en este lugar a lo largo de los siglos.
En un primer momento de la excavación, Carlos Barrio tuvo que enfrentarse a una realidad habitual en este tipo de actuaciones en el Casco Histórico: el aprovechamiento de los huecos del solar como escombrera. A excepción de algunos restos de cerámica azul cuyo origen parece estar situado a finales del siglo XIX -cuando se levantó la vecina Escuela de Arte-, la mayor parte de los escombros aparecidos es de los años ochenta del pasado siglo.

Durante las tareas arqueológicas se encontró también una pequeña placa de alabastro reutilizada, probablemente de origen islámico, que representa a un grifo sobre los cuartos traseros de otro animal.    

18 de mayo de 2011

Aflora un nuevo tesoro visigodo en Vega Baja de Toledo

Las excavaciones en el yacimiento arqueológico de Vega Baja de Toledo están desarrollando, a medida que avanza la campaña, hallazgos y datos que confirman la importancia de la sede regia toledana en época visigoda como una cruz bañada en oro, una moneda del Rey Suintila y un anillo de sello.
   Los arqueólogos están especialmente satisfechos con el descubrimiento de una cruz fabricada en bronce y bañada en oro, con los cuatro brazos del mismo tamaño (cruz griega), símbolo muy utilizado en el periodo del cristianismo primitivo, ha informado Vega Baja en nota de prensa.
   Estaría calada en tres de sus cuatro lados, con orificios un cada extremo para su sujeción. Además, en el centro de la cruz, se observa el típico engarzado para la pedrería, característico en los elementos de orfebrería de la época, como en las coronas votivas del tesoro de Guarrazar.
MONEDA DE ORO
   Otra de las piezas importantes desenterradas esta campaña es un tremís (moneda) de oro acuñado en Toledo en época de Suintila (621-631), conocido como el 'Rey de los pobres'. Fue un monarca godo con uno de los reinados más azarosos y convulsos de los conocidos.
   Su carácter guerrero le llevó a aplastar a los vascones y expulsar a los bizantinos de la península. Sus políticas a favor del pueblo, en contra de los privilegios de la nobleza y el clero, así como otras decisiones administrativas que no gustaron a las altas jerarquías, movilizaron a sus enemigos que le arrebataron la corona, le privaron de sus bienes, le excomulgaron y lo encerraron en un monasterio de Toledo.
   Las excavaciones en la Vega Baja han permitido el hallazgo de un anillo de sello, con chetón decorado con unos caracteres --todavía en estudio y en fase de restauración-- en torno a una pequeña cruz griega.
   Estas grafías pueden corresponder al nombre propio del dueño del anillo, como está documentado en otros yacimientos de la Península Ibérica en el siglo VII después de Cristo. Habría pertenecido a alguien de elevada posición social, aristócrata o miembro de la jerarquía eclesial.
   En el mismo sector de estos descubrimientos, ha aparecido la parte de una patena de bronce, elemento propio de las celebraciones litúrgicas, que constaría de un plato circular (desaparecido), y que estaría unido al mango por medio de tres remaches.
   Esta serie de nuevos hallazgos, junto a otros que se encuentran en fase de análisis y documentación, testimonia la estrecha conexión existente entre la Iglesia y el poder real, conocida por los datos documentales que ofrecen los 18 Concilios de Toledo, y corroborada en las excavaciones arqueológicas del yacimiento de la Vega Baja.
   Algunas de estas piezas se incluyen en el libro-catálogo 'La Vega Baja. Investigación, Documentación y Hallazgos', que tendrá lugar este jueves y que reúne el trabajo realizado en los últimos años en el yacimiento de Toledo.
(Fuente: Europa Press)

9 de abril de 2011

La ciudad árabe de Vascos duerme su esplendor en una finca particular de Toledo desde el Siglo XI

Resulta imposible no sentirse contagiado del misterioso hechizo que emana de cada una de sus piedras, que perfilan sobria y armoniosamente la arquitectura de esta enigmática Ciudad de Vascos, situada en  el término de Navalmoralejo (Toledo). 
Vista de la ciudad en el municipio de Navalmoralejo (Toledo).

Muchas y variadas teorías se han aventurado en torno al nombre de estas misteriosas ruinas, pero ninguna está medianamente fundamentada. Se supone que debió de ser una deformación fonética de su denominación primitiva del árabe. Tampoco se sabe bien si éste era el nombre por el que se le conocía en aquella época. También permanecen en el más oscuro de los misterios los motivos que impulsaron su construcción en el siglo X, su gran desarrollo (se calcula que albergó más de tres mil habitantes) y posteriormente su total abandono en el XI, en pleno florecimiento. 

La ciudad está ubicada sobre un áspero promontorio, en un risco salvaje, en un enclave lleno de magia y misterio, abrazada por el río Huso y sumida en el olvido. El espectáculo es sobrecogedor. Toda una ciudad hispano-musulmana detenida en el tiempo. Situada en lo más profundo de la Jara toledana, en el municipio de Navalmoralejo, está rodeada de una magnífica muestra del llamado bosque mediterráneo, una rica y variada fauna adaptada a este tipo de ecosistema. 
La ciudad está en una finca particular.


Se sabe poco de este sorprendente asentamiento, aunque los trabajos arqueológicos que se vienen realizando desde el año 1.975 van desvelando gota a gota cómo vivían y cómo se defendían sus moradores. Se conoce poco más porque estas venerables ruinas se resisten tenazmente a entregar sus secretos tan celosamente guardados durante siglos. Dotado de cementerios, sólidas murallas, baños y una altiva alcazaba, la ciudad se levantó distante de enclaves estratégicos y lejos de las principales rutas comerciales al Tajo y a Toledo. Este aislamiento ha contribuido en gran medida a que el lugar no haya sido expoliado, sin más deterioro que el producido por el paso de los siglos. 
Puente romano de La Canasta, una calzada romana secundaria
 que unía la ciudad de Vascos del municipio de Navalmoralejo y Toledo.
Los restos mejor conservados, los que confieren al conjunto el carácter monumental y que más impactan al visitante que lo contempla, lo forman los elementos defensivos y militares de la ciudad. En concreto la robusta muralla o lienzo defensivo que protege el espacio de unas ocho hectáreas, elemento fundamental en las ciudades hispano-musulmanas, y que envuelve la Medina o ciudad propiamente dicha. El trazado de esta defensa se adapta a lo abrupto del terreno, bordeando los lugares más escarpados. Se conservan restos de dos puertas, una de ellas con el arco de herradura típicamente musulmán y cinco angostos postigos horadados en la muralla. Fuera de ésta, en extramuros, los llamados Baños de la Mora -con la posibilidad de emanar agua fría o caliente- y restos de otras dependencias en donde los artesanos ejercían sus labores, posiblemente para evitar ruidos y olores a la ciudad. 

Varias teorías afirman, aunque nada concreto se ha podido demostrar hasta el día de hoy al no existir documentos que lo avalen, que la construcción de esta ingente obra se relaciona con fines estratégicos y defensivos, tal vez vinculada a la defensa de la línea fronteriza del Tajo. Otras la relacionan con la minería, estimando que estaba ligada mediante rutas o caminos con las minas de hierro y oro que existieron en las Rañas de Jaeña. Esta teoría se basa en las escorias halladas en las excavaciones. 

Para visitar la Ciudad de Vascos:
Horarios Centro de Interpretación: 
A partir del 15 de mayo, sábados de 10 a 14 horas.
Tarifas Entrada gratuita
Servicio Visitas guiadas previa cita concertada llamando a los teléfonos 625 738 152 y 639 004 915 o por e-mail a carpetaniatur@ya.com


19 de enero de 2011

Se abren al público las cuevas de Hércules de Toledo

Las Cuevas de Hércules de Toledo, declaradas Bien de Interés Cultural (BIC) el 8 de enero de 2008, podrán ser visitadas desde esta semana.

Según han confirmado a Europa Press fuentes del Consorcio, este espacio muestra una mezcla de los mundos romano y medieval con la arquitectura contemporánea. La mezcla es el resultado de las distintas modificaciones que ha sufrido el callejón de san Ginés, solar donde se encuentra, a lo largo de los años.
Un mundo de leyenda entorno a las cuevas.
En este sentido, el Consorcio ha explicado que en época romana se construyó en esta zona un depósito de agua para el abastecimiento de la ciudad, que formaba parte de la red hidráulica romana de Toletum. Posteriormente, ya en época visigoda, sobre el depósito de agua se levantó un templo cristiano, al que le sucedió una mezquita. Más tarde, probablemente en el siglo XII, se construyó un templo dedicado a San Ginés.

Además de su atractivo artístico, las Cuevas de Hércules han dado lugar a múltiples leyendas. Según el Consorcio, existen varios textos medievales según los cuales las cuevas serían oquedales naturales a los que Hércules, fundador de la ciudad, habría dado una estructura arquitectónica para instalar allí sus palacios, donde se practicaban artes mágicas y nigromancia.

Otras leyendas relacionan estas Cuevas con la desaparición del reino visigodo a manos de los árabes, pues habría sido el mismo Hércules quien, con sus dotes adivinatorias, dejó en un cofre cerrado la profecía de la destrucción del reino visigodo, dejando explicito que cada rey pusiera un candado más. Pero el rey Don Rodrigo abrió el cofre y puso en marcha la maldición de la profecía, perdiendo su reino en manos del islam y quedando destruido por fuerzas sobrenaturales el palacio, del que sólo quedaron las cuevas.
(Fuente: Europa Press)


18 de julio de 2010

Toledo: Mañana lunes se inaugura el nuevo Museo del Ejército en el Alcázar

 La inauguración mañana, lunes, del Museo del Ejército en su nueva sede en el Alcázar de Toledo supondrá el inicio de una nueva etapa catorce años después de que el Gobierno central fijara esta nueva sede, que duplica la superficie que había en Madrid y a la que se espera que acudan 700.000 visitantes al año.
La inauguración del Museo estará presidida por el Príncipe de Asturias, acompañado por las ministras de Cultura y Defensa, Ángeles González-Sinde y Carme Chacón, respectivamente, teniendo en cuenta que ambos Ministerios son los que han realizado la inversión acometida en este proyecto, una cantidad "muy importante" que no se ha desvelado.

El Museo del Ejército cerró su sede de Madrid en junio de 2005 (salvo la exposición permanente que continuó hasta 2007) y a comienzos de 2008 inició su traslado al Alcázar de Toledo donde abrirá sus puertas el mismo mes de julio pero catorce años después de que el entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, fijara esta nueva sede.
El Museo acoge en su nueva sede una exposición permanente en una superficie de 8.000 metros cuadrados (el doble de la que había en Madrid) que se articula en torno a siete salas cronológicas y trece temáticas.
De las más de 36.000 piezas que tiene el Museo, la exposición permanente mostrará unas 6.500 en un discurso museográfico que ha seleccionado los objetos más representativos para explicar al visitante la historia del ejército como parte de la historia de España.
Hace apenas dos meses que el general Antonio Izquierdo tomó posesión como director del Museo del Ejército sustituyendo al general Luis Fernando Núñez, que pasó a situación de retiro el 13 de mayo.
Nacido en Tetuán hace 58 años, el general Izquierdo considera "un regalo" su nueva responsabilidad como director del Museo, según admitió a Efe durante un recorrido con periodistas a los que guió por el nuevo Museo.

El general tiene una profunda vinculación con la ciudad de Toledo ya que ha desarrollado gran parte de su carrera profesional en la Academia de Infantería.
Las previsiones apuntan a que el Museo recibirá 700.000 visitantes cada año en el Alcázar de Toledo, un edificio cuya historia también está presente en el recorrido del Museo a través de los restos arqueológicos hallados en las excavaciones de la zona norte, que documentan el enclave desde su primitivo origen a finales de la Edad del Bronce.
José Ignacio de la Torre -arqueólogo, técnico en el Museo del Ejército y codirector de las excavaciones de Numancia (Soria)- invita a disfrutar también de este otro recorrido histórico, el ligado a la arqueología y los orígenes del Alcázar y, por tanto, de Toledo.
El Alcázar fue una fortaleza romana que modificaron siglos más tarde visigodos y árabes, albergó la residencia del rey Alfonso VI tras conquistar Toledo (en el año 1085), y a partir de 1540 el arquitecto Alonso de Covarrubias dirigió su reconstrucción.
La exposición permanente del Museo se articula en torno a siete salas de discurso histórico y otras trece temáticas, pero también hay una espléndida sala de exposiciones temporales de casi 900 metros cuadrados.
Coincidiendo con la inauguración del Museo en Toledo, la sala de permanentes acoge la exposición "Los ejércitos antes del Ejército", que refleja una evolución desde la prehistoria hasta los ejércitos actuales.
Los diez almacenes de fondos, los cuatro talleres de restauración, el auditorio y el centro de documentación completan los contenidos de un Museo que también dispone de aula didáctica, tienda y cafetería.
Un total de 157 personas integran la plantilla orgánica de este Museo, incluyendo 107 profesionales civiles, 36 militares y 14 efectivos de la Guardia Civil.
El Museo abrirá el lunes exclusivamente para la inauguración pero el martes, día 20, estará abierto al público desde las 10 de la mañana hasta las 21 horas de la tarde (según el horario vigente desde el 1 de junio hasta el 30 de setiembre).
Los domingos, el Museo abrirá de 10 a 15 horas (con entrada gratuita) y todos los lunes del año, festivos incluidos. (EFE)

25 de abril de 2010

Toledo: la ciudad de las tres culturas

Tras su conquista por Alfonso VI en 1085, Toledo se convirtió en encucijada de tres culturas y ejemplo de convivencia entre mudéjares, mozárabes, judíos y cristianos del norte, acogiendo iniciativas culturales tan notables como la de la famosa Escuela de Traductores.


Tras ocupar Toledo en 1085, Alfonso VI de León y Castilla garantizó los derechos de los musulmanes, los judíos y los cristianos arabizados que vivían en la ciudad, dando así inicio a un pionero ensayo de tolerancia. Toledo se convirtió en la ciudad de las tres culturas. Al contemplar la ciudad encaramada sobre su promontorio y abrazada por las gargantas que el Tajo ha tallado en la roca, al-Idrisi, el gran viajero andalusí del siglo XII, podía exclamar con justicia: «Toledo está por encima de cuanto se dice de ella.
Dios la ha adornado como a una novia, ciñendo su cintura con un río parejo a la Vía Láctea y coronando su cabeza».

No fue éste el único elogio que Toledo suscitó durante la Edad Media. Capital del reino visigodo destruido por la invasión islámica de 711 y que los cristianos querían restaurar, la ciudad del Tajo fue símbolo de unidad y de pluralidad, de la Reconquista y de la tolerancia. Durante siglos residieron dentro de sus muros gentes de diversas religiones y culturas en un clima de convivencia pacífica que se haría legendario. Tras la victoria cristiana de las Navas de Tolosa (1212), cuando la frontera se trasladó a Sierra Morena, la ciudad del Tajo quedó libre de la presión musulmana. La sociedad que se desarrolló en Toledo a lo largo de ese periodo estuvo marcada por la convivencia de comunidades con identidades diferentes, tanto culturales como religiosas. La toma de Toledo en 1085 se tradujo en una capitulación que favorecía a todos sus habitantes.

Alfonso VI se comprometió a respetar los bienes y creencias de los musulmanes, aunque estaban obligados a satisfacer los impuestos que antes pagaban a las autoridades musulmanas. Aunque, según el acuerdo de capitulación los musulmanes podían conservar la gran mezquita, en 1086 el arzobispo de Toledo la ocupó y la consagró como catedral cristiana. En 1090 Alfonso VI otorgó a los judíos que vivían en su reino un fuero conocido como ‘Carta inter christianos et judaeos’ que les equiparaba en derechos a los cristianos. Las autoridades cristianas de Toledo dictaron normas por las que se prohibía a los mudéjares compartir mesa o casarse con cristianos y acceder a cargos públicos. Mientras que mozárabes y mudéjares convivían abiertamente en la ciudad, los judíos, cuya presencia en Toledo se remontaba a la época romana, residían en un barrio propio. Los judíos de Toledo desempeñaron numerosos oficios de carácter artesanal, pero destacaron en el ámbito del comercio y las finanzas, y desempeñaron un importante papel en la vida intelectual de la ciudad. Durante la ocupación cristiana, Toledo no sufrió destrucciones ni saqueos, por lo que conservó su trama urbana y sus edificios más emblemáticos. Por último, entre 1252 y 1284 Alfonso X marcó el apogeo de la Escuela de Traductores.

Via: historiang.com