Un pequeño sondeo previo a la construcción de un edificio en el Casco Histórico de la ciudad permite por fin delimitar el tamaño del gran edificio construido para luchas lúdicas junto a la muralla del campamento de la legión imperial, restos que ahora tendrán que conservarse para posibles visitas
Obra de la calle Rúa 37 donde han aparecido los restos del anfiteatro romano, en la cata que se detalla. |
Ya se sabía por excavaciones de hasta tres puntos distintos en el Casco Histórico que la ciudad de León tuvo anfiteatro en los tiempos en que las legiones romanas mantenían un fuerte campamento asentado y existía una incipiente población civil con importantes equipaciones como termas, ya en el siglo I después de Cristo.
Una pequeña zanja, una cata arqueológica de escasos metros y no demasiada profundidad, ha sacado a la luz nuevos restos, en concreto del muro exterior del anfiteatro de hace 20 siglos, que ahora permite delimitar mejor su estructura y sobre todo su tamaño. Y según la documentación tratada por la Comisión Territorial de Patrimonio, a la que ha tenido acceso ILEÓN, sobre los hallazgos en un pequeño patio trasero de un solar donde se iba a construir un nuevo edificio de viviendas en el número 37 de la calle La Rúa, aquella infraestructura lúdica romana habría llegado a medir unos 80 metros de largo por 50 de ancho.
Eso, según los expertos, arrojaría una cifra hasta ahora desconocida y muy sorprendente: el anfiteatro romano de León pudo llegar a tener una capacidad para albergar hasta 8.000 espectadores. Para verlo desde un referente comparativo actual, el pabellón municipal de los deportes al otro lado del río dispone de unos 5.200 asientos, siendo la infraestructura deportiva cubierta más grande de la provincia leonesa.
Una pequeña zanja, una cata arqueológica de escasos metros y no demasiada profundidad, ha sacado a la luz nuevos restos, en concreto del muro exterior del anfiteatro de hace 20 siglos, que ahora permite delimitar mejor su estructura y sobre todo su tamaño. Y según la documentación tratada por la Comisión Territorial de Patrimonio, a la que ha tenido acceso ILEÓN, sobre los hallazgos en un pequeño patio trasero de un solar donde se iba a construir un nuevo edificio de viviendas en el número 37 de la calle La Rúa, aquella infraestructura lúdica romana habría llegado a medir unos 80 metros de largo por 50 de ancho.
Eso, según los expertos, arrojaría una cifra hasta ahora desconocida y muy sorprendente: el anfiteatro romano de León pudo llegar a tener una capacidad para albergar hasta 8.000 espectadores. Para verlo desde un referente comparativo actual, el pabellón municipal de los deportes al otro lado del río dispone de unos 5.200 asientos, siendo la infraestructura deportiva cubierta más grande de la provincia leonesa.
A la sombra del muro del campamento de la legión
La documentación deja claro que “la existencia de este tipo de edificios en ambientes castrenses”, es decir, junto a recintos militares, “no es excepcional” y se ha constatado en campamentos de remotos límites del imperio romano “como Gran Bretaña, Austria, Rumanía o Argelia”. En el caso de León, en las representaciones e incluso la maqueta de Legio en el siglo I que se muestran en el Centro de Interpretación del León romano en La Casona, el anfiteatro se situaría justo junto a los muros exteriores del sur del campamento.
La información técnica estudiada por Patrimonio sitúa su construcción en tiempos de la legión fundadora de la ciudad, la Legio VI Victrix, en base a los elementos arqueológicos de las diferentes excavaciones, sobre todo en la calle Cascalería, paralela a La Rúa que hoy recorre el Camino de Santiago por la ciudad. Pero se da por hecho que pronto se quedó pequeño y el anfiteatro con su típica planta elíptica fue ampliado en posteriores fases, reforzados sus muros y con un contrafuerte que se ejecutaría cuando los moradores militares fueron la Legio VII Gemina, como muy tarde a principios del siglo II.
Cronología de un hallazgo espectacular
La documentación deja claro que “la existencia de este tipo de edificios en ambientes castrenses”, es decir, junto a recintos militares, “no es excepcional” y se ha constatado en campamentos de remotos límites del imperio romano “como Gran Bretaña, Austria, Rumanía o Argelia”. En el caso de León, en las representaciones e incluso la maqueta de Legio en el siglo I que se muestran en el Centro de Interpretación del León romano en La Casona, el anfiteatro se situaría justo junto a los muros exteriores del sur del campamento.
La información técnica estudiada por Patrimonio sitúa su construcción en tiempos de la legión fundadora de la ciudad, la Legio VI Victrix, en base a los elementos arqueológicos de las diferentes excavaciones, sobre todo en la calle Cascalería, paralela a La Rúa que hoy recorre el Camino de Santiago por la ciudad. Pero se da por hecho que pronto se quedó pequeño y el anfiteatro con su típica planta elíptica fue ampliado en posteriores fases, reforzados sus muros y con un contrafuerte que se ejecutaría cuando los moradores militares fueron la Legio VII Gemina, como muy tarde a principios del siglo II.
Cronología de un hallazgo espectacular
El sondeo arqueológico del número 37 de La Rúa, realizado entre agosto y septiembre de este año 2024, ha resultado esencial porque permitiría delimitar con precisión el espacio de esta gran construcción romana en la ciudad. Presenta “un mejor estado de conservación” incluso que los primeros restos aflorados en el año 1994 en el número 3 de la calle Cascalería, conservados hoy en el bajo, el garaje, del nuevo edificio levantado, y completados a la altura del número 7 de la misma vía en 1999, que hoy son una cripta arqueológica que el Ayuntamiento muestra sólo bajo demanda. Después vinieron nuevos restos en los números 4, 6 y 8 de Cascalerías y 29 y 31 de La Rúa.
Pespunteando ese dibujo que los restos muestran, y que ahora se completan por otro lado, Patrimonio da por hecho que la última de las tres fases constructivas distintas detectadas, la orientación y casi el tamaño del eje central de norte a sur entre las dos puertas principales del edificio coincidiría “aproximadamente” con la calle Cascalería, dado que pronto se había visto que los 6.000 y 6.500 asientos en las gradas del anfiteatro inicial se quedaban pequeños, teniendo en cuenta que eran “aproximadamente los mismos contingentes con los que contaba una legión” y a los espectáculos acabó yendo más población que la estrictamente militar.
El dibujo de lo encontrado hasta ahora muestra dos muros paralelos curvos con 1,50 metros de separación y el exterior aprovechando el terreno escarpado de la zona. “Sobre ambos se dispuso la cubierta de la estructura, una bóveda de cañón encofrada mediante cimbras de madera” y con la luz entrando entre ambos muros“mediante lucernarios rectangulares abiertos en la parte superior”, como se aprecia en la cripta arqueológica visitable. Todo esto delimitaría el graderío o cavea para el público, las cerca de 8.000 personas como máximo, “que debió ser de madera”, de la arena que era el escenario de los espectáculos.
Pespunteando ese dibujo que los restos muestran, y que ahora se completan por otro lado, Patrimonio da por hecho que la última de las tres fases constructivas distintas detectadas, la orientación y casi el tamaño del eje central de norte a sur entre las dos puertas principales del edificio coincidiría “aproximadamente” con la calle Cascalería, dado que pronto se había visto que los 6.000 y 6.500 asientos en las gradas del anfiteatro inicial se quedaban pequeños, teniendo en cuenta que eran “aproximadamente los mismos contingentes con los que contaba una legión” y a los espectáculos acabó yendo más población que la estrictamente militar.
El dibujo de lo encontrado hasta ahora muestra dos muros paralelos curvos con 1,50 metros de separación y el exterior aprovechando el terreno escarpado de la zona. “Sobre ambos se dispuso la cubierta de la estructura, una bóveda de cañón encofrada mediante cimbras de madera” y con la luz entrando entre ambos muros“mediante lucernarios rectangulares abiertos en la parte superior”, como se aprecia en la cripta arqueológica visitable. Todo esto delimitaría el graderío o cavea para el público, las cerca de 8.000 personas como máximo, “que debió ser de madera”, de la arena que era el escenario de los espectáculos.
¿Qué pasó con el anfiteatro de la Edad Media en adelante?
La documentación técnica que maneja la Junta de Castilla y León hace un repaso de cómo estos restos que ahora afloran llegan hasta nuestros días, causando admiración. Se calcula que sobre el siglo IV, no usándose ya con finalidad alguna, comienzan a saquearse sus materiales. Al desaparecer los grandes sillares de roca caliza, colapsaría parte de la bóveda y supone “el comienzo de la ruina del edificio”. En la Edad Media en la zona se documenta “un extenso vertedero” y “a partir del siglo XVI por la edificación de distintos inmuebles” se acabó ocultando por completo la traza, quedando ya soterrados.
De este modo, en el pequeño sondeo de 10x4 metros excavado ahora en Rúa 37 ha desvelado su gran secreto. Y algunos pequeños secretos más. Por ejemplo, la documentación desvela que antiguos vertidos de tierra dejan ver “fragmentos de pintura mural, restos del opus signinum -un viejo material de construcción romano con ladrillo o tejas partidas, mezcladas con cal y golpeadas con un pisón- y fragmentos de piedra”.
Un patrimonio en posible riesgo y un futuro sótano visitable
No sólo el Ayuntamiento de León en su licencia de derribo con fecha 19 de abril y Patrimonio de la Junta al autorizar el nuevo proyecto de obra sabían lo que aparecería en esta relevante excavación. Bramasole Troscana, la empresa promotora del nuevo edificio, admitía entonces a ILEÓN que el sótano que se había diseñado bajo el nuevo edificio que se levantará no sería para un garaje sino para una especie de bodega que podría convivir con los restos arqueológicos aparecidos. El informe, sin embargo, advierte que ese sótano dibujado originalmente debería ampliarse hacia el este para acoger la estructura romana sin destruirla, un daño que ocurriría con el proyecto actual al preverse bajar una cota de tres metros justo en ese punto.
De ahí la decisión final que ha adoptado la Junta de Castilla y León en la última Comisión de Patrimonio este mes de octubre: que deberá incorporarse a la licencia concedida de obra el escrupuloso respeto de los restos para “hacerlos accesibles para una futura visita pública” y que haya un seguimiento arqueológico profesional durante las obras.
La documentación técnica que maneja la Junta de Castilla y León hace un repaso de cómo estos restos que ahora afloran llegan hasta nuestros días, causando admiración. Se calcula que sobre el siglo IV, no usándose ya con finalidad alguna, comienzan a saquearse sus materiales. Al desaparecer los grandes sillares de roca caliza, colapsaría parte de la bóveda y supone “el comienzo de la ruina del edificio”. En la Edad Media en la zona se documenta “un extenso vertedero” y “a partir del siglo XVI por la edificación de distintos inmuebles” se acabó ocultando por completo la traza, quedando ya soterrados.
De este modo, en el pequeño sondeo de 10x4 metros excavado ahora en Rúa 37 ha desvelado su gran secreto. Y algunos pequeños secretos más. Por ejemplo, la documentación desvela que antiguos vertidos de tierra dejan ver “fragmentos de pintura mural, restos del opus signinum -un viejo material de construcción romano con ladrillo o tejas partidas, mezcladas con cal y golpeadas con un pisón- y fragmentos de piedra”.
Un patrimonio en posible riesgo y un futuro sótano visitable
No sólo el Ayuntamiento de León en su licencia de derribo con fecha 19 de abril y Patrimonio de la Junta al autorizar el nuevo proyecto de obra sabían lo que aparecería en esta relevante excavación. Bramasole Troscana, la empresa promotora del nuevo edificio, admitía entonces a ILEÓN que el sótano que se había diseñado bajo el nuevo edificio que se levantará no sería para un garaje sino para una especie de bodega que podría convivir con los restos arqueológicos aparecidos. El informe, sin embargo, advierte que ese sótano dibujado originalmente debería ampliarse hacia el este para acoger la estructura romana sin destruirla, un daño que ocurriría con el proyecto actual al preverse bajar una cota de tres metros justo en ese punto.
De ahí la decisión final que ha adoptado la Junta de Castilla y León en la última Comisión de Patrimonio este mes de octubre: que deberá incorporarse a la licencia concedida de obra el escrupuloso respeto de los restos para “hacerlos accesibles para una futura visita pública” y que haya un seguimiento arqueológico profesional durante las obras.
(Fuente: iLeón // Carlos J. Domínguez)
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