google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Cristóbal Pérez Bareas
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5 de junio de 2020

Los arqueólogos documentan una Villa Romana en Mengíbar (Jaén)

Una excavación arqueológica de urgencia saca a la luz en Mengíbar (Jaén) restos constructivos que podrían estar asociados a una villa romana junto a la Vía Augusta a orillas del Guadalquivir y a escasos 200 metros del Arco de Jano Augusto de Mengíbar. Entre otros materiales han aparecido teselas de mosaico, fragmentos de cerámica y vidrio así como restos de estuco.
La villa romana se corresponde al periodo alto imperial. FOTO: CRISTÓBAL PÉREZ BAREAS
Según ha podido saber VIVIR JAÉN, una intervención arqueológica de urgencia en Mengíbar sacó a la luz el pasado mes de marzo, restos muebles y constructivos asociados a un asentamiento rural de carácter agropecuario y correspondientes a época alto imperial romana (siglos I-II dC).

La excavación de urgencia dirigida por el arqueólogo Cristóbal Pérez Bareas, a instancias de la Delegación de Cultura de la Junta, vino motivada por una avería en la red de agua de la Comunidad de Regantes de Mengíbar y se centró en un tramo de canalización de 30 metros de largo y 6,5 metros de ancho, además de un área de aproximadamente 40 metros cuadrados. “Se trata de una pequeña superficie, donde hemos realizado una excavación de registro en una zona de la que ya se habían documentado restos a nivel superficial, pero nunca se había excavado en profundidad”, dijo Pérez Bareas a VIVIR.

Se trata de una zona de gran afección arqueológica, a doscientos metros del Arco de Jano Augusto -que descubrió la Universidad de Jaén en 2018-próxima a la ciudad ibero-romana de Iliturgi y casi a orillas del río Guadalquivir.

Del trabajo de los arqueólogos, que se extendió a lo largo de un mes, antes de la declaración del estado de alerta sanitaria, se han documentado depósitos arqueológicos que se remontan a la prehistoria y que incluyen evidencias constructivas relacionadas con un asentamiento romano de comienzos de la época imperial, con sucesivas modificaciones que se corresponden con diferentes fases de ocupación en las que se re-aprovecharon materiales constructivos como grandes sillares de piedra, de hasta 1,5 metros de diámetro.Según explica Pérez Bareas, “el complejo también sufrió un largo periodo de abandono hasta que se vuelve a re-ocupar entre los siglos IV y V dC, ya en época tardo romana”.

Según explica el arqueólogo,entre los restos han aparecido teselas, que se relacionan con mosaicos, cerámica, vidrio y restos de estuco en paredes.

“Nosotros hemos documentado un área muy pequeña de excavación, y muy compleja ya que en la instalación del sistema de riego, que en algunos puntos llega a los dos metros de profundidad, se rompieron las secuencias estratográficas del terreno”, concluyó el arqueólogo que también agradeció el trabajo realizado en la excavación por los operarios de la empresa Tragsa.