google.com, pub-4869754641634191, DIRECT, f08c47fec0942fa0 La Bitácora de Jenri: Cabezo Alcalá
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25 de enero de 2017

Hallan el campamento romano que asedió y destruyó la ciudad de Cabezo Alcalá, en Azaila (Teruel)

La destrucción de la ciudad ibero-romana se produjo en plena guerras sertorianas entre los años 75 y el 69 a.C. Ocupó 2,2 hectáreas y tenía unas dimensiones de 152x140 metros. Ha sido descubierto gracias a la revisión de fotografías antiguas de dos vuelos americanos realizados en 1945 y 1956,
En todas las viviendas se encontraron materiales quemados y tejados hundidos. 
La ciudad iberoromana de Azaila fue destruida y aniquilada entre el año 75 y 69 antes de Cristo durante las guerras de Sertorio. Sus defensores, ya romanizados, montaron barricadas y aguantaron las embestidas de las legiones enviadas por la República de Roma para aniquilar el levantamiento ibérico aliado del pretor contra el poder de Roma. Con mucha probabilidad, la población civil fue evacuada antes de que el ejército romano lograra entrar en la ciudad, después de asediarla y atacarla desde un campamento situado a 160 metros de las murallas y que acaba de ser localizado por el arqueólogo Francisco Romeo, a su vez jefe de sección de prevención del Patrimonio cultural de la dirección general de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón .

Cómo fue destruido el Cabezo Alcalá de Azaila se sabe desde que se han estudiado sus cimientos, hechos cenizas. Fue incendiada por completo. "En todas las casas se han encontrado materiales quemados y tejados hundidos, y se ha podido reconocer un incendio muy potente y generalizado", explicó el arqueólogo. No es extraño, pues la devastación de las ciudades que se unieron a Sertorio contra el poder de la República de Roma "es común en todo Aragón", apuntó Romeo.

Que la ciudad fue destruida tras un asedio y un ataque dirigido desde un ejército acantonado es una teoría que ya defendió en 2004 Romeo, que ahora ha localizado el pequeño cuartel desde el que se dirigió la ofensiva definitiva sobre la ciudad. Ocupó solamente 2,2 hectáreas y tenía unas dimensiones de 152x140 metros. Precisamente desde allí, señaló, parte una rampa de asalto a la acrópolis que ya fue localizada en su día por Miguel Beltrán.

A raiz de una investigación personal, Romeo consideró en 2004 la posibilidad de que la ciudad hubiera sido objeto de un asedio durante las guerras sertorianas, pero su teoría fue cuestionada por otros investigadores, que fijaban su destrucción durante las guerras civiles de Pompeyo contra Julio César. La cuestión quedó sin dilucidar hasta la celebración en Lezuza (Cuenca) del Congreso Internacional de Cultura Material Romana en la Hispania republicana. Allí, la comunidad científica aceptó la datación realizada por Miguel Beltrán de los materiales asociados a la destrucción de Azaila, que sitúa entre el 75 y 69 antes de Cristo. Eso significa que ha quedado aceptado que el Cabezo Alcalá fue destruido en ese periodo, es decir, durante las guerras de Sertorio.


Una vez reconocida como válida la fecha de la destrucción de la ciudad iberoromana, el arqueólogo Francisco Romeo retomó su investigación. "Lo primero que hice fue revisar fotografías antiguas de dos vuelos americanos realizados en España en 1945 y 1956, y en el segundo de ellos pude reconocer un rectángulo en la zona baja de la acrópolis que podría corresponderse con un campamento", explicó. Y "al buscar otras fotografías antiguas, una de 1973, volví a reconocer el mismo rectángulo", así que impulsado por este descubrimiento Romeo decidió acudir al terreno, donde "vi que todavía se conserva alrededor del campamento un pequeño foso, que había sido interpretado por Juan Cabré como una estructura que limitaba la acrópolis, pues tiene solo 1,5 metros de ancho". Es tan pequeño que "nadie se había imaginado que podría pertenecer a una estructura de asedio", contó el arqueólogo. Sin embargo, recordó cómo "de un tiempo a esta parte se han excavado campamentos de cronología sertoriana que tienen fosos de 1,5 metros de ancho y profundidad", es decir, coincidentes en altura y anchura con el que rodea lo que parece el campamento desde el que el ejército romano atacaría a los últimos defensores de la ciudad.

MÁS CERCA DE LO PREVISTO
Para el propio investigador fue todo un descubrimiento, pues buscaba el acantonamiento militar más lejos de la ciudad. Ha sido una sorpresa que le ha animado a retomar la investigación. Reconoció que "lo buscaba más lejos, porque siempre pensaba en grandes campamentos, que en ocasiones llegan a las 60 hectáreas, como los campamentos consulares para varias legiones, donde el ejército pasaba el invierno?En este caso se trata de uno pequeño destinado al combate y que tiene 2,2 hectáreas de superficie". En su opinión, "es probable que no sea un campamento a modo de cuartel destinado al descanso del ejército", sino pensado "solo para tomar la ciudad". En cualquier caso, "deberemos confirmarlo y para ello hace falta excavar".

La intención del investigador es, primero, "prospectar sobre el terreno" para ver qué materiales aparecen". En cuanto llegue la primavera realizarán "vuelos con drones y cámaras especiales " para que, "mediante varios sistemas de teledetección" comprobar cuáles son las estructuras que aparecen bajo la superficie".

Romeo, que ya estudió el yacimiento de Cabezo Alcalá en 1997 con motivo de la tesis de licenciatura que realizó sobre los sistemas defensivos ibéricos en Aragón, ha retomado ahora la investigación, de tipo personal, pero que cuenta con el conocimiento y apoyo de la dirección general de Cultura y Patrimonio.

El descubrimiento de lo que parece un antiguo campamento romano ha venido a confirmar la tesis que ya apuntó doce años atrás en un artículo sobre el asedio de la ciudad ibérica. Entre otras cuestiones, entonces determinó que existían "elementos que indicaban que se había producido un asedio prolongado en el tiempo". No en vano, "existe una rampa de asalto identificada por Miguel Beltrán que va ganando en altura y se aproxima a la ciudad". La rampa "se superpone al barrio situado fuera de las murallas, en la zona baja, lo que significa que esa zona se habría abandonado". A esto se añade el descubrimiento reciente de un muro, presumiblemente realizado por el ejército atacante, que rodearía la ciudad y que "estaría destinado a impedir que los defensores pudieran recibir ayuda del exterior".

También han sido localizadas estructuras defensivas que demostrarían la teoría del asedio. "Existe una fotografía toma por Juan Cabré con las losas de una calle levantadas, lo que parece ser un recurso defensivo de los que se encontraban en la ciudad". Esto indicaría que "los defensores se atrincheraron para resistir y fortificaron el perímetro".

EVACUACIÓN CIVIL
Según el arqueólogo, "que se abandonara la parte baja de la ciudad, se destruyeran casas, levantaran losas de la calle para entorpecer el paso, se construyeran barricadas y que se resistiera hasta el final puede indicar además que la población civil fue evacuada".?Esta hipótesis defendida por Francisco Romeo "está pendiente de investigación y, por tanto, tiene que ser comprobada y confirmada".

En cualquier caso, recordó que "por otras fuentes se conoce que ésta era una práctica habitual" en la época y que "una ciudad con población civil capitula enseguida". Además, dijo, "el frente permaneció estable durante tres años", es decir, hubo tiempo suficiente tanto para sacar del peligro a mujeres, niños y ancianos, como para instalar un campamento de asedio.

A día de hoy también se desconoce la altura que llegaron a tener las murallas, porque del Cabezo Alcalá solo se ven los cimientos. Con todo, Romeo comentó que "actualmente puede parecer que fue una ciudad poco fortificada, pero obligó al ejército de Roma a realizar u asedio más o menos prolongado".

EL EQUIPO DE INVESTIGACIÓN TRABAJARÁ EN PRIMAVERA
El equipo de investigación que trabajará en las prospecciones del campamento romano descubierto en Azaila estará integrado, además de por el investigador Francisco Romeo, por los arqueólogos Miguel Beltrán y Luis Fatás, el arqueólogo y topógrafo Jorge Angás, que realizará la teledetección de estructuras mediante drones, y por Paula Uribe, profesora de arqueóloga en la Universidad de Salamanca.