Se trata de varios sillares y los cimientos de un asentamiento en forma de U que tiene unas medidas de 12 metros de largo y unos tres metros de altura, pero no se descarta que el muro tenga continuidad bajo tierra.
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| Parte de los sillares que han aparecido bajo la edificación/ TALLER DE ARQUEOLOGÍA |
El término municipal de Alcañiz está lleno de evidencias del pasado romano que tienen la ciudad. Prueba de ello son los restos de un asentamiento romano que han aparecido bajo una antigua masía (masico) en desuso y que datan del siglo I D.C., concretamente de época Flavia. El Taller de Arqueología de la capital bajoaragonesa trabaja ahora en intentar proteger la parcela para determinar si allí hay más restos que investigar.
Los restos que han aparecido solo son visibles desde el interior de la edificación porque el masico actual se construyó encima. Se trata de varios sillares y los cimientos de un asentamiento en forma de U que tiene unas medidas de 12 metros de largo y unos tres metros de altura, pero no se descarta que el muro tenga continuidad bajo tierra.
Aunque tanto tiempo después es difícil determinar el uso real que tuvo el espacio, los arqueólogos tienen la teoría de que podría haber sido un mausoleo. También se baraja una segunda hipótesis sobre un uso industrial relacionado con la producción a gran escala de productos agrícolas como el vino o el aceite.
Aunque a simple vista no se ven otras edificaciones, los expertos también consideran que es muy posible que formara parte de una antigua villa romana. «Hemos observado que cuando el asentamiento del Palao se abandona, en torno al año 80 después de Cristo, surgen villas romanas. Son establecimientos rurales, agropecuarios, de gran extensión, de terratenientes, que cultivan el campo y dedican su actividad a la agricultura, fundamentalmente», explica el arqueólogo alcañizano Jose Antonio Benavente.
En el entorno también han aparecido restos de cerámica de época romana, pero también incluso de tiempos íberos y medievales, lo que hace pensar a los arqueólogos que el espacio pudo estar en uso durante mucho tiempo y que, por tanto, el espacio ha podido tener diversos usos.
A unos 300 metros de la construcción hay una zanja muy profunda excavada en la roca, posiblemente de drenaje, que podría estar relacionada con el edificio histórico y con la explotación agrícola de esa zona en época romana.
Una excavación necesaria
La línea de trabajo en la que se centra ahora el taller es en conseguir el permiso de los propietarios para poder llevar a cabo los estudios que determinen si hay más edificaciones en el mismo entorno. «Existen muchas técnicas no invasivas como los georadares que nos permitirían saber si estamos ante un yacimiento importante», apunta Benavente.
Entre las soluciones que se plantean en este ámbito, está la colaboración con la administración pública para poder comprar el terreno, eliminar los añadidos posteriores -en este caso el edificio que compone el masico- y buscar más restos romanos. «No sería la primera vez que se hace, además en este caso hablamos de un edificio que no está en uso que tiene la puerta rota y la techumbre derruida. Comprar el terreno no solo es estudiarlo, sino también poder proteger la parte que ya sabemos que está ahí», añade el arqueólogo.
La constatación de que en la zona hay todavía más restos podría derivar en la catalogación del espacio como bien de interés protegido. Según los expertos no hay documentado y no se conoce en toda la comarca ninguna edificación de características similares. Aunque el hallazgo se ha hecho público ahora, los trabajos se remontan a marzo de 2023, cuando unos vecinos avisaron al propio Benavente de la existencia de estos sillares de piedra bajo una masada.
La línea de trabajo en la que se centra ahora el taller es en conseguir el permiso de los propietarios para poder llevar a cabo los estudios que determinen si hay más edificaciones en el mismo entorno. «Existen muchas técnicas no invasivas como los georadares que nos permitirían saber si estamos ante un yacimiento importante», apunta Benavente.
Entre las soluciones que se plantean en este ámbito, está la colaboración con la administración pública para poder comprar el terreno, eliminar los añadidos posteriores -en este caso el edificio que compone el masico- y buscar más restos romanos. «No sería la primera vez que se hace, además en este caso hablamos de un edificio que no está en uso que tiene la puerta rota y la techumbre derruida. Comprar el terreno no solo es estudiarlo, sino también poder proteger la parte que ya sabemos que está ahí», añade el arqueólogo.
La constatación de que en la zona hay todavía más restos podría derivar en la catalogación del espacio como bien de interés protegido. Según los expertos no hay documentado y no se conoce en toda la comarca ninguna edificación de características similares. Aunque el hallazgo se ha hecho público ahora, los trabajos se remontan a marzo de 2023, cuando unos vecinos avisaron al propio Benavente de la existencia de estos sillares de piedra bajo una masada.
(Fuente: La Comarca // Marina Monreal)

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