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19 de septiembre de 2012

Hallazgos en Testaccio rehacen las teorías sobre el aceite de la Bética

Los restos de ánforas encontrados durante los últimos años en el Monte Testaccio de Roma han obligado a los arqueólogos a cambiar la teoría aceptada hasta el momento sobre la administración del aceite en la Bética, correspondiente a la actual Andalucía, durante la época del emperador Septimo Severo.
Una investigadora estudia algunos de los restos cerámicos
del Monte Testaccio de Roma. FOTO: EFE 
Gran cantidad de restos de ánforas, que contenían aceite y llegaban a Roma desde la provincia romana, se encuentran apiladas unas sobre otras y conforman el conocido como monte Testaccio, situado en el barrio del mismo nombre, al sur de la capital italiana.

El principal descubrimiento ha sido que las últimas ánforas de aceite encontradas en el monte Testaccio, pertenecientes a la época de Severo, corresponden al mismo año, y no a diferentes etapas de la historia, como se había mantenido hasta ahora, según el profesor José Remesal que dirige el equipo de investigación de la Universidad de Barcelona.

Los arqueólogos han llegado a esta conclusión tras analizar en los últimos dos años treinta toneladas de restos de ánforas, correspondientes a principios del siglo III d C., en el marco de unos trabajos que comenzaron en el monte Testaccio en 1989.

Como explicó el catedrático, la Bética hubo de responder a los tributos exigidos por los diferentes emperadores a través de la producción y envío de aceite, que sirvió para abastecer a la capital y al ejército, en un momento en el que el imperio romano era el centro del mundo.

Tras casi 24 años de excavaciones, el último material encontrado, que data del año 204 después de Cristo, permitió además a los expertos conocer qué tierras confiscó Severo en Andalucía tras la guerra civil librada en Roma y de qué forma fueron organizadas, aseguró a Efe Remesal, catedrático en Historia Antigua.

Estos descubrimientos fueron posibles gracias a los sellos impresos en las ánforas, donde se fija la fecha del envío a Roma, su capacidad, el nombre del comerciante y mediadores, así como de dónde salió el producto y en qué lugar de Hispania fue embarcado.

Estas etiquetas, que están siendo catalogadas por el equipo dirigido por el profesor Remesal, también facilitaron saber que durante principios del siglo III d C. el emperador se apropió de tres fincas en Andalucía que fueron gestionadas al mismo tiempo, pero de manera diferente.

"Los datos nuevos nos obligan a replantear todo lo que sabíamos de la economía romana. Ahora debemos de cambiar esta teoría, lo que antes veíamos como un desarrollo cronológico, se ha realizado todo en la misma fecha", añadió.

Según los estudios geológicos, sobre el monte Testaccio restan actualmente veinticinco millones de ánforas de aceite, el 85 por ciento de ellas procedentes de la Bética, que habrían permitido suministrar del preciado líquido a medio millón de romanos durante 250 años.

No obstante, gran parte del material ha desaparecido a lo largo de la historia debido a varias circunstancias: un "juego" medieval en el los jóvenes romanos lanzaban animales desde lo alto del monte y las pruebas de cañones del Vaticano contra el monte Testaccio, fueron algunas de ellas.

Como apuntó Remesal, lo que para los romanos fue un vertedero de ánforas, para los arqueólogos e historiadores supone hoy un gran archivo natural en el que reconstruir parte de la historia romana, de la que no ha llegado a nuestros días mucha información.

La próxima investigación en el monte Testaccio, una de las más importantes de la arqueología española, está dirigida, según, Remesal, a encontrar y analizar ánforas pertenecientes al siglo I después de Cristo, que todavía no han sido encontradas.

De esta manera, los investigadores, en su gran mayoría españoles, intentan reconstruir a través de pequeños pedazos de ánforas lo que en su momento fue la mayor economía y civilización del mundo.

(Fuente: EFE / QUÉ / Alba Santandreu)